Gestión económica administrativa de las unidades de producción pecuarias

  • Una alternativa de mitigación a la problemática presentada en el sector.

Gerardo Juárez Corral.
Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Juárez del Estado de Durango.
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Introducción

El objetivo es proponer un modelo económico administrativo general de aplicación a cada tipo y según las particularidades de las unidades de producción pecuaria (UPP) en México, para incidir en la problemática ganadera y en las formas de llevar a cabo el proceso de producción animal. Los problemas que padece la ganadería mexicana se pueden expresar con las siguientes interrogantes ¿por qué la baja productividad ganadera?; ¿es posible que la economía (pecuaria) y la administración (estratégica) se constituyan en elementos necesarios para mejorar la productividad, la eficiencia y la sostenibilidad ganadera?; ¿qué alternativas existen para hacer frente a problemas de la ganadería, tales como baja productividad, bajos ingresos, alta dependencia tecnológica, marginación de la ganadería ejidal y pequeñas UPP, ausencia de manejo económico administrativo de las explotaciones, falta de apoyo de los servicios técnicos? ¿cómo coadyuvar en el desarrollo regional, ante el hecho de que la población mexicana se ha urbanizado? ¿cómo promover mejores niveles de productividad en las más de 88 millones de hectáreas de uso agropecuario del país? ¿cómo impulsar un proyecto nacional que rescate al sector agropecuario de su crisis, y que lo ubique como un generador de empleo e ingreso para los más de 11 millones de mexicanos que viven en el sector agropecuario?

Se plantea el panorama mundial de los problemas económicos, sociales y ambientales de la ganadería con información de instituciones internacionales, tales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO); de igual forma, se plantea un marco de referencia nacional con la problemática ganadera en el uso de los recursos naturales; se continua con una base teórica conceptual que ubique la problemática en un marco de análisis y definición de categorías económicas y administrativas que permita la construcción de conclusiones orientadas al planteamiento de propuestas para el mejoramiento de la productividad ganadera.

Contextos mundial y nacional de la productividad ganadera.

La OPS (2007), afirmó que existen cambios sociales y económicos en el mundo y los proyectó hacia un futuro cercano, al determinar que “[…] existen grandes influencias demográficas, políticas, ambientales, de enfermedades, tecnológicas y económicas, todas induciendo cambios en la sociedad […] aumento de la población, con un incremento anual de 76 millones de personas, se espera que la población mundial llegue a 9.1 billones en 2050 […] el consumo de agua está aumentando dos veces más rápido que el crecimiento de la población, aumento de la migración sobre todo a EU, en los últimos 25 años, han surgido 38 nuevos patógenos el 75% se originaron como enfermedades de los animales, aumento de la población urbana respecto de la población rural, presencia de bioterrorismo y fanatismo religioso, los cambios en la atmósfera están causando poderosas modificaciones en el medio ambiente como el derretimiento de los polos, aumento del nivel del mar y en el clima con presencia de huracanes, inundaciones; la emergencia de nuevas enfermedades ocurre aproximadamente cada ocho meses y la amenaza de nuevas enfermedades zoonóticas es muy real. De los más de 1,400 patógenos que causan enfermedades humanas, 800 han cruzado la barrera de las especies de los animales; la velocidad de los viajes globales y de la transmisión de enfermedades está superando las medidas de control, la brecha entre ricos y pobres aumentará”.

La CEPAL (2016) planteó que, en septiembre de 2015, la ONU, los 193 Estados Miembros, actores de la sociedad civil, el mundo académico y el sector privado, proclamaron la Agenda 2030([1]) con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), para hacer frente a la problemática mundial y a los retos del futuro.

En otro informe la CEPAL (2016)([2]), expuso que en un futuro cercano la economía mundial transitará en un escenario de alerta económica, social, política y ambiental.

El modelo de desarrollo predominante en el mundo ha producido desequilibrios económicos y sociales; han dominado intereses y alianzas internacionales, con el propósito de proteger las grandes inversiones y las rentas generadas; sin embargo, existen otros grupos que podrían ganar con un cambio de modelo de crecimiento más inclusivo y sostenible ambientalmente. El problema estriba en que los costos del cambio de modelo son inmediatos y los beneficios se diluyen en el futuro. “[…] En particular, la distribución de costos y beneficios está en correlación inversa con la distribución de poder en el estilo vigente, lo que dificulta la construcción de alianzas para avanzar” (CEPAL, 2016).

