El rol del MVZ en la promoción de la salud y bienestar de los animales de compañía

Karina Lezama-García
Brenda Reyes Sotelo
Alejandro Casas Alvarado
Adriana Domínguez Oliva
Daniel Mota Rojas
Programa de Doctorado en Ciencias Biológicas y de la Salud.
Neurobiología del comportamiento y bienestar de animales domésticos y silvestres.
Universidad Autónoma Metropolitana. Ciudad de México. México.

Introducción

El médico veterinario tiene la responsabilidad de evaluar el riesgo y beneficio que pueden tener diversos protocolos, esto debido a su participación en la producción, inocuidad, medicina y salud pública. Por otro lado, en los últimos años, los animales de compañía han alcanzado un lugar muy especial en los hogares de los humanos y se han desarrollado conexiones más estrechas con ellos, las cuales han llevado a que los responsables se interesen más en procurar su salud (Martinsen, 2007).

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Del mismo modo, tanto instituciones gubernamentales como privadas a lo largo del mundo, se han dado a la tarea de llevar a cabo campañas de esterilización y tenencia responsable para ayudar a concientizar en el cuidado de la salud animal, así como también para disminuir la sobrepoblación canina (Mota-Rojas et al., 2021; García, et al., 2018). De este modo también se ayuda a disminuir el riesgo en la incidencia de enfermedades infecciosas que afectan, no solo a los animales sino, también la salud pública. Por tanto, el médico veterinario tiene un rol fundamental en la preservación de la salud humana mediante estrategias de vigilancia de las enfermedades zoonóticas (Kahn, 2006). Sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer debido a la alta incidencia de abandono de los perros y gatos en las calles por parte de los propietarios y con ello, la diseminación de enfermedades aparentemente controladas, sobre todo en países en vías de desarrollo (Stöhr y Meslin, 1997).

Es por ello que, el objetivo de este artículo es dar a conocer la importancia del papel que juega el MVZ en el control de la salud de los animales de compañía que es uno de los ejes principales del bienestar animal, por medio de la educación en la tenencia responsable, promoviendo la medicina preventiva, el cuidado reproductivo y el control poblacional, así como difundir el conocimiento de las enfermedades infecciosas y su impacto en la salud pública.

  1. Participación del veterinario en la educación de la tenencia responsable

Actualmente las mascotas son consideradas como miembros de la familia. Los responsables forman fuertes vínculos afectivos con ellos (Julius et al., 2013), que conllevan a la búsqueda de servicios veterinarios para sus animales de compañía (Mitchener y Ogilvie, 2002; Martinsen, 2007). Según la encuesta nacional de dueños de mascotas entre 2017-2018 (APPA, 2018) indicó que la tenencia de mascotas es un fenómeno tan grande donde se observó que el 68% de todos los hogares de Estados Unidos tienen una mascota; donde al menos el 48% poseen un perro y el 38% un gato, y para los cuales destinan en promedio entre $25,000 y $35,000 dólares a lo largo de su vida (Guzman, 2017). Sin embargo, Kirk (2019) demostró que los propietarios de perros otorgan una mayor valoración económica evidenciado pagar más por servicios veterinarios que salven sus vidas, efecto que explica la mejora psicológica del consumidor ocasionada por el sentimiento de propiedad y apego emocional resultante a la mascota.

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Figura 1. La profesión veterinaria ha sido considerada como embajadora del bienestar de los animales de compañía, por un lado, al promover conductas humanas adecuadas para favorecer el entorno de los animales en su práctica profesional y por otro al apoyar a los propietarios en la adquisición de nuevos conocimientos para el desarrollo de habilidades que beneficien a las mascotas en su hogar (Arhant et al., 2019).

Se debe destacar que las actitudes humanas hacia los animales se vuelven cada vez más importantes no solo al hablar del área de conservación sino también de bienestar (Gazzano et al., 2018). Por estas razones, los dueños de mascotas y la sociedad esperan que los veterinarios traten a sus pacientes con un cuidado adecuado y compasión, lo que proporciona una percepción donde el médico veterinario debe aliviar el dolor y sufrimiento (Martinsen, 2007).

