Cómo abordar el balance energético negativo en vacas lecheras

Luis Cardo
Gerente Técnico Línea Rumiantes
www.biomin.net

Durante el período de transición, una vaca utiliza más energía de la que ingiere. Este balance energético negativo aumenta la susceptibilidad del animal frente a una serie de problemas de salud, siendo el hígado graso y la cetosis la raíz del problema. Estos problemas metabólicos afectan negativamente la salud, la reproducción, la producción de leche y la mortalidad. Un examen más detenido destaca la amenaza que representa para la salud y ofrece sugerencias para la prevención.

Cómo abordar el balance energético negativo en vacas lecheras balance energetico 1Evitar la cetosis es el primer paso necesario para una lactancia exitosa. El 75 % de todos los problemas de salud de las vacas lecheras ocurre entre las 2 semanas anteriores y las 4 semanas posteriores al parto (Figura 1). Los estudios sugieren que más del 50% de todas las lactancias son afectadas por amenos un transtorno metabólico posparto. La mayoría de estos casos se vinculan con la cetosis, una enfermedad metabólica causada por un desequilibrio entre las necesidades de energía y la ingesta energética de una vaca.

El periparto, comprendido entre las 3 semanas anteriores y las 3 semanas posteriores al parto, es el período más crítico de todo el ciclo de producción. El objetivo es mantener un consumo elevado de materia seca y evitar su disminución asociada al parto.

Falta de energía

El pico de producción de leche normalmente se produce entre la tercera y la sexta semana de lactancia, mientras que el pico de consumo de alimento en general no se alcanza hasta por lo menos la décima semana de lactancia.

Este desequilibrio significa que una vaca de alta producción tendrá un balance energético negativo (BEN) durante estas etapas tempranas de la lactancia. El balance energético negativo normalmente comienza antes del parto.

Durante la última parte de la preñez, un conjunto de factores conduce al balance energético negativo preparto: rápido crecimiento del feto, síntesis de calostro rico en nutrientes y menor consumo de alimento. Como resultado de la movilización de grasas (aumento de ácidos grasos no esterificados o NEFAs desde los depósitos de grasa) que normalmente comienza los últimos días de la gestación, la cetosis subclínica es común. La cetosis clínica puede o no presentarse.

Más problemas

En situaciones prácticas, el balance energético negativo puede agravarse mediante errores de manejo y a menudo se correlaciona con otras afecciones metabólicas como hipocalcemia o acidosis. Por ejemplo, una placenta retenida aumenta 16 veces el riesgo de que la vaca sufra cetosis. El Cuadro 1 presenta un panorama de las correlaciones conocidas entre NEFAs, cetosis subclínica y otros trastornos.

Cómo funciona la cetosis

Cuando la vaca entra en un período de balance energético negativo, la grasa corporal se moviliza como ácidos grasos no esterificados para satisfacer las necesidades energéticas. Los NEFAs son utilizados directamente como fuente primaria de energía por múltiples tipos de células corporales y pueden emplearse directamente para la síntesis de grasa láctea en la ubre. No obstante, los NEFAs que ingresan al hígado pueden seguir diferentes vías: pueden oxidarse completamente para producir ATP (un resultado deseable), oxidarse parcialmente a cuerpos cetónicos (una fuente de energía ineficiente), o reesterificarse a triglicéridos ya sea para exportarse como lipoproteínas de muy baja densidad o VLDL (un resultado deseable), o para acumularse en el hígado, produciendo un hígado graso.

Otro culpable

La producción deficiente de ensilados puede conllevar a la producción de ácido butírico. La cetosis también puede ser inducida por el consumo de 50 a 100 g de ácido butírico, y la cetosis severa con el consumo de 200 g. Además, el ácido butírico es de mala palatabilidad y conduce a un menor consumo de alimento.

Cuadro 1. Correlación entre NEFAs (ácidos grasos no esterificados, por sus siglas en inglés) y cetosis subclínica con diferentes trastornos
NEFAs elevados (>0.4 mmol/L)
En las 2 últimas semanas antes del parto
Cetosis subclínica (BHBA >1.2 – 1.4 mmol/L) En lactancia temprana
2 a 4 veces mayor riesgo de DIA (dislocación izquierda de abomaso) (Cameron et al., 1988; LeBlanc et al., 2005) 3 a 8 veces mayor riesgo de DIA (Geishauer et al., 2000; LeBlanc et al., 2005; Duffield et al., 2009)
1.8 veces mayor riesgo de retención de placenta (LeBlanc et al., 2004)

Menor probabilidad de preñez en la primera inseminación artificial (Walsh et al., 2007)

2 veces el riesgo de descarte <60 DEL (días en leche) e incremento de 1.5 veces a lo largo de toda la lactancia (Duffield et al., 2005) Mayor duración y gravedad de la mastitis (Kremer et al., 1994; Duffield, 1997; Suriyasathaporn, 2000)
Mayor riesgo de metritis (Duffield et al., 2009)
Pérdida de 1.2 kg/día de producción de leche en los primeros 120 días de lactancia (Carson, 2008)

Menor producción de leche (Duffield et al., 2009)

Adaptado de T.F. Duffield y S.J. Leblanc

 

Cuadro 2. Directrices para la evaluación energética de vacas en transición (cetosis)
Preparto (2 a 14 días antes del parto) Posparto (3 a14 días en leche)
Pruebas a nivel individual (por vaca) Pruebas a nivel de hato Pruebas a nivel individual (por vaca) Pruebas a nivel de hato
NEFAs* >0.30 mEq/L >15% de las vacas analizadas presentan valores de NEFA
> 0.30 mEq/L
>0.60-0.70 mEq/L >15-20% de las vacas analizadas presentan valores de NEFA
> 0.70 mEq/L
BHBA (b-hydroxibutirato) * > 10 mg/dL >10% de las vacas presentan valores de BHBA > 10 mg/dL

Puntos de corte comúnmente usados

BHBA Punto de corte para cetosis

11.7-14.4 mg/dl (1200 – 1400μmol/L)

Punto de corte cetosis clínica

29 mg/dl (3000μmol/L)

La acumulación de cuerpos cetónicos (β-hidroxibutirato, acetoacetato, acetona) conduce al trastorno metabólico cetosis.

