Recientes avances del Búfalo de agua en México

Daniel Mota Rojas
Fabio Napolitano†
Agustín Orihuela
Daniela Rodríguez
Adolfo Álvarez Macías
Patricia Mora Medina
Aldo Bertoni
Armando Morales
Isabel Guerrero Legarreta

Introducción

En México, en los últimos años la investigación e implementación de sistemas productivos en torno al búfalo de agua (Bubalus bubalis) ha cobrado relevancia, en especial en temas fisiológicos, conductuales, así como en la respuesta termográfica. Con ello se han forjado alianzas de los sectores científico, gubernamental, industrial, productivo y organismos relacionados con la producción bufalina a nivel nacional e internacional. Esta tendencia se ha incrementado gracias a características del búfalo de agua, tales como rusticidad, versatilidad y prolificidad (Berdugo-Gutiérrez et al. 2018; Bertoni et al. 2019b; Guerrero-Legarreta et al. 2019), como se ha documentado en publicaciones científicas y técnicas recientes. Entre estas últimas destacan dos por su transcendencia: “El búfalo de agua en las Américas” con cuatro ediciones y otro titulado “Aplicaciones biotecnológicas en la investigación del búfalo de agua”. Estos documentos son el producto de la recopilación de los hallazgos de investigación aplicada publicados en artículos de revistas nacionales e internacionales de alto impacto, logrando la colaboración de especialistas en las principales temáticas abordadas.

En la presente investigación el análisis se centra en los procesos biológicos, productivos, anatómicos, fisiológicos y conductuales para comprender y proponer opciones orientadas a optimizar el proceso productivo y, en especial, el reproductivo. El manejo obstétrico y perinatológico también es un tema trascendente, dada su incidencia en la gestión de búfalos de agua dedicados a cualquier fin zootécnico. En este sentido, resulta importante asumir que el búfalo de agua (Bubalus bubalis) presenta características anatómicas asociadas con una baja incidencia de problemas en el proceso de parto, tales como una mayor amplitud de pelvis, una quinta vértebra sacra libre, un canal vaginal de fácil dilatación así como estructuras genitales externas alargadas y separadas (Das et al. 2013; Napolitano et al. 2018a; Mota-Rojas et al. 2022d).

Dichas características incrementan la eficiencia reproductiva de estos animales; sin embargo, no los exime de presentar problemas obstétricos y perinatológicos, con el riesgo de provocar morbilidad y mortalidad tanto en la madre como en la cría. Entre estos riesgos se incluyen distocias por causas maternas o fetales, retenciones placentarias con incidencia de infecciones uterinas, ya sea en presentación clínica y subclínica, y prolapsos vaginales, entre otros. Ante esta situación, entre otros, es necesario el desarrollo de estrategias con el fin de evitar lesiones y patologías durante la gestación, el parto y el puerperio tanto en la madre como en la cría, por lo que se hace indispensable la comprensión morfofisiológica y conductual que favorecen el desarrollo de partos eutócicos y la reducción de distocias (Streyl et al. 2012; Mota-Rojas et al. 2019c; Napolitano et al. 2020b; Mota-Rojas et al. 2020c, 2021c, 2022d). Al respecto, el presente subtema tiene como objetivo exponer las características de un parto eutócico (normal) y las posibles desviaciones que se podrían experimentar, hasta convertirse en un parto distócico, marcando las diferencias entre causas maternas y fetales, incluyendo a su vez las características perinatológicas, así como las principales problemáticas observadas en el búfalo de agua recién nacido.

Cabe señalar que una vez finalizada la segunda etapa del parto y cuando se monitorea por personal capacitado, se realiza la supervisión del neonato. Los indicadores evidentes corresponden a la observación de un adecuado funcionamiento de la caja torácica, esto es, sin irregularidades en su respiración y, en caso de ser necesario, posteriormente se coadyuva para que la madre tenga cercanía con la cría con el fin de lamerla y estimularla, así como para remover membranas fetales. Cumpliendo esta etapa se fortalece el vínculo madre-cría (Rodríguez-González et al. 2022a), y se desarrollan conductas de expresión ante cambios fisiológicos, endócrinos y emocionales coordinados por el sistema nervioso central (Coria-Avila et al. 2022). En esta misma etapa, los mecanorreceptores ubicados en el canal cervicouterino y, a su vez, estimulados por el paso del feto, activan señalizaciones a través de la médula espinal hacia el hipotálamo (núcleo paraventricular y supraóptico) para la liberación de oxitocina, coadyuvando en la secreción de dopamina necesaria para el reconocimiento mutuo entre madre y cría.

