Dr. Eligio Gabriel Salgado Hernández.
Departamento de Medicina y Zootecnia de Rumiantes. FMVZ UNAM.
Resumen
La cetosis se caracteriza por la alta concentración de cuerpos cetónicos en la sangre y otros líquidos corporales, esto se presenta en las primeras semanas posparto en las vacas lecheras, dependiendo de la concentración y de los signos clínicos podemos clasificar a la cetosis en clínica o subclínica.
Previo al parto las vacas lecheras disminuyen su consumo de alimento debido a diversos factores al mismo tiempo, la demanda de energía y nutrientes aumenta para la síntesis de leche, para satisfacer los requerimientos de energía la vaca moviliza grasa del cuerpo y en el hígado se transforma en glucosa, una parte de esta grasa se transforma en cuerpos cetónicos los cuales se pueden medir por diferentes técnicas de laboratorio y de campo, éstas últimas tienen mayor ventaja debido a su practicidad y a su rapidez, los resultados obtenidos son de mucha utilidad para la toma de decisiones de tratamiento el cual está basado principalmente en la administración de precursores glucogénicos como el propilenglicol o sueros con dextrosa.
Las vacas que presentan una alta concentración de cuerpos cetónicos después del parto tienen menor producción de leche en toda su lactancia, tienen menor fertilidad y presentan mayor riesgo de presentar otras enfermedades como mastitis, metritis, desplazamiento de abomaso, etc. La base de la prevención de este problema radica en controlar la condición corporal al parto, cuidar el confort de las vacas para evitar el estrés y la reducción del consumo de alimento, por otro lado, existen diversos aditivos que se pueden agregar en la dieta para estimular el consumo de alimento y la disponibilidad de energía.
¿Qué es la cetosis y por qué sucede?
La cetosis es un padecimiento en el cual se incrementa la concentración de cuerpos cetónicos a nivel sanguíneo, esto se debe a que la energía que la vaca lechera logra consumir es menor a la energía que requiere para distintas funciones fisiológicas vitales. Por un lado, debido a cambios hormonales y fisiológicos las vacas disminuyen su consumo de materia seca (CMS) desde unos días o incluso algunas semanas previas al parto, esta disminución es mayor en los últimos días preparto. Después del parto el CMS incrementa poco a poco, sin embargo, este consumo es insuficiente para satisfacer la energía requerida para la síntesis de leche (Herdt, 2000). Alrededor del parto se activa el sistema inmune y hay inflamación, esto requiere una gran cantidad de energía y otros nutrientes, lo cual contribuye al aumento de la demanda energética, así mismo, la inflamación contribuye a la reducción en el CMS generando un círculo vicioso (Horst 2021).
Para resolver este problema de falta de energía, la grasa almacenada en forma de triglicéridos en el cuerpo se separa y se moviliza hacia el hígado y a la ubre en forma de glicerol y ácidos grasos. En el hígado, los ácidos grasos serán transformados en glucosa. Se requieren diversas cantidades de otros compuestos como la metionina, leucina o vitaminas del complejo B, fósforo, etc., los cuales participan como cofactores para facilitar la gluconeogénesis, cuando algunos de estos compuestos son insuficientes pueden suceder otras rutas metabólicas y los ácidos grasos se vuelven a unir al glicerol y se depositan en el hígado dando lugar a la enfermedad denominada hígado graso, o inicia la síntesis de cuerpos cetónicos (acetona, acetato y beta hidroxibutirato o BHB), cuando la movilización de grasa es excesiva la concentración sanguínea de estos últimos aumenta causando la cetosis.
Cuando el BHB se encuentra en una concentración de aproximadamente entre 1.2 y 3 mmol/L de suero sanguíneo y las vacas no manifiestan signos clínicos de enfermedad se dice que las vacas tienen cetosis subclínica. Si la concentración de BHB es mayor a 3 mmol/L las vacas pueden presentar diversos signos clínicos tales como apatía, cabeza y orejas agachadas, nerviosismo, anorexia, pérdida de CC, pelo hirsuto, incoordinación, movimientos repetitivos repetitivos de la lengua, olor del aliento a acetona, etc., debido a esto, a esta condición se le conoce como cetosis clínica (Herdt 2000, Horst 2021).
Métodos de diagnóstico de cetosis La medición de la concentración de cuerpos cetónicos se puede realizar por diferentes técnicas, la más exacta es la medición de BHB en suero por fotocolorimetría en un analizador bioquímico en un laboratorio, también se puede medir en orina y en leche la concentración de cuerpos cetónicos de manera semicuantitativa. Se ha desarrollado diversos equipos portátiles de medición de BHB en sangre, los cuales tienen mayor precisión que las pruebas en leche y orina (Iwersen 2009). Las muestras de sangre con anticoagulantes como EDTA, reducen la precisión de la medición, por lo que se recomienda usar sangre completa (Salgado et. al., 2018).
