Daniel Mota Rojas
Fabio Napolitano†
Ada Braghieri
Agustín Orihuela
Adolfo Álvarez Macías
Andrea Bragaglio
Marcelo Ghezzi
Corrado Pacelli
Adriana Domínguez
Emilio Sabia
Daniela Rodríguez
Giuseppe De Rosa
INTRODUCCIÓN
Para los bovinos domésticos, incluidos los búfalos de agua (Bubalus bubalis), empleados para la obtención de productos cárnicos o lácteos, la interacción con los humanos resulta primordial para asegurar el éxito reproductivo y productivo. Se ha reportado que cuando esta interacción resulta negativa disminuye la producción lechera, existe pérdida de cortes cárnicos de alto valor, incrementa el riesgo de accidentes tanto para los cuidadores como para los búfalos manejados y, en última instancia, se contraen las ganancias económicas. Asimismo, puede suscitar el desarrollo de estados emocionales negativos como el miedo hacia los humanos o agresiones hacia congéneres (des Roches et al., 2016; Guerrero-Legarreta et al., 2020; Mota-Rojas et al., 2021a; Napolitano et al., 2022; Mota-Rojas et al., 2023).
Las interacciones o relaciones humano-animal (HAR) en especies de granja comprenden aquellas que ocurren entre los animales y los cuidadores, ganaderos, manejadores, ordeñadores u otros actores con los que mantengan contacto frecuente. Estas interacciones pueden ser positivas, negativas o neutrales dependiendo de la calidad y cantidad de tales relaciones (Napolitano et al., 2019; Mota-Rojas et al., 2023), las actitudes que los cuidadores establezcan con los animales, así como del resultado emocional que represente para los rumiantes (American Veterinary Medical Association, 2023; Hemsworth et al., 2000).
Una ilustración de una HAR negativa, en el caso de los búfalos de agua, se genera cuando los ganaderos maltratan a los animales mediante gritos, golpes o con el uso de herramientas que les pueden causar lesiones, alteraciones de comportamiento como miedo, ansiedad y reacciones agresivas (Mincu et al., 2022; Napolitano et al., 2019). De igual forma, cuando los búfalos son empleados como animales de carga o de engorda para carne, la exposición a herramientas físicas dolorosas y cargas excesivas causan llagas, fatiga, deshidratación y desórdenes metabólicos (Hoffmann et al., 1989; Hu et al., 2020; Makki, 2014; Minka y Ayo, 2007; Mota-Rojas et al., 2021a; Mota-Rojas et al., 2023). En contraste, una HAR positiva se motiva cuando los manejadores conocen las características de la especie y su temperamento (p.ej., los búfalos se mueven más lento en comparación con el bovino convencional) y adaptan las prácticas y las instalaciones a la especie (Lawrence y Pearson, 2002).
Los búfalos son usados en la industria lechera intensiva, como productores de carne y también como animales de doble propósito, es decir, para la obtención de carne y leche de forma simultánea. De acuerdo con su propósito zootécnico, un apropiado cuidado y atención de parte del manejador durante la ordeña minimiza pérdidas y mejora parámetros productivos, como los asociados a la salud de la ubre, manteniendo una adecuada y constante eyección láctea hasta el vaciado del contenido alveolar y cisternal (des Roches et al., 2016; Mota-Rojas et al., 2020a). Lo anterior cobra relevancia cuando se evalúa el tiempo destinado a la ordeña (aproximadamente 50% en una unidad de producción lechera) (Borghese et al., 2013; Guler et al., 2009).
Un inadecuado vaciado de la ubre puede ocasionar procesos inflamatorios como mastitis (con porcentajes que oscilan entre 4.8 y hasta 51.6%) (Fareed et al., 2016; Lakshmi Kavitha et al., 2009; Sharma y Sindhu, 2007), disminución de la ganancia de peso de la cría (en unidades doble propósito) (Ghezzi et al., 2022; Rodríguez-González et al., 2022) e impacto en la curva de lactación (Borghese et al., 2013; Boselli et al., 2020; Napolitano et al., 2022).
Figura 1. Tipos de interacción durante la movilización de búfalos y su impacto sobre la relación secuencial entre actitud y bienestar. A y B. Ejemplos de una interacción negativa al emplear arreadores eléctricos durante la movilización de búfalos de agua, lo cual puede generar lesiones y miedo en los animales. C. Interacción humano-búfalo durante el ordeño. El masaje a la ubre y la presencia del becerro durante el ordeño son elementos que propician una HAR positiva y mejoran la producción de leche debido a la estimulación. D. Arreo a caballo para movilizar a los búfalos. La movilización de los animales sin el uso de herramientas aversivas no sólo facilita el movimiento de los búfalos, sino que también promueve HAR positivas y previene lesiones tanto de los animales como del personal encargado.
