Toni Roca (conejólogo)
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www.conejos-info.com
Angel Mateo (veterinario)
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Introducción
Trataremos sobre las enfermedades de los conejos desde un punto de vista práctico y aplicativo, sin demasiados tecnicismos.
Los conejos son animales muy sensibles al medio y enormemente débiles frente a cualquier fenómeno externo o agente infeccioso. Debido a su frágil constitución como animales pequeños, a su rica flora bacteriana capaz de exaltarse al mínimo cambio y a su sensibilidad al espanto con repercusión al equilibrio neurovegetativo, el cunicultor debe establecer toda una serie de barreras preventivas frente a cualquier eventualidad que suponga la alteración del orden o tranquilidad en la granja.
Si bien definimos al conejo como animal pequeño, asustadizo, tímido, desconfiado y sensible a los estímulos externos… también romperemos una lanza a su favor indicando su nobleza como animal sociable, vivo, activo, fértil, etc.
Atender siempre el estado sanitario de los animales deberá ser una prioridad para cualquier cunicultor que desee mantener unas producciones regulares y longevas en su conejar a través del paso del tiempo.
Intentaremos desgranar toda una serie de aspectos y atenciones para que, ya sea en prevención como en curación, el cunicultor pueda atender en primera instancia a sus animales antes de que la problemática entre en juego y la enfermedad se instale de lleno en su conejar. Llamar al veterinario cuando los conejos están enfermos es como llamar al bombero cuando la casa esta en llamas. El fuego se llega a apagar pero la casa ha quedado total o parcialmente destruida. Conviene entender, en cunicultura, la imperiosa necesidad de actuar en profilaxis o tratamientos de “choque” para minimizar al máximo o erradicar cualquier conato de enfermedad. Un conejo inicia hoy un problema, mañana lo manifiesta y pasado mañana, muere.
Nunca se conseguirá una buena sanidad sin una higiene bien aplicada. Este podría ser el primer punto que conecta muy directamente con el hábitat y que condiciona enormemente el seguimiento de cualquier enfermedad. Otros puntos capitales se refieren al ambiente, a la alimentación y al manejo.
El máximo escollo de las explotaciones cunícolas suele radicar en las epizootias. De aquí la importancia de la higiene, que de hecho es el pilar que sostiene la estructura económica de la granja. Los conejos están muy expuestos a enfermedades y la medicina veterinaria no se ha ocupado de ellos en la medida que lo ha hecho en otras especies animales. No obstante, el cunicultor debería mantener contacto con algún veterinario/a especializado/a en enfermedades de los conejos como asesor de la granja para consultar de forma rápida cualquier problemática.
Si los conejos caen enfermos a veces es preferible eliminarlos para evitar causas de contagio y costos de medicación y mano de obra. Como sea que el conejo tiene una fisiología muy propia (estrés con repercusión en la cecotrofia, patología intestinal, etc.), será necesario establecer en el conejar un programa profiláctico que responda al famoso refrán de: “más vale prevenir que curar”. Así pues intentaremos cerrar el paso a la aparición de cualquier agente patógeno, recortar su extensión o erradicarlo.
Agentes patógenos
Reciben este nombre las causas capaces de alterar la salud de los animales y producir enfermedades. Pueden ser muchísimas y de distinta naturaleza: mecánicas (golpes, caídas, etc.), físicas (frío, calor, etc.), químicas (cáusticos, tóxicos, etc.), fisiológicas o constitucionales (alteraciones hormonales y genéticas) y biológicas (virus, bacterias, hongos y parásitos).
Los agentes patógenos más perjudiciales en el conejar son estos últimos, pues de por sí o sumados a los anteriores provocan la inmensa mayoría de las bajas, que a veces presentan el carácter de epizootia.
Si partimos de la base de que toda producción animal tiene por objeto conseguir el máximo rendimiento cuantitativo y cualitativo, será preciso establecer unas medidas a base de desinfecciones, tratamientos preventivos y vacunaciones como veremos más adelante.
Sanidad
Para un correcto diagnóstico de nuestra granja deberíamos evaluar en que situación se encuentran nuestros animales y compararlo con las granjas más próximas para corregir problemáticas y establecer un plan de futuro. Este tipo de diagnóstico se puede efectuar cuando los cunicultores están asociados y cuentan con el asesoramiento de un técnico veterinario conocedor de todas las granjas asociadas.
Es importante conocer las patologías más comunes y que son posibles de controlar o irradicar. Entre las parasitarias, destacaremos las sarnas, los oxiuros o gusanos intestinales, las coccidiosis (hepática e intestinal) y los cisticercos. Entre las bacterianas, los problemas digestivos inciden en un mayor porcentaje (50%), frente a los problemas respiratorios (30%) y a las mamitis y mal de patas (20%). Todo ello sin descuidar las dermatomicosis o tiñas. A pesar de tener la creencia de que en México no existen enfermedades víricas, es bueno tener conocimiento de la Mixomatosis y la enfermedad vírica hemorrágica.