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Es imperativo que para el logro de los ODS, planteados en la Agenda 2030, se promueva un cambio de modelo y estilo de desarrollo e implementación de políticas económicas, ambientales, mejoramiento de los niveles de productividad sustentable, entre otros. Se requiere de un reforma del sistema mundial agroalimentario, con el propósito de disponer y acceder a alimentos para los 925 millones de personas que viven en condiciones de carencias alimenticias actualmente y de dos mil millones adicionales de personas que vivirán en el año de 2050 (CEPAL, 2016).

Se considera que el sector agroalimentario es clave para el desarrollo que se propone en la Agenda 2030, eliminación del hambre y la pobreza; así como, un fomento en las condiciones para avanzar en una educación de calidad (CEPAL, 2016).

([1]) La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que incluye 17 Objetivos y 169 metas, presenta una visión ambiciosa del desarrollo sostenible e integra sus dimensiones económica, social y ambiental. Esta nueva Agenda es la expresión de los deseos, aspiraciones y prioridades de la comunidad internacional para los próximos 15 años. La Agenda 2030 es una agenda transformadora, que pone a la igualdad y dignidad de las personas en el centro y llama a cambiar nuestro estilo de desarrollo, respetando el medio ambiente. Es un compromiso universal adquirido tanto por países desarrollados como en desarrollo, en el marco de una alianza mundial reforzada, que toma en cuenta los medios de implementación para realizar el cambio y la prevención de desastres por eventos naturales extremos, así como la mitigación y adaptación al cambio climático (CEPAL, 2016).

([2]) Horizontes 2030: la igualdad en el centro del desarrollo sostenible, véase en línea http://www.cepal.org/es/publicaciones/40159-horizontes-2030-la-igualdad-centro-desarrollo-sostenible

La ONU (2020), refrenda los problemas mundiales y encauza sus acciones hacia el mejoramiento de la vida, ayuda en desastres, educación, acabar con la pobreza, cambio climático, derechos humanos, salud, alimentación, entre otros.

En México la problemática mundial se refleja en el sector agroalimentario, particularmente en la producción ganadera, en los bajos niveles de productividad([1]); es decir, la ganadería utiliza una gran cantidad de recursos productivos para obtener los bienes y servicios, en el modelo económico prevaleciente.

Según el Sistema de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) (2022), en el año 2021, se produjeron más de 7.5 millones de toneladas de carne; poco más de 13 mil millones de litros de leche de bovino y caprino, así como más de 3 millones de toneladas de huevo para plato y alrededor de 62 mil toneladas de miel de abeja. El Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la soberanía Alimentaria (CDRSSA) (2020)([2]), afirmó que la ganadería ocupó una superficie de 109.8 millones de hectáreas, más de la mitad del territorio nacional que equivalió al 55.9%; además, en el año de 2019, se utilizaron 19.3 millones de hectárea de las cuales 5.6 millones de hectáreas (29.03%) se dedicaron al cultivo de forrajes, sin considerar al maíz amarillo en grano que se utiliza, en parte, para alimentar el ganado. Los cultivos forrajeros producidos más importantes fueron pastos y praderas, sorgo en grano, avena forrajera en verde, maíz forrajero en verde, alfalfa verde, alfalfa achicalada y sorgo forrajero en verde.

Entre los años de 2010 a 2021, en México la producción de carne bovino creció un 22.11%; la leche de bovino lo hizo en un 20.37%; el huevo para plato tuvo un crecimiento de 27.94%; la carne de ave tuvo un incremento de 36.82% y la carne de cerdo alcanzó el 44.13%; los demás productos pecuarios (carne y leche de caprino, carne de ovino y miel), fueron marginales y de producción y consumo local, excepto la miel de abeja que fue un producto de alta exportación. (Porcentajes calculados a partir de las cifras proporcionadas por el SIAP, 2022).

Al tercer trimestre del año 2023, el Producto Interno Bruto (PIB) del Sector Agroalimentario([3]), en términos reales, presentó una tasa de crecimiento anual de 0.5%, con relación al mismo trimestre el año anterior, mientras que el PIB nacional lo hizo en 3.3%, lo cual obedeció al crecimiento del subsector agrícola, cuyo PIB fue de 8.0%, el subsector pecuario aumentó 2.8% y la industria de alimentos, bebidas y tabaco disminuyó un 2.5% (SADER-SIAP, 2023).