Sobre al fin zootécnico cárnico, las HAR son limitadas en comparación con las observadas con búfalas lecheras, pues en este último caso la interacción es rutinaria y diaria durante la ordeña. En los búfalos de carne el manejo o restricción de los animales se limita a la aplicación de medicina preventiva (p. ej., vacunación, desparasitación y atención veterinaria dirigida, entre otros), movilización y transporte. En este sentido, la movilización se reconoce como un factor de estrés que puede acentuarse por la falta de capacitación del personal y por ciertas actitudes y comportamiento de los ganaderos (Napolitano et al., 2020a; Mota-Rojas et al., 2023).
Por ello, el objetivo del presente artículo es discutir la relevancia de la HAR en búfalos de agua destinados a la obtención de carne o leche, y su impacto sobre la productividad de las unidades productivas. El análisis de la HAR se centrará en las formas en que los búfalos interaccionan con los cuidadores y ganaderos durante los procesos de ordeña, engorda, movilización y matanza, así como otras prácticas de crianza y gestión que repercuten en el avance o retroceso productivo y que se relacionan directamente con la intervención de los humanos en las rutinas productivas.
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CALIDAD DE LA INTERACCIÓN HUMANO-ANIMAL Y SU IMPACTO EN LA FISIOLOGÍA, COMPORTAMIENTO Y PRODUCCIÓN BUFALINA
Durante los últimos años, el interés en mantener óptimos estándares de bienestar en animales de granja ha conducido a la instauración de lineamientos con el fin de procurar la salud física y mental de los animales que forman parte de la cadena productiva de alimentos de origen animal (Deemer y Lobao, 2011; Napolitano et al., 2019; OMSA, 2004; Rojas et al., 2005; Saltalamacchia et al., 2007; Veissier et al., 2011). Entre estos lineamientos, la calidad y frecuencia de las HAR tiene un impacto dentro de la producción bufalina en diferentes contextos -mostrados en la Figura 1- como alimentación, transporte, arreo, manejo, ordeña o pesaje, causando efectos sobre estados emocionales y cognitivos de los búfalos (Mersmann et al., 2022; Napolitano et al., 2019; Rushen y Passillé, 2010; Waiblinger et al., 2002; Mota-Rojas et al., 2023). Para determinar la valencia de una HAR -positiva, negativa o neutral-, se han diseñado cuestionarios para evaluar la intervención y actitud de los ganaderos hacia los animales, así como marcadores fisiológicos y de comportamiento.
Respecto a los primeros, estos pueden captar respuestas sobre la actitud tomada por los ganaderos durante el manejo animal, la crianza y alojamiento de los animales. Estos métodos de evaluación han mostrado que la capacitación del personal, su voluntad, habilidades, conocimientos técnicos, disposición, motivación, actitud y satisfacción laboral impactan en el desempeño productivo (Coleman y Hemsworth, 2014). Además, la actitud del ganadero o cuidador puede ser influenciado por el nivel de capacitación, edad y género, incidiendo directamente en el bienestar de la búfala (Mota-Rojas et al., 2020a).
Además de la trascendencia en seleccionar manejadores con experiencia, monitorizar la naturaleza de la interacción ayuda a evaluar las prácticas y, en su caso, a reajustar aquellas que deterioran el bienestar de los búfalos. Por ejemplo, la emisión de gritos o uso de golpes, palos o arreadores eléctricos genera una interacción negativa, a la cual los búfalos reaccionan con miedo, estrés o con acciones agresivas, culminando en reducciones del rendimiento productivo (Acharya et al., 2022; Arnold et al., 2007).
En contraste, estímulos visuales, táctiles y auditivos como hablar o tocar suavemente a los animales, el uso de sonajas y caricias, de herramientas para generar ruido al golpear superficies sólidas y hablar a un nivel medio pueden propiciar resultados positivos o neutros (Acharya et al., 2022; Mota-Rojas et al., 2020a; Napolitano et al., 2020a). La mayoría de las HAR negativas y sus consecuencias son resultado de la activación de sistemas asociados al estrés, debido a que es una respuesta inconsciente del animal a un estímulo percibido como amenaza para su bienestar.