Por lo anterior, el presente artículo se planteó con el objetivo de integrar los avances científicos relacionados con el búfalo de agua en México en las áreas de investigación relacionadas con productividad, termorregulación, conducta y fisiología destacando como principales subtemas el manejo obstétrico y perinatológico.

1. Manejo obstétrico en la búfala de agua; parto eutócico/ parto distócico (origen de causas maternas y fetales).

La gestación del búfalo de agua tiene una duración aproximada de 300 a 329 días (promedio de 310 a 315) (Mota-Rojas et al. 2019b; Orihuela et al. 2021a; Rodríguez-González et al. 2022a), lapso en el que se producen cambios biológicos, productivos y conductuales. Se ha documentado que diez días previos al nacimiento, el personal ubica a las hembras gestantes próximas al parto en un área donde se mantengan en supervisión continua, con instalaciones destinadas a la maternidad. Dichos espacios proveen un área física cómoda para el desarrollo de un parto normal o eutócico (Bertoni et al. 2019c; Álvarez-Macías et al. 2020; Napolitano et al. 2022c; Rodríguez-González et al. 2022a).

Las investigaciones han podido concluir que el parto se presenta como respuesta ante una cascada hormonal y fisiológica, produciendo cambios conductuales y morfológicos en las futuras madres. Estos eventos alertan al personal capacitado de la finca y le permite identificar que un evento de parto es inminente. El parto es visto como un marcador de oro en la producción zootécnica ya que representa el éxito reproductivo de la especie. En el parto se deben obtener crías para producción de leche o carne, así como el inicio de la curva de producción láctea (Mota-Rojas et al. 2019b, 2022e). Por lo tanto, una deficiencia en este periodo debe ser monitoreado e identificado oportunamente por personal capacitado para implementar las estrategias idóneas, con apoyo de herramientas tecnológicas (Figura 1).

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Figura 1. Ejemplo del uso de herramientas tecnológicas como drones para el monitoreo de áreas productivas, en donde se encuentran búfalas próximas a parto, gestantes, en lactación o búfalos en engorda, en los cuales se evita al máximo el contacto humano-animal en situaciones naturalmente estresantes como el parto.

En este sentido, el parto puede presentarse y diagnosticarse como normal/eutócico o distócico/anormal (Napolitano et al. 2022c). El primero se encuentra dividido en tres eventos de acuerdo con su duración en tiempo: a) preparto (60-70 minutos), b) expulsión del neonato (68±8 minutos) y c) expulsión de las membranas fetales (30 min-9 h) (Napolitano et al. 2020b; Mota-Rojas et al. 2020c, 2022d; Rodríguez-González et al. 2022a).

El evento que da inicio, propiamente dicho, al parto se ve enmarcado por la presencia de contracciones uterinas, junto con la dilatación progresiva del cuello uterino. Además, del acomodo de la cría en el canal uterino, previo a la presencia de contracciones alrededor de 2 a 3 días previos al desencadenamiento del parto, se observa un agrandamiento de la ubre y la edematización de la vulva. Seguido de la inquietud, aislamiento o distanciamiento de la hembra del resto de los animales del hato, evento que pone en evidencia la proximidad del parto. Asimismo, se observa un incremento en la micción 2 horas previas al inicio del preparto (Mota-Rojas et al. 2019c). Una vez que estas etapas se sucedieron, se presenta la secreción de cortisol fetal, que desencadena la síntesis enzimática placentaria para la obtención de estrógenos, oxitocina y PGF2α. Dichas sustancias tendrán un efecto sobre el sistema actina-miosina para dar paso a la generación de contracciones y, con ello, alterar la agregación de fibras de colágeno. Con este paso, se inicia la regresión del cuerpo lúteo (Young et al. 2011; Mota-Rojas et al. 2020c) asociada a cambios conductuales como arqueo, flexión de corvejones, levantamiento de cola o el abultamiento de su base para relajar ligamentos pélvicos (Das et al. 2013; González-Lozano et al. 2020; Napolitano et al. 2022c) (Figura 2).

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Figura 2. Parto eutócico con características específicas observadas en cada fase. Una vez que se alcanza la maduración del hipotálamo fetal, se envían señalizaciones a la neurohipófisis para la liberación de PGF2α, oxitocina y relaxina. Con ello se permite la estimulación dinámica uterina y la excitación de las células miometriales para la relajación y contracción muscular, que son necesarios para la dilatación y expulsión tanto del feto como de la placenta.

