Daniel Mota Rojas
Ramiro Ramírez Necoechea
Julio Martínez Burnes
Alfonso López Mayagoitia
Ana C. Strappini
Marcelo Daniel Ghezzi
Adriana Domínguez Oliva
Miguel González Lozano
Alfredo M.F. Pereira
Fabio Napolitano†
Ada Braghieri
Agustín Orihuela
INTRODUCCIÓN
En general, los búfalos de agua (Bubalus bubalis) son capaces de utilizar forrajes de muy mala calidad, habituarse a ambientes extremos y resistir una variedad importante de enfermedades tropicales (Safari et al., 2018; Guerrero-Legarreta et al., 2019; Bertoni et al., 2019a,b; Bertoni et al., 2020; Napolitano et al., 2020a,b). Sin embargo, son pocos los estudios sobre los factores de riesgo involucrados en la mortalidad de becerros al nacimiento en esta especie (Peeva et al., 2009; Ghavi Hossein-Zadeh et al., 2012; Nasr, 2017a; Salem y Amin, 2017), particularmente al compararse con los generados en bovinos de leche del género Bos, donde ya se conocen los factores involucrados, causas y efectos tanto productivos como económicos en este tema (Meijering, 1984; Chassagne et al., 1999; Meyer et al., 2000; Meyer et al., 2001; Bicalho et al., 2007; Bicalho et al., 2008; Ghavi Hossein-Zadeh et al., 2008; Szücs et al., 2009; Mee et al., 2014; Barragan, 2015; Bayram et al., 2015; Rodríguez-González et al., 2022).
Por lo anterior, es necesario analizar los factores de riesgo asociados a la incidencia de mortinatos en búfalos, y sus consecuencias ginecobstétricas. El término mortinato generalmente se refiere al nacimiento de un becerro muerto o su muerte durante el parto (Chassagne et al., 1999; Mee, 2008b; Mota-Rojas et al., 2008). Sin embargo, en diversos estudios también consideran mortinato a un becerro aun si nace vivo con poco vigor y muere entre 24 y 48 h posteriores al parto (Meyer et al., 2000; Lombard et al., 2007; Mota-Rojas et al., 2008; Schuenemann et al., 2011). Cualquiera que sea el caso, una alta proporción de mortinatos es inaceptable desde el punto de vista económico y del bienestar del recién nacido (Szücs et al., 2009) (Figura 1).
FACTORES DE RIESGO PARA LA INCIDENCIA DE MORTINATOS
Las causas de mortinatos tanto en la vaca lechera como en búfalas de agua varían entre hatos, así como entre razas (Bleul, 2011; Nasr, 2017b), muchas de estas causas son multifactoriales. En la actualidad, entre los factores de riesgo asociados con la incidencia de mortinatos se encuentran: el número de partos; distocias; gestaciones de 12 – 15 días por debajo del promedio (Mee, 2008a,b); partos gemelares (Silva del Rio et al., 2007); peso del becerro al nacimiento (Johanson y Berger, 2003); sexo (Johanson y Berger, 2003) y desproporción feto-pélvica (un diámetro reducido de la pelvis con respecto al tamaño del feto) (Bleul, 2011; Uematsu et al., 2013). Al considerar los factores asociados directamente al neonato, la hipotermia, eventos de hipoxia severa, y la limitada cantidad de energía disponible al nacimiento de los factores que se reportan comúnmente como causas de mortinatos (Alsaleem et al., 2019; Mota-Rojas et al., 2022a).
