Patricia Vargas-Urióstegui
Elizabeth Salinas-Estrella
Christian Carreño-Campos
Jair Millán-Orozco
Liliana Aguilar-Marcelino.
Resumen
Las dos actividades productivas predominantes, que se realizan para sustentar la demanda de alimentos de la creciente población mundial, son: 1) la agricultura y 2) la ganadería. Estas actividades exigen, para su desarrollo, el consumo de altos costos de recursos naturales. Uno de los efectos es la deforestación de grandes áreas de diferentes ecosistemas naturales, lo que conlleva a la pérdida de biodiversidad, compactación y erosión del suelo. Esto contribuye a la alteración del ciclo hidrológico, al disminuir la infiltración de agua, afectando el nivel de mantos freáticos y degradando lechos de ríos, además de que la mayor parte del agua dulce es canalizada a la agricultura y ganadería. Por tal motivo, presentamos un panorama general de los métodos biodinámicos para una producción agropecuaria sostenible.
PALABRAS CLAVE: método biodinámicos, modelo agropecuario, sostenibilidad, ganadería regenerativa, bioinsumos.
Introducción
La demanda de diversos agroquímicos como fertilizantes, hormonas, antibióticos, herbicidas, fungicidas plaguicidas y desparasitantes que son necesarios para aumentar la productividad y combatir parásitos, plagas y enfermedades eleva los costos de producción (Carreño- Meléndez et al., 2019). Los agroquímicos, además de ser fuentes importantes de contaminación, con efectos nocivos para la micro y macrobiota propia del suelo, que presta servicios ecosistémicos vitales, al acelerar los procesos de descomposición de materia orgánica para reintegrar y retener los nutrientes en la capa edáfica (Torres y Capote, 2004). Indudablemente, la forma de producir nuestros alimentos está siendo cada vez más cuestionada, debido a la huella de carbón y elevado consumo de agua que un producto alimenticio presenta al llegar al consumidor.
De allí la necesidad de revertir el modelo planteado por la “revolución verde”. Este modelo, basado en una forma de producción altamente expansiva y depredadora para el ambiente -resultando ecológicamente insostenible por el impacto de estos sectores al requerir mayor área de cultivo y pastoreo- contribuye significativamente a la alteración en los sistemas agroecológicos y silvopastoriles. Aunado esto a la aportación negativa que a este sector se le atribuye en la emanación de gases efecto invernadero. Debido a la importancia que tienen las actividades ganadera y agrícola al sustentar la alimentación y economía mundial, se plantea la necesidad de remodelar la forma de producir nuestros alimentos, para aminorar su impacto en el deterioro del ambiente (Zabeh et al., 2005).
Para revertir la degradación ambiental generada por estas actividades de primera necesidad, la propuesta de cambio del modelo productivo es abandonar las prácticas extractivas tradicionales por métodos de producción donde confluyan modelos de manejo agroecológico. Estos deben permitir hacer más eficientes los sistemas de producción agropecuaria, minimizando el uso de recursos naturales mediante estrategias de gestión productiva, que integren de forma armónica el desarrollo económico, social y ambiental, para generar alimentos de mayor calidad con bienestar animal, seguridad e inocuidad alimentaria, en el contexto de sustentabilidad para un desarrollo sostenible. Nuestra finalidad es plantear la manera en que se desarrollan actualmente la mayor parte de actividades agropecuarias y mostrar las propuestas que se están rescatando bajo principios agroecológicos y regenerativos, dentro del esquema de sustentabilidad (UNESCO, 2002).
Modelo convencional de producción agropecuaria
El enfoque de desarrollo de este método de producción agropecuaria convencional (tradicional y empresarial), desde la mitad del siglo pasado, es alcanzar una alta productividad mediante métodos intensivos, inspirados en el modelo estadounidense que favorece el monocultivo con el fin de eficientizar al campo, mediante equipo moderno e insumos de alta productividad, con capital y servicios agrícolas de apoyo externo que simplifican mucho los sistemas de producción.
Sin embargo, los sistemas intensivos, en “pro” de mayor producción y alto rendimiento económico, han castigado la salud ambiental, la humana y el bienestar animal, de tal manera que la ganadería industrial tiene una dependencia directa de la agricultura en forrajes y granos, compitiendo con recursos que pueden ser aprovechados para la alimentación humana, lo que la vuelve ineficiente al requerir mayor cantidad de insumos para su procesamiento y transporte, aumentando la huella de carbono ambiental (Escalante y Catalán, 2008). Por su parte, la “ganadería extensiva” como se realiza comúnmente está siendo ambientalmente incompatible por el alto impacto en el cambio de uso de suelo; si bien, la ganadería extensiva mediante ciertos criterios pueda llegar a tener más ventajas que la intensiva, al aprovechar recursos disponibles en los ecosistemas, muchas veces no reúne las condiciones adecuadas y, junto con la agricultura, son las causantes de mayor deforestación y demanda de agua dulce.