El cunicultor debería establecer unas prioridades para sanear su granja. En primer lugar, luchar contra las enfermedades de fácil solución, estableciendo planes de control para, posteriormente, erradicarlas con tratamientos precisos. Hay varias patologías que no matan a los animales pero los debilitan y alteran su producción.
Casos como tirar el alimento, comer el pelo, disminuir el crecimiento, incrementar la conversión, mortinatalidad, camadas irregulares, mortalidad en la lactancia, gastos en tratamientos, etc., van a suponer una reducción de la disponibilidad económica para el cunicultor.
Es importante que el cunicultor sepa controlar las enfermedades que debilitan a los conejos para facilitar el trabajo a los veterinarios frente a patologías agresivas. Además, si erradicamos los problemas de fácil control, disminuimos el umbral de patogenicidad en la granja y aumentamos la respuesta a las actuaciones terapéuticas.
Enfermedades de obligado control
Llega el cunicultor a su granja y, de entrada, es como si entrara en un salón del oeste americano: todos los clientes sentados en sus mesas jugando al póquer, tomando güisqui y fumando (= los conejos en sus jaulas) están atentos al que entra. Hay un profundo silencio y expectativa… Si llega el sheriff (el cunicultor) tranquilo y con buena cara, ningún problema. Todos vuelven a su actividad sin conflicto. Si el sheriff (cunicultor) entra asustado, nervioso, enfadado… hay un recelo, una expectativa, un temor. Piensen ahora en el salón (la granja) y que llega el forastero una visita inesperada, una actividad fuera de tiempo, automáticamente se paraliza todo el mundo y está al acecho. Si el forastero va tranquilo y no realiza ningún acto violento… no pasa nada. En cambio, si el forastero pone cara de malo y realiza algún gesto brusco, hay un revuelo general con gente que se levanta, que se esconde,… en la granja, los conejos patean los pisos de las jaulas, muerden los alambres, giran locamente por la jaula. Están sumidos en un estado de estrés.
Con esta exposición del salón (granja), los clientes (conejos), el sheriff (cunicultor y el forastero (cualquier introducción novedosa), nos hemos situado en la realidad cotidiana de una granja de conejos. Hecha la reflexión, solo cabe equipar al cunicultor (sheriff) con dos buenos revólveres (productos) para que los use a tiempo, ya sea para intimidar (prevenir el problema) o para finiquitar (erradicarlo).
El cunicultor que sabe utilizar bien y a tiempo uno u el otro de estos dos productos, consigue reducir una posible alteración y evita la exaltación de gérmenes nocivos capaces de provocar enfermedad en sus animales. Así pues, su utilización no tiene cadencia en el tiempo, se usaran tanto como sea necesario.
Una importante labor que debería realizar diariamente el cunicultor se basa en pasear entre los animales para detectar sus movimientos (temblores, postración), su estado en carne (delgado u obeso), el aspecto de la piel y el pelo, si han comido el alimento, si disponen de agua limpia, el olor, color y consistencia de las deyecciones, etc. Será a partir de estas observaciones cuando el cunicultor podrá apreciar alguna anormalidad y actuar con rapidez y eficacia.
Este grupo de enfermedades recoge aquellos procesos que debemos tener controlados siempre y en todas las explotaciones cunícolas. Las más importantes son las Verminosis o Nematodosis intestinales y las Coccidiosis.
Verminosis
Etiología
En los conejos se identifican nematodos de diversas familias, siendo los Oxiuros los más frecuentes, Trichostrongilus, Trichuridos, Filarias que son capaces de causar un importante descenso de la fertilidad e inmunidad, así como trastornos digestivos en animales reproductores e incluso en gazapos de engorde.
La especie más frecuentemente encontrada es Passalurus ambiguus. Las formas adultas se alojan en ciego y colon proximal, descendiendo al recto durante la fase de cecotrofia. Los huevos son excretados en fase de mórula y son ingeridos ulteriormente a través del proceso cecotrófico, produciéndose un ciclo de reinfestación directa y entre diferentes animales, que dificulta la erradicación del proceso.
Síntomas y lesiones
La patología esta relacionada con el número de oxiuros o estrongilus presentes y con la edad. Su tamaño es milimétrico (de 5 a 20mm) y son de color blanco, rojizo o gelatinoso. No suelen causar la muerte, pero inmunodeprimen a los animales parasitados, con el efecto negativo que este hecho tiene en la protección vacunal, además inducen un adelgazamiento progresivo, pudiendo provocar diarreas, estreñimiento y pérdida de fertilidad en hembras reproductoras.
Los conejos infestados suelen expulsarlos por las mañanas, observándose su presencia en la zona perianal. Para un mejor diagnostico, al sacrificar un animal, abriendo el ciego se aprecia una ebullición característica, formada por los movimientos oscilantes de los parásitos, cuando hay una gran infestación. De no observar esta concentración será necesaria una lupa o el microscopio en un análisis coprológico (que determina la presencia de huevos).
