El ganado bovino criollo coreño del occidente de México

En la producción de becerros para la engorda

Moisés Montaño Bermúdez
Guillermo Martínez Velázquez
José Antonio Palacios Fránquez
Noe De Jesús Medina Córdoba
Carlos Hernández López.
INIFAP

El Criollo Coreño de la Sierra Madre Occidental es una de las poblaciones de bovinos criollos presentes en México, descendientes de los bovinos introducidos durante la Colonia. Los animales criollos han sobrevivido por más de 500 años en diferentes regiones del país, en condiciones adversas, por la baja disponibilidad de alimento y la ausencia de manejo sanitario. Esta habilidad para sobrevivir en condiciones difíciles puede contribuir a la sustentabilidad de los sistemas vaca-cría al no requerir cambios radicales en los agostaderos que utilizan.

En mayor o menor medida, las poblaciones de bovinos criollos han estado disminuyendo o han sufrido erosión genética como resultado del cruzamiento con razas transfronterizas, por lo que cada una de ellas puede estar en una situación de riesgo diferente. Desafortunadamente, el comportamiento productivo de los animales criollos en comparación con otras razas utilizadas en la producción de carne no ha sido documentado.

Considerando que la mejor estrategia para la conservación de un recurso genético es a través de su utilización en el proceso de producción, en el S.E. “El Verdineño” del INIFAP, en Santiago Ixcuintla, Nayarit, se mantiene un hato de animales Criollo Coreño con el propósito de documentar su comportamiento productivo, con un hato Guzerat como punto de referencia. El hato Criollo Coreño se originó a partir de la adquisición de 50 vacas y 10 toros de la sierra de Nayarit. Se analizaron 202 registros reproductivos de vacas Guzerat y 126 de vacas Criollo Coreño, apareadas con toros Angus Rojo, así como el crecimiento hasta el destete de los becerros resultantes.

Las vacas y sus crías se mantuvieron en pastoreo en praderas de pasto llanero (Andropogon gayanus), con suplementación a base de melaza-urea al 2.5% (1 kg/cabeza/día) durante los meses de marzo, abril y mayo de cada año. Los animales dispusieron de minerales a libre acceso (sal común 40%, ortofosfato de calcio 56% y minerales trazas 4%) durante todo el año. El manejo reproductivo incluyó dos empadres al año, durante la primavera y el otoño, con duración de 45 días cada uno, y en los cuales se utilizó inseminación artificial. Los empadres se iniciaron alrededor del 15 de marzo y 15 de septiembre de cada año. Los partos se presentaron entre diciembre y febrero, y entre junio y agosto de cada año. Las crías se pesaron e identificaron en las primeras 24 h de vida, y permanecieron con las vacas hasta el destete, que se realizó a los siete meses de edad en promedio.

Las características estudiadas fueron tasa de estro (TE), tasa de gestación (TG), tasa de parición (TP) y tasa de destete (TD). Cada variable se definió como total de hembras en calor (TE), total de hembras gestantes (TG), total de hembras paridas (TP) o total de hembras que destetaron una cría (TD), del total de hembras en empadre. Así, TE, TG, TP o TD se codificaron como uno cuando la hembra presentó estro, gestó, parió o destetó una cría, dado que había estado en el empadre correspondiente, y como cero en caso contrario. También se analizó el peso al nacimiento, el peso al destete ajustado a 210 días, así como los kilogramos de becerro parido y destetado por vaca en empadre. El peso al destete ajustado a 210 días se calculó con la siguiente ecuación: peso al destete ajustado = ((peso al destete – peso al nacer)/edad al destete) x 210) + peso al nacer.

Además, se estimó la producción de leche usando la técnica de pesaje-amamantamiento-pesaje del becerro. Este procedimiento se realizó a los 56, 84, 112, 140, 168 y 196 días posparto en promedio. Consistió en separar las crías de las vacas a las 2 de la tarde del día previo a la medición y fueron alojadas en corraletas sin agua ni alimento; seguidamente a las 6 de la tarde se permitió a las crías amamantar por 20 minutos y se volvieron a separar hasta la 6 de la mañana del día siguiente. Para la medición, los becerros se pesaron individualmente, se dejaron amamantar durante 20 min y se volvieron a pesar y a separar de las vacas hasta las dos de la tarde, cuando se repitió el mismo procedimiento. El consumo de leche se estimó como la diferencia en peso antes y después del amamantamiento.

La suma de los consumos (mañana y tarde) representó la producción de leche durante 20 h y se multiplicó por 24/20 para estimar la producción de leche en 24 h. Con las producciones de leche obtenidas en cada muestreo se estimó la curva de lactancia de cada vaca usando la siguiente ecuación: Y (n)= n/aekn, con la que se estimó la producción total de leche en una lactancia de 210 días (edad promedio de los becerros al destete). Los resultados se muestran en el cuadro 1: Las vacas Criollo Coreño mostraron tasas de estro, gestación, parto y destete superiores a las observadas en vacas Guzerat.

La diferencia observada de 20 puntos porcentuales en tasa de estro a favor de las Criollo Coreño puede ser resultado de su habilidad para sobrevivir y reproducirse en condiciones adversas. La mayor parte de esta diferencia en tasa de estro se mantiene en las siguientes etapas del proceso reproductivo, tasas de gestación, parto y destete. Dando una ventaja a las vacas Criollo Coreño sobre las Guzerat de 14 puntos porcentuales en tasa de destete. Esto representa 14 becerros destetados más en un hato de 100 vacas Criollo Coreño comparado con un hato de vacas Guzerat de igual tamaño.

El ganado bovino criollo coreño del occidente de México ganado bovino criollo coreno2

Las crías de vacas Guzerat tuvieron mayores pesos al nacimiento y al destete que las crías de vacas Criollo Coreño. El mayor peso al destete de las crías de vacas Guzerat puede deberse, en parte, a una mayor producción de leche de las vacas Guzerat. En el cuadro 1 se muestra que las vacas Guzerat produjeron 949 kg de leche en contraste con los 805 kg producidos por las vacas Criollo Coreño en una lactancia de 210 días. Sin embargo, no se observaron diferencias significativas entre vacas Guzerat y Criollo Coreño en kg de becerro parido y destetado por vaca en empadre.

El mayor número de crías destetadas por las vacas Criollo Coreño compensa los menores pesos al nacimiento y destete de sus crías. El resultado final es que las vacas Criollo Coreño destetan una cantidad similar de kg de becerro por vaca en empadre con la ventaja de un mayor número de becerros destetados, lo que puede representar una mayor oportunidad de kilos producidos en las siguientes etapas del proceso de producción de carne. En resume, las vacas Criollo Coreño representan un recurso genético competitivo en la producción de becerros para la engorda en condiciones de baja disponibilidad de insumos para la producción.

Artículo publicado en “Entorno Ganadero Febrero Marzo 2024

×
BM Editores We would like to show you notifications for the latest news and updates.
Descartar
Permitir Las Notificaciones