¿Sabe Usted a qué edad están llegando sus vaquillas de aptitud lechera al primer parto?

Ing. Joel H. Velasco Molina
Asesor técnico de ABS México

Apuesto a diez contra uno que una parte de los productores de reemplazos lecheros, vacilarán antes de contestar el cuestionamiento del intitulado de esta contribución. No obstante, si su contestación ha sido afirmativa, he de felicitarlo y aplaudirlo por que, dicho sea de paso, casi siempre confronta uno un conocimiento parcial o con un desconocimiento total en torno al punto.

Ahora bien, respecto a la pregunta de si se sabe la edad a la que están pariendo las vaquillas por primera vez, quizá algunos se pregunten el porqué de tal preocupación. La respuesta directa es que esto guarda íntima relación con la economía de su empresa.

Estaremos de acuerdo, amables lectores, que desarrollar una vaquilla hasta el parto, puede ser equivalente a tener una alcancía a la que, por su ranura, se le va echando monedas, y que solamente se dispondrá de tales monedas hasta en tanto se rompa la misma. Romper la alcancía, pues, de la vaquilla, es igual a hacerla parir para que arranque una lactancia y principie, también, a dar monedas.

Es del dominio general en el mundo lechero que para maximizar las utilidades de una vaca en su vida productiva, ésta habrá de parir entre los 23 a 25 meses de edad. En otras palabras, que las vaquillas que tienen su primer parto a los 24 meses de edad, gastan una mayor porción de su vida dando leche que las que los hacen más tardíamente.

Mas aún hay más: evaluando este asunto desde otro ángulo, esto es, de lo que engloba un retraso en la edad al primer parto, cobra sentido que se apunte lo siguiente: Cada mes de retraso más allá de los 24 meses, equivale a un extra de animales de reposición en el hato del orden de 4.16 % (1/ 24= 4.16%).

Permítanme que clarifique lo anterior sirviéndome de un ejemplo hipotético.

Pensemos en un rebaño lechero de 1000 vacas en el que se están desechando anualmente un 38 % de las mismas; la composición de su hato de reposición podría ser el siguiente (asumiendo un 10% de mortalidad).

Edad de los animales

De 1 a 365 días
De 366 a 730 días

Número de animales

418
418

Total 836

Estos números, por supuesto, están considerando que el parto se da a los 24 meses (730 días), ¿pero qué sucedería si la primera parición se estuviera consignando hasta los 30 meses?; es decir, 6 meses más tarde del ideal de los 24 meses. Pues bien, como ya asentamos anteriormente, cada mes adicional tiene un cargo extra de 4.16 % más de animales en el hato. Entonces se tendría un 25 % más: 4.16% por 6 = 25 %.

Lo anterior significa, ya aterrizando números, que en vez de 836 reemplazos habría 1054: 209 animales más de lo previsto.

Comportamiento reproductivo de las vaquillas y su distribución por edades al parto.

Dos medidas habrán de tomarse en cuenta en un programa reproductivo de las vaquillas, en el afán de elevar el porcentaje de la tasa de preñez, a saber: 1) La tasa de servicio, y 2) La tasa de concepción o fertilidad.

La tasa de servicio. Mide cuál es el porcentaje de vaquillas que son inseminadas del total de las elegibles durante un lapso de 21 días. Esto puede valorarse tras el arranque del período de servicio de inseminación, a una determinada edad, v gr.: arranque a los 14 meses.

La tasa de servicio denota las vaquillas que son detectadas en celo y aptas para ser inseminadas, y que sometidas a un buen sistema de la detección de celos, llega a ser de entre 80 y 90 %.

La tasa de concepción. Alude a la cifra porcentual de preñez lograda en aquellas vaquillas inseminadas. Una tasa de concepción esperada en éstas puede fluctuar entre 50 y 70 %; las cifras de preñez son producto de la interacción de factores diversos y entre éstos: 1) Facilidades para la inseminación (entrampadero, sombra, etc.), 2) Tiempo en que se insemina postinicio del celo, 3) Calidad y manejo del semen, 4) Expertis del inseminador, 5) Variables medioambientales (índice de temperatura-humedad, lluvia, hielo, etc.) y un largo etcétera.

La tasa de preñez. Es la medida que informa sobre la cantidad de vaquillas (porcentaje) de las elegibles para su inseminación que, en un período de 21 días, han quedado gestantes. La tasa de preñez resulta entonces de la interacción de las tasas de servicio y de concepción.

Porcentaje de Tasa de preñez = % de Tasa de servicio por % de Tasa de concepción

Cabe señalar que aunque la tasa de preñez no siempre es un producto matemático de las tasas de servicio y concepción—como en el caso de usar la sincronización de la ovulación—,el resultado de dicha ecuación se aproxima con mucho a lo real, en lotes grandes de vaquillas.

La tasa de preñez en las vaquillas es muy superior a la de las vacas; en las vaquillas pueden obtenerse tasas de preñez de 25 a 50 %, en tanto que en las vacas una cifra de 23 % vendría a ser excelente.