([1]) Productividad = producción obtenida/insumos o recursos utilizados (Sevilla, 2016).

([2]) En mayo de 2004 el Congreso de los Estados Unidos Mexicanos, decretó la reforma del artículo 49 de su Ley Orgánica, mediante la cual se estableció que la Cámara de Diputados contaría, en el ámbito de la Secretaría General y adscrito a la Secretaría de Servicios Parlamentarios, con el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria (CEDRSSA), el cual entró formalmente en funcionamiento el 16 de octubre de 2004; el objetivo fue proporcionar en forma imparcial y oportuna, los servicios de apoyo técnico y la información analítica que le sean requeridos por los legisladores, Órganos de Gobierno, Comisiones y Comités, para el cumplimiento de las atribuciones de la Cámara de Diputados, mediante la organización, procesamiento y análisis de información, así como la elaboración de informes, proyecciones, estudios e investigaciones que se relacionen el desarrollo rural sustentable y la soberanía alimentaria (consultado en http://www.cedrssa.gob.mx/identificacion_institucional.htm, el día 10 de noviembre de 2021).

([3]) El sector agroalimentario se compone de todas las actividades relacionadas con la generación de alimentos, a través de actividades como la agricultura, ganadería, silvicultura, entre otras; se divide en los subsectores agrícola, pecuario, pesquero, acuícola y agroindustrial; además cada uno de éstos posee sus propias cadenas productivas, es decir, el proceso por el que pasa un alimento o producto desde su origen hasta su destino final. La diversidad del país permite brindar a los consumidores alimentos y productos de origen vegetal, animal y fúngico (relativo, perteneciente y alusivo a los hongos). Se divide en los subsectores agrícola, pecuario, pesquero, acuícola y agroindustrial; cada uno de éstos viene acompañado de sus cadenas productivas, es decir, el proceso por el que pasa un alimento o producto desde su origen hasta su destino final (SADER, 2020).

El CEDRSSA (2020), cuestionó el crecimiento ganadero en los siguientes términos ¿Cómo ha sido ese aumento, qué y cuántos recursos ha utilizado, la producción ganadera se ha dado dentro de los parámetros de la eficiencia en el uso de los recursos y en el mejoramiento del medio ambiente?.

Se sabe que, con relación al uso de los recursos naturales, según Aquae Fundación, (s/a) y con datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), para la producción de 1 kilogramo de carne de res se requiere utilizar 15,000 litros de agua; 6,000 litros para 1 kilogramo de carne de cerdo; 1,000 litros para producir 1 litro de leche; 4,300 litros para producir 1 kilogramo de carne de ave (Aquae Fundación, s/a).

Los problemas nacionales de la ganadería mexicana, fueron refrendados por la Auditorio Superior de la Federación ASF (s/a)([1]). “Para el año 2018, los problemas de la ganadería eran baja productividad del sector ganadero y poca contribución en el aseguramiento de la seguridad alimentaria del país. Descapitalización de las unidades productivas pecuarias e incipiente inversión en capital físico, humano y tecnológico; bajos ingresos en el medio rural; problemas de sustentabilidad, y deficiencias para asegurar la sanidad e inocuidad de los productos pecuarios; vulnerabilidad a los riesgos de mercado y climáticos, y constante amenaza de enfermedades y plagas en los productos del sector; estancamiento de la productividad y pobreza en el sector agropecuario; inestabilidad laboral, y bajos ingresos de las personas dedicadas a actividades primarias” (ASF, s/a).

La Encuesta Nacional Agropecuaria (ENA) (2019), indicó que el 73.8% de las unidades de producción([2]) presentaron problemas de altos costos de insumos y servicios (combustible, energía, semillas, fertilizante, mano de obra), el 33.1% con dificultades de comercialización por los bajos precios en el mercado y el 30.8% falta de capacitación y asistencia técnica (INEGI-SADER, 2019).

En la problemática ganadera mexicana, es claro que se requiere del uso de técnicas de producción agropecuarias de rendimiento eficiente y sustentable, de respeto al medio ambiente, factibles en términos sociales, económicos y ecológicos, que permitan la generación y adopción de tecnologías para cada tipo de productores (Villegas, et. al, 2003)

Los autores Leos-Rodríguez, et. al. (2008), afirmaron que no se puede considerar a los productores ganaderos como un conjunto homogéneo, al cual se proponen acciones tecnológicas uniformes; por lo que, se requiere de la aplicación de soluciones a las condiciones concretas de cada una de las categorías de productores (tipo de ganado, clima, suelo, enfermedades dominantes en la región, uso de tecnologías y el empleo o no de medidas de control y obtención de información económica, productiva y sanitaria); es decir, se requiere contar con una tipología de productores (grandes, pequeños, medianos productores; de producción familiar o de subsistencia).

