Factores que determinan el estrés oxidativo en el ganado

Dr. Alejandro Córdova Izquierdo
[email protected]

Blanca Estela Rodriguez Denis
Práctica privada.

A. Emmanuel Iglesias Reyes

Introducción

Un radical libre (RL) son aquellas especies químicas cargadas o no, que en su estructura atómica presentan un electrón impar en el extremo, lo cual le da una gran inestabilidad. Por lo que son capaces de extraer electrones de las moléculas vecinas para completar su orbital, convirtiéndose en componentes altamente reactivos y oxidantes. Se generan a partir de nuestro metabolismo y se encuentran distintos tipos como: Especies reactivas de oxígeno (ROS), el anión superóxido, el anión peróxido, el radical perhidroxilo, el radical hidroxilo y Especies reactivas de nitrógeno (ERN: óxido nítrico, radical peroxinitrito), cuya principal fuente son las mitocondrias, los lisosomas, los peroxisomas, así como la membrana nuclear, citoplasmica y del retículo endoplásmico (Ortiz y Morales, 2013).

Los RL también tienen importantes funciones fisiológicas en el organismo como la participación en la fagocitosis, favorecer la síntesis de colágeno, ayudar a la síntesis de prostaglandinas, activan enzimas de la membrana celular, disminuyen la síntesis de catecolaminas por las glándulas suprarrenales, modifican la biomembrana y favorecen la quimiotaxis, por lo que se puede considerar que son tanto benéficos como tóxicos, dependiendo de su concentración y de los mecanismos antioxidantes que los produzcan (Córdova et al., 2010).

Estrés oxidativo

Los radicales libres se producen generalmente en la célula a través de reacciones de transferencia de electrones, con o sin participación enzimática, pero mediada por iones metálicos de transición. Tienen una vida media en un rango de nanosegundos a milisegundos, por lo que reaccionan con moléculas en su entorno más directo. Estos radicales son: el anión superóxido (O-), radical hidroxilo (OH-) y el óxido nítrico. Existen otras moléculas como el peróxido de hidrógeno (H2O2) que no son radicales libres pero que actúan fisiológicamente como tal y tienen una vida media más larga, estos pasan a través de la membrana y no están cargadas eléctricamente. (Maldonado et al., 2010; Tortolero et al., 2005).

Existe un sistema antioxidante que se encarga de proteger a nuestro cuerpo de los efectos de los RL, por lo que un antioxidante se puede definir como compuestos que impiden los procesos de oxidación y, por lo tanto retrasan o previenen el estrés oxidativo (EO) (Sánchez y Méndez, 2013 Tortolero et al., 2005). Cuando los RL superan los niveles de antioxidantes surge el estrés oxidativo; el cual se representa como una alteración del equilibrio entre las especies prooxidantes y los antioxidantes a favor de las primeras. El incremento del estrés oxidativo puede resultar de un aumento en la producción de precursores de radicales de oxígeno reactivo, un aumento de las especies reactivas del oxígeno, también incrementa la catálisis prooxidantes, de una reducción de los sistemas antioxidantes o de una combinación de todos ellos (Ortíz y Morales, 2013).

Estrés oxidativo en el ganado

Tanto los mamíferos como los peces exhiben respuestas celulares ante el estrés oxidativo; no obstante, el grado de variaciones en los niveles basales de dichas actividades entre especies de peces y en diferentes tejidos es evidente (Castillo et al., 2001). Los daños del EO son de consecuencia críticas para las células y se han asociado a numerosas patologías entre las que podemos mencionar: mastitis, edema de la ubre, déficit en la síntesis de hormas esteroideas en vacas, la miopatía nutricional degenerativa en ovinos, patología relacionada con la deficiencia de vitamina E y Se, en aves se ha asociado con el desarrollo de enfermedades como el síndrome ascítico en pollos de engorde, hígado graso en gallinas ponedoras, en perros y gatos a diferentes problemas clínicos, entre los cuales se encuentran las enfermedades renales, cardiacas, diabetes, asma, así como la inmunocompetencia en edades tempranas debido a la multitud de situación potencialmente estresantes que ponen en riesgo a los cachorros (Castro y Márquez, 2006).