¿Cuál es su prevalencia y factores de riesgo?
La cetosis se presenta en las primeras 4 a 5 semanas posparto, pero la mayor prevalencia será en la primera y segunda semana, en casos donde las vacas tienen condición corporal mayor a 3.5, la cetosis estará más presente en la primera semana posparto, cuando la causa es un consumo de alimento y/o energía insuficiente la mayor prevalencia será en la segunda o tercera semana posparto. La prevalencia de cetosis subclínica es muy variable, puede ir desde el 1 hasta el 60%, esto es debido a que las causas y factores de riesgo de este problema son multifactoriales, por lo que cada unidad de producción puede tener mayor o menor control, lo cual se refleja en el número de casos de cetosis.
La prevalencia de cetosis clínica va del 0 hasta el 15%. Los factores de riesgo tanto de cetosis clínica como subclínica incluyen la condición corporal al parto, el número de partos, duración del periodo seco, la época del año, tipo de parto, instalaciones, manejo, nutrición, etc. (Vanholder et. al., 2015, Mellado et. al., 2018). Las vacas con una CC mayor a 3.5 tanto al secado como al parto presentan una mayor disminución del CMS en los últimos días previos al parto, por lo que la movilización de grasa y depósito de ésta en el hígado será mayor.
Diversos factores de manejo y bienestar animal como reagrupación, cambios de corrales, exceso de animales en el corral, vacas y vaquillas revueltas, falta de agua, falta de sombra, pisos sucios, húmedos o duros, falta de alimento en el comedero, poco espacio en el comedero por animal, vacunación reciente, distocia, mortalidad perinatal, etc., provocan mayor secreción de cortisol y citocinas proinflamatorias, lo cual contribuye a mayor movilización de grasa e inflamación y menor CMS. Las vacas que tienen una mayor duración del periodo seco tienden a acumular mayor cantidad de grasa corporal y por ende mayor puntaje de CC. Las vacas que tardaron en quedar gestantes después del parto anterior por algún mal manejo o falla reproductiva serán aquellas que tendrán mayor probabilidad de pasar un periodo seco de mayor duración y de desarrollar cetosis en el posparto.
¿Cuáles son las consecuencias de la cetosis?
Las vacas que presentan cetosis subclínica tienen mayor probabilidad de desarrollar cetosis clínica e inflamación (metritis, endometritis, mastitis clínica y subclínica), esta inflamación consume una gran cantidad de energía por lo que esto se traduce en disminución de la síntesis de leche. El impacto negativo en este rubro representa aproximadamente una pérdida de producción de leche en toda la lactación de aproximadamente 251 L en promedio, de acuerdo a un meta-análisis en el cual se incluyen resultados de diversos estudios (Raboisson et. al., 2018). El CMS disminuye en las vacas con cetosis lo cual contribuye a menor producción de leche, también el riesgo de que la vaca presente desplazamiento de abomaso aumenta debido al bajo CMS. Esta baja de consumo implica también la menor adquisición de diversos nutrientes los cuales son necesarios para múltiples funciones biológicas importantes.
La secreción de hormonas que regulan el ciclo reproductivo y el desarrollo folicular también disminuye, por lo que la calidad de los oocitos, del cuerpo lúteo y del futuro embrión se ven comprometidas, esto dificulta el proceso reconocimiento materno de la gestación y la implantación embrionaria, lo cual se ve reflejado en una baja fertilidad. Por otra parte, la alta concentración de BHB afecta la contracción y la fuerza muscular y la expresión de celos por parte de la vaca, lo cual también contribuye a las fallas en los resultados del manejo reproductivo. Los parámetros reproductivos como fertilidad al primer servicio, número de días abiertos, taza de preñez, etc., están asociados a la duración de la cetosis, por ejemplo, Walsh et. al., (2012) clasificaron a las vacas de acuerdo al tiempo en que presentaron cetosis. El 50% de las vacas que no presentaron cetosis estaban gestantes al día 108, las vacas con cetosis en la primera o segunda semana tuvieron una mediana de días abiertos de 124 días, mientras que las vacas cetosis en ambas semanas posparto la mediana de días abiertos fue de 130 días. Todo esto se resume en cuantiosas pérdidas económicas por menor producción de leche, menor fertilidad, tratamientos de ésta y otras enfermedades asociadas, y pérdidas por desechos.