Esto genera un conjunto de cambios y respuestas conductuales, autónomas, metabólicas, hormonales, inmunológicas y neuroendocrinas cuyo objetivo es mantener la homeostasis de los animales (Cruz-Monterrosa et al., 2020; Hernández- Avalos et al., 2021; Mota-Rojas et al., 2020b; OMSA, 2021). La percepción de un estresor por el sistema nervioso central activa los ejes hipotálamo-pituitario-suprarrenal (HPA) y el sistema nervioso simpático (SNS), generando la liberación de glucocorticoides –cortisoly catecolaminas -adrenalina y noradrenalina (Kinlein et al., 2015). Alteraciones en las concentraciones de glucocorticoides han sido reportadas cuando se realizan diferentes tipos de HAR entre los cuidadores y los animales. En vacas lecheras, metabolitos fecales de cortisol se redujeron cuando el contacto entre las vacas y los humanos aumentó, así como una menor frecuencia de comportamientos como patadas cuando a los animales y al hato se les proporcionó un espacio adecuado para descansar (Ebinghaus et al., 2020). De manera similar, vacas Gyr expuestas a una HAR positiva mediante la estimulación táctil durante el ordeño y el entrenamiento de las vacas para entrar a la sala resultó en menores concentraciones de cortisol (entre 15.09 ± 1.46 y 16.23 ± 1.11 ng/mL).
En este estudio, los animales también registraron un reducción en el porcentaje de leche residual y mejoraron la respuesta conductual de las vacas durante el ordeño (Ujita et al 2021). Estos estudios ayudan a diagnosticar que estresores son generados por una HAR negativa como respuesta endocrina en los animales, lo cual desestabiliza su homeostasis y conlleva variaciones en los parámetros productivos. Además de lo previamente expuesto, las condiciones de alojamiento y manejo animal también son aspectos que requieren monitoreo ya que influyen en el éxito o fracaso de la unidad productiva y en la calidad de la HAR. En específico, los búfalos de agua son una especie que, independientemente de su fin zootécnico, requiere de componentes específicos como charcas y zonas con sombra natural (Barboza-Jiménez and Barboza, 2011; Bertoni et al., 2020b; Khongdee et al., 2013), o el uso de ventiladores y nebulizadores para evitar el estrés calórico (Bertoni et al., 2019; Das et al., 1999; González-Bohórquez et al., 2009; Mota-Rojas et al., 2021c, 2020c; Napolitano et al., 2020b).
RELACIÓN HUMANO-ANIMAL DURANTE LA ORDEÑA
A nivel mundial, la producción lechera bufalina representa alrededor del 13% del total. La leche de búfalo destaca por sus características fisicoquímicas, nutricionales y mejores rendimientos en la elaboración de productos derivados debido a su alto contenido de sólidos totales (Li et al., 2020; Mota-Rojas et al., 2019; Ocampo et al., 2016; Uzun et al., 2018). La calidad de estos productos se encuentra condicionada por el tipo de instalaciones, manejo, bienestar animal, raza, número de parto, tipo de dieta y HAR en cada caso (Garau et al., 2021).
En este sentido, Saltalamacchia et al. (2007) investigaron la relación entre el comportamiento humano y el de búfalas de agua en 17 ranchos lecheros en Italia. Los autores evaluaron el número de interacciones positivas, neutras y negativas, de acuerdo con la cantidad de pasos y patadas desde la entrada a la sala de ordeño hasta el registro de las pezoneras cuando el ganadero se encontraba a menos de medio metro de cada animal. Los resultados mostraron una correlación negativa entre las interacciones positivas y la frecuencia de pasos y patadas en la sala de ordeño (r2=0.63). De manera equivalente, estudios realizados por des Roches et al. (2016) detectaron reacciones de miedo de vacas Holstein hacia las personas, debido a actitudes negativas mostradas por los cuidadores, que repercutieron en el proceso de ordeña y pueden alterar el proceso de parto.
En este sentido, considerando las salas de parto o los lugares donde las vacas tienen a sus crías, un menor número de vacas aceptaron ser tocadas cuando el lugar del parto era el establo o cuando los granjeros limpiaban la cama añadida después del parto. Además, se observó que actores con más actitudes negativas hacia los animales tuvieron una menor proporción de vacas que aceptaron ser tocadas (8.9%).
La reciente tecnificación que ha implicado el ordeño mecánico en unidades de producción bufalinas ha expuesto tanto a ganaderos como a búfalas lecheras a un entorno con potenciales factores estresantes. Por ejemplo, un mantenimiento deficiente de la maquinaria, aplicación de malas prácticas y la separación de la cría puede traducirse en el retraso en la eyección láctea y/o el vaciado incompleto de la ubre y el compartimento alveolar (Mota-Rojas et al 2022; Napolitano et al 2022; Mota-Rojas et al., 2023).
