Fallece Emilio Campos Morales, conocido cariñosamente como “El Negrito Campos”

Con suma tristeza nos enteramos este 4 de septiembre del 2021, del sensible fallecimiento de Emilio Campos Morales, un ícono de la Porcicultura nacional. Emilio Campos Morales realizó sus estudios de Medicina Veterinaria y Zootecnia en la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, siendo miembro de la generación 1966-1970. Asentado en Zapopan, Jalisco, donde se ubica el Despacho de Fito Patología y Producción Animal del cual era su propietario, “El Negrito Campos”, como cariñosamente era conocido, tuvo mucha relevancia en todas las zonas porcícolas del país, principalmente en la región del Bajío y de Jalisco. Hoy, lamentablemente, la División de Ciencias Veterinarias del CUCBA, de donde era profesor jubilado, da cuenta de su sensible fallecimiento. QEPD.

El Dr. Emilio Campos Morales, tuvo una excelente relación con BM Editores, particularmente con nuestro Director General, Dr. Juan Manuel Bustos, y fue así, que, en agosto del año 2020, se le realizó un reportaje que publicamos el día 6 de ese mismo mes.

Hoy, a modo de homenaje “In memoriam”, publicamos parte de ese reportaje titulado “El Negrito Campos”, un Ícono de la Porcicultura Nacional (algunos párrafos han sido modificados a causa de su fallecimiento).

“El Negrito Campos”, un Ícono de la Porcicultura Nacional

Reportaje publicado el día 6 de agosto del 2020 por BM Editores.

“El Negrito Campos”, aún a sus 73 años siguió contribuyendo para revolucionar a la porcicultura mexicana.

Todo un cúmulo de virtudes y características como Conocimiento, Experiencia y Compromiso, Inquietud, Creativo, Investigador e Innovador distinguieron al MVZ Emilio Campos Morales, quien fue propietario del Despacho de Fito Patología y Producción Animal, ubicado en Zapopan, Jalisco.

El Dr. Campos Morales, fue mejor conocido como “El Negrito Campos” o el “Negro de la Piedad”, en las granjas del país, principalmente en la región del Bajío y de Jalisco, compartió sus experiencias sobre sus andares y aportaciones a la porcicultura nacional y los cambios positivos con trascendencia que hizo por el paso de las diferentes empresas en donde laboró, “siempre dejé una huella de cómo se debe manejar una granja o un laboratorio para que este sector sea un negocio”, expresó orgulloso en ese entonces.

En la entrevista el especialista detalló en esa ocasión una breve síntesis de sus largas y extendidas vivencias y sus logros. De esta manera, nos comentó que a la edad de 22 años terminó sus estudios en la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, siendo miembro de la generación 1966-1970; durante su estancia en esta institución, vivió en la granja Experimental de la UNAM, ubicada en Zapotitlán, D.F., en aquellos tiempos, ese centro les proporcionaba hospedaje y alimentación a alumnos con buenos promedios y con afinidad al área porcina. Ahí el Dr. realizó diferentes actividades, en especial la engorda de cerdos y maternidad.

Su visión y mentalidad, primero como estudiante y después como profesionista siempre fue buscar que las empresas fueran eficientes, corregir fallas, sin culpar a nadie y, sobre todo, buscar y encontrar problemas, y dar soluciones.

Después de culminar sus estudios inició su peregrinar en busca de mejores opciones y compartir sus conocimientos y experiencias adquiridas en la Facultad, siendo su primer trabajo profesional, en la dirección General de Salud Animal, en aquel entonces dependiente de la Secretaría de Agricultura y Ganadería.

Lo asignaron en 1972 a la región del Bajío, haciendo diferentes tareas, entre ellas en la Campaña de Erradicación de Brucelosis y Tuberculosis Bovina, en el Laboratorio de Patología de Cerdos que se encuentra ubicado en Irapuato, Guanajuato.

Allí fue donde inició el muestreo de cerdos para las campañas, como estaba asignado al laboratorio de patología de cerdos se podría decir que ahí inició su carrera en la porcicultura, debido al vasto material, tiempo y la inquietud de aprender a diagnosticar a los cerdos, sin ser su especialidad ni lo que prefería en ese entonces.

