En aves de traspatio en el Estado de Chihuahua, México
Mateo Itza-Ortiz
Natalia Loya-Prieto
Sergio Fierro-Muñoz
Manuel Brito-Hernández
Esaul Jaramillo-López
Edgar Aguilar-Urquizo
RESUMEN
En México, la avicultura genera empleos y alimentos sanos de gran aporte nutricional. La presencia de ectoparásitos, principalmente artrópodos, ha sido un problema desde tiempos remotos y muchos de éstos son trasmitido por animales silvestres a las gallinas. Hoy en día gracias a la gran variedad de productos contra ectoparásitos se han controlado o incluso eliminado muchos de ellos en las explotaciones modernas, aunque algunos de estos ectoparásitos, con gran capacidad de adaptación, han creado problemas sanitarios y económicos en la avicultura actual.
El objetivo fue identificar la presencia de ectoparásitos y el control de éstos en granjas ubicadas en el estado de Chihuahua, México. Se muestrearon 40 granjas de traspatio y 17 granjas de producción intensiva. La población total muestreada fue 40,483 aves, y con el presente estudio se pudo concluir que los malófagos (piojos: Menopon gallinae) representan un problema debido a que está presente en el 87% de la población y solamente el 79% de la población empleó algún método de control; sin una estrategia de prevención. Algunos de los factores que influyó para la proliferación de estos ectoparásitos fue que el 61% de la población se encuentra en forma de grupos (jaula y casetas), otro factor fue el tipo de alojamiento, el 84% de la población muestreada se encuentra en piso de tierra.
INTRODUCCIÓN
Aunque, estrictamente los parásitos externos (ectoparásitos) de las aves son artrópodos se debe distinguir con base a el Filo (Phylum), que es la subdivisión o categoría taxonómica básica situada entre el Reino y la Clase, usada en el reino Animal, reino Protistas y dominio Bacterias y Archaea; puede definirse como una agrupación de animales y debe distinguirse entre un artrópodo y un ácaro. Por lo tanto, los ectoparásitos de las aves incluyen un grupo variado de artrópodos y ácaros (Cuadro 1), algunos de ellos muy específicos en su localización en el cuerpo o de especie de hospedador.
La mayoría de estos ectoparásitos están ligados a animales silvestres de vida libre y entre ellos las gallináceas. La domesticación y la cría en explotaciones familiares ha favorecido el contacto entre los animales de la misma especie y con ello el incremento de su prevalencia (Cruz et al., 2013; Lucientes, 2020). Algunos de estos artrópodos o ácaros juegan un papel importante como causantes de enfermedades al hombre, animales domésticos y silvestres, actuando como vectores biológicos y mecánicos de agentes patógenos (Pasteurella multocida, Salmonella gallinarum y Escherichia coli, Leucosis aviar, Newcastle y Viruela aviar), además de los daños directos (producción y bienestar) que ocasionan por sus hábitos alimenticios y de fijación en diferentes áreas del cuerpo (Rodríguez-Ortega et al., 2018; Linares-Gutiérrez et al., 2019).
Primeramente, se debe diferenciar entre un artrópodo de un ácaro. Los artrópodos son arácnidos, crustáceos y miriápodos; aparte de la característica de tener tres partes del cuerpo (la cabeza, el tórax, y el abdomen), todos los insectos tienen tres pares de patas (seis patas). Mientras que, los ácaros son artrópodos muy pequeños (0.1 a 0.5 mm), que pertenecen a la clase Arácnida, como las garrapatas o las arañas, suborden Astigmatina [Astigmata], con cuatro pares de patas (ocho patas), sin antenas y con el cefalotórax y el abdomen fusionados (Pérez-Tila et al., 2014).