Por una parte, el desafío térmico que significa el entorno extrauterino (de 10°C a 15°C por debajo de la temperatura materna) (Mota-Rojas et al., 2021) ocasiona mortalidad del 10 al 20% en becerros (Osilla y Sharma, 2019), y entre el 50 al 53% ocurre en los dos primeros días (Kozat, 2018). Dichos porcentajes se pueden reducir debido al grado de neurodesarrollo que tienen los recién nacidos de especies precociales como el búfalo de agua, ya que la habilidad de ponerse de pie dentro de los primeros 77.0 ± 47.5 minutos después del parto, así como de lograr el primer amamantamiento (212.0 ± 110.0 minutos) (Lanzoni et al., 2021), son acciones que previenen la pérdida de calor por convección al estar en contacto con el piso. Una manera de compensar los efectos de la hipotermia es mediante la ingestión de calostro que se consigue con el primer amamantamiento (Kozat, 2018). No obstante, durante distocias que generan hipoxia neonatal (Mota-Rojas et al., 2020a,b) se ha reportado la ausencia del reflejo de succión (Pearson et al., 2019).
Esto no sólo influye en la adquisición de inmunidad pasiva del bucerro sino que también impide una ingesta adecuada de energía. Debido a que la fuente primaria de glucosa del feto proviene de la circulación materna (Alsaleem et al., 2019), al nacimiento, los bucerros quedan a expensas de las reservas de glucosa disponibles en forma de glucógeno, las cuales se reducen en las primeras 12 horas post-parto (Mota-Rojas et al., 2022). En la Figura 2 se muestra el efecto de la hipoxia e hipotermia en bucerros recién nacidos.
A. HIPOXIA SEVERA. Como resultado de distocias e hipoxia neonatal, una de las consecuencias es la pérdida del reflejo de succión. Los animales al no ser capaces de amamantar correctamente presentan una limitada transferencia de inmunidad pasiva, malnutrición y falta de reservas energéticas para termorregular.
B. HIPOTERMIA E HIPOGLUCEMIA. Además del desafío térmico ambiental al que se enfrentan los recién nacidos, las concentraciones bajas de glucosa y una deficiente ingesta de calostro contribuyen a la mortalidad neonatal. La incidencia de mortinatos en búfalos criados en zonas rurales se calcula en solo el 0.09% (Prasad y Prasad, 1998), cifra que contrasta drásticamente con el de vacas lecheras criadas en granjas convencionales, donde el índice de mortinatos varía entre 0.67 y 9.2% (Parekh y Singh, 1981). Sin embargo, en búfalos de Pakistán (Hashmi et al., 2013) y búfalos egipcios puros (Nasr, 2016) el porcentaje de mortinatos se encuentra por arriba de 34 y 13.90%, respectivamente.
La información disponible en los estudios de mortalidad de recién nacidos en búfalos de agua, muestra discrepancias en cuanto a los factores de riesgo y sus efectos en las madres, atribuibles a factores como: la variación biológica entre diferentes poblaciones, los métodos estadísticos así como el tamaño de muestra utilizado (Silva del Río et al., 2007), la supervisión de animales basada en el tamaño del hato (Ghavi Hossein-Zadeh et al., 2008), los métodos para evaluar pérdidas de leche (Ghavi Hossein-Zadeh, 2014) y las prácticas de manejo del hato (Bicalho et al., 2007, 2008) (Cuadro 1).
MORTALIDAD Y ÉPOCA DEL AÑO
Chaikhun et al. (2013) mencionan que las pérdidas fetales en búfalos son constantes, aunque tienden a incrementarse en temporada de lluvia (junio a octubre). Sin embargo, de acuerdo con Screedhar et al. (2010), se observa una baja mortalidad de becerros al nacimiento durante el verano (18.2%) y otoño (16.5%) en comparación con el invierno (23.8%) y primavera (32.7%). Por otra parte, Nasr, (2017a), observaron un efecto de la temporada de parto en la incidencia de nacidos muertos: la incidencia fue alta en el otoño, pero sin diferencia en las otras épocas del año. No obstante, también observaron que las cruzas F1 (50% búfalo egipcio puro y 50% búfalo italiano) tuvieron tasas de mortinatos más altas durante la primavera y menores durante el invierno y otoño. En cambio, los cruzamientos regresivos (75% búfalo egipcio y 25% búfalo italiano) no mostraron diferencias entre las distintas épocas del año. Los autores sugieren que se debe promover en los productores el aumento de animales de cruzamientos regresivos con la intención de aumentar la producción de leche y asegurar eficiencias de reproducción superiores con menor incidencia de mortinatos.
