Redacción BM Editores
El presidente de la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia (ANCTL) y propietario de la divisa de Pozohondo, Ramiro Alatorre, dijo que, en caso de aprobarse una reforma a nivel federal sobre la corrida de toros que no incluyan el tercio de varas, banderillas y la suerte suprema, el efecto sobre el ganado bravo sería “inmediato”, ya que el 90% se enviaría al matadero en un año y medio.
Alatorre transmitió así el rechazo de las 257 ganaderías de lidia que representa la ANCTL, de las cuales “el 95 % crían exclusivamente ganado bravo” preparados para participar en corridas de toros.
Los criadores consideran la reciente ley aprobada en el Congreso de la Ciudad de México como “una prohibición velada”, por lo que su negativa a proveer toros para espectáculos bajo estas condiciones es rotunda.
El ganadero Sergio Hernández del Hierro, propietario del Rancho Seco, con más de 100 años de existencia, explicó que al no castigar al toro bravo “para liberar endorfinas, liberar la congestión y respirar mejor”, se corre el peligro de que el animal muera de un infarto.
La cuestión más amenazante para el sector es la económica. La experiencia de Quito con las corridas sin muerte desde 2011 demostró la inviabilidad de esta modalidad de tauromaquia, llevando al cierre de la plaza de toros por falta de público, señaló Alatorre.
El resultado en México sería que “las 118 mil cabezas de ganado bravo que pastan en las 170 mil hectáreas en campos mexicanos” serán sacrificadas en mataderos para destinarse al consumo humano, apuntó el presidente de la ANCTL.
Alatorre afirmó que las autoridades no les dieron “propuesta alguna” ni les “consultaron”, ante el impacto de este nuevo escenario para el sector.
Señaló que estudios realizados por la ANCTL muestran que en los ranchos de ganado bravo la fauna es cuatro o cinco veces mayor que en las haciendas sin ellos.
Añadió que solo entre el 7 y 8% de los toros mueren en la plaza, lo cual “permite mantener el resto de cabezas de ganado bravo”.
El ganado destinado al consumo de carne vive entre 12 y 18 meses, mientras que “el de lidia vive entre 5 y 6 años”, aseguró.
Julio Uribe, del Hierro de Torreón de Cañas, coincidió en la negativa a enviar a sus toros a corridas sin sangre, pues se acabarían por “mezclar” vacas bravas con sementales para el consumo de carne.