Además, la falta de una estimulación visual, auditiva o táctil durante el proceso de ordeña, el ruido excesivo, los cambios en la rutina de ordeño que impacten en la lateralidad y la concentración de olores en la sala de ordeño son otros elementos que pueden perturbar el comportamiento y confort de los animales (Borghese et al., 2007; Faraz et al., 2020; Insel, 2010; Panksepp et al., 2011; Polikarpus, 2013; Polikarpus et al., 2014; Thomas et al., 2005, 2004). A estos factores se les puede adicionar la presencia de operadores cuyo manejo sea agresivo durante el proceso de ordeña, generando un aumento de la frecuencia cardiaca, contenido de cortisol en sangre y leche residual (Rosa et al., 2007; Saltalamacchia et al., 2007). Una HAR positiva dentro de las salas de ordeño, junto con buenas prácticas de manejo, no sólo brinda beneficios al bienestar de los búfalos, sino que también se asocia con la mejora de la salud de la ubre y la prevención de procesos inflamatorios como la mastitis (Gabr et al., 2017; Patbandha et al., 2015; Rahman et al., 2019).
EYECCIÓN LÁCTEA Y SALUD DE LA UBRE
Desde una perspectiva neuroendocrina, la eyección láctea requiere la estimulación sensorial que puede ser brindada por la presencia de la cría durante el ordeño manual (Borghese et al 2007). Esta estimulación de la ubre por parte del becerro activa mecanorreceptores ubicados en los pezones, los cuales transmiten la información a nervios lumbares para posteriormente activar el núcleo supraóptico y paraventricular del hipotálamo. La consecuente liberación de oxitocina hacia el torrente sanguíneo llega a las células mioepiteliales de la glándula mamaria, provocando su contracción y la posterior eyección láctea (Akhtar et al., 2012; Bruckmaier, 2005; Crowley y Armstrong, 1992; Faraz et al., 2020; Kamikawa y Seko, 2020; Rodríguez-González et al., 2022).
Para los búfalos de agua, la estimulación táctil es esencial debido a que la proporción de leche almacenada a nivel alveolar (92-95%) es mayor a la cisternal (5%) (Bertoni et al., 2020a; Bidarimath y Aggarwal, 2007; Cavallina et al., 2008). Sin embargo, en sistemas mecanizados, la estimulación de la ubre es poco común, aunque el ordeñador suele realizar acciones de limpieza, preparación y desinfección de los pezones para dar inicio a la eyección láctea (Thomas et al., 2004) (Figura 2).
Figura 2. Relación entre la eyección láctea y una relación humano-animal positiva. Las prácticas rutinarias durante la ordeña, como la desinfección de pezones y masaje de la ubre son parte de la estimulación táctil que activa mecanorreceptores localizados en la glándula mamaria. La activación de estos receptores genera la secreción de oxitocina, una respuesta mediada por el MPOA, SON, y PVN. La oxitocina actúa en las células mioepiteliales de la glándula mamaria para producir y eyectar la leche. Por ello, es importante promover interacciones positivas durante la ordeña y diseñar salas que permitan y faciliten la HAR. MPOA: área preóptica medial del hipotálamo; PVN: núcleo paraventricular; SON: núcleo supraóptico.
Comprendiendo la importancia de la estimulación sensorial, resulta fácil visualizar el impacto que la HAR tiene durante la ordeña, no sólo considerando la interacción, sino también el diseño de la sala de ordeña y demás instalaciones. En este sentido, Napolitano et al. (2019) evaluaron las interacciones negativas, neutrales y positivas entre ganaderos y búfalas lecheras provenientes de 27 granjas italianas. En 14 de ellas se disponía de salas de ordeño de espina de pescado y 13 salones tándem para el ordeño mecánico. En los segundos se encontró que el 15% de las HAR eran negativas, mientras que en las salas con diseño de espina de pescado se reportó únicamente el 2.56%. Estas diferencias podrían atribuirse a que los animales requieren manejo individual en las salas tándem para salir y entrar a cada puesto. Mientras que en las salas de espina de pescado emplean la manipulación grupal, minimizando la probabilidad de desarrollar interacciones negativas. Adicionalmente, diseños inadecuados de salas de ordeño pueden promover el estrés por calor, generando una consecuente vasoconstricción de arterias y venas mamarias, disminuyendo de esta forma la producción láctea (Shamshul Kamar y Md Yusof, 2023).
