Fabio Napolitano†
Daniel Mota-Rojas
Agustín Orihuela .
INTRODUCCIÓN
El búfalo de agua (Bubalus bubalis), una especie originaria de Asia, ha desempeñado un papel crucial en la agricultura y ganadería de esa región durante milenios. En las últimas décadas, su presencia ha ido en aumento en otras partes del mundo, incluyendo América Latina, donde ha encontrado un ambiente propicio para su expansión. La introducción del búfalo en la región latinoamericana se remonta al siglo XX, cuando se reconoció su potencial para complementar y diversificar la producción ganadera tradicional basada en el ganado vacuno (Napolitano et al., 2014; Mota-Rojas et al., 2015; Napolitano et al., 2019; Napolitano et al., 2023). Los altos niveles de pobreza, el reducido poder de compra de una parte importante de la sociedad global y la baja disponibilidad de alimentos es un reflejo de la dificultad de los sistemas agrícolas y alimentarios para garantizar el abastecimiento y distribución de alimentos (OECD y FAO, 2024).
La misma FAO estima que para el año 2050 la población mundial alcanzará los 9.73 mil millones de personas, por lo cual la producción alimentaria deberá incrementarse en un 49% para garantizar la obtención de productos que satisfagan los requerimientos nutrimentales de toda la población. Este aspecto es relevante ya que más de un tercio de la población mundial (cerca de 2,800 millones de personas) no pudo permitirse una dieta saludable en 2022. Las desigualdades son patentes entre los estratos de población, de tal forma que el mayor porcentaje de la población que no pudo permitirse una dieta saludable corresponde a los países de ingresos bajos (71,5%) en contraste con los países de ingresos medianos bajos (52,6%), los países de ingresos medianos altos (21,5%) y los países de ingresos altos (6,3%).
Además, se corre el riesgo que alrededor de 653 millones de personas sigan desnutridas en 2030 (FAO, FIDA, UNICEF, PMA y OMS. 2024). La atención científica que se brinda a especies, sistemas y productos derivados de los animales resulta esencial para brindar productos de calidad con beneficios económicos y medioambientales, como sucede con las unidades productivas de búfalos de agua (Bubalus bubalis). Los búfalos de agua son un rumiante similar al bovino convencional cuyo uso como animal de abasto ha alcanzado alrededor de 206 millones de cabezas en el 2018.
Este progreso ha sido posible gracias a sus características anatómicas y fisiológicas, entre las que destacan su rusticidad y eficiencia productiva en zonas con bajo potencial agropecuario, como las inundadas, de difícil acceso y con vegetación de mediana y baja calidad bromatológica, en donde los búfalos pueden alimentarse y contribuir a la regeneración progresiva del hábitat si se gestiona adecuadamente su aprovechamiento en estos ecosistemas (Barboza-Jiménez, 2011; FAO, 2018; Álvarez-Macías et al., 2020; Bertoni et al., 2021; Bertoni et al. 2022a).
El búfalo de agua se distingue por su notable adaptabilidad a diversas condiciones climáticas y geográficas, lo que le permite prosperar en áreas donde otras especies de ganado enfrentarían dificultades (Bertoni et al., 2018). Su capacidad para alimentarse en terrenos inundados, soportar altas temperaturas y resistir enfermedades ha contribuido a su creciente popularidad entre los ganaderos latinoamericanos (Mota-Rojas et al., 2020; Napolitano et al., 2024). Además, el búfalo produce carne y leche de alta calidad, productos que están ganando aceptación entre los consumidores por sus propiedades nutritivas y beneficios para la salud (Guerrero-Legarreta et al., 2020; Mota-Rojas et al., 2022).
El crecimiento de la industria bufalina en América Latina no ha sido homogéneo, sino que ha variado según el país y las condiciones locales. Brasil, Colombia y Venezuela han sido los líderes en la adopción y desarrollo de la cría de búfalos, mientras que otros países como Argentina y México están comenzando a explorar este sector con mayor interés. Este manuscrito aborda tres aspectos fundamentales del desarrollo de la industria bufalina en la región: el crecimiento y expansión de los inventarios nacionales, los desafíos y obstáculos que han enfrentado los productores, y los avances científicos y tecnológicos que han impulsado esta industria en los últimos años.
