Uso del ácido málico como aditivo en dietas de vacas lecheras

Fernando Diaz, DVM, PHD.
Dairy Nutrition and Management Consultant. GPS Dairy Consulting, LLC.
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www.gpsdairy.com

El ácido málico es un ácido orgánico encontrado de forma natural en muchos forrajes.

Este ácido es un ácido dicarboxílico de cuatro carbonos que es intermediario en la ruta del succinato-propionato de las bacterias ruminales. Ha sido demostrado que el ácido málico puede estimular el crecimiento de la bacteria Selenomonas ruminantium, mejorando el ambiente ruminal e incrementando la producción de propionato. Este microorganismo es una especie predominante en el rumen, representando entre el 21 y el 51% de todas las bacterias viables en el rumen.

In vitro, el ácido málico ha incrementado la concentración de propionato y de ácidos grasos volátiles totales, aumentado el pH, reduciendo la producción de metano y la concentración de lactato, e incrementado la digestibilidad de la materia seca (MS), materia orgánica y fibra neutro detergente. El ácido málico puede ser añadido a la dieta como un ácido libre o como una sal (por ejemplo, malato sódico o cálcico). Estudios llevados a cabo in vitro demostraron que el efecto del ácido málico libre en el rumen es similar al efecto del malato sódico, aunque el ácido málico aporta protones al líquido ruminal, los cuales pueden disminuir el pH de éste.

Martin y col. (1999) reportaron que cuando muestras de forraje fueron incubadas en líquido ruminal, el malato se solubilizó y desapareció rápidamente (menos de 30 minutos). Estos autores sugirieron que la suplementación con malato en la dieta podría ser necesario para asegurar una adecuada concentración de éste en el rumen a lo largo del ciclo de alimentación. Aunque estudios in vitro han mostrado efectos positivos del ácido málico en la fermentación ruminal, estudios in vivo, en los que se evaluó el efecto del ácido málico sobre la producción de vacas lecheras, no fueron concluyentes.

ESTUDIOS EN VACAS LECHERAS

La evaluación de ácido málico en dietas de vacas lecheras es muy limitada, y los resultados muy variables. Stallcup (1979) suplementó vacas lecheras con 0, 28 ó 70 gramos de ácido málico por día, y demostró que las vacas alimentadas con 70 g de ácido málico produjeron más leche que las vacas no suplementadas. En un segundo experimento, las vacas alimentadas con 100 g de ácido málico suplementado produjeron más leche corregida por sólidos, y más grasa láctea que vacas sin suplementar. En un estudio de la Universidad Estatal de Michigan (Kung y col., 1982), vacas al comienzo y a la mitad de la lactación fueron alimentadas con 0, 70, 105 ó 140 g de ácido málico añadido por día. El ácido málico no mostró efectos significativos sobre el consumo de MS o la producción lechera, sin embargo, las vacas suplementadas con 140 g de ácido málico mostraron mayor persistencia en la producción láctea que el resto de tratamientos.

Más recientemente, investigadores del Instituto de Investigación Agrícola W. H. Miner (en inglés: W. H. Miner Agricultural Research Institute) de New York (Sniffen et al., 2006), evaluaron el efecto de la suplementación de ácido málico en la producción lechera de vacas en mitad de lactación. Las vacas fueron alimentadas con una dieta que contenía 0 ó 50 g de ácido málico por vaca por día (pureza 998 g/kg ácido málico). Los autores publicaron que las vacas suplementadas con ácido málico mejoraron la producción de leche (1.5 kg o 4.1%), y la leche corregida por energía (1.3 kg o 3.3%) comparado con vacas sin suplementar. No encontraron efectos en la producción de grasa o proteína láctea, sin embargo, la producción de proteína láctea fue superior en vacas suplementadas debido a que éstas produjeron más leche. Los investigadores concluyeron que “la inclusión de ácido málico como aditivo alimentario en dietas para vacas lecheras es costoso (0.11 dólares/vaca/día) y posiblemente no es económicamente factible, sin embargo, forrajes que contienen una elevada concentración de ácido orgánicos podrían utilizarse como un vehiculo de inclusión de ácido málico en las dietas de vacas lecheras”.

Wang y col. (2009) estudiaron el efecto de suplementar ácido málico a niveles de 0, 70, 140 y 210 g por vaca y día durante las primeras 3 semanas de lactación. Aunque el consumo de alimentos y los componentes lácteos no fueron afectados por el ácido málico añadido, la producción lechera y la eficiencia alimentaria aumentaron linealmente al incrementar la suplementación del ácido. Además, la condición corporal, el cambio en el peso vivo y el balance energético de las vacas tendieron a ser más elevados en las vacas suplementadas con ácido málico. Del mismo modo, la concentración de ácido betahidroxibutírico y de ácidos grasos no esterificados en sangre disminuyó linealmente al reducir el contenido de ácido málico de las dietas.

Un experimento llevado a cabo en una granja comercial estudió el efecto de la suplementación de malato durante el periodo de pre y postparto (Devant y col., 2011). Antes del parto, las vacas fueron alimentadas con una dieta completamente mezclada y un kg de concentrado con o sin malato añadido. Después del parto, el concentrado (malato o control) fue gradualmente aumentado de 300 g por día hasta alcanzar un consumo de 3 kg por día, proporcionando aproximadamente 84 g/vaca/día de malato. La suplementación con malato no afectó ni la producción lechera ni la concentración en grasa y proteína láctea.

FACTORES QUE AFECTAN A LA RESPUESTA

Los resultados variables encontrados al suplementar ácido málico pueden ser debidos a las diferencias en los animales, factores dietarios (tipo de forraje y tasa forraje/concentrado), y dosis de malato. Los factores dietarios son importantes para determinar la respuesta a la suplementación de ácido málico debido a que el contenido de éste en la dieta basal puede variar, y esto podría explicar la variabilidad en los resultados encontrados de los estudios discutidos previamente. El contenido de ácido málico varía en alfalfa de 2.4% a 7.5% MS; hierba bermuda: 1.9 a 4.5% MS, trébol: 3.5% MS, y pasto varilla: 1.0% MS. El ácido málico no ha sido encontrado en ensilado maíz, otros pastos como dáctilos y bromo, o paja de avena. Además, su concentración en forrajes depende de la variedad, madurez, contenido en humedad, y el procesamiento de éstos.

CONCLUSIÓN

Estos estudios demuestran que es necesario más investigación que evalúe los efectos del ácido málico sobre el rendimiento y la salud de las vacas lecheras, y cuál es la dosis óptima de este ácido en las dietas de vacas lecheras.

Artículo publicado en Entorno Ganadero Abril-Mayo 2017

Fernando Puga
Fernando Pugahttps://bmeditores.mx/
Editor en BM Editores, empresa editorial líder en información especializada para la Porcicultura, Avicultura y Ganadería.
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