Prevención
Además de mantener a los animales separados de sus heces, en camas limpias y desinfectadas, será necesario realizar tratamientos preventivos antihelmínticos de 3 a 6 veces por año según el material y equipo de cada granja. Es aconsejable desparasitar siempre una semana antes de cualquier vacunación.
Tratamiento
Existen varios productos en el mercado que deberán ser suministrados a través del agua de bebida o inyectados por vía subcutánea. Se suelen emplear actualmente Levamisol, Fenbendazol y Albendazol; otros productos como Piperacinas y Pirantel tienen un empleo mucho más limitado.
Atender la correcta dosificación por cuanto por defecto no desarrollan su acción y por exceso pueden provocar trastornos diarreicos y abortos.
Coccidiosis
Etiología
La coccidiosis esta causada por unos parásitos microscópicos, de la familia de los protozoos y del género Eimeria. Existen dos formas clínicas: la hepática y la intestinal, infestando tanto a los animales adultos como a los gazapos. Los primeros la resisten y se tornan en animales portadores y diseminadores de estos; los jóvenes, principalmente en destete y dos semanas posteriores, sucumben en diferente grado según la especie implicada.
La coccidiosis del hígado (hepática), es debida a la Eimeria stiedae y la del intestino (intestinal) a varias especies de las cuales las más patógenas son: E.intestinalis, E.magna, E.irresidua, E.flavescens. Suelen presentarse asociadas y se localizan en distintas zonas del intestino. Los coccidios son parásitos intracelulares, sin embargo sufren algunas transformaciones en el exterior (esporulación) necesarias para volver a infestar a otros animales. Pueden permanecer infestantes más de un año, presentando una gran resistencia a los agentes físico-químicos.
La coccidiosis hepática es fundamentalmente crónica, insidiosa y raramente mortal. Es frecuente en granjas familiares de traspatio, donde es un hallazgo que se encuentra al sacrificar el animal.
Las coccidiosis intestinales tienen en su presentación un fuerte componente inmunógeno, pues la introducción de ooquistes determina el establecimiento de un estado defensivo ante ulteriores agresiones.
El papel patógeno que ejercen los coccidios es muy variado, dependiendo fundamentalmente de la especie, de la edad de los animales y de la cantidad de parásitos que intervengan. Uno de los factores más importantes es contribuir, junto con otros agentes entéricos, a ejercer una acción traumática, inflamatoria e irritativa sobre la mucosa intestinal, generando problemas de mala absorción de alimentos y reducción de los rendimientos productivos.
Síntomas y lesiones
Los síntomas de la coccidiosis hepática son muy poco o nada apreciables en el animal vivo, acusándose solo cuando esta alcanza tasas de infestación en un grado alto. En formas crónicas causa inapetencia, adelgazamiento, aspecto mate del pelo, surgiendo ascitis (vientre hinchado) y tinte ictérico (amarillento) de las mucosas. En casos graves, los gazapos pueden morir al cabo de varios meses por fallo hepático. Sus síntomas más claros se hallan en el hígado que se presenta voluminoso y con puntos blanco amarillentos, duros aunque con contenido líquido en su interior y de un tamaño que varía de un grano de cereal al de un garbanzo.
Las coccidiosis intestinales más graves pueden producir diversos grados de diarrea, al principio profusa, luego verdosa, más densa y oscura. Raramente se aprecian indicios de sangre. Las coccidiosis benignas determinan estreñimientos con expulsión de cagarrutas pequeñas, rugosas y secas. La gravedad de los coccidios estriba en la asociación de estos con otros agentes patógenos, en especial los colibacilos. Las lesiones más características de las coccidiosis intestinales son enteritis necrótica en determinados tramos intestinales, ulceraciones estomacales y fuerte inflamación ganglionar tanto de lifonódulos mesentéricos como de placas de Peyer. Contenido intestinal y cecal líquido.
Prevención
Evitar el contacto del conejo con los excrementos. Mantener la cama seca y limpia (en determinadas jaulas y en los nidales). Realizar una estricta higiene, en la que predominará el flameado (los coccidios mueren con un calor de +50º C).
Establecer una quimioprofilaxis a dosis bajas y continuadas a través del alimento por adición de aditivos coccidiostáticos. Los más empleados (dependiendo de las autorizaciones de cada país) son Lerbec (Metilclorpindol + Metilbenzoquato) Robenidina, Salinomicina y Diclazuril.
Tratamiento
Además de una acción enérgica de limpieza y desinfección del medio, usando calor y destrucción de heces, el suministro de anticoccidiósicos, en tratamiento oral, puede ser necesario en los rebrotes de la enfermedad o si existe un fallo en los coccidiostáticos. Se actúa principalmente con sulfamidas de acción anticoccidiósica, entre las que destacan la sulfaquinoxalina, la sulfadimetoxina, la sulfametacina y el sulfatiazol. También tienen una buena acción el Amprolium, la Framicetina y el Totrazuril.