El objetivo es ofrecer una visión integral de la situación actual del búfalo de agua en América Latina, proporcionando un análisis basado en la literatura científica. A través de este análisis, se busca resaltar tanto las oportunidades como las dificultades que enfrenta esta industria, así como los avances recientes que podrían definir su futuro en la región. La comprensión de estos elementos es esencial para los tomadores de decisiones, los productores y los investigadores que buscan optimizar la producción bufalina y mejorar la sostenibilidad y competitividad de esta actividad en el mercado global.
CRECIMIENTO DE LA INDUSTRIA BUFALINA E INVENTARIOS NACIONALES
En América y Europa se concentra una parte marginal con 0.7 y 0.2% del total mundial, respectivamente; sin embargo, en estos dos últimos continentes se aprecia un crecimiento notable entre el año 2008 y el 2018 (FAO, 2018). En América, los países con mayor número de búfalos de agua son: Brasil, con 3 millones de cabezas, Venezuela con 960 mil, Colombia 170.000 cabezas, Argentina 147.785 cabezas de búfalos y un total de 1,193 productores, y en quinto lugar México, con 45,000 (Crudeli et al., 2016; Crudeli et al. 2021). Según el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), la población de búfalos en Argentina en 2023 llegó a unas 190.260 cabezas, representando un incremento del 54% en comparación con la cifra de hace diez años. El aumento exponencial en la producción de búfalos en Argentina se debe a múltiples factores esenciales, entre los que resalta su adaptabilidad a las condiciones climáticas de las zonas productoras. Asimismo, el búfalo destaca por su eficiencia en la cría, recría y producción láctea (INTA, 2024).
RETOS, BENEFICIOS Y DIFICULTADES EN LA INDUSTRIA BUFALINA
A pesar del crecimiento, la industria bufalina en América Latina enfrenta varios retos. Uno de los principales desafíos es la falta de infraestructura adecuada, especialmente en áreas rurales donde predomina la cría de búfalos. La escasez de instalaciones de procesamiento de carne y leche de búfalo de agua limita la capacidad de los productores para comercializar sus productos en mercados nacionales e internacionales (García y Martínez, 2021). Otro reto significativo es la falta de conocimiento técnico entre los productores. Aunque el búfalo de agua es un animal resistente, su manejo requiere conocimientos específicos que no siempre están disponibles en las comunidades rurales.
Esto incluye prácticas de manejo alimentario, reproducción y control sanitario, lo que afecta la productividad y la calidad de los productos bufalinos (Maldonado et al., 2020). Mota-Rojas et al. (2023) subrayan la importancia de implementar programas de capacitación para mejorar el manejo del búfalo y garantizar su bienestar, lo cual es crucial para el desarrollo sostenible de la industria. Además, la percepción cultural también juega un papel en la expansión de la industria. En algunos países, la carne y la leche de búfalo no son tan populares como las de vaca, lo que limita la demanda. Sin embargo, en los últimos años, se ha observado un cambio gradual en esta percepción, impulsado por campañas de promoción y la creciente conciencia sobre los beneficios nutricionales de los productos bufalinos (Silva et al., 2019).
Estudios recientes sugieren que el valor nutritivo y el perfil lipídico de la carne de búfalo podrían superar al del ganado vacuno, presentando una oportunidad para reposicionar estos productos en el mercado (Mota-Rojas et al., 2022). Entre los ambientes con alta aptitud para la cría de búfalos se encuentran los humedales, particularmente los fluviales, que tienen alta disponibilidad de agua, aunque también utilizan bosques ribereños. Debido a que el búfalo tolera ambientes con exceso de agua en donde otro tipo de ganado no se desarrolla bien, se destaca la oportunidad que tiene su producción en ambientes donde la ganadería tradicional requiere de infraestructura que implica grandes costos y modifica negativamente la integridad ecológica de estos ecosistemas (Travaini et al., 2019).