¿Sabe Usted a qué edad están llegando sus vaquillas de aptitud lechera al primer parto? vaquillas 1¿Y qué hay con respecto a la distribución promedio al parto, por edad, en las vaquillas?

De entrada creo justo que discuta algo que concierne al término denominado “promedio”, que a menudo conlleva a interpretaciones ilusorias y/o a falsas expectativas. Y traigo a colación una anécdota que le pasó a un amigo que cuando fue contratado para laborar en Monterrey–y viviendo en la ciudad de México —, quiso darse cuenta de la temperatura que prevalecía en “La Sultana del Norte”en ese entonces; se convenció, gustoso, de que casi, casi, Monterrey contaba con un clima magnífico: La temperatura promedio (media) anual era de 23.5 grados centígrados. Sin embargo, no se cercioró nuestro ingenuo compañero de las gélidas temperaturas invernales y de lo cálido de la canícula regiomontana.

He traído a cuento ese relato para puntualizar lo engañoso que puede resultar “un promedio”, pues su conocimiento solamente muestra parte de la foto, y el saber cómo se ordenan los valores alrededor de dicho promedio es obligado para mirar la foto completa.

Cuando uno pregunta a cuál edad están pariendo por vez primera las vaquillas, por regla general se aprecia que si bien se está tomando en cuenta el benchmark ideal de los 24 meses, se hace caso omiso de cómo se reparten las pariciones en torno a los 24 meses. Dicho de otra manera, cuál es el porcentaje de partos que realmente se están concentrando entre los 23 y los 25 meses, y cuál porcentaje se está prolongando más allá de los 24 meses.

Con el objeto de ilustrar lo que pasa en cuanto toca a la distribución de edades de las vaquillas al parto, me permito simular un caso en el que se maneja una tasa de preñez casi excelente: 48 %, producto aritmético de un 80 % de Tasa de servicio y 60 % de Tasa de concepción o fertilidad. Se hace la asunción de que las vaquillas están siendo inseminadas desde los 14 meses. Cabe apuntar que los cálculos hechos son con base en promedios ponderados (Ver tabla)

Simulación sobre “La tasa de preñez” y distribución de los partos en vaquillas Holstein, que arrancan su inseminación a los 14 meses y con una tasa de preñez de 48%.

Vaqs. Elegibles para Inseminar Núm. de ciclo(c/21 días) Edad en mes es Tasa de Preñez% Vaqs. Preñadas por ciclo Vaqs. Vacías por ciclo Vaqs. Preñadas (acumula das) Edad proyectada del parto en meses.
100 (1) 21 14.6 48 48 52 48 23.8
52 (2) 42 15.4 48 25 27 73 24.6
27 (3) 63 16.0 48 13 14 86 25.2
14 (4) 84 16.6 48 7 7 93 25.8
7 (5) 105 17.2 48 3 4 96 26.0
4 (6) 126 17.8 48 2 2 98 27.0
2 (7) 147 18.5 48 1 1 99 27.7
1 (8) 168 19.1 48 1 100 28.0

¿Cuáles son las conclusiones de este ejercicio?

  1. Se necesita un total de 8 ciclos estruales de 21 días (5.5 meses) para preñar el ciento por ciento de las vaquillas.
  2. El rango de edades al primer servicio de inseminación fue de 14.6 a 19.1 meses.
  3. El rango de edades al primer parto fue de 23.8 a 28 meses.
  4. Tan solo el 86 % de las vaquillas paren entre 23.8 y 25.2 meses.
  5. El 14 % restante de los partos se distribuyen entre 25.8 y 28 meses.
  6. El promedio ponderado del total del lote para el primer parto fue de 24.5 meses, en consecuencia de haberse consignado un promedio ponderado para el arranque de la gestación de 15.3 meses.

A la luz de estas conclusiones, si nuestro criterio únicamente se sustentara en el promedio (15.3 meses al primer servicio fértil y 24.5 al parto) podrían echarse las campanas al vuelo; pero la realidad es que, a decir de los números, la cantidad de vaquillas que están cumpliendo con el Benchmark ideal de 24 meses son 86 de las 100 elegibles para reproducirse. Huelga decir que estos números están manejando una situación de muy buena fertilidad, que infortunadamente en la práctica no sucede siempre así.

Pero…¿Acaso este planteamiento se presenta en la vida real? Sin duda esta es la incógnita que les vendrá a la mente, y deseo compartir con ustedes, amigos lectores, aunque no sea exhaustivamente por falta de espacio, algunos resultados que estuvieron a la mano para clarificar lo anterior.

De un muestreo hecho por un servidor en una empresa lechera, bien manejada, de La Comarca Lagunera, se pudo encontrar que de un total de 971 partos de vaquillas Holstein, del año 2006, el 95 % se distribuyeron entre los 18 y los 25 meses (Ver gráfico).De un vistazo a ojo de pájaro los números se ven bien; sin embargo cobra sentido decir que del total de partos distócicos consignados en éstas ( 11.7%), el 65% de los mismos ( 7.6%) se concentró en el rango de los 18 a 23 meses de edad.

