Desafíos agropecuarios México 2025

  • Escasez de agua, crisis de producción y de mercados.
  • El conjunto de elementos pinta un cuadro complejo para el sector agroalimentario de México hacia 2025.

César Rafael Ocaña Romo. M.Sc. in International Agricultural Sciences. Humboldt Universität zu Berlín, Alemania.  Consultor y Director en NexusAgronegocios, actualmente cursando Máster en Agro 4.0, en la Universidad Católica de Ávila, España.

Contexto local y global

El panorama agrícola de México en el noroeste enfrenta una coyuntura crítica, marcada por una disminución significativa en la superficie de siembra de trigo con 66% menos en Sonora y una reducción de 85 a 90% de maíz en Sinaloa, ambas por escasez de agua. Esta no solo es una crisis regional, se le suman al déficit hídrico del sector las fluctuaciones y baja en los precios internacionales de los granos, aumento de precios de insumos, descapitalización, falta de infraestructura  y una notable necesidad de apoyo público a la producción y rentabilidad de estos cultivos, factores que amenazan la buscada soberanía y seguridad alimentaria del país.

Crisis de producción de granos

La reducción en la siembra de trigo y maíz provocará un déficit de granos que se solventará con mayores importaciones y no descartando posibles afectaciones a precios de los alimentos básicos y la estabilidad de las cadenas productivas. Este panorama se enrarece aún más con el debate sobre el maíz transgénico, exacerbado por la reciente pérdida en el Panel de controversia del T-MEC. A pesar de la prohibición del consumo humano directo de maíz genéticamente modificado por su presunto impacto en la salud humana -y que en ningún momento se ha dejado de importar-, la política pública parece concentrarse en la protección simbólica del maíz criollo y la biodiversidad, sin abordar los problemas estructurales que afectan a los campesinos.

El gobierno mexicano enfrenta la paradoja de conservación del maíz criollo mientras importa maíz genéticamente modificado para uso pecuario y prohíbe su siembra a los agricultores mexicanos. Bajo el status-quo vigente no se ven ni auguran resultados respecto de bajos rendimientos, mejora al acceso de mercados rentables y de ataque frontal a la pobreza para este segmento de productores.

Gestión y Crisis Hídrica

La crisis hídrica y las menciones de los titulares de SADER y SEMARNAT de modificar la Ley de Aguas Nacionales son temas muy sensibles para el país. Aunque el sector agrícola es el mayor consumidor de agua disponible con un 76%, la utilización que se le da es fundamental para la seguridad alimentaria y su porcentaje no implica un mal uso generalizado.

El problema del agua no es exclusivo de la agricultura; las ciudades tienen pérdidas de hasta 35% de su consumo por deficiencias en sus redes urbanas de distribución. El “uso agrícola del agua” está descontextualizado. Es fácil señalar que la agricultura utiliza la mayor parte del agua, pero es necesaria para la producción de alimentos que todos consumimos, sin embargo, otros sectores bajo gestión gubernamental, como el urbano, tienen pérdidas altísimas, lo que destaca la necesidad de un enfoque más integral y eficiente que abarque agricultura, consumo urbano, industria e infraestructura.

Desafíos en Sanidad Pecuaria

La sanidad pecuaria también enfrenta desafíos significativos, como lo demuestra la prohibición todavía vigente al 14 de enero del actual, a la importación de ganado mexicano por parte de Estados Unidos debido a la detección del gusano barrenador. Mientras la frontera norte permanece cerrada para el ganado mexicano y a la espera de su reapertura, la frontera sur sigue abierta, aunada la entrada ilegal de ganado, por lo que el desbalance en la gestión sanitaria entre el norte y el sur del país pone en peligro la producción nacional y las exportaciones ganaderas, generando preocupaciones sanitarias y económicas.

Conclusión

En conjunto, estos elementos pintan un cuadro complejo para el sector agroalimentario de México hacia 2025. Los productores siempre hacen su labor, que es producir, no obstante es toral que las políticas públicas adopten un enfoque más holístico que no solo responda a los desafíos actuales, sino que también anticipe y mitigue futuros problemas.

El diagnóstico del uso y manejo del agua debe ser integral, abordando tanto la agricultura como las ineficiencias urbanas y la falta de monitoreo en todos los sectores. La crisis hídrica no se resolverá solo con cambios legales. La Ley de Aguas Nacionales no se implementa adecuadamente. Esto afecta no solo a la agricultura, sino también a sectores urbanos,   industriales y sociedad en general.

Resolver la crisis hídrica requiere invertir en infraestructura, tecnologías de riego, modernización de redes urbanas, un sistema eficiente de monitoreo y sanciones, y muy probablemente el marco legal actual pudiera dar para ello.

Cerrar la puerta a la biotecnología limita opciones para mejorar la productividad. Alternativas híbridas pudieran ser un acceso regulado a las biotecnologías junto con programas para fortalecer la producción local, preservar variedades nativas y mejorar la calidad de vida de los campesinos marginados.

En sanidad animal persiste la necesidad de implementar controles sanitarios más estrictos y eficientes en la frontera sur de México y en el trasiego de ganado dentro del país para proteger a los productores locales y asegurar la calidad del ganado en los mercados internacionales.

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