FACTORES GENÉTICOS Y NÚMERO DE PARTO
Salem y Amin (2017) analizaron información sobre el búfalo egipcio contenida en 7958 registros de 1764 búfalas multíparas y 1752 registros de 896 búfalas primerizas, encontrando una heredabilidad materna baja, con valores de 0.06, para la incidencia de nacidos muertos. Lo que sugiere que la mejora genética no es una herramienta efectiva para reducir la incidencia de nacidos muertos, al menos en el búfalo egipcio. Por otro lado, Nasr, (2017a) encontraron la tasa más alta de mortinatos en búfalas egipcias puras durante su primer parto, al compararlas con cruzamientos F1 (50% búfalo egipcio puro y 50% búfalo italiano) y con los cruzamientos regresivos (75% búfalo egipcio y 25% búfalo italiano) (35%, 10.60% y 4.5%, respectivamente), disminuyendo la incidencia conforme avanzan el número de partos, en todos los casos. En cuanto al búfalo criollo, datos recopilados en condiciones de campo mostraron que la mortalidad de estos animales desde el nacimiento hasta el primer año de vida es del 22%, donde los machos tienen índices de mortalidad más altos que las hembras (Screedhar et al., 2010). Los becerros con el menor peso al nacer (< 25 kg) tienen altos índices de mortalidad tanto en machos (66.7%) como en hembras (46.1%) comparados con los que nacieron con pesos entre los 25 y 30 kg (machos 14.7%; hembras 14.0%) (Screedhar et al., 2010).
DURACIÓN DE LA GESTACIÓN
La duración de la gestación en la vaca lechera es de 282 – 289 días (Maeda et al., 2014; Barragan, 2015), mientras que en búfalos es de alrededor de 310 días (Ingawale y Dhoble, 2004). En bovinos del género Bos, la amenaza de mortinatos es alta cuando la duración de la gestación se desvía alrededor de 11 días con respecto al promedio (Maeda et al., 2014). La frecuencia de mortinatos en vacas lecheras con gestaciones menores a 272 días es de 16.9% y cuando el periodo de gestación es mayor a 302 días la frecuencia es de 4.3% (Bleu, 2011; Barragan, 2015). En búfalo egipcio, la tasa de mortinatos es menor en búfalas primíparas y multíparas con duraciones de la gestación entre 295 y 310 días (Salem y Amin, 2017).
PROGRAMACIÓN DEL PARTO
La inducción del parto permite a los criadores o propietarios de animales monitorear de cerca el proceso de expulsión del neonato, detectar y corregir oportunamente los nacimientos difíciles (distocia), reduciendo así la mortalidad neonatal durante el nacimiento (Bellows et al., 1994; Martínez-Burnes et al., 2021). Sin embargo, las madres inducidas con corticosteriodes sufren más dificultades al parto que las hembras con pariciones normales. No obstante, en el estudio de Rabidas et al. (2015), encontraron que la combinación de dexametasona con cloprostenol fue de utilidad en casos de inducción de emergencia o inducción controlada del parto para búfalas, reduciendo los problemas de distocia, retención de membranas fetales y mortalidad perinatal de los becerros (Rabidas et al., 2015). Aunque se concluyó que con esta combinación hubo una incidencia moderada de distocia y retención de placenta, debe minimizarse mediante un seguimiento cuidadoso, observación crítica y asistencia inmediata. Por lo que se necesitan más ensayos terapéuticos para minimizar la incidencia de retención de placenta y distocia.
