MVZ. René C. Frappé M., Dr. HC.
-¿Verdad que es bueno que un veterinario tenga rancho?- Pregunta un estudiante. -Es mejor que un rancho tenga veterinario- Le contesté.
En una u otra forma, esa combinación es exitosa y cada vez más frecuente y ha dado lugar a una élite de compañeros, ya que muchos ganaderos están enviando a sus hijos a estudiar en alguna de las más de cuarenta escuelas o facultades del país o del extranjero.
Esta fórmula, a primera vista es buena, sin embargo, hay que hacer algunas consideraciones:
Algunos estudiantes de este origen, no suelen ser los mejores, pues saben que si fracasan en sus estudios de todos modos van a heredar el o los ranchos.
Aunque otros son inteligentes, estudiosos, trabajadores, no les estorba tener dinero, tienen una mente progresista; con gran iniciativa y pronto se transforman en excelentes profesionales. Como cuentan con suficientes medios económicos, continúan preparándose en el país o en el extranjero. Toda su preparación la reflejan en los métodos de producción de su rancho.
Algunos compañeros fundan una granja o rancho cuando han reunido capital y experiencia.
A veces cuando un joven estudiante o profesionista se integra al negocio familiar, trata de cambiar algunas prácticas rutinarias u obsoletas, choca con sus mayores, pero cuando vence las resistencias y demuestra la bondad de sus ideas, incrementando la productividad de la empresa disminuye las pérdidas, redunda en el progreso local y del país.
Este fenómeno es la esperanza del progreso general, como se demuestra en el producción de leche, carne o huevo en el país.
Este fenómeno social tienen varios ejemplos que conocemos. El caso del ahijado de un rico ganadero que pagó los estudios del joven y cuando se tituló, quería tenerlo como esclavo, de un rancho a otro sin distraerse en otra actividad. El veterinario no soportó esa situación y busco un empleo y abandonó a aquel tirano.
Es otro caso, un joven veterinario se enamoró de la hija del ganadero más rico de la región. El día de la boda el suegro le advirtió: Te llevas a mi hija, pero con mi ganado no te metes.
Artículo publicado en Los Avicultores y su Entorno Vol. No. 87