Durante la fase de expulsión del feto, las contracciones abdominales continúan. En seguida se presenta la ruptura del saco alantocoroideo, con la liberación de grandes cantidades de oxitocina (González-Lozano et al. 2020; Rodríguez-González et al. 2022a). Una vez que el feto se expulsa, comienza a desarrollarse la tercera etapa del parto. En este periodo, la placenta se expulsa para dar paso a la involución uterina (Mota-Rojas et al. 2019c). Resulta vital monitorear esta fase en cada hembra para identificar posibles retenciones placentarias. Para esta especie, dicha problemática puede presentarse en alrededor del 23% de los casos (Napolitano et al. 2020b; González-Lozano et al. 2020).

Por otro lado, se consideran partos distócicos aquellos que se exceden en tiempo y/o presentan complicaciones que ameriten la intervención humana, para aplicar maniobras físicas o intervenciones quirúrgicas (González-Lozano et al. 2020; Napolitano et al. 2022c). Sin embargo, la detección de partos distócicos en el búfalo de agua es reducida, alrededor del 2% de los casos (Napolitano et al. 2020b). Particularmente en México, Rodríguez-González et al. (2022a) señalan en hembras de la raza Buffalipso, una prevalencia del 1.6% de partos anormales en unidades de producción doble propósito.

La incidencia de partos distócicos puede tener origen tanto fetal como materno. Por ello, se sugiere la observación individual para monitorear aspectos fisiológicos y de comportamiento anómalos. Una vez detectados, atenderlos eficaz y rápidamente. Sólo de esta manera se podrá aumentar el margen de sobrevivencia de la madre y la cría, así como evitar el desarrollo de enfermedades vinculadas al origen del problema (Dubey et al. 2018; Mora-Medina et al. 2018b; Mota-Rojas et al. 2019a; González-Lozano et al. 2020) (Figura 3).

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Figura 3. Principales causas maternas y fetales de distocias en búfalas de agua, para las cuales se recomienda el monitoreo y, en caso de ser necesario, brindar el apoyo e intervención del médico veterinario responsable.

Dentro de las causas más comunes de distocia de origen materno se encuentran la torsión uterina, con hasta un 83% de incidencia del total de partos anómalos en un hato de búfalas Murrah (Srinivas et al. 2007). Esta condición suele tener origen al final de la gestación y causar comprensión vascular grave (Mota-Rojas et al. 2008, 2022h). Se ha sugerido que dicha complicación se origina en productos macrosómicos y/o en la escasa cantidad de líquido amniótico en relación con el tamaño del feto (Noakes et al. 2009; Taverne and Noakes 2019; González-Lozano et al. 2020; Mota-Rojas et al. 2022d). Este tipo de distocia tiene un impacto negativo en los porcentajes de mortalidad en madres y crías, de acuerdo con el grado y duración de la torsión. Por ello, es crucial la oportuna intervención humana para evitar infartos hemorrágicos y ruptura de vasos (Noakes et al. 2009; Tejpal et al. 2017; Mota-Rojas et al. 2022d).

Otras causas maternas son anomalías pélvicas, neoplasias vaginales, uterinas o vulvares, hipoplasias vaginales o vulvares, luxaciones del sacro, cistocele vaginal, pobre dilatación del cérvix o factores como edad, mal manejo o genotipo de la madre. En todas ellas, se observa una obstrucción del canal de parto (Mota-Rojas et al. 2019c; Napolitano et al. 2020b; González-Lozano et al. 2020).

Además de las causas maternas han sido descritas distocias por origen fetal. Éstas inducen un parto prolongado con agotamiento, tanto para la madre como para la cría. Además, se registra una disminución en el vigor del neonato, provocando a su vez dificultad para incorporarse y consumir calostro y, con ello, es común una disminución o nulo consumo de energía e inmunoglobulinas. A largo plazo, el desarrollo de la cría se retarda y en casos de intenso dolor y agotamiento, las crías son vulnerables sin atención o intervención humana, elevando los índice de mortalidad del recién nacido (Mota-Rojas et al. 2020c; Napolitano et al. 2022d, e).