La práctica de ganadería extensiva, sobre todo la de rumiantes (de mayor consumo y valor económico), ocasiona importantes alteraciones de los diversos agroecosistemas, especialmente en zonas rurales por el cambio de uso de ciensuelo y deficiente planeación en áreas inadecuadas, contribuyendo a la deforestación, compactación, erosión y contaminación de los suelos. Con esto, extensiones de tierra fértil pueden convertirse en improductivas en muy poco tiempo, ocasionando la movilización gradual a zonas más fértiles repitiendo el mismo proceso de deterioro. En suma, la intensificación de estas dos actividades ha impactado a diferentes niveles: mayor uso de energía fósil, contaminación de agua y suelo por uso desmedido de productos químicos, suplementos alimenticios, fertilizantes, herbicidas, etc., aunado a la contaminación generada por la acumulación de sus productos de desecho mal gestionados (Juárez-Delgado et al., 2018).
Modelo agropecuario sustentable
Este modelo plantea utilizar una serie de estrategias de manejo agroecológico, con el propósito de mejorar las actividades productivas, ocasionando el menor impacto posible al ambiente y obtener mayor retribución económica y bienestar social. Los diversos sistemas sustentables: agrosilvopastoril, silvopastoril, pastoreo racional y rotacional, manejo holístico y ganadería diversificada, implican un conjunto de actividades donde la práctica agrícola-ganadera se puede integrar con actividades de índole recreativo. De este modo, se genera un impacto social y cultural, sobre el cuidado medioambiental y el equilibrio ecológico, lo que repercute potencialmente en el comportamiento diario e indirectamente influye en la mejora de los hábitos nutritivos, con ello en la salud humana, en el bienestar animal y a la larga en la conservación de áreas naturales y los recursos de los diferentes ecosistemas.
Estos diferentes sistemas de producción sustentable brindan gran variedad de oferta forrajera para el ganado, donde confluyen diferentes cultivos, pastos, arbustos y árboles de aprovechamiento múltiple (maderable, medicinal, frutal, cercos vivos), con las ventajas de que se puede manejar ganado a alta densidad en tiempos cortos, para disminuir la presión y selectividad en la vegetación nativa, y la compactación del suelo, permitiendo la recuperación de zonas degradadas al promover la fertilización natural. La intención es aprovechar los recursos naturales de la zona e introducir especies y razas de ganado adaptadas al territorio.
La confluencia de plantas y animales en sistemas abiertos incentiva la recirculación de nutrientes orgánicos para eficientizar el uso del suelo y así disminuir la dependencia de insumos externos, obteniendo mayor costo-beneficio por unidad de área al utilizar tecnologías compatibles con el contexto agroecológico de elección. La asociación ganado-cultivo-frutales-bosque-pastizales retribuye en mayor beneficio económico, control natural de malezas y diversidad de suplemento nutrimental para el ganado, generando una proteína de mayor calidad, sin competir con la alimentación humana (Escalante y Catalán, 2008).
Modelo de agricultura y ganadería regenerativa
Los modelos regenerativos pretenden profesionalizar la agricultura y ganadería con la implementación de prácticas agronómicas que favorezcan la captura del carbón atmosférico al suelo. Impulsar y preservar la salud del suelo, es la prioridad máxima en la agricultura y ganadería regenerativa, al revitalizarlo y mantener su fertilidad; al aumentar el contenido de materia orgánica acumula mayor humedad, retiene e infiltra mejor el agua. La mejor comprensión de la dinámica del suelo (con bases científicas tanto biológica como fisicoquímica) para almacenar carbón orgánico y su potencial como recurso energético para el mantenimiento de su biota, regular el clima y biodiversidad, es esencial para impulsar la sostenibilidad de este macro ecosistema.
Para ello, es necesario promover el cambio de prácticas productivas convencionales por manejo regenerativo sustentable y sostenible, lo que conlleva a implementar y adoptar una serie de hábitos que tiene que ver con aspectos agroecológico, infraestructura y tecnologías que diversifiquen las prácticas agrícolas y el pastoreo altamente gestionado, con la finalidad de favorecer la agrobiodiversidad y resiliencia en los agro-ecosistemas, todo esto buscando el balance costo-beneficio en lo social, económico y ambiental.