Esta expectativa podría resultar en una alta demanda de habilidades profesionales que se traduzcan en una fuente importante de información que favorece el cuidado animal a través de consejos generales sobre temas de ejercicio, entrenamiento y nutrición (Dawson et al., 2016), además de aquellos relacionados con problemas de comportamiento, con lo cual, los responsables se verían beneficiados al  enseñarles  sobre el comportamiento normal y el desarrollo conductual, para así ayudar a la generación de expectativas realistas en cuanto a la mascota que se ha adquirido (Gazzano et al., 2008; Gazzano et al., 2015). Por ejemplo, el conocimiento de ciertas conductas permite al propietario interpretar correctamente las señales de sus mascotas, lo que facilita el entrenamiento aplicando de manera adecuada las motivaciones, y permite modificar o reforzar comportamientos (Hunthausen y Seksel, 2002). Aunado a ello, se ha visto en gatos que un inadecuado entrenamiento o la falta de un entorno ambiental adecuado, podría desencadenar juegos inapropiados, agresión, acicalamiento excesivo, fobias y marcaje inadecuado (Bowen y Heat, 2005).

La práctica veterinaria entonces debe ser reconocida como un servicio integral para las necesidades humanas a través de la tenencia de animales, procurando la interacción en un sistema de práctica abierta cuidando la ética y tomando en cuenta el bienestar por medio de procedimientos profilácticos o clínicos. Como persona, el médico veterinario debe continuar adquiriendo habilidades inherentes a su práctica; así como habilidades sociales que permitan cubrir las expectativas humanas procurando el bienestar animal (Odendaal, 1998).

  1. Promoción de la medicina preventiva

La medicina preventiva tiene como objetivo impedir que los animales se enfermen mediante estrategias de vacunación, manejo, sanidad u otras medidas zootécnicas (Barajas-Rojas, 2020). De acuerdo con la OIE las actividades de prevención y control de enfermedades en animales representan un bien público mundial, para salvaguardar la salud pública y animal (OIE, 2015; del Campo, 2017). De tal manera que el médico veterinario participa de manera activa en la promoción de esta práctica entre los tutores de animales de compañía mediante pautas de vacunación, desparasitación, higiene y alimentación (Baralon, 2012).

El tutor de un animal de compañía a menudo visita al veterinario cuando éste se enferma, por lo general dichas enfermedades no son graves y su tratamiento es sencillo, pero en caso de una enfermedad complicada, el tratamiento puede ser difícil y costoso; además podría ser contagiosa hacia el tutor u otros animales que conviven con él (Castillo et al., 2021).

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Figura 2. La importancia de la medicina preventiva radica en evitar los problemas adyacentes ocasionados por el progreso de las enfermedades infecciosas y el impacto económico que se genera por la atención, uso de medicamentos y el cuidado brindado en una estancia hospitalaria.

En otras palabras, es más económico pagar por una vacuna que pagar por una hospitalización que conlleva gran cantidad de servicios adicionales. Interesantemente, se ha reportado que es común la falta de información acerca de esto en los tutores, por ejemplo, Evason et al. (2021), mencionaron que el 79% de los propietarios reportaron una cobertura baja de vacunación en animales de compañía, y el 89% de los encuestados consideró que la información aportada por el veterinario era importante para mejorar la cobertura de protección. De hecho, Corrigan et al. (2019), sostienen que la falta en la atención de medicina preventiva podría ser por la falta de información y comunicación con los veterinarios. Por tanto, la medicina preventiva se convierte en el vínculo entre la información que aporta el médico veterinario para el cuidado de la salud en animales y la comunicación con la población en general.

La primera línea en esta práctica de medicina preventiva es la vacunación, la cual ha demostrado ser uno de los pilares fundamentales en la prevención de enfermedades tanto en animales como humanos (Cleaveland et al., 2006). El objetivo de la vacunación es prevenir las enfermedades infecciosas, controlar su propagación y la zoonosis, al facilitar la inmunidad en la población (Lund 2012). De hecho, el enfoque de una sola salud (One Health) es la implementación de la práctica de vacunación en los animales de compañía para lograr reducir la prevalencia de enfermedades mortales tales como la rabia en animales y, por consiguiente, en el humano, donde se reporta que el 40% de las personas mordidas por un animal sospechoso de rabia son niños menores de 15 años (García et al., 2020). De acuerdo con Dodds (2021), si se prosigue con el incremento y promoción de la tenencia responsable de los animales, la vacunación resulta fundamental para establecer, no solo la prevención, control y erradicación de enfermedades, sino también para permitir el desarrollo de un sistema inmune efectivo durante los primeros meses de vida en el animal.

Las guías propuestas por la World Small Animal Veterinary Association (WSAVA) enmarcan como vacunas básicas en perros y gatos aquellas contra el virus de distemper canino, adenovirus canino, variantes del parvovirus canino, parvovirus felino, calicivirus felino y herpesvirus felino tipo 1 (Day et al., 2016). Aunque si bien es cierto, se debe considerar la diversidad de hábitats en América Latina al presentarse sistemas ecológicos diversos entre las regiones, es muy difícil poder establecer un protocolo de vacunación en común para los animales ante la diversidad en la incidencia en las enfermedades (WSAVA, 2020). Por ejemplo, en el caso de México la leishmaniasis es una enfermedad que tiene mayor incidencia en el Sureste, en el centro y norte de su territorio (Torres-Guerrero et al., 2017; Sosa-Ávila et al., 2014).