Es importante resaltar que la producción bubalina genera un rendimiento de bajo costo por cabeza o kg de carne producido, particularmente mediante sistemas pastoriles. La tecnificación estratégica es, en el fondo, un proceso de reducción de costos unitarios, con potencial para mejorar las condiciones del productor que permita sobrellevar períodos de bajos precios, aunque puede suponer inversiones que no siempre son accesibles para buena parte de los ganaderos (Álvarez-Macías, 2020). La contribución del búfalo de agua hacia la producción de carne se basa principalmente en su alta eficiencia en la conversión alimenticia (Bertoni et al., 2019a, b; 2020; Naveena et al., 2020), regulación térmica sui generis y métodos de aturdimiento diferentes al ganado bovino tradicional (Bos) (Mota-Rojas et al., 2020a,b,c; Grandin et al., 2023).
Es una especie reconocida por alcanzar el peso final para el abasto en cortos periodos de tiempo, incluso, en sistemas basados en pastoreo de baja y mediana intensidad. En este contexto, la capacidad del búfalo para procesar pasturas lignificadas, su prolificidad y longevidad han distinguido al búfalo como un animal sobresaliente tanto para carne como para la producción de leche de alto valor en cuanto a su composición, lo cual se ve reforzado por su capacidad de superar las diez lactancias en su ciclo de vida (Mota-Rojas et al., 2019d,e,f; Álvarez-Macías, 2020; Bertoni et al., 2020a,b). En el contexto de la carne representa una fuente considerable de oligoelementos necesarios para cubrir adecuadamente los requerimientos nutricionales del humano, lo cual ha incrementado la demanda de carne de búfalo (Pilarczyk, 2014).
De acuerdo a ello, el búfalo destinado a la producción de carne muestra un potencial comercial elevado debido a las ventajas productivas y de consumo, ya que las características de la carne responden a los hábitos de consumo más saludables para el humano. Ejemplo de ello es su bajo nivel de grasas, calorías y colesterol, así como una mayor proporción de proteínas (Borghese, 2005; Cruz-Monterrosa et al., 2020; Alarcón-Rojo et al., 2020). De igual manera, en los búfalos de agua es poco común el uso de medicamentos o promotores del crecimiento (en comparación con otras especies cárnicas), lo que representa un menor riesgo al consumidor (Borghese, 2005; Presicce, 2017).
HALLAZGOS CIENTÍFICOS Y DE INVESTIGACIÓN EN LOS ÚLTIMOS AÑOS
En los últimos cinco años, se han realizado importantes avances científicos en la industria bufalina en América Latina. Uno de los estudios más destacados es el análisis genético de la población bufalina en Brasil, que ha permitido identificar características genéticas que mejoran la resistencia a enfermedades y la eficiencia en la producción de carne y leche (Santos et al., 2022). Estos hallazgos son cruciales para la selección genética y la mejora de las razas bufalinas en la región. Otro avance significativo es la investigación sobre la calidad de la leche de búfalo y sus derivados. Un estudio realizado en Colombia demostró que la leche de búfalo tiene un mayor contenido de grasa y proteínas en comparación con la leche de vaca, lo que la hace ideal para la producción de queso y otros productos lácteos de alto valor agregado (Rodríguez & Gómez, 2021).
Estos hallazgos han impulsado el desarrollo de nuevos productos en la industria láctea, diversificando las opciones para los consumidores. Napolitano y Mota-Rojas, (2020) también señalan que la leche de búfalo puede tener ventajas adicionales en la producción de quesos y productos lácteos funcionales, dada su composición rica en nutrientes. Los búfalos de agua (Bubalus bubalis) se han destacado como la segunda especie que más leche aporta en el mundo, con alrededor de 15% del total. La producción total mundial de leche durante el año 2018, obtenida de vacas, búfalas, camellas, cabras y ovejas, alcanzó aproximadamente a los 843 millones de toneladas (fuente Faostat), correspondiendo el 81% a la leche de vaca, unos 683 millones de toneladas, seguida por la de búfala de agua con cerca de 127 millones de toneladas (FAO, 2018).
