Redacción BM Editores.
Una correcta adaptación de las cerdas primerizas a la explotación es la clave para maximizar la expresión de todo su potencial genético. Además, se ha comprobado que la buena adaptación de la primeriza permite conseguir unos mejores resultados al primer parto, y eso se traduce en una mejor productividad a lo largo de toda su vida productiva.
De acuerdo con la Dra. Gemma Mas, directora Técnica de la UPB Genetic Wolrd, una empresa de larga tradición en genética porcina, señaló que así, sí vale la pena invertir tiempo de calidad en las primerizas, ya que a menudo son los animales más descuidados de la explotación, y a los que se les dedica menos tiempo.
Algunos puntos clave son: reposición en número suficiente para mantener una buena estructura de población en la granja anual de entre 40-45%, pero se tiene que tener en cuenta que un 5% de las cerdas que se entran como nulíparas no llegan a hacer un parto. Las entradas deben ser regulares y programadas con suficiente antelación.
Duración suficiente de la cuarentena. Se deben que tener en cuenta las enfermedades de cada granja. La duración mínima deben ser 6 semanas, pero cuanto más larga es esta adaptación, hasta las doce semanas, mejores son los resultados de las cerdas al primer parto, siempre que se respete el objetivo de edad y peso a la primera cubrición.
Calidad de las instalaciones. Se tiene que disponer de un local de recepción exclusivo para ellas. Estar limpio y desinfectado a su llegada, y se recomienda alojarlas a 1.5 – 2 metros cuadrados por animal. Idealmente debe estar separada de la granja, y si se debe visitar una sola vez al día, siempre al principio de la jornada.
Realizar una correcta adaptación sanitaria. Se debe discutir con el veterinario responsable de la explotación, en función del estatus sanitario de la granja de origen de los animales, así como la granja de recepción.
Se debe entrar la reposición siempre del mismo origen. Se empieza con una vacunación mediante el contacto con cerdas de desvieje, lechones, papel de maternidad, restos de comederos, etc. Se deben tratar y separar inmediatamente los animales que muestren signos de enfermedad en este periodo, y solo pasarán a producción aquellos que se recuperen completamente.
Durante esta etapa se deben alimentar con un pienso de recría especialmente formulado para futuras reproductoras hasta los 115 kg de peso vivo y que no se pongan demasiado musculadas. A la cubrición deben tener entre 13 y 15 mm de grasa dorsal, y una ganancia media en esta etapa de entre 600 y 650 g/día.
A partir de los 6 – 6.5 meses de vida, se debería empezar a mostrar el verraco una vez al día a las primerizas, para estimular el inicio de la vida reproductiva. Si se empieza a edad temprana, se consigue que la misma edad hayan tenido más ciclos, y eso favorece la prolificidad al primer parto.