([1]) En el año de 2015, la Auditoría Superior de la Federación realizó la evaluación 1582-DE y publicó el documento “Política pública ganadera” (s/a); cuyo objetivo fue “[…] evaluar la política pública en términos de su diseño, implementación y resultados, a efecto de determinar su pertinencia para atender el problema que le dio origen y la efectividad de sus acciones para cumplir con los objetivos relativos a fomentar el incremento de la productividad sustentable del sector […]”.

([2]) Según la ENA (2019), existían en México 4’650,783 Unidades de Producción Agropecuaria en el año de 2019 y la muestra de la encuesta se realizó en 69,124 unidades de producción con información de 29 productos agropecuarios, de los cuales se consideraron cinco productos pecuarios (carne de bovino, de cerdo, de ave, leche de bovino y huevo).

Instrumentos para el mejoramiento de la productividad

La gestión del proceso de producción animal constituye un instrumento de vital importancia para promover modelos productivos adaptables a las condiciones particulares en cada una de las más de cuatro millones de Unidades de Producción Agropecuarias([1]) que existían en México en el año 2021 (SADER, 2021); además, se puede establecer un marco de principios generales para diseñar modelos regionales, de acuerdo a las condiciones que presenta el área geográfica en estudio y que sirva de base económica y administrativa para la construcción de políticas públicas ganaderas.

Se propone construir un marco de estudio y análisis económico administrativo para derivar los principios y las categorías pertinentes a la configuración de modelos ganaderos que propicien la productividad y el respeto al medio ambiente (productividad sustentable).

García, et. al. (2007), con base en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, plantean que “el concepto de gestión viene del latín gestione y la define como la acción y efecto de administrar, entendiendo por administrar el acto de dirigir una institución u ordenar, disponer y organizar”.

En el ámbito de la “Economía Ganadera”, se entiende por Gestión: “El conjunto de conocimientos y técnicas, de naturaleza productiva y económica, que permiten la utilización y aplicación óptima, en el corto y largo plazo de los insumos disponibles, ya sean endógenos o exógenos a la explotación” (García, et. al., 2007).

La gestión ganadera implica, por lo tanto, la utilización de los conocimientos en materias tales como la economía y la administración; toda vez que la definición y objeto de estudio de la economía se enfoca en administrar los recursos disponibles (escasos) para satisfacer las necesidades humanas (ilimitadas); en analizar las decisiones y las acciones de los productores, empresas y gobiernos para tomar decisiones relacionadas con la producción, distribución y consumo de bienes y servicios (Sevilla, 2015).

La administración, particularmente la administración estratégica, es una materia íntimamente relacionada con la economía, pues plantea el uso eficiente y racional de los recursos escasos. Analiza los entornos (interno y externo) de la organización, el establecimiento de metas y objetivos, la formulación, implementación y control de estrategias productivas y de mercado; además, indica el uso imprescindible de un sistema de información de la unidad de producción, que permita la toma de decisiones, ágiles y precisas en la obtención de resultados deseados (Lana, 2008).

Durante el periodo 2001-2015, el Estado Mexicano definió diversas estrategias para elevar la productividad pecuaria de manera sustentable, a fin de atender el problema público relativo al estancamiento de la productividad en el sector ganadero. No obstante, los operadores de la política pública no contaron con una definición específica de productividad, ni dispusieron de indicadores que permitan medir la contribución de sus acciones en la materia (ASF, s/a).

([1]) La Unidad de Producción se refiere al conjunto de terrenos, infraestructura, maquinaria y equipo, animales, y otros bienes utilizados en las actividades agropecuarias (SADER, 2020).

“En el Programa Sectorial de Desarrollo Agropecuario, Pesquero y Alimentario 2013-2018, se señala que la productividad se refiere a obtener la mayor cantidad de productos, manteniendo los estándares de calidad, con la misma o menor cantidad de recursos invertidos; asimismo, se indica que la productividad deberá realizarse con criterios de sustentabilidad, con el fin de aprovechar los recursos naturales sin comprometer su disponibilidad para las generaciones futuras” (ASF, s/a).