Una estimulación inadecuada y una eyección láctea incompleta afectan la salud de la ubre. Además, la eyección interrumpida de leche provoca la entrada de aire e incrementa las posibilidades de exposición e introducción de bacterias al canal del pezón, aumentando el riesgo de desarrollo y prevalencia de mastitis (Moore-Foster et al., 2019). En el caso de los búfalos de agua, una mayor distancia de evitación, baja tolerancia al tacto y comportamiento de huida pueden dificultar el proceso de la ordeña. Sin embargo, la capacitación del personal para comprender el comportamiento y temperamento de los búfalos puede propiciar HAR positivas durante el ordeño (Ivemeyer et al., 2018). De esta manera, debido a que la mastitis clínica y subclínica es uno de los desafíos comúnmente observados en las fincas lecheras, debido a las pérdidas económicas inherentes, costos por tratamiento y, en algunos casos, el remplazo temprano de la búfala (Hussain et al., 2013; Mota-Rojas et al., 2019), es importante asegurar HAR positivas por parte de los manejadores de los animales.
ESTIMULACIÓN TÁCTIL Y AUDITIVA COMO UNA ESTRATEGIA PARA PROMOVER HAR POSITIVAS DURANTE LA ORDEÑA
La estimulación manual durante la ordeña es necesaria para la secreción de oxitocina al torrente sanguíneo y activación de células mioepiteliales de glándula mamaria (Napolitano et al., 2022; Mota-Rojas et al., 2023). Se destaca que la estimulación de la ubre entre 30 y 90 segundos (Bruckmaier and Wellnitz 2008) y hasta 2 minutos es conveniente debido a la ubicación de la mayor proporción de leche en la ubre (Olmos-Hernández et al., 2020). Estos estímulos pueden proporcionarse mediante el masaje y limpieza pre ordeño de pezones de la búfala, además de la estimulación táctil brindada por la cría, estimulando positivamente la latencia de la eyección láctea (Espinosa et al., 2011).
Figura 3. Efectos de la estimulación táctil durante la ordeña. La estimulación táctil, sea manual o con cepillos mecánicos, activa mecanorreceptores de bajo umbral localizados en la piel. Estos receptores transmiten información táctil hacia estructuras cerebrales superiores como la VTA, NAc, y SON. Las neuronas dopaminérgicas localizadas en el NAc se involucran en las respuestas fisiológicas y conductuales positivas después del enriquecimiento táctil, como lo es reducir la ansiedad de los animales y promover su relajación. Por otra parte, las neuronas oxitocinérgicas del SON participan en la eyección láctea mediante su acción en el tejido alveolar de la glándula mamaria. NAc: núcleo accumbens; SON: núcleo supraóptico; VTA: área tegmental ventral.
Además de este tipo de estimulación, el uso de cepillos mecánicos se ha propuesto como otra opción para mejorar los parámetros productivos y la adecuada eyección láctea. Se ha evidenciado que el uso de los cepillos mecánicos favorece respuestas conductuales positivas, un incremento en el consumo de alimento y una mayor eficiencia productiva (Figura 3) (Newby et al., 2013). Al respecto, Keeling et al. (2016) evaluaron el efecto del uso de cepillos mecánicos sobre 23 vacas Holstein y 49 Swedish Red durante nueve semanas. La adopción de los cepillos incrementó el consumo de forraje y de materia seca hasta 0.67 kg, y la producción láctea también se incrementó en 1.52 kg. Estos resultados fueron asociados con altas concentraciones de oxitocina, propiciando un aumento en la latencia para la eyección láctea, disminuyendo la frecuencia de presentación de mastitis clínica en vacas multíparas y, además, aumentando el consumo de alimento (Figura 3).
Otra estrategia para promover una HAR positiva y el bienestar de búfalas lecheras consiste en el enriquecimiento auditivo. En humanos se ha determinado que la música se asocia con propiedades analgésicas y ansiolíticas. En animales, algunos estudios han revelado el efecto que la música produce sobre la fisiología y comportamiento animal a través de la eliminación de ruidos desagradables, que ayudan a reducir la ansiedad y las reacciones agresivas (Alworth y Buerkle, 2013; Dhungana et al., 2018). Además, durante la ordeña, la estimulación auditiva puede mejorar el comportamiento y favorecer el vaciado completo de la ubre (Ciborowska et al., 2021; Uetake et al., 1997).