En este sentido, la posición del feto en la expulsión es un factor que puede provocar distocias, con una incidencia de 4% (Holland et al. 1993), en su mayoría posición dorsal posterior (72.8%), flexión unilateral del hombro o del carpo (11.4%), posición caudal (8.2%), con la cabeza flexionada (2.5%) y corvejones flexionados (1.9%) (Holland et al. 1993; Napolitano et al. 2020b).

Durante una distocia, todos los problemas previamente mencionados, podrían convertirse en una emergencia cuando se agotan las posibilidades de extracción del feto. Ante estos escenarios, se deben implementar maniobras físicas, sin embargo, éstas pueden culminar en la extirpación con medidas quirúrgicas, procedimiento denominado como cesárea. Este último conlleva la toma de decisiones relacionadas con las tasas de sobrevivencia, afectaciones en la curva de producción y los efectos económicos inherentes (Mota-Rojas et al. 2022d).

2. Perinatología; el neonato y su termorregulación

Una vez concluido el proceso de parto, la cría experimenta un descenso de temperatura por el cambio ambiental entre el medio intrauterino y el exterior, por lo cual es necesaria una respuesta del sistema nervioso con el objetivo de evitar, en lo posible, la rápida pérdida de calor por valores menores a la zona termoneutral de las crías (Sevegnani et al. 2016; Ewart 2020; Mota- Rojas et al. 2020; Lezama-García et al. 2022a).

Para ello, existen diferentes procesos por los cuales el neonato puede generar calor para mantener en equilibrio termoneutral. En un principio se recibe información de los termorreceptores ubicados en la dermis. Particularmente los receptores de potencial transitorio TRPM8 y TRPA1 se activan y envían señalizaciones mediante fibras sensoriales primarias a niveles cerebrales cuando la temperatura ambiental es menor a 27° y 17°C. Además, con ello se puede propiciar otras respuestas como la activación muscular intensificada o escalofríos, o la producción de calor metabólico con la descomposición del BAT involucrando estructuras cerebrales como el POA y el núcleo parabraquial lateral, el hipotálamo dorsomedial, el rafe pálido y las neuronas motoras de la médula espinal. En este mismo sentido, en el neonato la termorregulación puede generar la activación del BAT en donde las neuronas del POA juegan un papel primordial. Por otra parte, si es activado el mecanismo del escalofrío, las neuronas de la médula espinal juegan un papel importante que se activará de acuerdo con factores ambientales y físicos a los que pueda enfrentarse el neonato (Zhang et al. 2011; Almeida et al. 2015; Mota-Rojas et al. 2022j; Napolitano et al. 2022a; Lezama-García et al. 2022b).

De esta manera, una respuesta coordinada por el hipotálamo produce la vasoconstricción periférica por acción de adrenalina y noradrenalina. Con ello, se modifica el calibre de capilares superficiales que evita el intercambio de calor favoreciendo el mantenimiento de la temperatura central en órganos centrales como el cerebro. Así es como se evita la caída de temperatura y que ésta exceda la capacidad de producción de calor (Lezama-García et al. 2022a). Con lo anterior, el mecanismo de termorregulación se basa en una desviación de la zona termoneutral, evitando que el animal pierda calor por medio de radiación.

Otro mecanismo facultativo ante la pérdida de calor por bajas temperaturas es la termogénesis temblorosa. En este caso la producción de calor se desprende de una respuesta al frío y se inicia con la acción de neuronas del núcleo hipotalámico dorsomedial (DMH) las cuales estimulan el área del rafe pálido (RPa), enviando señalizaciones a neuronas preganglionares simpáticas ubicadas en la columna celular intermediolateral (IML), ocasionando de esta forma el aumento de contracciones musculares (Morrison and Nakamura 2019; Lezama-García et al. 2022a) (Figura 4).

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Figura 4. Mecanismos termorregulatorios neonatales del búfalo de agua (Bubalus bubalis) ante hipotermia. Cuando se detecta temperatura ambiental fría, se activan termorreceptores TRPM8 y TRPA1, desencadenando una respuesta neuronal sobre estructuras espinales (DRG) y cerebrales. Posteriormente, en el centro termorregulador (POA) se recibe la señalización del núcleo parabraquial lateral (LPB). El POA tiene conexiones con el hipotálamo dorsomedial (DMH), conectado a neuronas del rafe pálido rostral (rRPA) y el núcleo intermediolateral (IML). En la médula espinal se producen dos respuestas a través de eferentes simpáticos; la vasoconstricción y retención de calor y la liberación simpática de norepinefrina sobre receptores adrenérgicos del BAT para producir calor. Los escalofríos representan una respuesta adicional, como un proceso generador de calor que depende de las motoneuronas somáticas de la médula espinal.