Las buenas prácticas de sustentabilidad que promueve el modelo de producción regenerativa abarcan desde la conservación del suelo y vegetación, evitando prácticas tradicionales para no alterar la biocenosis (la cual se encarga de revitalizar los ciclos geoquímicos y la vegetación), así como la implementación de sistemas de captación y distribución de agua, mejoramiento sanitario y genético para aumentar la eficiencia reproductiva con el fin de diversificar para obtener mayor rentabilidad y competitividad, a la par de generar un ambiente y alimentos más sanos (Zabeh et al., 2005).
Uso de bioinsumos en modelos agropecuarios sostenibles
En años recientes se ha incrementado el nivel de conciencia en la población sobre el uso desmedido de agroproductos de síntesis química; si bien éstos han contribuido en el control de enfermedades, plagas y malezas, los costes en salud humana y ambiental que generan están siendo insostenibles y los estándares de regulación para estos productos son cada vez más estrictos, además de la resistencia genética generada por éstos. Por ello, están surgiendo nuevas tendencias tecnológicas para desarrollar bioproductos a partir de diversos microorganismos, así como sustancias derivadas de artrópodos, aceites esenciales y metabolitos secundarios de plantas, así como extractos de hongos o sus derivados.
Estos productos biológicos tienen diversas propiedades como: fitorreguladores, biocontroladores (antimicrobianos, antifúngicos, insecticidas, nematicidas), fertilizantes, estabilizantes e inoculantes microbianos, las cuales contribuyen a mejorar la nutrición y sanidad de los suelos, ayudando a las plantas a tener mayor tolerancia a cambios climáticos adversos y produciendo así un aumento en el rendimiento de los cultivos de forma sostenible. El desarrollo de estrategias biotecnológicas innovadoras es necesario, para proporcionar a los productores herramientas más eficientes para producir más y mejor, además de constituir una demanda social y ambiental.
La conciencia actual en todo el mundo (sobre el gran peligro que representan nuestras malas prácticas productivas, las cuales están poniendo en riesgo la sobrevivencia de la humanidad), lleva a replantear la manera actual de producir nuestros alimentos, así como también, admitir la vulnerabilidad de los sistemas convencionales ante el cambio climático. Las diferentes estrategias, compartidas por los modelos alternativos sustentables, en las actividades agrícola y pecuaria, implican promover cambios en las prácticas sociales de consumo y formas de producción.
Sea cual sea el modelo que adopten los diferentes sistemas de producción agropecuarios, lo ideal es que esté formulado tomando en cuenta microclimas, así como el contexto socioeconómico y biológico, para que la tecnología que adopte sea acorde a las características agroecológicas del ecosistema, sin perder la capacidad de producción, de tal manera que, a medida que se tenga un mejor conocimiento y manejo de los diferentes modelos de producción, éstos sean más redituables y fomenten la bioeconomía con generación de mercados justos y consumidores más conscientes de prácticas sustentables (Carreño- Meléndez et al., 2019).
REFERENCIAS
• Carreño-Meléndez F, Vásquez-González AY, Vásquez-González G. (2019). Problemas sociales y ambientales por el uso de agroquímicos en Tenancingo, México. Revista Académica de Investigación. 31: 1-25.
• Escalante SRI, Catalán H. (2008). Situación actual del sector agropecuario en México: perspectivas y retos. Economía informal. 350: 7-25.
• Juárez-Delgado JC, Monroy-Martínez R, Colin-Bahena H, Monroy-Ortiz R, Dorado-Ramírez R. (2018). Los subsidios de las unidades productivas tradicionales a la ganadería extensiva en Huautla, Morelos, México. Polibotánica. 46: 327-340.
• Torres D, Capote T. (2004). Agroquímicos, un problema ambiental global: uso del análisis químico como herramienta para el monitoreo ambiental. Ecosistemas 13:2-6.
• UNESCO (2002). La Organización de la Naciones Unidas para Educación, Ciencia y Cultura. Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural. Una visión, una plataforma conceptual, un semillero de ideas, un paradigma nuevo. Johannesburgo, África: UNESCO.
• Zabeh MHB, Garza Cuevas R, Garza Almanza V, Landeros Flores J. (2005). Los Indicadores Biológicos en la Evaluación de la Contaminación por Agroquímicos en Ecosistemas Acuáticos y Asociados. CULCyT 6: 4-17.
Artículo publicado en “Entorno Ganadero Agosto Septiembre 2024“