De tal forma que carecería de alguna lógica establecer un esquema de vacunación sobre esta enfermedad en la Ciudad de México, donde su incidencia es nula. Dadas las circunstancias para su formación y preparación, el médico veterinario es el adecuado para orientar a los tutores acerca de cuál sería el esquema idóneo para su mascota. Por esta razón es que es bien aceptada y promovida la vacunación entre los propietarios al ser informados por un veterinario al respecto. Schwedinger et al. (2021), encuestaron a 1480 responsables de mascotas, los resultados indicaron que el 51.6% de los tutores tomaban la decisión de vacunar a su mascota debido a una fuerte influencia de la información aportada por el veterinario. Lo mostrado por estos autores reafirmaría que la comunicación del veterinario con los propietarios tendría una gran influencia en el cuidado de los animales de compañía.

No obstante, algunos denuncian una corriente creciente del movimiento antivacunas que puede llevar a cuestionar la efectividad de éstas en los animales. Esto surge tal vez como un reflejo del comportamiento humano que pretende trasladar dichas ideas en el uso de las vacunas en animales, bajo el argumento que pueden ser dañinos para la salud como han tratado de argumentar en humanos (Wobson-Wes, 2022). Con esta idea se hace necesario que la participación del médico veterinario sea más activa para mejorar la difusión e información del beneficio de la vacunación. Por otra parte, la desparasitación en los animales de compañía, especialmente por el factor de presencia de pulgas o garrapatas, motiva al propietario a usar productos para el control de estos ectoparásitos. Stewart (2012) sostiene que informar al tutor sobre la existencia de enfermedades concomitantes como los vermes pulmonares o los gusanos del corazón puede ayudar a incentivar al propietario a desparasitar a su mascota y promover la medicina preventiva.

A pesar de lo señalado anteriormente, aún no se presenta la adecuada atención para este tipo de enfermedades infecciosas, lo cual se puede ver reflejado en un estudio elaborado por Pennelegion et al. (2020), quienes realizaron una encuesta a 1000 propietarios de perros y gatos, y encontraron que el 97% de perros y el 68% de los gatos tenían un riesgo alto de presentar algún tipo de parasitosis. Sin embargo, la desparasitación promedio era de 3.1 veces al año, menor a lo recomendado por los estándares europeos. Estos mismos resultados fueron encontrados por McNamara et al. (2018) que, tras realizar encuestas a 5001 propietarios, observaron que entre el 85 y el 98% de los perros y entre el 33 – 68% de los gatos presentaban un riesgo alto de manifestar algún tipo de parasitosis, pero la frecuencia de desparasitación fue solo de 2.2 veces al año. Con ello se puede señalar que, al igual que la vacunación, la desparasitación es una práctica que debe ser asistida por algún veterinario para mejorar la perspectiva de cobertura. Por tanto, el veterinario tiene un rol fundamental en la promoción de la medicina preventiva debido a que la información que aporta a la población tiene un impacto directo en la toma de decisiones en relación a la vacunación o desparasitación. Lo cual reduce de manera significativa el riesgo de enfermarse o de transmitir enfermedades zoonóticas.

  1. Cuidado reproductivo y control poblacional en perros y gatos.

En la actualidad existe una población mundial estimada de 500 millones de perros, de los cuales se considera que el 75% son perros callejeros. Esta situación se deriva de la negligencia humana y de la reproducción descontrolada (Marian y Marin, 2013). Y es justamente en este sentido donde radica la importancia de realizar programas para contrarrestar la sobrepoblación canina. Sin embargo, este manejo debe basarse en estrategias comunitarias apropiadas y centrarse en promover la salud de la comunidad, el bienestar animal y reducir el impacto de los perros en libertad en la depredación de ganado y fauna autóctona (Shamsaddini et al., 2022). Muchas organizaciones veterinarias y de bienestar canino abogan por la castración para apoyar el control humanitario de la población canina y felina, ayudar a prevenir zoonosis (Reichler, 2009) y mejorar la salud, el bienestar y la esperanza de vida de los animales, así como disminuir el riesgo de presentar cáncer testicular en perros machos (RVC, 2020; Kustritz, 2012) o piometra (Fukunda, 2001) (Figura 3), quistes o tumores ováricos (Figura 4) y tumores de glándula mamaria en hembras (Hayes et al., 1981; Misdorp, 1988; Kustritz, 2007; Hart et al., 2014).