Asimismo, existe la termogénesis sin escalofríos. En este fenómeno puede generarse calor metabólico con el consumo del BAT, tejido energético que permite su catabolismo mediado por la liberación de norepinefrina en terminales nerviosas para actuar sobre proteínas desacopladoras-1 (ucp-1). Estas proteínas se encuentran presentes en adipocitos mitocondriales, separando la síntesis de ATP para la obtención de calor. Asimismo, se estimula la oxidación de ácidos grasos, siendo crítico para la adaptación de la descendencia estando expuesta la cría a temperaturas frías en el nuevo ambiente al que se enfrenta el neonato (Lezama-García et al. 2022b).

Aunado a lo anterior, se ha indicado que el peso corporal del recién nacido y el proceso de parto (parto eutócico o distócico) generan un impacto sobre la capacidad termorreguladora. Esto es, existe una mayor capacidad de producción de calor por unidad de peso corporal y una superficie más pequeña respecto a su peso. Al respecto Napolitano et al. (2022a) concluyeron en un estudio realizado con 109 bucerros de diferentes pesos que los animales con bajo peso al nacer (Q1=37.8- 46.3 kg) vs los recién nacidos con mayor peso (Q4= 56.4- 60.3 kg) son más susceptibles a mortalidad por hipotermia debido a las escasas reservas energéticas que aportan las grasas. Ante estas circunstancias se sugiere el monitoreo de temperatura y la ingesta de calostro para promover el mecanismo de termorregulación como un acto fundamental en la gestión zootécnica del recién nacido (Napolitano et al. 2022d, a).

Por otra parte, ese mismo grupo de investigación indicó que en neonatos con menor peso, se observa una disminución del consumo de calostro en comparación con animales de peso medio a alto. Por ello, es necesaria la administración de alimentos para la obtención de suministros energéticos, proteicos, vitamínicos, hormonales e inmunológicos requeridos para la activación de los mecanismos de termorregulación, compensación de inmunidad pasiva y promoción de la vitalidad y mantenimiento de un adecuado estado de salud y desarrollo de la cría (Guzmán and Olivera-Angel 2020; Napolitano et al. 2020b, 2022d; Rodríguez-González et al. 2022a; Mota-Rojas et al. 2022i). Por el contrario, la poca disponibilidad de calostro o su ingestión cuando es de baja calidad o fue manejado inadecuadamente, aumenta los porcentajes de morbilidad y mortalidad en las crías que lo consumen (Barry et al. 2019).

Lo anterior afecta incluso la calidad de las inmunoglobulinas presentes en el calostro, ya que modifica la abundancia y su biodisponibilidad (Napolitano et al. 2022d). Al respecto se sabe que, para el búfalo de agua, las IgG (tipo de inmunoglobulinas más abundantes en el calostro de rumiantes) son esenciales para la activación de mecanismos de respuesta contra la presencia de virus y bacterias. En cuanto a su función, las inmunoglobulinas tipo IgA son necesarias para la protección de sustancias ajenas al organismo y las IgM son responsables de responder ante una infección, obviando la importancia de su consumo y transferencia en el búfalo recién nacido (Dang et al. 2009; Napolitano et al. 2020b, 2022d). Por otra parte, no solo es importante proporcionar calostro de calidad al bucerro, también es necesario proporcionarlo durante las primeras horas de vida, debido a que el neonato presenta cambios morfológicos en la mucosa intestinal durante las primeras 24 a 36 h posteriores a su nacimiento, ya que después de este lapso la permeabilidad y absorción se vuelve limitada (Murray and Leslie 2013; Mora-Medina et al. 2018b; Villanueva-García et al. 2021).

Asimismo, cuando no se realiza un adecuado cuidado perinatológico pueden presentarse enfermedades y, en casos extremos, hasta la muerte de la cría. Se conoce que las causas que afectan a la madre pueden variar de acuerdo al manejo en el hato, siendo las principales la incidencia de distocias, partos prematuros o gemelares, fetos macrosómicos o la diferencia entre el diámetro de la pelvis con respecto al tamaño del producto (Martínez- Burnes et al. 2020; Martínez-Burnes et al. 2021). En relación con el neonato, además de un nulo o deficiente seguimiento del proceso de parto, puede presentarse mortalidad debido a hipotermia (origen del 10-20% de mortalidad), hipoxia neonatal que altera la capacidad de succión, bajo peso al nacer, agotamiento a causa de un parto anómalo y deficiente consumo de calostro (Osilla and Sharma 2019; Mota-Rojas et al. 2021e).