PARTO DIFÍCIL
La frecuencia de distocia en búfalos puede llegar a ser alta, provocando con frecuencia mortalidad de los neonatos que se calcula entre el 13.9 y el 34% (Hashmi et al., 2013; Mohammad y Abdel Rahman, 2013; Nasr, 2016). Lo que genera pérdidas económicas debido tanto a la mortalidad de los becerros como a la de las madres, afectando así la rentabilidad de la granja (Szücs et al., 2009; Mota-Rojas et al., 2022b). Es generalmente aceptado que becerros con pesos altos al nacimiento, predisponen tanto a la vaca lechera como a la búfala a tener distocia y altos índices de nacidos muertos (Mee, 2008b; Salem y Amin, 2017). Así, Bayram et al. (2015) y Salem y Amin (2017) encontraron que el índice de nacidos muertos se incrementa con el peso de los becerros al nacimiento; resultado que se puede explicar por la desproporción entre el tamaño del feto comparado con el tamaño de la madre (Lombard et al., 2007). Durante un parto distócico los recién nacidos pueden sufrir episodios prolongados de hipoxia causando la muerte fetal (Figura 3).
Si el feto sobrevive la hipoxia frecuentemente desarrolla acidosis severa (pH sanguíneo bajo) y esto puede afectar órganos vitales (por ejemplo, las funciones cerebrales), reduciendo así la vitalidad neonatal y disminuyendo los índices de supervivencia (Figura 4) (Meijering, 1984; Mota-Rojas et al., 2019; Mota-Rojas et al., 2022c,d). Los desbalances fisiológicos fetales que se originan como consecuencia de distocias pueden englobarse de acuerdo con el órgano que afectan, particularmente en la función cardiorrespiratoria (Figura 5).
Por ejemplo, la hipoxemia como resultado de una disminución en el flujo sanguíneo induce el metabolismo anaerobio y, con ello, un estado de acidosis (Mota-Rojas et al., 2022c). En un estudio metabólico entre bucerros de partos eutósicos y distócicos encontró que los individuos nacidos de partos con complicaciones tuvieron perfiles enzimáticos elevados (e.g., aspartato, aminotransferasa, entre otros) hasta por cuatro horas post parto, por efecto de la hipoxia (Singh et al., 2011). El poder diferenciar entre un parto difícil y un proceso de nacimiento normal es esencial, debido a que los efectos fisiopatológicos del parto problemático a menudo deterioran la fertilidad de la hembra. Casos graves de distocia pueden provocar en ocasiones la muerte de la madre como resultado del daño al aparato genital (ruptura de útero) o por infecciones secundarias y sepsis.
Independientemente del rendimiento reproductivo y la incidencia de distocia y sus causas, siempre deben considerarse las diferencias anatómicas entre la vaca y la búfala de agua (González-Lozano et al., 2020).
TORSIÓN UTERINA
La torsión uterina en búfalos es un problema de distocia frecuente y severo (Murty et al., 1999; Nanda et al., 2003; Amin et al., 2011) que pone en peligro tanto la vida de la madre como la del feto. Esta situación sucede durante la gestación tardía cuando el útero grávido rota sobre su eje longitudinal, causando compresión severa de la vasculatura uterina (Roberts, 1986; Frazer y Perkins, 1995; Aubry et al., 2008; Noakes et al., 2009). Frazer et al. (1996) sugieren que el feto puede provocar torsión uterina, debido a que con frecuencia se observa con fetos machos de tamaño inusualmente grande (Baker, 1988; Noakes et al., 2009). Las tasas o índices de mortalidad materna y fetal tanto en vacas como en búfalas que padecen torsión uterina varían ampliamente debido a dos factores importantes: el grado, y la duración de la torsión, que son determinantes en el futuro tanto de la madre como del feto (Frazer y Perkins, 1995; Amer et al., 2008; Amin et al., 2011). Si la torsión no se resuelve oportunamente, producirá un infarto hemorrágico uterino debido a la isquemia por oclusión o compresión de vasos sanguíneos (Shadinger et al., 2008; Noakes et al., 2009). Para mayor información, consulte el Capítulo 17.
