Miles de vacas deambulan por las calles urbanas de la India

Redacción BM Editores.

En el contexto del COVID-19 que azota al mundo, un escenario de miedo y que asusta a todo el mundo es lo que ocurre en la India, donde además del crecimiento de contagios y muertes por la pandemia, cada vez hay más vacas abandonadas en las calles y caminos de esta nación, paisaje que se cruza entre las creencias religiosas, el aprovechamiento de estos animales y las consecuencias del flagelo que afecta a la humanidad y en particular a la sociedad de esta nación.

En la publicación National Geographic en Español, se establece que en la India, no hay animal más respetado que las vacas, resultado de una tradición milenaria que proviene del relato de Krishna, una de las deidades principales del hinduismo, religión que practica el 80% de la población del subcontinente.

La imagen de Krishna como pastor de vacas que creció alrededor de un rebaño ha llevado históricamente a estos rumiantes a una condición privilegiada, a las que se considera como proveedoras de vida y símbolo de maternidad.

Las vacas deambulan libremente por Delhi, Mumbai y la mayoría de centros urbanos repartidos a lo largo y ancho del segundo país más poblado del mundo.

A diferencia de las culturas occidentales, que encontraron en este mamífero un animal idóneo para sustentar la vida material a través de su leche, piel, carne y cuernos, en la India el libre tránsito de las vacas es señal de respeto y hacerle daño a un ejemplar o consumir su carne no sólo es una afrenta a la sociedad, también es un delito perseguido en la mayoría de provincias hindúes.

No obstante, y a pesar del halo que envuelve a estos animales, la situación de las millones de vacas en India hoy está fuera de control, con rumiantes abandonados a su suerte, que pastan famélicas entre basura hasta perder la vida.

Desde la independencia de la India en 1947, algunas leyes estatales regulaban el aprovechamiento de vacas y únicamente permitían comerciar la carne del ganado más viejo, que encontraba en la minoría musulmana, un 14% de la población de India, y en el país vecino Bangladesh, una industria que creció a pasos agigantados en la primera década del siglo XXI.

Esta actividad no sólo impulsó el crecimiento económico, también era útil para regular a la población bovina y mantener únicamente al ganado más joven; sin embargo, en 2014, el gobierno hindú aprobó una reforma para estrechar aún más la vigilancia sobre las vacas.

A través de una campaña que hizo eco en los sectores más conservadores del país, el gobierno en turno prometió aferrarse a las tradiciones y endurecer las penas para quienes se atrevieran a maltratar o matar a una vaca.

Como está prohibido aprovechar su carne, las vacas no tienen más remedio que vagar alimentándose de restos de comida, provocando un problema económico y de salud pública.

Los llamados no sólo hicieron eco en la legislación, también fueron respondidos por grupos extremistas religiosos, quienes en los últimos años han formado ‘patrullas de vacas’, que se encargan de cuidar de estos animales y no dudan en herir letalmente a quienes descubren maltratándolas o comerciando con ellas.

Las estampas de vacas abandonadas en la recta final de su vida caminando libremente en mercados, paradas en medio de una avenida o tomando el sol en cualquier banqueta son cada vez más comunes.

Y aquí la pregunta obligada, el escenario dantesco en materia de salud que está enfrentando la humanidad, en particular la India ¿No estará atizando a que veamos imágenes apocalípticas, en donde la adoración a un animal, la religiosidad, el flagelo sanitario a la sociedad de esa nación, además de otros factores, no estará empujando al olvido y desatención de la población bovina?

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