El proceso de ensilaje

Para asegurar una buena salud y productividad en la producción animal, los animales requieren un suministro constante de nutrientes de alta calidad durante todo el año. Así, la principal meta para una unidad pecuaria operando rentablemente es tener presente la calidad de los ingredientes alimenticios. La preservación de alimento en la finca juega un papel fundamental en el mantenimiento del valor nutritivo y en evitar las pérdidas causadas por microorganismos y contaminaciones con toxinas indeseables como, por ejemplo, micotoxinas.

De acuerdo a la presencia o ausencia de oxígeno, los alimentos pueden ser almacenados anaeróbica o aeróbicamente. El primer método (sin oxígeno, anaeróbico) es una práctica muy antigua conocida con el nombre de ensilaje.

La práctica de ensilar era originalmente una herramienta de manejo usada principalmente en la producción de rumiantes para satisfacer la demanda de alimento por medio del almacenaje y preservación de los excesos de alimento en los períodos de sobreproducción, para ser usados en otros períodos con deficiencia de forraje. Sin embargo, su importancia se está extendiendo, especialmente en los sistemas de gran demanda de insumos, llamados “cero pastoreo”, el cual presenta una mayor productividad por animal y por unidad de área (Ogle, 1990; Muller y Botha, 1997; Klein y Ledgard, 2001). El ensilaje es menos dependiente del clima y puede ser usado para preservar una gran variedad de cosechas forrajeras y subproductos disponibles en la región (Schroeder, 2004).

En los últimos años, los aditivos para ensilaje han sido cada vez más tenidos en cuenta por parte del productor (Knický, 2005) y han sido el foco de gran cantidad de investigaciones en los últimos 20 años. Se han incluido en los ensilajes para incrementar su valor nutritivo por medio de la mejora en la fermentación para que, de esta manera, las pérdidas por almacenamiento sean reducidas, y para incrementar la estabilidad aeróbica del ensilaje después abierto el silo (Jones et. al., 2004).

El proceso de ensilaje puede ser dividido en cuatro fases principales:

1) aeróbica: la respiración y proteólisis por parte de las enzimas propias de la planta. Estos pueden ser reducidos optimizando la longitud de la partícula y logrando una buena compactación del material. Esta fase toma cerca de 3 días bajo condiciones normales de ensilaje.

2) fermentación: la acidificación es causada principalmente por el ácido láctico producido por las bacterias ácidolácticas (LAB). Esta fase toma entre 2 y 3 semanas. Bajo condiciones de anaerobiosis, las bacterias ácidolácticas producen cantidades considerables de ácido láctico, haciendo que el pH disminuya, inhibiendo así el crecimiento de microorganismos indeseables (especialmente Clostridios y Enterobacterias). Las LAB pueden fermentar el sustrato homofermentativamente (solo ácido láctico) o heterofermentativamente (ácido láctico + ácido acético). Sin embargo, las LAB representan sólo entre el 0,1 al 1,0 % de la microflora normal epifítica. Es por ello que el uso de inoculantes bacterianos, para asegurar la fermentación ha incrementado en los últimos años (ver debajo Inoculantes de ensilados)

3) estabilidad: la fermentación se detiene debido a la falta de sustratos fermentables como los carbohidratos, y el pH permanece constante, dependiendo de las condiciones de anaerobiosis creadas.

4) apertura del silo: una vez abierto el silo, y durante la etapa de suministro del mismo a los animales, determinadas capas de ensilado quedan expuestas al oxígeno. Los microorganismos aeróbicos, principalmente levaduras y hongos, crecen y consumen materia seca (azúcar, ácido láctico y otras sustancias químicas), produciendo calor y altas pérdidas (CO2 y H2O). Esta fase es decisiva porque las pérdidas de nutrientes pueden ser considerablemente altas. Los ácidos alifáticos (acético, propiónico y butírico) de cadena corta inhiben el crecimiento de levaduras y hongos, y esta es la razón por la cual son utilizados los inoculantes biológicos que contienen bacterias heterofer- mentativas.

La respuesta a los aditivos no sólo depende del tipo de forraje que va a ser tratado, sino también del contenido de material seca (MS) (Burns et al., 2005), del contenido de azúcares y la capacidad buffer del material original (McDonald et al. 1991). Las características principales de los inoculantes incluyen: tasa de crecimiento rápida (para competir con otros microorganismos), tolerancia a bajos valores de pH, habilidad para reducir el pH rápidamente, ausencia de acción sobre los ácidos orgánicos, habilidad para tolerar un amplio rango de temperatura, habilidad para crecer en materias primas con alto contenido de materia seca, ausencia de actividad proteolítica y habilidad para hidrolizar el almidón.

Inoculantes para ensilados

Las características de fermentación son generalmente mejoradas con la inoculación. Bolsen et al. (1995) reportó que la inoculación mejoró la calidad de fermentación en más del 90% de 300 ensilados analizados de alfalfa, trigo, maíz y sorgo forrajero.

Independientemente de la técnica para conservación de forrajes utilizada, la cantidad y calidad del material disponible al final del almacenaje es siempre menor que la original. Es por ello que la meta principal de la conservación de forrajes es minimizar el daño y las pérdidas de materia seca, lo cual se verá reflejado en el contenido de energía del ensilado, un factor limitante para la producción de leche.

Artículo publicado en Entorno Ganadero 36

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