La incidencia de mortinatos es de origen multifactorial. Algunas causas se han atribuido a los fetos en cuanto al tamaño y peso del neonato, así como su nutrición. Otras provienen de la madre como el número de partos, duración de la gestación, factores genéticos y partos distócicos. También se han incluido variables ambientales y temporadas del año como factores de riesgo, en los cuales se deben implementar medidas precautorias y proporcionar un ambiente seguro, minimizando la presencia de factores estresantes. Por lo que se hace imprescindible monitorear a la madre durante el parto, siendo necesario analizar los factores de riesgo asociados a la incidencia de mortinatos y morbilidad neonatal y sus consecuencias ginecobstétricas (Mota-Rojas et al. 2022g).

3. La impronta

El primer contacto de la cría es con la madre y se vuelve su principal fuente de aprendizaje de los comportamientos necesarios para su desarrollo, el entorno físico y social estableciendo un vínculo conocido como impronta (Mora-Medina et al. 2018b; Orihuela et al. 2020). La impronta se ha definido como un vínculo selectivo y bilateral de aprendizaje con la acción y activación de mecanismos neurológicos con el objetivo de fomentar el cuidado materno (Mota-Rojas et al. 2021c; Orihuela et al. 2021a).

Las conductas en la primera hora de vida se conocen como periodo sensible en el cual se incluyen actos como acicalamiento para la promoción del vínculo madre-cría que se lleva a cabo mediante la vista, olfato, lamido y vocalización. Además, la impronta tiene un efecto sobre la capacidad termorreguladora, ya que la madre limpia y seca el pelaje del neonato, evitando la caída abrupta de la temperatura superficial de la cría (Mota-Rojas et al. 2020e; Orihuela et al. 2020; Mota-Rojas et al. 2020g; Napolitano et al. 2022c) (Figura 5).

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Figura 5. Formación y mantenimiento del vínculo madre-cría. A. Parto de búfala en donde se presenta el periodo sensible para adquirir la información del entorno mediante estímulos somatosensoriales. B. Reconocimiento mutuo asociado a la plasticidad cerebral, en donde se involucran estímulos táctiles, visuales, auditivos y olfatorios entre unos cuantos minutos a escasas horas post parto. C. Vínculo madre-cría concluido, a pesar de ello la búfala permite el amamantamiento de crías ajenas.

Durante la impronta y el periodo sensible, la cría adquiere conocimientos respecto al entorno físico por medio de estímulos sensoriales y el reconocimiento mutuo (madre-cría) mediante la plasticidad cerebral. De este modo, la intervención humana durante este periodo sensible tiene un impacto que puede provocar la ruptura del vínculo, desencadenando problemas sociales y conductuales en la cría, además del rechazo de la madre, limitando su atención y cuidados tales como el amamantamiento, así como la ingestión de calostro y leche necesarios para su crecimiento y sobrevivencia (Madigan et al. 2006; Orihuela et al. 2020).

En el periodo sensible se desencadenan canales de comunicación sensorial para el desarrollo de familiaridad social. En este periodo se involucran todos los sentidos, así, la impronta táctil requiere el contacto físico entre madre y cría. Por ejemplo, mediante el lamido la madre estimula la respiración, circulación y expulsión de heces y orina del bucerro. En la hembra, el consumo de membranas fetales (placentofagia) disminuye el dolor post-parto (Mota-Rojas et al. 2020g).

Por otra parte, la impronta olfativa considera la captación de sustancias químicas volátiles a partir de receptores acoplados a proteínas G sobre el epitelio olfatorio principal y el órgano vomeronasal (VNO), proyectando señalizaciones hacia el bulbo olfatorio, el núcleo paraventricular (PVN) y el núcleo supraóptico (SON) para la síntesis de oxitocina y almacén de información en la porción medial de la amígdala (MPOA), propiciando respuestas emocionales ante estímulos externos (Orihuela et al. 2020, 2021a; Rodríguez-González et al. 2022a; Mota-Rojas et al. 2022a).

La impronta visual tiene como objetivo el reconocimiento mutuo. En esta interacción se proyectan estímulos visuales a través del nervio óptico hasta el lóbulo occipital (LOcc) y es en el núcleo geniculado lateral (LGN) en donde se decodifican señales para su transformación en características físicas visuales (Orihuela et al. 2020).