Figura 4. Los efectos fisiológicos del enriquecimiento auditivo en animales de granja. La exposición a diferentes tipos de música en los búfalos de agua y vacas lecheras activa diversas estructuras cerebrales como el VTA, Amyg, NAc, PFC, PVN, y el SON. La activación de estas regiones disminuye las concentraciones de noradrenalina e incentiva un estado libre de estrés. La participación del sistema límbico y la liberación de dopamina tienen efecto en los parámetros fisiológicos de los bovinos (p. ej., disminuyen la presión arterial, frecuencia cardiaca, frecuencia respiratoria y comportamientos anormales). La secreción de oxitocina por el SON también optimiza la producción láctea. Sin embargo, los efectos de la música en parámetros productivos de los animales dependen en gran medida del periodo de exposición, el género de música e inclusive las ondas producidas por el sonido. ACTH: hormona adrenocorticótropa; Amyg: amígdala; dB: decibeles; NAc: núcleo accumbens; PFC: corteza prefrontal; SON: núcleo supraóptico; VTA: área tegmental ventral (Alworth y Buerkle, 2013).
Un ejemplo de dichos estudios es el de Abuzead y Khalil (2007), quienes evaluaron a 48 búfalas lecheras dividas en grupos control o sin música (n=16), con música lenta (n=16) y música rápida (n=16). Después de un mes de evaluación, los búfalos expuestos a la música lenta y rápida mostraron posturas corporales asociadas con el interés al sonido (p. ej., orejas orientadas hacia la fuente de sonido) y un comportamiento más relajado con ausencia de rumia. Adicionalmente, el periodo de latencia para la eyección láctea incrementó, sugiriendo que búfalos nerviosos que son difíciles de manejar se pueden beneficiar con el recurso de la música.
Esta respuesta revela que el enriquecimiento auditivo en animales lecheros imita su pulso normal e incrementa la secreción de neurotransmisores inhibitorios (p. ej., GABA). También promueve la secreción de la hormona del crecimiento, que tiene un papel regulador durante la lactancia, aumentando la producción de leche, estabilizando los niveles de serotonina y reduciendo el estrés. La respuesta endocrina y los efectos conductuales de la música se esquematizan en la Figura 4 (Ma y Wang, 2020). En contraste a lo antes expuesto, un estudio implementado con 24 vacas Jersey (10 primíparas y 14 multíparas) no mostró beneficios en las hembras en cuanto a parámetros productivos y de comportamiento después de una semana de exposición a música.
Los autores reportaron que la música redujo significativamente la producción de leche en vacas primíparas (3.45 vs. 2.78 litros por día), mientras que se observó una mayor disposición a consumir alimento y a rumiar en los periodos sin música. Las vacas multíparas registraron una mayor producción de leche, reducciones en la ingesta de alimentos y en la rumia, y una mayor frecuencia para estar de pie. Sin embargo, no se reportaron efectos significativos después de la exposición a la música, lo que significa que el período con estímulo auditivo, el número de paridad e inclusive las condiciones de alojamiento necesitan ser considerados de manera más amplia para evaluar el efecto de la música en los rumiantes (Shamshul y Yusof 2023).
RELACIÓN HUMANO-ANIMAL Y SU EFECTO EN LA PRODUCCIÓN DE CARNE
Otro fin zootécnico común en el búfalo de agua es la obtención de carne, con características destacables como menor concentración de lípidos respecto a la carne de bovino convencional (57% menos) (Naveena y Kiran, 2014), menor presencia de grasas saturadas y colesterol (9% menos) y 10% más contenido de minerales y proteínas (Domaradzki et al., 2016; Guerrero-Legarreta et al., 2020). El proceso productivo de la carne implica etapas como la crianza, desarrollo y finalización, así como la movilización (Ghoneim et al., 2018; Šímová et al., 2016). Estos eventos se consideran estresantes debido a los cambios repentinos en su entorno social o físico y la HAR (Alarcón-Rojo et al., 2021; José-Pérez et al., 2022; Kober et al., 2014). En animales productores de carne, la calidad del HAR no sólo determina la expresión de miedo en los búfalos, sino que también repercute en la calidad de la carne (Mota-Rojas et al., 2020a). Las ganancias diarias de peso y los rendimientos cárnicos finales dependen en gran medida de las adecuadas prácticas rutinarias, el manejo y capacitación del operador (Mota-Rojas et al., 2023).
