Redacción BM Editores.
El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) lanzó la Estrategia Sectorial de Bioeconomía para México (ESBAM), con la finalidad de aprovechar los desechos de cultivos para transformar y adaptar los sistemas agroalimentarios al cambio climático y, al mismo tiempo, fortalecer la seguridad alimentaria.
La bioeconomía representa una oportunidad para el aprovechamiento de residuos de cultivos agrícolas y la creación de bionegocios inclusivos, sobre todo en países como México que tienen una megadiversidad y posición geográfica estratégica para el comercio internacional.
La propuesta propone transformar la biomasa de todas las cadenas productivas para convertirlas en productos innovadores, sanos e inocuos, para alcanzar la meta de alimentar a una población en constante crecimiento.
Se estima la disposición un rango de desperdicio de 30 a 40 por ciento, según la cadena productiva, y que un 70 por ciento de los alimentos producidos en el país pasan por una de las 66 centrales de abasto de México.
En los próximos años será difícil mantener el modelo económico tradicional, porque cada vez están más comprometidos los recursos naturales (agua y suelo) y hay mayores demandas sociales, de ahí la necesidad de adaptarse a los nuevos retos y trabajar en la transición agroecológica basada en ciencia y recuperación del conocimiento ancestral de los campesinos, en beneficio de los productores, su agroindustria y los consumidores.
En un primer mapeo de los instrumentos de política pública relacionados con bioeconomía, se cuenta con 21 programas sociales implementados, 12 en la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, 8 en la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y uno en la Secretaría del Bienestar.
El representante del IICA en México, Diego Montenegro, manifestó que la propuesta de la ESBAM atiende a la necesidad de transformar los sistemas agroalimentarios actuales, fomenta el desarrollo de bioemprendimientos, la innovación y la tecnología e impulsa el uso eficiente de los recursos naturales y reutilización de la biomasa residual agrícola como insumos en nuevos procesos industriales.
Apuntó que, la bioeconomía tiene potencial para convertirse en una apuesta estratégica para el desarrollo sostenible de América Latina, región que cuenta con una amplia riqueza biológica y una sólida base de capacidades humanas, productivas y científicas, que se convierten en ventajas comparativas.
La adopción de la bioeconomía promete un nuevo paradigma de desarrollo más competitivo y sostenible, y también uno más inclusivo, puesto que tiene el potencial de cerrar las brechas económicas, sociales y ambientales, afirmó Montenegro.
El coordinador de proyectos del IICA México, Alejandro Dávila, expuso las acciones de corto plazo de la estrategia de bioeconomía, que incluye sistematizar casos exitosos, mapear los instrumentos de política pública relacionados con bioeconomía e incorporar la bioeconomía en los planes estratégicos de los sistemas producto.
Dávila destacó que se cuenta con dos instrumentos metodológicos para recabar información de Sistemas Producto (Sisproas) relacionados y una Guía Metodológica, de la que ya se tiene un borrador.
Además, de una serie de entrevistas a informantes clave del sector público y privado para fortalecer las investigaciones, abundó.