Desde entonces, la producción de leche de búfala se mantuvo en crecimiento constante, ya que se estima que en 2019 fue de 127,5 millones de toneladas, en 2020 de 130,5 millones de toneladas, en 2021 de 133,5 millones de toneladas, en 2022 fue de 138 millones de toneladas y en 2023 llegó a los 142,5 millones de toneladas (FAO, 2023). Evidencia científica reciente señala que la leche de búfala se destaca por su alto contenido nutricional, por lo que es muy apreciada, en especial, para producir derivados como el queso mozzarella (FAO, 2018; Bertoni et al., 2019a,b; Napolitano et al., 2019; 2020a,b; Mota-Rojas et al., 2019a; Bertoni et al., 2020a,b).
La leche de búfalo ha sido gradualmente incorporada a la dieta en grupos sociales de diferentes partes del mundo debido a sus características nutricionales, ya que supera en más del 3% de caseína a la de la leche bovina convencional (Khedkar et al., 2016). En países como Italia, la producción de leche se ha enfocado en la fabricación de subproductos lácteos como el queso Mozzarella, debido a su elevado contenido en proteína y ácidos grasos esenciales (Guizar et al., 2019; Zicarelli, 2004). Como se señaló previamente, a nivel mundial por volumen de leche producido, la leche de búfala ocupa el segundo lugar en importancia, luego de la leche de vaca, seguido por la producción de leche de cabra y oveja que ocupan el tercer y cuarto lugar, respectivamente (Patiño, 2009).
En América Latina y el Caribe, según la información reportada por FAO-FEPALE (2012), la leche bovina es la de mayor producción, seguida por las especies ovinas y caprinas. Aunque existe en pequeños volúmenes, todavía no se han formalizado los registros de la producción láctea de la especie bufalina. La evidencia científica disponible ha develado que las propiedades y la calidad, tanto de la leche de búfala como de sus subproductos, están influenciadas por factores como el régimen alimenticio, las condiciones ambientales y el método de producción primaria (Sabia et al., 2019; Shelke et al., 2012).
Por ello, se han desarrollado investigaciones para analizar su efecto como fuente de alimento en las diversas dietas y considerar las formas de conservación del producto, entre otros aspectos relevantes. En la actualidad, se han iniciado una gran variedad de investigaciones enfocadas en la búfala lechera (Bertoni et al., 2022a). Dichos estudios se han orientado a temas tales como la calidad de la leche y de los subproductos derivados, así como también al estudio de aspectos reproductivos y enfermedades de trascendencia productiva. Se han evaluado diferentes factores que podrían influir en la calidad y composición nutricional de la leche, entre ellos, componentes de la dieta de los animales (por ejemplo, administración de aceite de cacahuate).
Además, de estudiar el efecto en el sabor tras adicionar otros productos como la calabaza; también se evaluó el impacto de los sistemas de producción. De manera similar, se ha indagado sobre la repercusión de la dieta (por ejemplo, ensilado de raigrás o sorgo fresco) en la composición y rendimiento del queso Mozzarella; el efecto de la estación (verano o invierno); la influencia del pH de molienda; así como la relación entre parámetros genéticos y fenotípicos en el rendimiento quesero (Napolitano et al., 2020c). En cuanto a los aspectos reproductivos, se ha analizado la influencia de factores como la humedad y la temperatura; la eficiencia de protocolos reproductivos que suelen aplicarse en el bovino convencional; la criopreservación de embriones y otras técnicas de reproducción asistida como la transferencia nuclear de células somáticas (Bertoni et al., 2020a,b,c, 2022a).