EFECTO DE PRÁCTICAS HUMANAS DURANTE LA MOVILIZACIÓN
La movilización del búfalo de agua, independientemente de su objetivo zootécnico (p. ej., para reproducción, exhibición, engorda o sacrificio) (José-Pérez et al., 2022), supone actividades como el embarque, desembarque, tiempo de reposo, aturdimiento y matanza. Estos procesos pueden causar miedo y lesiones en tejido epitelial o muscular (Chandra y Das, 2001; José-Pérez et al., 2022; Rodríguez-González et al., 2022), dolor y estrés cuando los ganaderos no cuentan con la capacitación y supervisión necesaria para asegurar el bienestar de los animales (Grandin, 2014). Además, durante estas etapas los búfalos están expuestos a ruido, hacinamiento, manipulación excesiva durante el arreo y pesaje y cambios en la estructuras jerárquicas, así como a modificaciones en el ambiente al pasar de un tráiler a otro (Alam et al., 2010a; Bethancourt-Garcia et al., 2019; Gallo y Huertas, 2016; Marai y Haeeb, 2010; Strappini et al., 2012; Valkova et al., 2021). Šímová et al. (2016) indican que los efectos adversos por efecto de transporte y una HAR negativa pueden reducirse cuando los animales tienen una preparación previa al traslado y por la capacitación de los cuidadores respecto a las buenas y malas prácticas pecuarias (Mota-Rojas et al., 2021b).
Una de las principales problemáticas que desafían el bienestar del búfalo de agua durante el embarque y desembarque consiste en la aplicación de métodos de arreo y el uso de herramientas que pueden generar dolor como gritos, torceduras de cola, palos y arreadores eléctricos (Strappini et al., 2012). En México se ha reportado que los arreadores eléctricos son los más usados (56.8%), seguidos de gritos (20.3%) y otros (10.9%), con la justificación de ser necesario para que los animales no mueran durante un trayecto (Valadez-Noriega et al., 2018). El uso de dichas herramientas puede generar lesiones, como lo han reportado Alam et al. (2010b), quienes encontraron un 99% de búfalos con un 52% más de lesiones cutáneas generadas durante la movilización, principalmente en áreas como los glúteos (61.9%), caderas (48.4%) y abdomen (47.3%) (Alam et al., 2010b; José-Pérez et al., 2022).
Entre los principales factores asociados a estas lesiones se mencionó el manejo aversivo por parte de los manejadores durante el embarque y desembarque. Estos hallazgos coinciden con los de Chandra y Das (2001), quienes describieron que la frecuencia y prevalencia de hematomas en canales de búfalo de agua se debe al uso excesivo e impetuoso de palos. Durante el traslado, las técnicas de conducción que pueden suponer cambios repentinos de velocidad y frenado (Broom, 2019), así como una mala logística por parte del ganadero que puede traducirse en una inadecuada densidad de carga, traslados con duraciones excesivas sin contemplar tiempos de descanso para brindar agua y, en su caso, alimento. Además de ignorar la presencia de cuernos y de la combinación de animales de diferentes orígenes (José-Pérez et al., 2022; Lemcke, 2015; Strappini et al., 2012; Valkova et al., 2021).
Durante el aturdimiento, eventos previos como largos tiempos de reposo, animales de diferente procedencia, complexión y características (p. ej., con o sin cuernos) influyen en la respuesta de los animales hacia la HAR. De igual forma, una insuficiente iluminación o puertas de guillotina sin mantenimiento que puedan provocar lesiones dentro del cajón de noqueo, o el uso incorrecto de herramientas de aturdimiento por personal no capacitado puede afectar el bienestar animal (Abubakar et al., 2021; Mota-Rojas et al., 2021b). En este sentido, el mantenimiento de las herramientas de aturdimiento como las pistolas de perno cautivo requiere que los operadores estén capacitados para usar los métodos y para reconocer diferencias significativas entre especies.
Por ejemplo, los búfalos de agua cuentan con placas óseas más gruesas y senos frontales más profundos, en comparación con los bovinos convencionales, por lo cual es recomendado el uso de herramientas con diseños específicos para esta especie y la elección del lugar de impacto apropiado para generar una inconciencia profunda y, en consecuencia, insensibilidad al dolor (Gregory et al., 2009; Molnar-Fernández et al., 2023; Mota-Rojas et al., 2021d, 2021b; Temple et al., 2023).
Respecto al impacto sobre el rendimiento cárnico, en condiciones normales, después del aturdimiento y la anoxia, los músculos mantienen una continua síntesis y utilización de ATP con el objetivo de mantener la homeostasis celular (Matarneh et al., 2017). La anoxia propicia un aumento en la tasa de hidrólisis de ATP y la utilización anaeróbica de glucógeno muscular hasta que la tasa de utilización de ATP es mayor a la de generación, ocasionando la pérdida de contractibilidad del músculo y la desnaturalización proteica (proceso con duración de 1 a 12 horas) (Díaz- Luis et al., 2020; Ortega y Ariza, 2012; Ouali et al., 2006).