Su lema siempre fue ¿Por qué los cerdos se enferman? o ¿Por qué tantas enfermedades que no se diagnostican? Y eso hizo que se “enganchara” en el Laboratorio en Irapuato, porque veía que los médicos diagnosticaban septicemia, diarrea con sangre (vibriosis) y cólera, era todo lo que conocían, por lo que empezó a buscarle y a sacar otras enfermedades, “el cerdo tiene muchas y no las buscaban, estaba muy limitado el diagnóstico”, nos contó; fue así que su inquietud lo llevó a investigar más sobre eso, y optó por estudiar más en esta especie. Y recordó que incluso le decían que estaba loco, porque según, inventaba muchas cosas.

Más adelante, empezó a trabajar para la iniciativa privada e ingresó a la empresa La Hacienda, una compañía de alimentos balanceados con sede en la Ciudad de México y en Guadalajara, atendiendo la parte del Bajío y Occidente del país, fue como llegó Guadalajara, Jalisco.

Su gusto por el diagnóstico y la clínica, se vio complementado con el tema nutricional; con esta experiencia atendía a los principales clientes que hacían reclamos en el tema de la alimentación.

Uno de ellos fue el Laboratorio Anchor, que fabricaba el Suero Anticolérico Porcino, tenían problemas y culpaban al alimento; sin embargo, él demostró que el problema era la clostridiasis, porque extraían la sangre del cerdo y le cortaban la cola, era una herida abierta, con la facilidad de contaminarse, a la vez que empezó a buscar cuál era la causa del problema y lo encontró, era de manejo y exceso de humedad y falta de higiene, por lo que resolvió el problema, y debido a ello, la empresa que reclamaba le pidió incorporarse a su equipo.

Anchor era especializado en producción de productos veterinarios para cerdos, y se quedó como Gerente Técnico, a cargo de la producción de sueros, vacunas y bacterinas durante 4 años; había clientes muy fuertes de la Piedad, Michoacán. En una ocasión, se suscitó un problema, y se pensaba que se trata de Fiebre Porcina Clásica supuestamente de una falla en una vacuna, al hacer su investigación y resolver el problema, demostró que no se trataba de FPC, y una vez hecho el diagnóstico, concluyó que se trataba de la enfermedad conocida como Aujeszky, que, en ese tiempo, 1976, aún no se conocía en México, siendo él el primero en diagnosticarla en El Bajío.

¿Cómo la diagnosticó? En sus comentarios dijo que veía que morían otras especies como perros, gatos, conejos, ratas, bovinos y cabras, etc.; dentro de sus conocimientos, él sabía que el Cólera Porcino o Fiebre Porcina Clásica, contagiaba nada más a los cerdos, entonces cuando se presentó una sintomatología, investigó y concluyó que se trataba de Aujeszky, hizo las pruebas biológicas necesarias en conejos y se murieron, concretando así su diagnóstico.

Su afición por los porcinos creció mucho, con la empresa Anchor, le tocó estar en la investigación y desarrollo de productos para cerdos, por lo que lo mandaron a resolver todas las reclamaciones de sueros y vacunas, incluso, le tocó viajar a Asia para visitar clientes en China, Corea, Filipinas, Tailandia y Malasia, viajando prácticamente por todo el sureste asiático.

Después de este trabajo se asentó en la Piedad, los porcicultores lo contrataron hasta 1987; se hizo cargo de las grandes engordas que había en ese tiempo, llegando a manejar alrededor de casi 4 millones de cerdos.

Recordó que, en aquel entonces, se sacaban cerdos de hasta 180 kilos, los cuales eran utilizados aparte de carne, para producción de manteca, y debido la inquietud que las granjas tenían de bajar el tiempo, se abrió un Rastro Tipo Inspección Federal (TIF), propiedad de la empresa Frigoríficos del Bajío (FUD) en Pénjamo, Guanajuato, donde se trabajaba con cerdos ligeros.

Le tocó trabajar con más de cien mil cerdos, 50 mil por granja, con cerdos de compra, por lo que detectaba varias enfermedades, y se logró un cambio de grandes corrales con 250 cerdos a corrales de 25/30 cerdos, empezó a tener engordas de 25 mil puercos y se cambió todo el sistema.