Referente a las enfermedades, se han identificado los microorganismos infecciosos causante de la mastitis; se ha experimentado el efecto del parto en la mastitis y su sensibilidad a los antibióticos; el uso de la actividad enzimática para detectar mastitis subclínica. También se ha evaluado la relación entre la estacionalidad y la prevalencia de enfermedades (Mota-Rojas et al., 2019a; Martínez-Burnes et al., 2023). Asimismo, se han realizado estudios sobre el impacto ambiental de la cría de búfalos en diferentes ecosistemas de América Latina. Investigaciones en Venezuela han mostrado que los búfalos tienen un menor impacto ambiental en comparación con el ganado vacuno, especialmente en términos de emisión de gases de efecto invernadero y degradación del suelo (Pérez et al., 2023). Estos estudios destacan el potencial del búfalo como una alternativa sostenible en la ganadería, un aspecto que ha sido respaldado por investigaciones de Mota-Rojas et al. (2021), quienes enfatizan la necesidad de prácticas de manejo sostenible para minimizar los impactos ambientales.
ASPECTOS RECIENTES DE LA CALIDAD DE LA LECHE
En Asia, principalmente en la India, se produce alrededor del 70% de leche de búfalo del total de la producción mundial. Se ha identificado que la leche de búfalo presenta un 3% adicional de caseína respecto a la leche de vaca, además de presentar mayor proporción de sólidos totales (Khedkar et al., 2016). La calidad de la leche de búfalo está influenciada por diversos factores, uno de los principales es la alimentación de los animales. Al respecto, en la India, Shelke et al. (2012), evaluaron la producción de leche, así como la composición nutricional de la misma a través de la dieta.
El trabajo se implementó con un total de 19 búfalas Murrah, los cuales se dividieron en dos grupos, el grupo control que se alimentó con forraje de maíz, una mezcla de concentrado y paja de trigo. Por su parte, el grupo de tratamiento fue alimentado con la misma dieta, más 25% de grasa, y suplemento de concentrado con mostaza tratada con formaldehído y aceite de cacahuate. Los búfalos se alimentaron dos veces al día durante 90 días; las muestras de leche se recolectaron durante el periodo de lactancia y se evaluó el contenido de grasa, proteína, sólidos no grasos y lactosa, principalmente a través de un calibrador de leche. Los resultados revelaron que el grupo con tratamiento registró una producción de leche mayor al grupo control una vez retirado el suplemento, así como mayor porcentaje de grasa; en contraste, el porcentaje de proteína, lactosa y sólidos no grasos resultaron similares en ambos grupos.
El sabor de la leche es otro factor relevante en lo concerniente a la calidad de los productos, ya que es un criterio que suele valorar el consumidor. Patel et al. (2020) prepararon leche de búfalo con sabor a calabaza para definir las propiedades sensoriales, las características de almacenamiento, así como el análisis nutricional de la leche con el objetivo de hacerla más atractiva para el consumo. Para ello, recolectaron muestras de leche para añadirle sabor con ayuda de pulpa de calabaza y azúcar en distintas proporciones, las evaluaciones de cada característica se realizaron por triplicado. Las propiedades sensoriales fueron evaluadas por un jurado, cuyos integrantes tomaron en cuenta el sabor, color y la apariencia.
El análisis nutricional se efectuó por distintos métodos químicos, mientras que el almacenamiento se llevó a cabo bajo condiciones ambientales durante 180 días, tomando en cuenta el contenido microbiano y la calidad nutricional. Entre los resultados se descubrió que la leche preparada con pulpa de calabaza favorece el consumo por el sabor y la dulzura que brinda el azúcar al producto, pero esto aumenta los niveles de carbohidratos y el nivel de proteína se ve ligeramente disminuido y en cuanto al almacenamiento se encontraron colonias de algunos hongos y bacterias, los que hacen disminuir su calidad y su vida de anaquel (tiempo para ser utilizado o consumido).
Se concluyó que este crecimiento fue generado por las condiciones en las que se preparó la leche. De acuerdo con el trabajo de Patel y Mistry (1997), en el cual se compararon las propiedades fisicoquímicas de la leche de vaca en relación a la de búfala mediante el uso de ultrafiltración para determinar incrementos en la concentración de sólidos totales, proteínas y lactosa, se mostró que la leche de vaca registró valores más elevados, los cuales pueden ser importantes para la elaboración de derivados. Estos resultados pueden variar ya que las condiciones, instalaciones y métodos utilizados pueden predisponer su variación.