No es suficiente el conocimiento de los principios de la economía y la administración, es necesario conocer el proceso de producción animal, sus elementos, sus características, sus etapas biológicas y zootécnicas de cada especie doméstica.

“La información y el conocimiento se convirtieron en los factores clave para la producción, la productividad y la competitividad de la industria, la inocuidad y la seguridad alimentaria”, particularmente en un mundo globalizado e interconectado a través de las técnicas de información y comunicación (Villamil, L.C., et. al., 2008).

Se requiere conocer, al menos, dos elementos para el diseño de modelos ganaderos: a) producción y sanidad animal (sistemas y técnicas de producción; programas de sanidad animal) y b) dirección de empresas (gestión de la producción) (Coll, 2020).

El esquema económico administrativo que hoy se propone, pretende coadyuvar en el mejoramiento de la productividad sustentable([1]) y es aquel que integra los principios generales de estas materias y se puedan incorporar a la operación de las unidades de producción.

El modelo económico propuesto considera en su construcción la técnica de los 12 pasos o etapas que, de acuerdo a Aguilar, A. (2015), son los siguientes: misión, visión, objetivos, políticas, programas, estrategias, tácticas, diagnóstico, pronóstico, conclusiones y recomendaciones, control y seguimiento, y presentación de resultados.

El análisis de los entornos interno y externo permite identificar las oportunidades y los riesgos actuales y futuros que pueden llegar a influir en la capacidad de las unidades de producción para alcanzar sus metas; definir la misión para identificar la razón de ser, el propósito y la dirección de la organización; establecer los objetivos estratégicos para indicar el rumbo y el curso de acción, que lleven a la realización de los objetivos y metas organizacionales; un elemento importante, también lo es, el establecimiento del control que consiste en determinar hasta qué punto los objetivos de la organización están siendo logrados, corregir errores y mejorar, ajustar o cambiar las estrategias (Lana, 2008).

Mención especial merece la generación de la información como un patrimonio de la organización, que dé soporte a los procesos y operaciones productivas, a la toma de decisiones y a la evaluación de la acción productiva (Lana, 2008).

Primero es conocer la explotación, recopilar información, realizar un diagnóstico; diseñar controles productivos, económicos y financieros. Técnicas poco comunes en las explotaciones ganaderas (García, et. al., 2007).

([1]) La productividad sustentable se refiere a un conjunto de actividades desarrolladas en el sector agropecuario para obtener bienes o servicios, sin degradar la capacidad del patrimonio natural; conservando y protegiendo los recursos naturales, mediante la mejora de prácticas de manejo sostenible en los espacios productivos (FAO, s/a).

Coll (2020), expone 10 principios económicos([1]) para el mejoramiento de la productividad, la eficiencia y la eficacia de las organizaciones. Para efectos del esquema económico administrativo que se propone, se destacan tres principios: a) todos los productores como agentes económicos se enfrentan a disyuntivas y decisiones (limitación de recursos y necesidades ilimitadas; se debe elegir la maximización el uso eficiente de los recursos); b) todas las actividades productivas presentan un costo de oportunidad (cuando se toma una decisión, existe un escenario contrario al que se eligió, que conlleva un costo o beneficio), c) el nivel de vida de los ciudadanos de un país depende de la capacidad de éste para producir bienes y servicios (a mayor crecimiento económico, mayor disponibilidad de bienes y servicios, mayor bienestar).

La importancia del control administrativo estriba en evaluar el funcionamiento de la organización, obtener información de retroalimentación (corregir rumbo y objetivos), construir indicadores productivos (Sánchez, 2021).

Se destaca la construcción de indicadores productivos([2]), debido a que en ellos radica la solución a la productividad y rentabilidad de la organización; los indicadores productivos se clasifican en dos grupos:

Indicadores económicos: a) eficiencia económica (producir al menor costo; es la relación entre la producción obtenida, expresada en litros, kilogramos, etc., y los recursos utilizados, expresados en forma monetaria); este indicador se encuentra relacionado directamente con la productividad; b) eficacia económica (cumplir con las metas programadas); c) optimización (mejor uso de los recursos, buenas prácticas de producción).

