El Sentimiento

MVZ. JOSÉ EXIQUIO JIMÉNEZ TORRES
IN MEMORIAM

Por exceso de trabajo y otras necesidades, Olegario contrató de nuevo un veterinario; su compadre Gumersindo, ya se lo había aconsejado ¡compadre ni un mendigo número! no se da cuenta de nada; no va a saber cuándo y a qué horas se lo lleva el carajo. Así como está el negocio, debemos ser minuciosos en todo lo que concierne al manejo de la granja.

En cuanto llegó Minucio se notó que era muy serio y de poquitas palabras, platicó con Olegario, y Martirio el encargado, para ponerse de acuerdo. Como primer plan de acción y prioridad de la granja, recabar información y poder interpretarla; Martirio no dijo nada, pero no quedó conforme, porque la responsabilidad recayó en sus espaldas ¡ora sí que la jodí, andar apuntando todo, no se conforma el patrón, con las “madrizas” que llevo y el que va a quedar muy bien, es el canijo médico!

Al principio, no se podía, pues no se tenía costumbre y Olegario como loco, todo el día entraba y salía; de pronto le disgustaba que sus órdenes el médico poco a poco descartara. Un día se desesperó y como andaba disgustado, aparte llamó a Martirio y le encargó ¡por favor quiero me avises todo lo que diga o haga el Médico! No quiero que por descuido, se nos escape la granja; Martirio salió muy ancho y respirando profundo, llegó la oportunidad de quitarse esa monserga y volver a trabajar como estaba acostumbrado; ¿pa’ qué tanto apuntadero? nomás revisar los puercos pa’ que ninguno se muera.

Minucio tenía experiencia y, sabía manejar gente, poco a poco con Martirio lograron llegar a acuerdos y en la granja se notaba el trabajo organizado; el que no se acomodaba era el pobre de Olegario.

Andan tres puercas en celo ¿no las van a inseminar? Son primerizas patrón y ya se completó el lote, además están livianas, no están todavía en edad y por eso en este celo, no las vamos a cargar. Martirio tráete a la gente, que vamos a destetar ¡ora no toca patrón! destetamos hasta el viernes; esa es la programación.

Estos puercos ya están buenos pa cambiarles de alimento… todavía no patrón, no ajustan el presupuesto. Aquí parece cuartel, no puedo hacer ningún movimiento. ¿Y, Minucio en dónde esta? Está en la computadora, desde allá controla todo, él tiene el plan de trabajo por secciones cada hora.

Olegario curioseando, se acercó la oficina y allí estaba Minucio descargando información, le mostró algunos reportes de consumo de alimento, bajas en todas las áreas y todos los tratamientos, preguntó serio Olegario ¿a qué hora entra a la granja? Sólo entro una hora al día y de acuerdo con Martirio definimos las labores, viera que buen encargado es, pues es muy trabajador, le faltaba disciplina y mucha supervisión; este sólo comentario Olegario lo tomó como si le echara culpas y aunque estaba muy conforme con todos los resultados, lo que no le parecía es quedar como bobo.

Ya en la tarde y en confianza el médico a Martirio, le comentó lo siguiente; al patrón le falta que estudie algo de computación y comprenda lo que hacemos y pueda andar más tranquilo, sin tanta preocupación.

Ya por la tarde Martirio, se topó con Olegario y éste le preguntó ¿Qué razón me das del médico y qué comenta de mí? Nada patrón y, de usted sólo dice que si se pone a estudiar podría comprender mejor su forma de trabajar.

Sintió de pronto Olegario que le jalaban los testículos y sintió como si fuera de todos el más idiota, llegó enchilado a la casa y pasó la noche en vela, llegó temprano a la granja antes de que amaneciera; sorpresa le ocasionó, Minucio ya estaba allí y sonriendo saludó ¡buenos días tenga don Olegario! ¿No quiere ver un reporte o el plan de trabajo diario? ¡De todas esas jaladas, me tienes hasta el gorro! Esas son cosas que nunca en esta granja ocupamos, se producían muchos puercos y aunque no sabíamos nada, andábamos rete bien y nada me preocupaba.

Mejor aquí le cortamos y acabamos tanto enredo, agarra tu computadora y dime cuánto te debo.

Minucio no dijo nada, sólo las gracias le dio.

Olegario todo el día anduvo haciendo trafiques que la gente no entendió, pues se habían acostumbrado al orden y a un programa.

Llegó ya tarde a su casa oloroso a puro excremento y, en cuanto lo vio su señora, le preguntó por la leche ¡hay vieja se me olvidó, pues tuve mucho trabajo y cambios en mi rutina! ¡Pues como serás tontejo, a ti todo se te olvida! Si así eres en la granja ha de valer un cacahuate, bien te dice mi compadre que así no vas a avanzar y nunca tendrás dinero para llevarme a pasear.

Y de ahí pa arriba la señora lo maltrató y, de flojo y tonto no lo bajó. En la casa el sentimiento nunca le gana a Olegario, pues admite y reconoce que la que manda es la señora ¿para qué mover las cosas? Si así han andado muy bien; pero con firmeza dice, procurando su señora no oiga ¡en la granja sólo mando yo!

En donde hay miedo, ni coraje da

Artículo publicado en Los Porcicultores y su Entorno Mayo-Junio 2016

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