Por su parte N.A. Simerl y colaboradores (Journal of dairy science, 1990), encontraron tras el análisis de 1144 partos de vaquillas Holstein y Jersey que: ajeno a que el promedio de edad al primer parto fue de 25.8 meses de edad, la distribución de los partos se dio de la siguiente manera: 39,7 % a los 23 meses o menos; 33.9 % entre los 24 y 27 meses, y el 26.4 % a los 28 meses.

Posibles factores causales y sus consecuencias de la falta de un porcentaje mayoritario de partos en las vaquillas a los 24 meses.

Factores causales:

  • En los aretes no es apuntada la fecha del nacimiento, o lo es pero de una forma poco visible: Números muy chicos. Esto no hace ágil el determinar la edad de los animales.
  • Programas de Nutrición y alimentación deficientes que: 1) Ocasionan un retraso en la pubertad en las becerras lo cual dificulta que las vaquillas paran en la edad adecuada; 2) Causan condición corporal excesiva ( mucha grasa) en los animales, por sobrepasar las necesidades de energía y, 3) Exponen la fertilidad de las hembras por el consumo de micotoxinas, nitritos, etc.
  • Programa de bioseguridad un tanto mediocre: no se vacuna contra leptospirosis, campilobacteriosis, rinotraqueitis bovina, etc.; ni se combaten ratas, perros, gatos, etc.
  • Confort poco amigable: Se descuidan los espacios físico-social por animal en corral, comederos, bebederos, y los sombreaderos son escasos o inexistentes.
  • Falta de una valoración del desarrollo de los animales de reposición en sus distintas etapas: No se pesan, no se miden, no se les califica su condición corporal.
  • No son marcadas medidas de referencia, en los tubos del comedero, para monitorear la estatura ideal, por la edad de los animales.
  • No se lleva una programación estricta de servicios de inseminación de acuerdo a la edad y/o peso.
  • Es verificada solamente la edad promedio a la que están efectuando el primer parto las vaquillas; mas no es chequeado el número de éstas que no están quedando preñadas entre los 14 y 16 meses de edad.
  • Vigilancia deficiente en la detección de los celos y/o fallas en las prácticas de la inseminación artificial.
  • Al adoptar la monta natural se desconoce la fertilidad y/o el estado de salud reproductiva de los toros, o hay un número insuficiente de éstos por corral para el número de vaquillas.
  • Se emplea la sincronización de los celos en las vaquillas solamente en casos de emergencia, por ejemplo, cuando se dan cuenta de que las vaquillas se están haciendo viejas y no se han preñado.
  • Tras diagnosticar como preñadas las vaquillas, entre los 35 y 45 días postinseminación, no se confirma la existencia de la gestación a los 90 días de inseminadas. Con el segundo chequeado se descarta el riesgo de fallas de diagnóstico o de posibles pérdidas embrionarias y fetales.
  • Cuando se está utilizando el semen sexado no se considera que habrá de anteponerse que, en razón de una disminución en la fertilidad (de 20% aproximadamente) por el uso de dicho semen, las vaquillas deberán principiar su período de servicio reproductivo con anterioridad: unos 2 meses antes.
  • No son desechadas aquellas vaquillas infértiles (muchos servicios de inseminación) y las que han padecido trastornos respiratorios severos (neumonías) que se sabe, de antemano, que llegarían muy tardíamente a su primer parto.

Consecuencias:

  • No amortizar tempranamente la inversión hecha en el desarrollo de los reemplazos lecheros.
  • Gastos por la carga extra del número de animales en la reposición.
  • Disminución de la fertilidad en las vaquillas por el sobrecondicionamiento corporal (exceso de grasa en los órganos genitales), a resultas del incremento en edad.
  • Posible mengua en su potencial lechero futuro por el engrasamiento de la ubre.
  • Pérdidas de crías a causa de una incidencia más fuerte de partos distócicos: Por poco desarrollo del diámetro pélvico (vaquillas muy jóvenes al primer servicio) o por exceso en condición corporal (CC de 4 o más de 4 en la escala de 1 al 5).
  • Pérdidas de vaquillas al parto y/o posparto (distocia, hipocalcemia, cetosis, desplazamiento de abomaso, etc.)
  • Adopción de la inducción de lactancias—curiosamente denominada “parto químico”—, práctica usada como paliativo en vaquillas infértiles, y que a menudo es antieconómica.

Como cierre de este artículo tan solo añadiré una cosa más: Enfatizar que al igual que la alcancía del ejemplo antes anotado, de la que sacaremos provecho hasta el momento de romperla; la vaquilla de reposición—vista como una alcancía—principiará a dar dividendos cuando ella tenga su primer parto. Por ende, lograr que lo haga entre los 23 y 25 meses de edad debería ser la meta a alcanzar.

Fernando Puga
Fernando Pugahttps://bmeditores.mx/
Editor en BM Editores, empresa editorial líder en información especializada para la Porcicultura, Avicultura y Ganadería.
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