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Figura 3. Diferentes úteros de perras con presencia de piometra con diversos grados de evolución. Se trata de una enfermedad relativamente común por lo que es indispensable promover la esterilización de las hembras para mejorar su calidad de vida y evitar que se desarrollen este tipo de enfermedades, las cuales pueden poner en riesgo el bienestar y la vida de los animales de compañía y de paso favorecer el control natal al no llevarse a cabo cruzas no deseadas.

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Figura 4. Ovarios con presencia de quistes (A) y tumor (B), en dos perras de edad avanzada que no habían sido esterilizadas por sus responsables.

En países como Estados Unidos, la gonadectomía electiva, ya sea castración en machos u ovariohisterectomía en hembras, es una de las cirugías que se practican con mayor frecuencia (Kustritz, 2007); sin embargo, no en todos los países del mundo resulta una práctica tan popular y recurrente. En un estudio realizado por Faver (2009), se les aplicaron encuestas a 131 estudiantes latinos y se encontró que el 41% de los responsables no querían esterilizar a su mascota ya que planeaban tener un cachorro, mientras que un 25% informó que no esterilizaba a su perro o gato por motivos económicos. Asimismo, de acuerdo con lo reportado por McKay et al. (2009), quienes evaluaron las actitudes de los propietarios de mascotas hacia la esterilización, encontraron que existen prejuicios de género alrededor de este tema, es decir, que las mujeres tenían un 90.2% más de probabilidad de esterilizar a su mascota en comparación con el 80% en hombres, demostrando que hay una limitante desde la perspectiva del género en realizar la esterilización de animales (Salamanca et al., 2011).

Existen datos donde se observa que hay una disminución entre el 15 y 30% en la natalidad en perros con el uso de campañas de esterilización (García et al., 2018; Boey, 2017), en comparación con el 5 a 8% de control con el uso de métodos para la erradicación de la población (Hogasen et al., 2013). Es por ello que las estrategias para el control poblacional por medio de la esterilización en animales se comenzaron a introducir por parte de la Organización Mundial de la Salud, para disminuir las tasas de nacimientos y el abandono de las camadas en las calles (WHO y WSPA, 1990). Uno de los primeros países de Latinoamérica en implementar estas medidas fue Brasil en los años 90s (García, 2009).

Por otro lado, se ha visto que el hecho de que los perros y gatos se esterilicen y posteriormente se den en adopción, ha hecho que el número de adopciones aumente considerablemente, debido a que, para los nuevos responsables, es un factor importante el hecho de que estos animales no se vayan a reproducir posteriormente ocasionándoles todos los problemas que esto conlleva (García et al., 2018). Aunado a ello, los animales que son dados en adopción sin ser previamente esterilizados tienden a ser regresados a los refugios o peor aún, son reproducidos, generando con ello, más sobrepoblación canina o felina que finalmente terminará siendo llevada a refugios, perpetuando de esta manera el problema (Alexander y Shane, 1994).

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Figura 5. Los beneficios de la esterilización de los animales de compañía igual presentan importancia en los aspectos conductuales y de comportamiento (Spain et al., 2004; O’Farrell y Peachey, 1990). Por ejemplo, en el caso de los gatos, se ha observado que el comportamiento de la mayoría de los gatos machos sexualmente intactos los hace indeseables o peligrosos como mascotas. Debido a que la castración reduce sustancialmente estos comportamientos sexualmente dismórficos, se recomienda que todos los gatos machos que no estén destinados a la reproducción sean castrados antes de la pubertad y que todos los machos reproductores sean castrados tan pronto como su uso haya concluido (Kustritz, 2007).

Por todo lo anterior, es importante que se convenza a los propietarios de la importancia de esterilizar a sus animales de compañía lo más prontamente posible, es decir, en edades tempranas (Ortega-Pacheco, 2001), ya que los efectos favorables de dicho procedimiento no solo se expresan en un descenso de sobrepoblación canina, sino que también disminuyendo la probabilidad de desarrollar tumores mamarios u ováricos e infecciones uterinas en hembras, así como tumores testiculares en los machos (Concannon, 1995).