Los artrópodos y ácaros son un problema muy común y recurrente en las producciones avícolas a nivel mundial debido a su adaptabilidad a diferentes condiciones climáticas; en el caso de los artrópodos (piojos [Phthiraptera: Amblycera, Ischnocera]; Figura 1) los principales de Amblycera que podemos encontrar en México son Menacanthus stramineus y Menopon gallinae y entre las especies de Ischonocera se encuentran Lipeurus caponis, Goniocetes gallinae y Goniocotes gallinae (Cruz et al., 2013; Gutiérrez, 2020); sin embargo, también existe una limitación geográfica. Las especies de ácaros más comunes en gallinas de producción de huevo para plato son: Ornithonyssus sylviarum (ácaro del norte), Ornithonyssus bursa (ácaro tropical) y Dermanyssus gallinae (ácaro rojo) (Figura 2; Murillo y Mullens, 2015).
Los piojos (orden Phthiraptera) son insectos hemimetábolos, un término utilizado en entomología para referirse a los insectos con metamorfosis gradual o incompleta, es decir, los estados juveniles son semejantes al adulto o imago. Rodríguez-Ortega et al., 2018 mencionan que el orden Phthiraptera se ha dividido tradicionalmente en dos grupos: Mallophaga (piojos masticadores) y Anoplura (piojos chupadores); los piojos chupadores de las aves están incluidos en el grupo de Mallophaga; ya que los huéspedes del grupo Anoplura son únicamente en animales mamíferos.
Estos piojos (Phthiraptera: Mallophaga) tienen afinidad por un área del cuerpo del ave y por tanto pueden localizarse en esta área dependiendo de la especie (Cuadro 2). Pueden causar la disminución del porcentaje de postura entre el 11 al 15%. Causan irritación en la piel y costras principalmente en zonas donde las gallinas no pueden acicalar (debajo del pico, crestas y barbillas), y pueden llegar a provocar emaciación y anemia (Linares-Gutiérrez et al., 2019).
En el caso de los ácaros, estos afectan el bienestar de las aves, debido a que las gallinas sufren pérdida de plumas y lesiones en la piel (Figura 3 y 4), produciéndoles anemia, reducción del consumo de alimento debido a que se “picotean” gran parte del tiempo las partes infestadas y como consecuencia puede disminuir hasta el 4% de la producción de huevo, disminución del 0.5 al 2.2% del peso de huevo, además llegan a causar disminución en la pigmentación de la yema y de la altura de la albumina, y un aumento en la conversión alimentaria de hasta un 5.7%, baja la respuesta inmune y aumenta la susceptibilidad a enfermedades (Murillo y Mullens, 2015; Rodríguez-Ortega et al., 2018; Linares-Gutiérrez et al., 2019).
Rodríguez-Ortega et al., 2018 reportaron que los gallos tuvieron un 30% y las gallinas un 6% de presencia de ectoparásitos debido a que las gallinas toman mayor cantidad de “baños de tierra” y cambian con mayor frecuencia sus plumas que los gallos.
Las pulgas (Siphonaptera: Pulicidae) han sido detectadas en aves en granjas tecnificadas, a diferencia de la pulga europea Ceratophyllus gallinae (encontrada solamente en Europa) en México se han identificado Ctenocephalides canis (pulga de perro), C. felis (pulga del gato), y Echidnophaga gallinácea (pulga de las aves de corral), esta última llega a medir de 1.4 a 4 mm de largo (Figura 5), y pueden localizarse en la cabeza, zona periocular y crestas de las aves infestadas (Quintero, 1992).
Otros estudios realizados por Álvarez, 2003, encontraron que los principales ectoparásitos presentes en México son: 1) piojos (hematófagos: Menacanthus stramineus y Menopon gallinae), que causan un problema potencial sobre todo en ponedoras y pueden causar Ptiriasis, también conocida como Lice y Pediculosis, enfermedad caracterizada por producir un desarrollo pobre, mal estado de las plumas y baja producción (Arellano, 1994); mosca del establo (Stomoxys calcitrans) que causa un problema potencial no muy grave en gallinas al aire libre en época cálida y húmeda en todo el mundo; 2) chinches domésticas que causan un problema local en explotaciones avícolas tradicionales, no en las industriales; 3) garrapatas blandas (Argas persicus) que causan un problema local en todo tipo de aves al aire libre; 4) pulgas (Echidnophaga gallinácea) que causan un problema local en gallineros en época húmeda y cálida; 5) ácaros (Dermanyssus y Ornithonyssus) y aradores de la sarna, se desarrollan en el interior de las plumas, provocando prurito y pérdida de plumas en gallinas, pavos, palomas, canarios y aves silvestres (Álvarez, 2003; Cruz et al., 2013; Itza-Ortiz y Castañeda, 2017).
