Importancia de los factores nutricionales en la permeabilidad intestinal

José Ignacio Barragán.
Galimetria SL.

Desde hace tiempo los esfuerzos de los nutricionistas se dirigen a mejorar y reforzar la estructura del tracto intestinal.

Sucesivas reglamentaciones a nivel europeo han ido introduciendo mayores complicaciones en la formulación de las aves, bien por la prohibición del uso de promotores de producción, la limitación de uso de las harinas de origen animal, o sucesivas normativas en lo referente al bienestar.

En todos los casos, el sector productivo ha sabido ir ajustándose a las nuevas circunstancias, de modo que actualmente nadie se acuerda de los sucesivos momentos de estrés vividos.

Y ahora que en apariencia las cosas están estables, nos encontramos con una nueva problemática, que nos debe hacer de nuevo reflexionar sobre cómo debemos comportarnos en el nuevo escenario.

Esta problemática es la progresiva reducción del uso de antibióticos en campo (perfectamente justificada por razones conocidas de resistencias bacterianas). Cabe preguntarse en esta situación cuál puede ser la relación entre la salud intestinal y este nuevo desafío.

Se sabe desde hace algún tiempo que alguno de los procesos patológicos más característicos de los pollos de carne, como cierto tipo de cojeras (específicamente la espondilolistesis) o de celulitis y lesiones dérmicas se asocian con la presencia de gérmenes de origen intestinal, tales como enterococos, clostridios, estreptococos y algunos otros.

Importancia de los factores nutricionales en la permeabilidad intestinal permeabilidad intestinal 1

Por otra parte, y hasta la fecha, se había considerado que la mayoría de los procesos septicémicos (como las infecciones por E. coli) se originaban por procesos respiratorios, más o menos complicados, dada la relativamente baja capacidad de atravesar el medio intestinal de estas bacterias.

Personalmente no lo tengo tan claro, pues en amplias zonas de España estamos prácticamente libres de problemas respiratorios desde hace tiempo, y sin embargo se siguen presentando casos de septicemias que obligan a mediaciones extensas en el campo (que es precisamente lo que se pretende evitar).

Consultados algunos técnicos de importantes integraciones españolas, me indican que en la mayoría de las ocasiones, el uso de antibióticos en campo está relacionado con problemas entéricos o con septicemias de origen posiblemente intestinal. En ciertas empresas se dan valores cercano al 65 a 70% de los casos (evidentemente, depende de la zona del país analizada).

Quiere decir que parece que los problemas intestinales se relacionan directamente con muchos de los procesos patológicos que exigen un tratamiento con antibióticos. Si esto es así, debemos ver la nutrición de los pollos bajo un nuevo prisma, la reducción de los problemas generales de origen digestivo.

En general, y hasta la fecha, se ha tratado de mejorar el estado de salud del intestino de muchas formas, con el uso de diferentes aditivos, con un mejor control de los problemas de coccidiosis y con una progresiva reducción de la concentración de las dietas, con empleo de menos grasa, de menos soya o con la entrada de materias primas ricas en fibra.

Lamentablemente, y aunque esto dé para otra publicación en su momento, personalmente creo que nos acercamos a un punto en que va a ser complicado seguir reduciendo la concentración de las dietas, básicamente por problemas de fabricación y estructura física del alimento.

Pero estos esfuerzos han ido orientados hasta la fecha en tratar de mejorar el perfil de la flora bacteriana presente (aunque realmente no tenemos muy claro cuál es ese perfil ideal de la microbiota intestina), o a reforzar las estructuras intestinales, con vellosidades más altas, mayor población de enterocitos o mayor capacidad de absorción de nutrientes.

Pero ahora hablamos de un nuevo factor, la posible invasión del medio interno de los animales por bacterias de origen intestinal. Y el escenario es nuevo, porque vamos a tener difícil tratar estos problemas con antibióticos, como hasta la fecha.

La siguiente cuestión es cómo pueden las bacterias del lumen atravesar la barrera intestinal, para colonizar órganos internos. Una forma es aprovechando la destrucción del tejido consecuencia de alguna acción externa. En este aspecto conocemos el efecto de las coccidias, de ciertos factores antinutricionales, de las micotoxinas y de otros elementos de la dieta.

Pero hay otra forma en la que las bacterias pueden cruzar la barrera intestinal, que creo que va a tener una mayor importancia en los estudios de los próximos años. Se trata de el paso de estas bacterias a través de las uniones intercelulares de los enterocitos (uniones firmes, fuertes…).

Estas no son más que el sistema de adhesión de las células de las vellosidades, que no están unidas con un pegamento, si no con una especie de velcro. Estas estructuras están constituidas básicamente por proteínas específicas (ocludina, tricelulina, claudina…), que se unen de forma fuerte, pero que en determinados momentos pueden separarse más o menos intensamente permitiendo el paso de ciertas sustancias o, indeseadamente, de bacterias a su través.

Así, tendríamos una traslocación intracelular en el caso de la destrucción del tejido, y una traslocación paracelular en este caso.