Esto hizo que se vendieran puercos de 105 kilos, con un ciclo de 10 meses de edad, sin embargo, él logró que se sacaran cerdos de 5 meses, y se castraban los lechones al llegar, esto provocó que tuviera enemigos, ya que en esa época se castraban los puercos tanto los machos como las hembras a los 110 kilos; enojando a los capadores que cobraban un peso por cerdo y 3 por puerca, y a quienes, se les bajó la actividad, “les quité el trabajo”, señaló.

Posteriormente trabajó en la empresa Smith Kline Beechan para el desarrollo de la vacuna de Aujeszky, siendo enviado a Nebraska, Estados Unidos, a capacitarse, ya de regreso, estando en La Piedad, en 1978-1979, le tocó atender un problema nuevo, el Síndrome de Ojo Azul, convirtiéndose así, en el primero en reportarlo.

Este trabajo que realizó fue presentado en un Congreso efectuado por la Asociación Mexicana de Veterinarios Especialista en Cerdos (AMVEC), celebrado en Ixtapa, Zihuatanejo, Guerrero, en 1981, posteriormente se publicó en el Mundial de Cerdos, celebrado en México en 1982; también publicó otro trabajo sobre un parásito hemático Eperitrozoon que nunca se había diagnosticado en México y también un problema de Micotoxicosis.

En la parte humana, le gustaba mucho trabajar con el personal, siempre estuvo en contacto con ellos, porque había ocupado cargos de gerente de planta y de producción, entre otros, por lo que consideraba que el personal era el principal recurso que tienen las empresas.

En cierta ocasión, cuando lo pusieron en la planta de sueros de una empresa, le dieron hasta una lista negra de trabajadores y le dijeron que los podía correr si así se requería, pero que tenía que dar resultados, producir, de lo contrario se cerraría la empresa.

Le entregaron un déficit de producción, por lo que cambió todo el sistema, no corrió a ningún empleado, porque era el personal de más antigüedad y más conocimiento, reconociendo que él no tenía la experiencia para manejar una planta de sueros y ellos ya traían más de 10 años de experiencia, entonces los aprovechó y los dirigió para revertir la situación de la granja.

Siempre señaló que al personal hay que cuidarlo y tratarlo bien; “un obrero es un ser humano y para mí siempre ha sido el éxito, apoyarme con el personal, porque gracias a ellos hace uno el trabajo, porque se llega a las metas y objetivos que se establecen”, comentaba con objetividad.

También trabajó durante 34 años en el campo de la docencia tanto en la UNAM, como en la Universidad de Guadalajara, además como Investigador y Profesor de tiempo completo impartiendo las cátedras de Fisiología Veterinaria, Diagnóstico Clínico, Terapéutica, Producción y Clínica de Porcinos, y en la Universidad Cuauhtémoc campus Guadalajara.

En el terreno profesional pero independiente, implementó un sistema de producción que se llama ECM 22-22 (significa Emilio Campos Morales) en los que busca que la cerda dé vuelta cada 22 semanas, que tiene que completar su ciclo y los cerdos lo mismo, desde que nacen hasta que se envían al rastro, en este tiempo tienen que llegar a los 105 o a los 110 kilos.

La cerda debe durar 114 días de gestación, 12 días promedio abiertos y 28 días de lactancia, Ciclo productivo de la cerda. Lo cual se traduce que en 154 días o 22 semanas la cerda debe de cerrar su ciclo.

Ciclo productivo del cerdo de línea: 28 días de lactancia, 14 días en etapa de preiniciación, 28 días de iniciación, 28 días de crecimiento, 28 días de desarrollo y 28 días de finalización o engorda, total 154 días igual a 22 semanas. Por eso la denominación de ECM 22-22.

Con este sistema llevándolo a cabo la cerda debe de tener 2.38 partos por año.

Importante señalar que también recibió reconocimientos a nivel nacional e internacional, diplomas en varios congresos a donde fue invitado, pero hubo uno especial para él, el premio “Jabalí Dorado”, que le otorgó la Asociación de Médicos Veterinarios Especialistas en Cerdos (AMVEC) en 1993, en el marco de su congreso que celebró en esa ocasión conjuntamente con el Congreso de la Asociación Latinoamericana de Veterinarios Especialistas en Cerdos (ALVEC); este reconocimiento le fue otorgado por sus aportaciones científicas a la industria pecuaria.

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“El Negrito Campos”, un Ícono de la Porcicultura Nacional

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