Sin embargo, son escasos los trabajos que han investigado sobre subproductos avícolas o infraestructura que son microhábitat para el alojamiento y refugio de estos ectoparásitos, por ejemplo: la gallinaza, la cual está compuesta por plumas, desperdicio de alimento y excretas (Quintero-Martínez, 1999). La gallinaza propicia un microhábitat para el establecimiento de una fauna entomológica como los artrópodos y ácaros (Quintero-Martínez et al., 2009a) donde se pueden encontrar (Vergara-Pineda et al., 2019):
Grupos de artrópodos:
- Piophila casei
- Musca domestica
- Hydrotaea aenescens
- Fannia sp.
- Tenebrio sp.
- Alphitobius diaperinus
- Trogoderma sp.
- Dermestes ater
Grupo de ácaros:
-
Macrocheles sp.
-
Caloglyphus sp.
-
Caloglyphus berlesei
-
Ornithonyssus bursa
A pesar de ser un tema importante en las empresas avícolas, existen pocos trabajos de investigación sobre piojos y ácaros que parasitan a las gallinas de postura en México, la mayoría son focos aislados y en gallinas de traspatio o peridoméstica donde se ha reportado la identificación de Menopon gallinae, Menacanthus stramineus, Dermanyssus gallinae, Ornithonyssus sylviarum, Dermatophagoide farinae, Dermatophagoides pteronyssinus y Megninia ginglymura (Quintero-Martínez et al., 2009b; Rodríguez-Ortega et al., 2018; Gutiérrez, 2020).
De aquí que el objetivo fue identificar la presencia de ectoparásitos, así como los productos utilizados para su control en aves de combate y postura en traspatios en el estado de Chihuahua.
MATERIALES Y MÉTODOS
Los datos fueron obtenidos por medio del método de encuesta a 57 granjas avícolas de traspatio e intensivas ubicadas en Namiquipa, Casas Grandes, Nuevo Casas Grandes, Galeana, Ignacio Zaragoza, Gómez Farias, Cuauhtémoc y Buenaventura (Figura 6) con una temperatura media anual en el estado de 17°C (Fuente: INEGI).
Un total de 40,483 aves fueron contabilizadas durante el periodo de agosto a diciembre 2020. Generalmente las granjas fueron rústicas y la infraestructura de madera, piso de tierra y los techos varían entre madera y lámina, en cuanto a las instalaciones de producción intensiva, éstas estaban construidas tipo bodega, con áreas libres en piso de tierra o cemento, con ventilación y tapetes con desinfectante en la entrada.
Las variables corresponden a la población total, así como su procedencia, la estirpe, si tenían o no un control de ectoparásitos, además si estaban alojadas con un piso de cemento, tierra, en grupos o de forma individual, el tipo de alimentación que recibían durante su crianza, así como la frecuencia de la alimentación.
Las encuestas realizadas fueron capturadas en Excel, analizadas usando una estadística descriptiva.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
En la Figura 7 se observan los resultados de las principales especies encontradas donde fueron 22,342 gallinas de postura; 11,386 gallinas de engorda; 2,248 gallos criollos; 1,517 gallo de postura; 1,270 gallos de combate; 904 gallinas criollas; 432 gallina de combate; 300 otras aves (pavo de engorda); y 84 gallos de engorda. Del total de granjas encuestadas solamente el 79% usó algún tipo de control de ectoparásitos (Figura 8), lo anterior debido a que en la mayoría de los casos no creen que tengan alguno de estos ectoparásitos. Generalmente, las granjas no aplican algún tipo de control por desconocimiento de productos, algún tipo de calendario de desparasitación o falta de asesoría técnica por desconocimiento del impacto negativo que éstos originan a la producción o bienestar del ave.