La composición, estructura y función de estas uniones estrechas son reguladas por proteínas intracelulares del citoesqueleto del enterocito, y se conoce que ciertas especies bacterianas tienen la capacidad de alterar esta regulación, con mecanismos diferentes en función del patógeno del que se trate (producción de endotoxinas, degradación de proteínas de las uniones o alteraciones del citoesqueleto, por ejemplo). Aunque finalmente el proceso termina con una invasión más o menos grave del medio interno por este patógeno.

La siguiente cuestión es valorar los factores que pueden incrementar la permeabilidad de la barrera intestinal a través de estas uniones entre enterocitos, o al menos aquellos que pueden tener una mayor proporción de nutrición.

Cualquier factor que cause inflamación del epitelio se relacionará con una alteración de las proteínas de las uniones y, posiblemente, una reducción de su capacidad de evitar el paso de bacterias al interior del organismo. Desde ese punto de vista, se ha demostrado en varios trabajos el efecto del estrés térmico sobre la permeabilidad de la barrera intestinal.

Evidentemente, en animales con un elevado grado de estrés térmico no sólo se aprecia una evidente reducción de la ganancia de peso, se observa también un incremento de problemas septicémicos o de claudicaciones en un periodo en el que, en teoría, éstas deberían reducirse.

La presencia de micotoxinas, a niveles muy por debajo de los precisos para producir alteraciones clínicas graves, se relaciona también con problemas de incremento de permeabilidad intestinal. En la situación de España, donde la percepción de problemas de micotoxicosis es muy baja, y las medidas de control escasas, esto puede ser un problema adicional.

Se ha comprobado el efecto de DON y Fumonisinas en la permeabilidad intestinal, así como en la translocación bacteriana en el intestino de aves alimentadas con alimentos contaminados (presentación de Verena Stralk, en Nutrinews).

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Se discute actualmente sobre el efecto de dietas con grasas alteradas, o con el uso de determinados ácidos grasos muy insaturados en relación a este aspecto, y parece haber consenso en que la presencia de factores de oxidación es particularmente estimulante de los problemas de las uniones y de su permeabilidad.

También la composición de la flora bacteriana intestinal es un importante factor, sobre todo por su capacidad de producir toxinas, así como de interferir en la estructura o función de las proteínas de las uniones.

Sin olvidarnos del efecto de ciertos factores antinutricionales de la soya, o de la presencia de cereales ricos en Polisacáridos No Amilaceos, en caso de reducción o fallo de la actividad de las enzimas correspondientes.

En cuanto a los medios para reducir esta situación, y hablando en términos de alimento de los animales, son varias las líneas de trabajo que intentan valorar el efecto de determinados elementos de la dieta en la permeabilidad intestinal, en sentido amplio.

Por supuesto, el uso de dietas menos concentradas, con ajuste de la entrada de soya, con presencia de mayores niveles de fibra, bien reforzada de enzimas y libre de micotoxinas (hasta donde esto es posible) y de coccidias servirá de base inicial para reforzar la salud intestinal.

Otro tanto cabe decir de la presentación física del alimento, con el uso de partículas más groseras de alimento (bien con uso de trigo entero, dietas en harina o directamente con molturaciones más groseras previas al peletizado), que generará un aumento del tamaño de la molleja y una mejor digestibilidad de los nutrientes, ayudando a modular la flora intestinal.

En cuanto a microminerales, se dispone de una gran cantidad de información sobre el efecto del Zn como elemento de mejora de la estructura de las uniones firmes del intestino, tanto en humanos (donde se ha desarrollado una gran investigación), como en animales de laboratorio y de abasto.

Aparentemente, el Zn es necesario para mantener la expresión de las proteínas de las uniones (muy especialmente la ocludina, y los ocludentes de zona), por lo que su suplementación en la forma más disponible posible es de interés en la mejora de la resistencia intestinal. Se ha demostrado una reducción de la permeabilidad intestinal y un aumento de la expresión de RNA en cerdos (Dr. Mitchels; Universidad de Gante) y un efecto sobre el resultado en pollos con estrés térmico (Dr. Zhagari; Universidad de Teherán).

Se ha estudiado también el efecto de ciertos aminoácidos, como la glutamina, que es protectora de los enterocitos y tiene cierta capacidad de modular la función barrera/permeabilidad del intestino, con lo que asegurar los niveles de este aminoácido (no considerado como esencial hasta la fecha) puede ser útil en la mejora de la función intestinal.

También se ha podido demostrar que el uso de cierto beta-glucanos (Beta 1-3 1-6 glucanos) mejora los niveles de ciertas proteínas de las uniones (Ocludina y Claudina 1 y 4), como se demuestra con la mayor expresión de mRNA en el yeyuno de animales desafiados con Salmonella typhimurium:

Como resumen, en general a lo largo del año, y específicamente en los periodos en los que se pueda prever una mayor sensibilidad del intestino a la inflamación y al incremento de la permeabilidad (estrés de calor, alto crecimiento, presencia de micotoxinas, problemas digestivos, etc.), el uso de dietas más digestibles, la mejora de la estructura física del alimento, y el empleo de ciertos aditivos puede ser extremadamente útil para reducir la posibilidad de una traslocación paracelular bacteriana, contribuyendo de forma notable a la reducción del uso de antibióticos en campo.

Bibliografía a disposición de los interesados.

Artículo publicado en Los Avicultores y su Entorno

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