Por último, la vía de comunicación auditiva produce el reconocimiento mediante vocalizaciones con patrones auditivos. Este proceso es bidireccional e incluye la participación de un emisor y un receptor de patrones reconocibles (Orihuela et al. 2020; Rodríguez-González et al. 2022a). Estos sonidos son emitidos y proyectados hacia el tálamo auditivo para la activación de señales hacia el PVN y la corteza auditiva (Mota-Rojas et al. 2021c, d; Orihuela et al. 2021b, a).

Además, durante la formación del vínculo madre-cría, se ha descrito la acción de hormonas necesarias en la atención y cuidado materno posparto, tales como estradiol, progesterona, glucocorticoides, prolactina, β-endorfina y dinorfina, en conjunto con neurotransmisores como epinefrina, dopamina, norepinefrina, ácido glutamato gamma-aminobutírico (GABA) y oxitocina, los cuales además de favorecer el desarrollo del comportamiento materno y contracciones uterinas durante el parto, también juega un rol relevante en la lactancia y la eyección láctea (Orihuela et al. 2020; Mota-Rojas et al. 2022e; Napolitano et al. 2022c; Rodríguez-González et al. 2022b).

4. Importancia de la cría en el sistema de producción lechero y doble propósito

Durante la primera lactancia, en el ordeño de búfalas es común observar la presencia de la cría durante la ordeña manual, debido a la estimulación somatosensorial que ejerce la cría sobre la hembra, lo cual es necesario para la liberación de oxitocina a torrente sanguíneo durante la eyección láctea. En esta situación, el bucerro ejerce una función visual, táctil, auditiva y olfativa sobre la madre que induce el vaciado de leche alveolar y de la glándula mamaria (GM) para la obtención de leche (Napolitano et al. 2013; Mora-Medina et al. 2018a; Costa et al. 2020; Bertoni et al. 2022b; Rodríguez-González et al. 2022a; Napolitano et al. 2022b).

Además, la presencia del bucerro durante el ordeño manual disminuye los tiempos de estimulación para la eyección láctea y el tiempo de ordeña (actividad que demanda mayor tiempo en una unidad de producción). Asimismo, se favorece la disminución de problemas por mastitis, cuyo origen sea la permanencia de leche en glándula mamaria por un ordeño deficiente (Espinosa et al. 2011; Mota-Rojas et al. 2019b; Bertoni et al. 2020b; Mota-Rojas et al. 2020f; Bertoni et al. 2022a; Napolitano et al. 2022c).

Además de tener beneficios sobre la capacidad y tiempo de eyección láctea, en sistemas de producción doble propósito, esta actividad genera un efecto positivo sobre el desarrollo y crecimiento de la cría, evitando también la manifestación de mecanismos anormales asociados a la separación prematura de la cría y la madre (Mora-Medina et al. 2018b). Por lo anterior, las crías siguen diversas rutinas debido a su participación en la ordeña ya que, por temas logísticos, pasa parte del día con la madre y el resto del tiempo con sus congéneres de edades similares que eventualmente serán identificados como búfalas de remplazo o búfalos destinados a la engorda parcial o hasta su finalización.

Otra etapa crítica en la producción bufalina corresponde al manejo zootécnico. Por ejemplo, en cada etapa de traslado o movilización de un corral a otro, de una pradera a otra o fuera de la unidad de producción, se pueden presentar métodos y prácticas que desencadenen problemáticas térmicas, conductuales y fisiológicas, principalmente cuando no minimizan, pero sí agravan los efectos negativos como el estrés, dolor y ansiedad, tanto en crías, como en búfalos de diferentes etapas y fines zootécnicos. De esta forma, Rodríguez-González (2023) evaluó a 81 crías divididas en recría 1 (n=45, menores a 2 meses) y 2 (n=36, mayores a 2 meses). Se develaron cambios en la microcirculación dérmica de siete ventanas térmicas (carúncula lagrimal, periocular glándula lagrimal, canal auditivo, nasal, regiones torácica y abdominal), durante las fases que rutinariamente atraviesa un bucerro de raza Buffalipso en actividades rutinarias, tales como corrales de descanso con y sin arreo ni manejo previo inmediato, preordeña, ordeña, post ordeña, potrero y arreos. Se concluye que factores de manejo, como el arreo, incrementan la temperatura superficial en todas las ventanas estudiadas. Asimismo, se observó que animales en corral de descanso, sin arreo previo inmediato, presentan las menores temperaturas, lo cual pudo verse influenciado por factores ambientales como el horario de la toma de capturas y la sombra natural brindada a los bucerros (Figura 6).