MUERTE FETAL
En un estudio realizado en una granja lechera ubicada en la provincia de Chachoengsao, Tailandia, se recabó información de búfalas preñadas, entre los años de 2003 y 2011. Las pérdidas fetales fueron del 7.19% (n=20/228), de las cuales 4.32% (12/228) se clasificaron como abortos (el fin de la gestación > 90 días después de la fertilización) y 2.88% (8/228) como mortinatos (el nacimiento del feto muerto o la muerte del becerro dentro de los primeros 3 días) (Chaikhun et al., 2013). La tasa de pérdida fetal fue comparativamente baja y en la industria de la cría de búfalos generalmente se considera en el rango aceptable. Sin embargo, el manejo adecuado de las búfalas preñadas y el control cuidadoso de su salud pueden reducir la pérdida fetal y deben considerarse durante todo el año (Figura 6).
DIFERENCIAS ENTRE SEXOS
Ghavi Hossein-Zadeh et al. (2012) analizaron los registros de partos en búfalos (Bubalus bubalis) desde abril de 1991 a junio de 2010, abarcando 1,151 hatos con 34,911 pariciones. Estos investigadores encontraron que la proporción de machos y hembras fue de 53:47. Los machos tuvieron mayor probabilidad de nacer muertos comparados con las hembras (Probabilidad = 1.21; P<0.01). También los machos fueron más pesados que las hembras, en especial los nacidos de hembras multigestas de 4 partos o más. Además de que observaron una mayor probabilidad de muerte fetal en terneros nacidos de búfalas primíparas (Probabilidad = 1.83; P<0.0001).
PARTOS GEMELARES
Los partos gemelares cuentan con aspectos positivos y negativos, los cuales deben estudiarse sin dejar de lado las ventajas y desventajas que varían de acuerdo con cada sistema de producción (Rocha et al., 2019). Los aspectos negativos incluyen un bajo peso al nacimiento, alta mortalidad de las vaquillas, un incremento notable en distocias y mortalidad de los becerros al nacimiento, abandono de recién nacidos, altos índices de retención placentaria e incremento de días abiertos (Kirkpatrick, 2002). Aunque poco frecuentes, también se reportaron anomalías en el desarrollo fetal caracterizadas principalmente por la fusión de los fetos (Shukla et al., 2011). Asimismo, en la mayoría de los casos los fetos mueren antes del nacimiento y se requiere manejo obstétrico para expulsarlos y evitar consecuencias en la salud de la madre (Singh et al., 2018). Kirkpatrick (2002), propone poner atención a las gestaciones gemelares para prevenir los aspectos negativos de las mismas, mediante la detección temprana con ultrasonido para permitir cambiar la alimentación en las hembras con preñeces gemelares.
Dichas hembras requieren una mayor ingesta de energía en el último tercio de la gestación y durante la lactancia para tener la capacidad de alimentar dos becerros y reiniciar la actividad reproductiva nuevamente.
DURACIÓN DEL PARTO
La duración del parto en búfalos normalmente oscila entre 20-70 min comparado con el parto en la vaca en la cual puede durar hasta 6 horas (Manju and Varma, 1985; Kodagali, 2003; Mody et al., 2002). Probablemente otros factores como la alimentación y el arduo ejercicio de las búfalas en sistemas de rotación de potreros pueden también reducir la duración del parto. No obstante, como se mencionó anteriormente, un proceso de nacimiento prolongado que requiere de la extracción forzada del producto puede producir acidosis fetal severa provocada por asfixia y pH bajo en sangre; todas ellas condiciones que reducen la vitalidad neonatal y daño a los órganos vitales del neonato (Nasr, 2017a; Mota-Rojas et al., 2019).