Se cree que los cuerpos cetónicos reprimen el consumo de alimento, agravando aún más el balance energético negativo y la movilización de grasas corporales. Mientras tanto, desde varias semanas antes del parto, las concentraciones de insulina plasmática disminuyen significativamente al tiempo que el tejido corporal presenta menor sensibilidad frente a esta hormona, aumentando así la movilización de grasas.

Consecuencias negativas de la cetosis

Los signos de cetosis clínica son anorexia, menor producción de leche, heces secas y firmes, pérdida de peso corporal y ocasionalmente signos nerviosos.

La cetosis subclínica se define por un nivel anormalmente alto de cuerpos cetónicos sin signos clínicos y se cree que su incidencia varía entre 8 % y 34 % (Duffield et al., 1998), aunque está subdiagnosticada en muchos hatos. La cetosis subclínica afecta negativamente la salud general del hato (aumento de otros trastornos metabólicos y función inmune disminuida, volviendo al animal más propenso a enfermedades infecciosas como la metritis), la reproducción, así como la producción de leche y está asociada a un incremento en el descarte durante la lactancia temprana. Según datos del Minnesota DHIA (Dairy Herd Improvement Association, por sus siglas en inglés), el 25 % de todas las vacas que abandonan el hato por muerte o

Cuadro 3. Pasos claves para la prevención de la cetosis

  • Calificación de la Condición Corporal (CCC):
    Objetivo al parto 3 – 3.5. Evite el sobre acondicionamiento ya que conduce a un menor consumo de alimento. Para ayudar a evitar problemas, agrupe a las vacas por etapa de lactancia y parto, y controle la reproducción para evitar lactancias demasiado prolongadas.
  • Monitoree el CMS cercano al parto:
    12k g MS/vaca/día (Holstein) y verifique periódicamente. No sobrealimente en el período seco fresco ya que esto reduciría el consumo de alimento en el período cercano al parto
  • Controle las interacciones sociales 
    antes y después del parto, ya que las terneras y las vacas de bajo rango tienen necesidades especiales
  • Utilice un buen manejo
    e instalaciones con atención a las prácticas de agrupación, espacio del comedero, bebederos y calidad del agua, tiempo de descanso, evite el hacinamiento, etc.
  • Proporcione un buen
    ambiente para el parto
  • Controle otras enfermedades 
    con especial atención a la salud de las pezuñas
  • Racione la formulación 
    para evitar alteraciones concomitantes (hipocalcemia) y ARSA (acidosis ruminal subaguda) a través de una buena adaptación de la microflora ruminal
  • Asegure la calidad nutricional
    de los ingredientes, incluido el control de micotoxinas
  • Controle la palatabilidad de los ingredientes
    como un punto clave. El uso de fitógenos desde el período cercano al parto hasta después de este constituye una buena práctica para promover el consumo de alimento y mantener un sabor y olor familiares para las vacas después del parto
  • De ser necesario, trate con: 
    precursores de la glucosa (propilenglicol, glicerol, propionato) o sustancias hepatoprotectoras (colina con protección ruminal, niacina con protección ruminal, metionina con protección ruminal) descarte lo hacen en los primeros 60 días de lactancia.

Identificación en el campo

La cetosis clínica y subclínica se pueden monitorear con pruebas de campo al pie de la vaca utilizando leche, orina o sangre. Una evaluación más completa requiere analizar el suero en un laboratorio. Cabe señalar que la cetosis clínica es un mal indicador de la cetosis subclínica en un hato. El Cuadro 2 presenta un resumen de las directrices para pruebas y puntos de corte.

La prevención se centra en el consumo de alimento

Tanto el hígado graso como la cetosis comienzan con la movilización de grasa corporal debido al balance energético negativo. Por tanto es esencial mantener el consumo de materia seca (CMS) lo más alto posible en el período cercano al parto (últimas 3 semanas antes del parto) y varias semanas después del parto. El Cuadro 3 proporciona una lista de las medidas claves para prevenir la cetosis.

Conclusión

Una elevada proporción de los problemas de salud de las vacas lecheras ocurre en el período en torno al parto. Un balance energético negativo puede conducir a una serie de trastornos metabólicos basados en la acumulación de grasa en el hígado (hígado graso) y el aumento de los cuerpos cetónicos circulantes (cetosis). Estos trastornos afectan negativamente la salud, la reproducción, la producción de leche y la mortalidad.

Para complicar aún más las cosas, la incidencia de la cetosis se correlaciona con otros problemas de salud, como un mayor riesgo de metritis, mastitis o desplazamiento del abomaso. Los productores de leche pueden introducir medidas preventivas para combatir la cetosis, con particular hincapié en el consumo de alimento.

Fuente: Science&Solutions

Fernando Puga
Fernando Pugahttps://bmeditores.mx/
Editor en BM Editores, empresa editorial líder en información especializada para la Porcicultura, Avicultura y Ganadería.
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