En Grecia, Zotos y Bampidis (2014), evaluaron la cantidad de grasa en la leche de búfalo en un periodo de seis meses, las muestras se recolectaron mensualmente durante el periodo de lactancia, los búfalos consumieron una dieta a base de heno de alfalfa, ensilado de maíz, harina de soja y premezcla mineral. Se estimó que durante la lactancia los niveles de lípidos aumentaron mientras que los niveles de colesterol permanecieron estables, gracias a la dieta animal. Por otro lado, en Italia, Esposito et al. (2017), recolectaron las muestras de leche cruda de búfalo de 68 granjas de manera aleatoria, para después examinarlas mediante análisis químico para determinar su calidad mediante el análisis de oligoelementos. Se registró la presencia de algunos metales pesados que son altamente tóxicos como el Hg, Pb, Cd y As.
Estos resultados se compararon con los obtenidos en trabajos similares en el mundo y concluyeron que los elementos encontrados en este estudio fueron muy bajos con respecto a los reportados por la literatura y no representan riesgo para la salud humana. Dentro de los factores que pueden modificar las características generales de la leche se encuentran la prevalencia de mastitis, enfermedad asociada con la disminución de la producción y al deterioro de la calidad e inocuidad del producto final. El uso de herramientas como la termografía infrarroja constituye una tecnología capaz de detectar los casos de mastitis proporcionando una forma de evaluar el grado de estrés térmico, lesiones o infecciones mediante reacciones vasculares (Machado et al., 2021; Singha et al., 2021; Melo et al., 2022; Mota-Rojas 2022; Teja et al., 2023; Ghezzi et al., 2024).
La producción de leche de búfalos de agua en América es reducida con aproximadamente el 12.7% del total de la producción mundial por año, ya que muchos países de América han privilegiada la leche y carne de vacunos (Zava, 2009). El principal productor de leche de búfalo en América es Estados Unidos seguido por Brasil, en el cual se han valorado los efectos de los sistemas de producción sobre la calidad de la leche de búfalo (Barbosa et al., 2007). Las alteraciones que pueden presentarse en la leche por un bajo nivel de bienestar cuando los animales son sometidos a eventos como el estrés calórico son un factor para considerar. Cuando los búfalos están expuestos a altas temperaturas, esto disminuye su consumo de alimento, la producción de leche y su calidad composicional (Kumar et al., 2018).
Para detalles sobre la evaluación del efecto del índice de temperatura – humedad (THI) en las propiedades de la leche de búfalas Mediterráneas consulte a Costa et al. (2020). En otro sentido, el estrés calórico mostró afectar de manera negativa las bacterias ruminales, reduciendo el número de Lactobacillales, Streptococcus, Leuconostocacear y Leisella (p > 0.05), y también disminuyendo el contenido de ácido acético (p < 0.05) y butírico (p < 0.05), factores que influyen en el metabolismo de las búfalas y, por ende, en parámetros productivos (Wang et al., 2022).
CONCLUSIÓN
La producción bufalina en América Latina ha experimentado un crecimiento notable en las últimas décadas, con avances significativos tanto en términos de expansión de inventarios como en el desarrollo de conocimientos técnicos y científicos. Este proceso de expansión ha sido liderado por países como Brasil, Colombia y Venezuela, que han adoptado la cría de búfalos de manera intensiva, aprovechando la adaptabilidad de esta especie a diversos entornos geográficos y climáticos. Sin embargo, otros países como Argentina y México están mostrando un interés creciente, con resultados prometedores en cuanto a la expansión de sus hatos y la incorporación de sistemas más tecnificados para mejorar la productividad.