  1. Enfermedades infecciosas y su impacto en la salud pública

La estrecha relación que tienen los animales de compañía, así como los perros callejeros con el humano hace que el riesgo de transmitir enfermedades infecciosas zoonóticas sea cada vez más común (Ratsitorahina et al., 2009; Manteca, 2003; O’Sullivan et al., 2008; Feldman y Carding; 1973; Beck, 1975), ya sea por la convivencia con animales que pudieran ser portadores de estas enfermedades o por medio de mordeduras o ataques a personas u otros animales (García et al., 2012; Mota-Rojas et al., 2021). Dentro de las enfermedades zoonóticas que los animales de compañía pudieran transmitir podemos citar la equinococosis quística (Borhani et al., 2021), rabia (Otranto et al., 2017), leishmaniasis (Quinnell y Courtenay, 2009), helmintos transmitidos por el suelo (Zain et al., 2015).

Es importante considerar que las medidas de salud utilizadas para prevenir y controlar zoonosis se encuentran relacionadas con el grado de desarrollo, nivel de urbanización, estrato social, así como factores socioeconómicos, religiosos y culturales (WHO y WSPA, 1990). Comprender la demografía canina, la ecología y las prácticas de tenencia responsable de perros podría formar parte de la planificación, implementación y seguimiento de programas de control y erradicación de enfermedades como la rabia (Morters et al., 2014).

De manera adicional el tamaño de la población animal estará relacionada con la planificación de costos y recursos necesarios para la vacunación masiva para esta enfermedad y prevenir futuros brotes hasta en un 70% (Dahourou et al., 2021). El ejemplo más claro de esto es el control de la rabia en animales de compañía, donde se ha informado que la incidencia es mayor en regiones donde la urbanización o la capacidad de cobertura de vacunación es menor en comparación con regiones con mayor infraestructura de salud (Xiaoyue et al., 2022). De tal manera que las campañas de vacunación contra este de tipo de enfermedades representan la herramienta fundamental para que la población en general pueda disminuir el riesgo de contraer estas enfermedades. No sobra mencionar que el médico veterinario puede participar de manera activa en la formación de brigadas de salud o información de cómo prevenir, reconocer y reducir la incidencia de estas enfermedades en la comunidad.

Javitt-Jiménez (2013) reportó en un trabajo desarrollado en diferentes comunidades de México, que existe una buena aceptación en general hacia la idea de generar campañas de concientización e información de las enfermedades que afectan la salud de los animales de compañía y que son potencialmente zoonóticas. Este autor concluye que, para la comunidad, es importante entender que las mascotas que no cuentan con un plan sanitario actualizado pueden albergar un agente infeccioso de riesgo para la población en general. En este contexto, en Argentina se ha informado la implementación de campañas de concientización basado en el conocimiento previo acerca de la historia natural de las enfermedades y la preocupación de la población en la atención de dichas enfermedades, posiblemente llevaría a sensibilizar a incrementar la cobertura sanitaria (Perdomo Medina, 2021).

La FAO promueve la aplicación del enfoque “Una sola salud” como parte de la transformación del sistema agroalimentario a favor de la salud de las personas, animales, plantas y el medio ambiente. Esto se traduce en una variedad de agentes y labores relacionadas con la agricultura sostenible, la sanidad animal, vegetal, forestal y acuícola, la inocuidad alimentaria, la resistencia a los antimicrobianos (RAM), la seguridad alimentaria, la nutrición y los medios de vida (FAO, 2023).

Garantizar el enfoque “Una salud” es esencial para lograr progresos con vistas a anticipar, prevenir, detectar y controlar las enfermedades que se propagan entre los animales y los seres humanos, hacer frente a la RAM, asegurar la inocuidad de los alimentos, prevenir las amenazas para la salud humana y animal relacionadas con el medio ambiente y combatir muchos otros desafíos. La adopción del enfoque “Una salud” resulta también fundamental para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) (FAO, 2023).

  1. Conclusiones

A lo largo del documento se puede observar la gran importancia que conlleva la presencia e influencia del MVZ en la facilitación de la información y educación a los responsables de los animales de compañía para que juntos, puedan generar una mejor calidad de vida y bienestar para dichos animales.

De igual forma, la divulgación de la información por medio de campañas de educación en tenencia responsable; la implementación de correctos calendarios de vacunación y medicina preventiva adecuados a cada zona; el desarrollo de campañas de control poblacional, así como el correcto control de enfermedades zoonóticas para mejorar la salud pública, son algunos de los aspectos más importantes en donde, tanto los veterinarios como los responsables de los animales de compañía, tienen en sus manos las respuestas para que el bienestar de los animales y de los humanos se lleve a cabo en óptimas condiciones de “Una sola Salud, Un solo Bienestar”. “Una sola salud” es un enfoque unificador integrado que procura equilibrar y optimizar de manera sostenible la salud de las personas, los animales y los ecosistemas y en donde el MVZ juega un rol trascendentalmente relevante.

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