Este cambio metabólico degrada la glucosa a ácido láctico, disminuyendo el pH y, con ello, mejoran características fisicoquímicas y microbiológicas como el color, textura, capacidad de retención de agua y actividad de agua (Cruz-Monterrosa et al., 2020; Gonzalez-Rivas et al., 2020; Guerrero-Legarreta et al., 2020; Joele et al., 2017; Turan et al., 2021).
Esta transformación de músculo a carne es altamente afectada por cualquier tipo de estresor previo o durante la matanza. Por ello, promover una HAR positiva y métodos de aturdimiento adecuados a la especies resulta esencial para los productores de carne bufalina (Cruz-Monterrosa et al., 2020; Napolitano et al., 2020c; Temple et al., 2023) Para optimizar la movilización y matanza de los búfalos de agua se necesita de un requisito adicional, que implica que las leyes vigentes cuenten con una regulación y supervisión acorde a la especie. De igual manera, la capacitación del personal debe incluir el conocimiento de que una HAR negativa genera alteraciones en la salud y en el bienestar de los búfalos.
PERSPECTIVAS RELACIONADAS A LA INTERACCIÓN HUMANO-BÚFALO
Aunque se han realizado estudios sobre el uso de enriquecimiento auditivo en búfalos de agua, las diferencias encontradas sobre el efecto de la música en el comportamiento y nivel de productividad de los animales son insuficientes para establecer el tipo de música, la frecuencia o el volumen en el que su efecto resulta benéfico para los búfalos (Ciborowska et al., 2021; Mota-Rojas et al., 2023).
Una línea de investigación adicional podría enfocarse en el diseño de las salas de ordeña y su impacto sobre las interacciones positivas, neutras y negativas para incidir en los procesos de selección y planeación que suelen llevar a cabo los ganaderos. Los estudios enfocados al efecto que la ordeña manual o mecánica tiene sobre la HAR, considerando las interacciones entre el ordeñador y los animales, también podría suscitar una mayor comprensión y, en ese sentido, delinear estrategias para mejorar las instalaciones y dicha interacción (Napolitano et al., 2019).
Por otra parte, cuando se hace referencia a la producción de carne de origen bufalino, también se detecta la necesidad de estudios adicionales para comprender el efecto que una HAR negativa puede causar durante la movilización, aturdimiento y matanza. Además, las repercusiones de los diferentes tipos de enriquecimiento o estimulación positiva no se han estudiado aún durante estos eventos, por lo que identificar los posibles beneficios a nivel fisiológico, productivo y emocional podría ayudar a establecerlos como mecanismos para promover el bienestar y una calidad de muerte.
CONCLUSIONES
Los búfalos de agua, como especies de doble propósito, están expuestos a diferentes tipos de HAR durante las distintas etapas del sistema productivo. En sistemas lácteos, se ha documentado que las búfalas pueden expresar comportamientos anormales o agresivos hacia los ordeñadores cuando son manejados de manera brusca o se emplean objetos que causan lesiones. Esto no sólo conlleva consecuencias conductuales y emocionales negativas al mantener a los búfalos en un estado de estrés crónico, sino que también repercuten en la cantidad y calidad de leche producida. En el caso de los búfalos de carne, durante la moviliza ción y la matanza, una HAR negativa deriva del uso de arreadores eléctricos o golpes que causan lesiones físicas y miedo en los animales. A nivel productivo, esto reduce la calidad de la canal y genera estrés durante la muerte de los búfalos, deteriorando las propiedades organolépticas de la carne. Debido a estas observaciones, es necesaria la capacitación dirigida y continua a personal de las unidades de producción bufalinas de acuerdo con cada fin zootécnico. Además, la implementación de estrategias que propicien HAR positivas, tales como el uso de cepillos mecánicos o la música con sonidos lentos pueden ser herramientas para mejorar el bienestar y la productividad en unidades productivas bufalinas.
BIBLIOGRAFÍA
• Para mayores detalles de éste y otros temas sobre búfalos de agua, consulte de manera gratuita los 50 capítulos y más de 1500 páginas de la quinta
edición del libro “El búfalo de agua en las Américas: comportamiento y productividad”. Daniel Mota-Rojas, Fabio Napolitano, Agustín Orihuela, Ada
Braghieri et al., (2024).
• https://www.researchgate.net/profile/Daniel-Mota-Rojas/publications
Artículo publicado en “Entorno Ganadero Abril Mayo 2024“