Dr. Toshihiro Marubashi
Calpis América Inc.
Enviado por Depto. Técnico de QTI
El tracto gastrointestinal de un feto mamífero se encuentra libre de gérmenes, no es hasta después del parto, que las Enterobacterias, incluida Escherichia coli, empiezan a colonizar, seguido más tarde por la colonización de bacterias aeróbicas como los enterococcus. Los lactobacilos y las bifidobacterias que utilizan la lactosa de la leche empiezan a colonizar en el momento que el animal comienza a mamar, lo que lleva a una supresión de las enterobacterias. Al momento del destete, se puede observar la colonización de bacterias anaeróbicas como bacteroidaceae, bifidobacterias y clostridia. Reportes indican que no se ha detectado la producción de anticuerpos contra lactobacilos en el torrente sanguíneo en animales de una semana edad, lo que ayuda a que los lactobacilos colonicen el intestino.
El tracto gastrointestinal de un embrión dentro del huevo también es libre de gérmenes. El estatus sanitario del medio ambiente en donde crecen los pollos, influye considerablemente en el establecimiento de la flora intestinal. El modo en el que se establece la flora intestinal parece ser muy similar entre mamíferos y aves; primero las bacterias aeróbicas en el ambiente, como las enterobacterias o enterococos, empiezan a colonizar inmediatamente después de la eclosión; luego, los lactobacilos colonizan cuando el ave comienza a comer, y por último, bacterias anaeróbicas, como Bacteroidaceae, bifidobacteria y clostridia, empiezan a colonizar. Las distintas especies de lactobacilos son dominantes en el intestino de mamíferos y aves durante toda su vida.
Hay algunas características únicas en la flora intestinal relacionadas con algunas especies. Por ejemplo, se pueden encontrar mayores niveles de clostridia en cerdos y gatos que en otros animales. Las bifidobacterias son más dominantes en humanos, y los lactobacilos en ratas. Los enterococos presentan mayor dominancia en perros. En cada caso, el balance de la microflora está influenciado por el medio ambiente y la dieta. Gatos y humanos tienen bajos niveles de lactobacilos debido a la alta ingesta de carne. Los altos niveles de lactobacilos en la microflora de roedores puede ser el resultado de su dieta alta en granos, los cuales contienen carbohidratos indigestibles para el animal, pero disponibles (y digestibles) para los lactobacilos en el intestino.
Después del nacimiento, una vez que las bacterias son ingeridas por el animal y se establecen en el tracto gastrointestinal, éstas residirán ahí (por “generaciones” de bacterias) durante toda la vida del huésped. Debido a las miles de diferentes bacterias que viven el intestino, los microorganismos deben de competir entre sí para dominar. Las bacterias que exitosamente colonizaron y predominaron en el intestino, son aquellas que se adaptaron mejor a condiciones anaeróbicas y a la utilización de los nutrientes no utilizados por el huésped. Los ingredientes que no pueden ser digeridos por las enzimas del huésped se convierten en nutrientes para las bacterias intestinales. Los polisacáridos especialmente, son nutrientes importantes para microflora intestinal.
Como ejemplo, en un estudio realizado en cerdos, los investigadores encontraron que los niveles de clostridia y Enterobacteriaceae fueron significativamente menores en cerdos alimentados con oligosacáridos indigestibles. Al mismo tiempo, el total de bacterias intestinales incrementó.
En un estudio realizado en pollos de engorda, los autores reportan un incremento en los niveles de C. perfringens en el intestino grueso al adicionar a la dieta harina de pescado con altos niveles de metionina y glicina. En el grupo control, la fuente de proteína fue suplida por harina de soya, la cual tiene altos niveles de carbohidratos. Los autores concluyeron que puede ser posible que no sólo la composición de aminoácidos, pero Como ejemplo, en un estudio realizado en cerdos, los investigadores encontraron que los niveles de clostridia y Enterobacteriaceae fueron significativamente menores en cerdos alimentados con oligosacáridos indigestibles. Al mismo tiempo, el total de bacterias intestinales incrementó.
En un estudio realizado en pollos de engorda, los autores reportan un incremento en los niveles de C. perfringens en el intestino grueso al adicionar a la dieta harina de pescado con altos niveles de metionina y glicina. En el grupo control, la fuente de proteína fue suplida por harina de soya, la cual tiene altos niveles de carbohidratos. Los autores concluyeron que puede ser posible que no sólo la composición de aminoácidos, pero también la alta proporción de carbohidratos, pudiera haber afectado el equilibrio bacteriano en el tracto intestinal.
En un estudio que evaluó varios niveles de inclusión de glicina en las dietas de pollos de engorda inoculados oralmente con C. perfringens, la mortalidad fue significativamente mayor en los grupos con 3% o 4% de glicina en los alimentos. Se encontró que a mayores niveles de glicina en la dieta, menores los niveles de lactobacilos en el ciego, sugiriendo una falta de carbohidratos necesarios para soportar el crecimiento de éstos.
Como se muestra en estos experimentos, el número de bacterias en el intestino cambia constantemente de acuerdo a la cantidad y calidad de los substratos o nutrientes que llegan a la porción del intestino donde habitan las bacterias.
Otro estudio demuestra que no solamente los componentes nutricionales de la dieta influyen sobre la población bacteriana,
Como ejemplo, en un estudio realizado en cerdos, los investigadores encontraron que los niveles de clostridia y Enterobacteriaceae fueron significativamente menores en cerdos alimentados con oligosacáridos indigestibles. Al mismo tiempo, el total de bacterias intestinales incrementó.
En un estudio realizado en pollos de engorda, los autores reportan un incremento en los niveles de C. perfringens en el intestino grueso al adicionar a la dieta harina de pescado con altos niveles de metionina y glicina. En el grupo control, la fuente de proteína fue suplida por harina de soya, la cual tiene altos niveles de carbohidratos. Los autores concluyeron que puede ser posible que no sólo la composición de aminoácidos, pero también la alta proporción de carbohidratos, pudiera haber afectado el equilibrio bacteriano en el tracto intestinal.
En un estudio que evaluó varios niveles de inclusión de glicina en las dietas de pollos de engorda inoculados oralmente con C. perfringens, la mortalidad fue significativamente mayor en los grupos con 3% o 4% de glicina en los alimentos. Se encontró que a mayores niveles de glicina en la dieta, menores los niveles de lactobacilos en el ciego, sugiriendo una falta de carbohidratos necesarios para soportar el crecimiento de éstos.
Como se muestra en estos experimentos, el número de bacterias en el intestino cambia constantemente de acuerdo a la cantidad y calidad de los substratos o nutrientes que llegan a la porción del intestino donde habitan las bacterias.
Otro estudio demuestra que no solamente los componentes nutricionales de la dieta influyen sobre la población bacteriana, sino también la ingesta de bacterias vivas. Investigaciones reportan que la ingesta continua de Bacillus subtilis C-3102 (CALSPORIN®) disminuye los niveles de C. perfringens en pollos, gallinas y cerdos. En el caso de los pollos incrementa la población de lactobacilos, mientras que en cerdos aumenta la población de bifidobacterias.
Dado que Bacillus subtilis se encuentra a menudo en el suelo y se asocia con las plantas en descomposición, la bacteria tiene, naturalmente, una mayor capacidad para utilizar ingredientes nutricionales derivados de las plantas. Esto indica que el microorganismo puede ser capaz de afectar la microflora intestinal de los animales por el cambio de la composición de los sustratos a ser utilizados en el tracto intestinal.
Los Porcicultores y su Entorno Julio-Agosto 2014