Uno de los principales factores que ha impulsado la cría de búfalos en América Latina es la capacidad de esta especie para adaptarse a condiciones difíciles, como terrenos inundados o de baja calidad agrícola, donde el ganado bovino convencional no prospera de manera eficiente. Esta característica ha hecho que la producción bufalina sea una alternativa viable en zonas marginales, donde la ganadería tradicional enfrentaría limitaciones significativas. Además, los búfalos han demostrado una alta eficiencia en la conversión alimenticia, una mayor resistencia a enfermedades, y una capacidad notable para producir carne y leche de calidad superior, lo que ha incrementado la demanda de sus productos tanto en los mercados locales como internacionales.
A pesar de estos avances, la industria bufalina en América Latina enfrenta varios retos importantes. La falta de infraestructura adecuada es uno de los mayores obstáculos para el desarrollo pleno del sector. La ausencia de instalaciones de procesamiento y comercialización en áreas rurales limita la capacidad de los productores para insertar sus productos en el mercado, afectando tanto la rentabilidad como la competitividad de la industria. Además, persiste un déficit en la transferencia de conocimientos técnicos y en la capacitación de los productores, lo que impide que se adopten las mejores prácticas de manejo, reproducción y sanidad animal, afectando el rendimiento productivo. A nivel cultural, otro desafío radica en la aceptación de los productos bufalinos, especialmente en aquellos mercados donde el consumo de carne y leche de vacuno sigue predominando.
No obstante, se ha observado un cambio paulatino en la percepción de los consumidores, impulsado por campañas que destacan los beneficios nutricionales de la carne y la leche de búfalo. Estas campañas, respaldadas por estudios científicos, han mostrado que la carne de búfalo es más magra y contiene menos colesterol, mientras que la leche de búfalo tiene un mayor contenido de grasas y proteínas en comparación con la leche de vaca, lo que la convierte en un producto ideal para la producción de quesos de alta calidad, como el queso mozzarella. En los últimos años, los avances científicos han sido cruciales para mejorar la productividad y la sostenibilidad de la industria bufalina.
Se han realizado investigaciones que han permitido la optimización de técnicas de manejo reproductivo, la identificación de características genéticas que incrementan la resistencia a enfermedades, y el desarrollo de nuevos productos derivados de la leche de búfalo con alto valor agregado. Estos avances son fundamentales para mejorar la competitividad de la industria en el contexto de una creciente demanda global de alimentos, donde se espera que la producción se incremente en un 49% para el año 2050, con el fin de satisfacer las necesidades de una población mundial en expansión. Además, la industria bufalina ha mostrado un gran potencial para contribuir a la sostenibilidad ambiental en la región.
Estudios han revelado que los búfalos tienen un menor impacto en la emisión de gases de efecto invernadero en comparación con el ganado bovino, y su capacidad para prosperar en ecosistemas sensibles como los humedales les confiere una ventaja adicional en términos de manejo ambiental. Este enfoque sostenible en la producción bufalina puede posicionar a América Latina como un actor clave en la producción ganadera global, al mismo tiempo que promueve prácticas más amigables con el medio ambiente.
En conclusión, la producción bufalina en América Latina se encuentra en una fase de crecimiento y consolidación, impulsada por su adaptabilidad a diversos ecosistemas y la alta demanda de productos de calidad derivados del búfalo. No obstante, el sector aún enfrenta desafíos significativos relacionados con la infraestructura, el conocimiento técnico y la aceptación cultural de sus productos.
Los avances científicos recientes han proporcionado soluciones prometedoras para mejorar la productividad y la sostenibilidad de la industria, lo que sugiere un futuro alentador para la cría de búfalos en la región. Sin embargo, será fundamental que los actores involucrados, incluyendo productores, investigadores y tomadores de decisiones, trabajen en conjunto para superar los retos actuales y maximizar las oportunidades que ofrece este sector en crecimiento.
BIBLIOGRAFÍA
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Editorial BM Editores. Mota-Rojas et al., (2024).
https://www. researchgate.net/profile/Daniel-Mota-Rojas/publications
Artículo publicado en “Entorno Ganadero Octubre Noviembre 2024″