MANEJO DEL HATO Y REPERCUSIONES ECONÓMICAS
La proporción de mortinatos representa un índice particularmente importante en hatos de búfalos por su relación directa con la rentabilidad (Meyer et al., 2001). Las repercusiones financieras que provocan los mortinatos son numerosas: el detrimento del valor económico de los terneros; altos gastos veterinarios (al ser requeridos los servicios con mayor frecuencia); disminución de la producción de leche de las hembras; bajos índices reproductivos; menor vida útil de la vaca; y más casos de infecciones uterinas y placentas retenidas (Chassagne et al., 1999; Berry et al., 2007; Mota-Rojas et al., 2019). En este sentido, Chassagne et al. (1999), Berry et al. (2007) y Mee et al. (2014) identificaron numerosos aspectos que juegan un papel importante en la incidencia de distocia. Además de los previamente mencionados, se incluyen; procedimientos de manejo al parto; técnicas de cruzamiento o cría; condición hormonal; estado de salud del feto y la madre; calidad del calostro, y presentaciones anormales del neonato al nacimiento.
La posición inadecuada del becerro durante el parto provoca distocia (Napolitano et al., 2020a,b). Por ejemplo, estudios en ganado de carne demuestran claramente que las becerras nacidas de partos con complicaciones tienen tasas de mortalidad mucho más elevadas en las primeras 24 horas postparto (Patterson et al., 1987; Wittum et al., 1993; Nix et al., 1998). De hecho, las tasas elevadas de mortinatos también indican un bienestar animal deficiente y manejo inadecuado del ganado (Nyman et al., 2011) lo cual, podría ser similar en las producciones intensivas de búfalo de agua. En bovinos y en búfalos, altas tasas de mortalidad fetal se reflejan en un menor número de terneros para vender o para reemplazar el inventario del ganado (Maizon et al., 2004); pero éstas no son las únicas consecuencias.
Las distocias también repercuten en la mortalidad de las madres, generan vidas productivas cortas, desechos de animales prematuros y servicios veterinarios costosos durante el parto (Szücs et al., 2009). Además, las madres que paren terneras muertas tienen 19 – 41% más probabilidades de morir o ser enviadas a rastro como animales de desecho, comparadas con las que paren neonatos vivos (Bicalho et al., 2007; Peeva et al., 2009). Los becerros nacidos muertos en hatos de vacas lecheras son un factor crítico en la eficiencia reproductiva, ya que los mortinatos se asocian con metritis, retención placentaria y disminución de la expectativa de vida. Comparativamente, en la industria de la leche de los Estados Unidos de Norte América el daño económico ocasionado por la mortalidad de terneros al nacimiento se calcula entre 125 – 132 millones de dólares anuales (Meyer et al., 2001).
Esta estimación muestra un incremento de 75.9 millones entre 1985 – 1996 debido a la alta frecuencia de terneros nacidos muertos de hembras primíparas y multíparas, misma que alcanzó 9.5 – 13.2% y 5.0 – 6.6% para esos años, respectivamente (Meyer et al., 2001). Los índices de mortinatos varían entre hatos de ganado debido principalmente a las diferencias en las técnicas empleadas para el manejo de parto. Sin embargo, se observa que estos índices disminuyen a medida que aumenta la paridad, probablemente porque las hembras multíparas van acumulando experiencia en la crianza y cuidado del ternero, producen más calostro, tienen un tamaño corporal más grande y la pelvis más ancha.
CONCLUSIONES
Los mortinatos en búfalos son de relevancia y ocasionan también repercusiones en la madre. Son de origen multifactorial, que incluyen factores fetales como el tamaño y peso del neonato y su nutrición, así como maternos como el número de partos, duración de la gestación, genéticos y partos distócicos. También los factores ambientales y temporadas del año deben considerarse. Por lo anterior, es necesario analizar los factores de riesgo asociados a la incidencia de mortinatos en búfalos, y sus consecuencias ginecobstétricas. El mejoramiento de las estrategias de manejo y las condiciones medioambientales podrían disminuir la tasa de mortinatos en búfalos de agua.
BIBLIOGRAFÍA
Para mayores detalles de éste y otros temas consulte la cuarta edición del libro “El búfalo de agua en las Américas: comportamiento y productividad”.
https://www.researchgate.net/profile/Fabio-Napolitano-2.
Aerículo publicado en “Entorno Ganadero Febrero- Marzo 2023“