Desde el punto de vista en medicina veterinaria el empleo del término estrés oxidativo emana de los numerosos estudios realizados sobre la base de la importancia de los suplementos vitamínicos-minerales, para prevenir ciertas patologías metabólicas provocadas por el EO (Ochoa y González, 2008).

Eventos que causan estrés oxidativo en el ganado

Muchos eventos ambientales como la contaminación por metales pesados o pesticidas, pueden inducir estrés oxidativo modificando la tasa metabólica de organismos y, consecuentemente, la tasa de producción de ROS. En los invertebrados marinos expuestos a contaminación de origen antrópico puede aumentar la formación de ROS y pueden presentar modificaciones en la actividad de sus defensas antioxidantes, niveles de producción de ROS y vulnerabilidad a éstas (Fassiano et al., 2012). En el caso de la toxicología acuática y ambiental durante la última década el estrés oxidativo ha sido inducido a este campo de interés ya que éste se produce por diversas clases de contaminantes como mecanismo de toxicidad. Numerosas evidencias indican que muchos de estos agentes contaminantes al llegar a cuerpos de agua pueden desencadenar el proceso de estrés oxidativo en organismo que allí habitan, la cual no es debidamente compensada por los mecanismos de defensa antioxidante que posee el organismo (Ochoa y González, 2008).

El estrés oxidativo también puede estar involucrado en otras lesiones inflamatorias glomerulares causadas por una serie de mediadores, incluyendo citoquinas y quemoquinas, las cuales provocan la activación de leucocitos, producción de ROS y un incremento del daño glomerular (Castillo et al., 2001).

Consecuencias del estrés oxidativo en el ganado

Los daños del EO son de consecuencia críticas para las células y se han asociado a numerosas patologías entre las que podemos mencionar: mastitis, edema de la ubre, déficit en la síntesis de hormas esteroideas en vacas, la miopatía nutricional degenerativa en ovinos, patología relacionada con la deficiencia de vitamina E y Se, en aves se ha asociado con el desarrollo de enfermedades como el síndrome ascítico en pollos de engorde, hígado graso en gallinas ponedoras, en perros y gatos a diferentes problemas clínicos, entre los cuales se encuentran las enfermedades renales, cardiacas, diabetes, asma, así como la inmunocompetencia en edades tempranas debido a la multitud de situación potencialmente estresantes que ponen en riesgo a los cachorros (Castro y Márquez, 2006).

En el caso de vacas se ha relacionado al estrés oxidativo, provocado por la disminución en las concentraciones de vitamina E antes del parto, con la aparición de retención placentaria, por acción de los lipoperóxidos o retrasos en la aparición del primer celo. También las hembras bovinas que presentan una mayor generación de ROS en células luteales mostrarán peroxidación lipídica, afectando a sus membranas, causando importantes consecuencias como la pérdida de los receptores para las gonadotrofinas, disminución en la formación de adenosín-monofosfato cíclico o de la capacidad esteroidogénica del cuerpo lúteo durante la involución uterina (Castillo et al., 2001).

En cerdos el EO estados inflamatorios post-destete pueden modificar el estatus de selenio y vitamina E, afectando a la tasa de crecimiento; y no sólo eso, si no también afecta a los espermatozoides disminuyendo sus características fecundantes (Villa et al., 2009; Quiles, 2008).

Y por último en los equinos, tanto de trabajo como aquellos que son utilizados para el deporte, el EO ocasiona claudicación, que está asociada al trama articular que constituye uno de los factores más importantes de invalidez y pérdida de la capacitación de trabajo equino (Müller et al., 2007).

Bibliografía

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  • Castillo C., Benedito J.L., López M., Miranda M. y Hernández J. 2001. Importancia del estrés oxidativo en ganado vacuno: en relación con el estado fisiológico (preñez y parto) y la nutrición; Arch.med vet; 33 (1): 5-20 Quiles A. 2008. Efecto del selenio en la producción porcina. Mundo Ganadero; Septiembre: 42-44.
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Artículo publicado en Entorno Ganadero

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