Recientes avances del Búfalo de agua en México Recientes avances Bufalo 6

Figura 6. Imágenes radiométricas de la región facial de bucerros movilizados dentro de la finca o rancho. Identificación y delimitación de la carúncula lagrimal, la cual permite evaluar la radiación que emite la arteria infraorbital. Esta arteria presenta ramificaciones simpáticas del nervio facial. A. Bucerro en corral de descanso, sin previo arreo (temperatura máx. 36.9°C, min 33.8°C y promedio 35.6°C) vs B. Bucerro durante ordeña (temperatura máx 37.6°C, min 35.1°C y promedio 36.6°C). En comparación, se muestra una elevación en los valores en la temperatura de la carúncula lagrimal en el caso C. Bucerro en sendero o vereda durante arreo mixto (temperatura máx. 39.0°C, min 37.6°C y promedio 38.2°C) y D. Bucerro en corral de descanso posterior arreo desde potrero (temperatura máx. 38.0°C, min 35.5°C y promedio 37.1°C). Se concluye que se observan marcados aumentos en la temperatura superficial de la carúncula lagrimal cuando la cría es movilizada, en comparación con crías mantenidas en reposo (corral de descanso y durante la ordeña).

En este sentido, es necesario mantener un manejo adecuado durante las movilizaciones de los animales dentro de la unidad de producción debido a que, por las características particulares del búfalo de agua, tales como una baja densidad de pelo, un elevado grosor de la epidermis y gran concentración de melanina, así como una menor cantidad de glándulas sudoríparas, lo vuelve susceptible a presentar estrés térmico en el trópico húmedo mexicano. Si no se consideran estos elementos propios de la especie, se pueden generar mermas económicas, debido a la baja en el consumo de alimento lo que, a su vez, influye en una disminución en las tasas de crecimiento de las crías durante las primeras etapas de su vida (Napolitano et al. 2018b; Mota-Rojas et al. 2019b; Bertoni et al. 2020c, d, e; Mota-Rojas et al. 2022i).

Conclusiones

Como se ha podido evidenciar, la adopción del búfalo de agua por parte de los productores va en aumento y, además, también ha sido un tema de investigación creciente, ya que se trata de un animal rústico, capaz de utilizar el forraje de mala calidad como fuente de alimentación y, en ciertas unidades productivas, estos ejemplares tienen cuatro fines zootécnicos, lo que lo hace un animal muy flexible y eficiente, con lo cual se ha incrementado en número de ejemplares en nuestro país. Los búfalos tienen ventajas y desventajas en su morfología, por ejemplo, las hembras de búfalo de agua cuentan con baja proporción de partos distócicos en relación con los partos eutócicos. Y hay menor compromiso en la sobrevivencia de las crías.

Es un hecho que un animal de engorda está sujeto a ambientes desafiantes, sin embargo, si se controlan los estímulos negativos con la capacitación del personal y se mejora la interacción animal-humano, la carne de búfalo ofrece mejores posibilidades organolépticas, nutricionales en comparación con la carne de bovinos tradicionales.

Es necesario implementar estrategias de monitoreo no invasivo en los hatos bufalinos con herramientas tecnológicas que permitan detectar oportunamente e implementar acciones correctivas de manejo para la sobrevivencia de madres y sus crías; así como detección de temperaturas corporales que no comprometan la zona de termoneutralidad de los búfalos.

Si bien, se han desarrollado estudios para entender de mejor manera los aspectos productivos, reproductivos y conductuales del búfalo de agua en México, al ser una especie novedosa que sustituye al ganado bovino tradicional, es necesario desarrollar investigaciones puntuales que den cuenta de las características particulares de la especie y, sobre todo, de las bondades productivas del búfalo de agua, que también permita el desarrollo de políticas públicas que favorezcan el bienestar de esta especie a lo largo de la cadena productiva, es decir, desde la granja hasta la mesa del consumidor.

BIBLIOGRAFÍA

Para mayores detalles de este y otros temas consulte la cuarta edición del libro “El búfalo de agua en las Américas: comportamiento y productividad”.

www.researchgate.net

Artículo publicado en “Entorno Ganadero Diciembre- Enero 2023

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