Tratamiento de la cetosis Existen diferentes tratamientos de la cetosis subclínica, entre ellos se puede mencionar el propilenglicol, el glicerol, dextrosa, butafosfan, cianocobalamina (vitamina B12), etc., todos ellos tienen como objetivo incrementar la energía disponible para disminuir la movilización de grasa corporal y la generación de cuerpos cetónicos. El propilenglicol se administra a una dosis de entre 250 y 400 ml por animal por día durante 5 o 6 días. Con esta dosis, Cascone et. al., (2022) observaron que el porcentaje de vacas curadas va del 54 al 75%, las vacas que fueron diagnosticadas y tratadas en los días 1 a 9 posparto responden de mejor manera al tratamiento que las vacas que se diagnostican con cetosis entre 21 y 30 días en leche. Mc Art et. al., (2011) trataron vacas con cetosis subclínica con una dosis de 300 ml de propilenglicol durante los días necesarios para disminuir la concentración de BHB a menos de 1.2 mmol/L en sangre, en algunos casos, 3 días de tratamiento fueron suficientes, en otros se requirió hasta 6 días.
Las vacas con cetosis subclínica que son tratadas tienen mayor producción de leche y menor riesgo de desarrollar cetosis clínica en comparación con las vacas que no son tratadas (Mc Art et. al., 2011). La cetosis clínica también se trata igual que la cetosis subclínica, sin embargo, en casos donde se presentan signos neurológicos o la concentración de BHB es muy alta (cercana a 5 mmol/L) y la concentración de glucosa es muy baja (< 2 mmol/L), se recomienda incrementar lo más pronto posible la glucosa en sangre, lo cual se logra con la administración de 500 ml de una solución de dextrosa al 50% por vía endovenosa en una sola ocasión, en los siguientes días se continúa con propilenglicol, butafosfan y vitamina B12 durante 3 días como lo descrito anteriormente para la cetosis subclínica. La administración decorticoesteroides es efectiva para tratar la cetosis, sin embargo, el principio biológico de este tratamiento consiste en detener la proliferación de las células responsables de la síntesis de leche en la glándula mamaria y la producción de leche, adicionalmente las vacas que reciben dexametasona tienen menor riesgo de quedar gestantes, por lo que este tratamiento no es efectivo en términos de costo beneficio (Gordon et. al., 2017).
¿Cómo podemos prevenir la cetosis?
La base de las medidas de prevención de la cetosis tanto clínica como subclínica radica en evitar la reducción del consumo de alimento previo al parto, después del parto, el consumo debe aumentar así como la energía disponible en la dieta. Un requisito indispensable para estimular el consumo en las vacas es que estén en óptimas condiciones de confort y bienestar, que tengan el suficiente espacio tanto de corral como de comedero para que no estén compitiendo por el alimento, las vaquillas deben estar separadas de las vacas adultas, la falta de sombra y agua en condiciones de estrés calórico también contribuye a la reducción del CMS, por lo que los corrales deben contar con sombra y bebederos.
La dieta debe estar balanceada de acuerdo con los requerimientos nutricionales, ya que carencias de nutrientes o excesos predisponen a las vacas a presentar diversas enfermedades que afectan el CMS. Un aspecto muy práctico, pero a menudo poco considerado, es la disponibilidad de alimento en el comedero, las vacas en etapa de preparto son tan importantes como las vacas que ya se encuentran en producción, por lo que se les debe ofrecer comida dos o tres veces al día y deben tener alimento disponible las 24 horas del día. Existen en el mercado diversos aditivos tales como la monensina sódica, aceites esenciales, sorbitol, precursores glucogénicos, enzimas, levaduras, etc., que por medio de diversos mecanismos contribuyen a reducir la cetosis ya sea al estimular el CMS o al mejorar la digestibilidad del alimento.
En conclusión, la cetosis es un problema que se presenta en un alto porcentaje de las vacas lecheras en las primeras semanas posparto, causa pérdidas económicas diversas debido a la menor producción de leche durante toda la lactancia, aumento de otras enfermedades asociadas, aumento en el riesgo de desecho temprano y reducción de la fertilidad. Debido, a esto es muy importante identificar y diagnosticar lo más pronto posible a las vacas con cetosis y tratarlas, pero es aún más importante establecer las medidas de prevención. Las tecnologías nutricionales pueden ser una herramienta muy efectiva, para obtener mas información sobre las soluciones proporcionadas por Land O’Lakes contacte a su representante más cercano o visite www.lolan.mx
BIBLIOGRAFÍA
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Artículo publicado en “Entorno Ganadero Agosto Septiembre 2023″