La población que reconoció tener problemas con ectoparásitos fue del 87% y fueron los que usan algún tipo de control para prevenir o tratar el problema.
Los productos más utilizados fueron propoxur, clorpirifos + permetrina, seguidos por ivermectina al 1%, cimpermetrina al 29%, permetrina, malatión, una cambinación de ivermectina + albendazole + praziquantel, y los menos utilizados fueron monopersulfato de potasio, coumaphos y la bifemtrima + zeta-cipermetrina (Figura 9).
Es importante tener una rotación de productos debido a que los ectoparásitos sobrevivientes desarrollan resistencia en uno o más formas. Algunos desarrollan mecanismos bioquímicos (enzimas) que les permiten descomponer de forma más rápida el insecticida o desparasitante. Otros experimentan cambios en su fisiología como estucturas internas que evitan la unión del insecticida al sitio correcto. Y otros, desarrollan adaptaciones en su comportamiento que les permiten evitar la exposición al insecticida, por ejemplo descansar al aire libre en lugar de interiores. En algunos casos esta resistencia hace poco probable que el ectoparásito vuelva ser susceptible al producto o insecticida (Kaufman, 2019).
La frecuencia de la desparasitación usando los productos se observa en la Figura 10, donde la desparasitación mensual fue el 45%, cada quince días un 23%, bimensual del 20%, trimestral y semestral del 5% y tan solo el 2% fue anual.
La alimentación utilizada fue revoltura (39%) que representa una mezcla de distintos granos, alimento comercial o concentrado (26%), maíz (29%), avena tan solo un 4%, sorgo no se utilizó en ninguna de las granjas encuestadas y tan solo un 2% administraba algún otro tipo de alimento (Figura 11).
Un 84% de la población encuestada tenía piso de tierra para alojar a las aves y un 16% en piso de cemento; la mayoría comentó se aplicaba una cama de paja o algún otro material sobre el cemento, tener un mayor control sobre los ectoparásitos en piso de tierra se dificulta debido a la pobre desinfección de la tierra, aunque, los gallos o gallinas pueden tomar “baños de tierra”, estos no son lo suficiente para el control ectoparásitos (Rodríguez-Ortega et al., 2018).
La distribución de las aves era de un 61% en grupos (jaula o caseta) y un 39% individual (jaula rascadero para aves), siendo estos últimos los gallos de combate.
De las muestras recolectadas en aves al azar se identificó la presencia del piojo (artrópodo) Menopon gallinae (Linnaeus, 1758) (Figura 12).
Linares-Gutiérrez et al., 2019 reportan que los ácaros no sobreviven mucho tiempo sin comer y es posible que en dos semanas se desaparecen por completo del medio ambiente y recomiendan un control limpiando pisos, paredes e infraestructura infestados con un paño humedecido con agua y jabón. No hay necesidad de control químico, ya que los ácaros no pueden sobrevivir sin el huésped específico para completar su ciclo de vida. Por otra parte, Quintero et al., 2009b reportan que la presencia de la Megninia ginglymura en granjas comerciales de la península de Yucatán durante todo el año con picos en verano, aunque en estas granjas el uso de desinfectantes e insecticidas químicos son frecuentes.
En el presente estudio no se observaron poblaciones mixtas, es decir, presencia de piojos y ácaros en la misma ave; Faleiro et al. (2015) y Linares-Gutiérrez et al. (2019) han reportado la presencia de poblaciones mixtas (piojos y ácaros) sobre la misma ave lo que afecta negativamente en mayor grado la producción y bienestar del ave.
CONCLUSIONES
Se concluye que debido a las condiciones de las explotaciones encuestadas la presencia de piojos representa un problema, puesto que el 87% de la población muestreada tiene presencia de estos ectoparásitos y solamente el 79% emplea algún método de control y sin una estrategia de prevención. La presencia del piojo Menopon gallinae (Linnaeus, 1758) fue de mayor daño en las aves muestreadas.
Literatura citada disponible con los autores o en BM Editores.
Artículo publicado en “Los Avicultores y su Entorno“