Indicadores técnicos productivos: a) relación entre el uso de la tierra (hectáreas) y la producción obtenida (litros, kilogramos, etc.), también conocida como carga animal o coeficiente de agostadero (número de hectáreas por unidad animal, UA)([3]); b) intervalo entre partos; c) edad al destete; d) porcentaje de puesta de huevo/gallina/día; e) índice de conversión de alimento, entre otros.

Sin duda, los índices o parámetros productivos en la ganadería son extensos y propios de cada especie animal, el control administrativo pretende construir estos parámetros para encontrar aquél óptimo en la unidad de producción, una vez que se pueda hacer una referencia comparativa con el promedio regional.

Para lograr la obtención de los índices o parámetros económicos y técnicos, se aplican las cuatro etapas del proceso de gestión que proponen García, et. al. (2007), las cuales son las siguientes: a) observación y recolección de datos (mediante formatos de control de la producción, registros de mortalidad y morbilidad, etc.), de los resultados físicos, económicos y sanitarios correspondientes a un periodo de producción en el corto plazo (un año o un ejercicio fiscal); b) análisis de la información para establecer un diagnóstico, que se utilizará para definir o redefinir objetivos para el próximo periodo productivo y la correspondiente programación; c) ejecución de la planeación, mediante la toma de decisiones, como un proceso continuo en el control y rectificación de acciones productivas y sanitarias; d) obtención de los resultados técnicos, económicos y sanitarios, iniciando un nuevo ciclo productivo con la evaluación y retroalimentación de la información (indicadores y parámetros) obtenida (García, et. al., 2007).

Recientemente, se ha utilizado la tecnología denominada Genómica que permite conocer el potencial o desempeño futuro de un animal antes de tener información productiva de ese animal y se basa en una prueba de ADN que permite conocer los genes presentes en el individuo; la finalidad es desarrollar estrategias de selección y reproducción de precisión; es decir, identificar animales genéticamente superiores y/o inferiores para tomar decisiones que permitan reproducir y multiplicar la mejor genética dentro del establo y mejorar la gestión de los recursos. Logrando con ellos un desarrollo genético más rentable y ahorros económicos en el desarrollo de animales de poco potencial genético (Cruz, 2021).

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Con la Genómica se pueden diseñar estrategias con especial énfasis en el mejoramiento de rasgos productivos como la producción de leche y sus componentes, fertilidad, salud y longevidad; características con impacto económico en un establo. Las decisiones tempranas basada en datos de genéticos, son 3-4 veces anuales más rápidos, medido a través de índices económicos como el Mérito Neto([4]) (Cruz, 2021); lo que implica que el uso de esta tecnología podría ayudar a mejorar los índices o parámetros económicos y técnicos.

El objetivo final de la gestión en las unidades de producción es mejorar la capacidad de decisión del productor pecuario; es decir, convertir la información en acción (García, A. et. al., 2007).

La importancia de la gestión económica administrativa, también se establece en la toma de decisiones en condiciones de incertidumbre o de riesgo; tal es el caso de acciones mundiales con impacto en la producción pecuaria nacional. Por ejemplo, el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania habrá de impactar el mercado de los granos básicos para el sector pecuario; por lo que, se ha propuesto que los productores deben ser previsores y hacer uso de sus herramientas de administración de riesgo([5]) para planear sus estrategias de manera eficaz. El incremento en el valor de las materias primas implicará aumento en los costos de producción y en los alimentos derivados, provocando inflación y en el peor de los caso, escases de los productos (Ganadería.com, 2022).

Las enfermedades animales impiden alcanzar los objetivos productivos, sociales y económicos, y constituyen una preocupación constante de productores, servicios oficiales y otros actores vinculados con las cadenas de valor que involucran a animales; por ello, es necesario incorporar al modelo económico administrativo propuesto la gestión del proceso de salud-enfermedad animal.

([1]) Los 10 principios económicos que plantea Coll (2020), son los siguientes: 1) Todos los agentes económicos deben enfrentarse a disyuntivas y decisiones; 2) toda decisión conlleva un costo de oportunidad; 3) análisis marginal y pensamiento racional; 4) los agentes económicos se movilizan en base a incentivos económicos; 5) el comercio como mejora de productividad; 6) los mercados organizan la actividad económica de forma eficiente; 7) los gobiernos pueden mejorar el bienestar mediante el Estado de derecho, la mejora de la situación de equidad, así como promoviendo la eficiencia; 8) el nivel de vida de los ciudadanos de una país depende de la capacidad de éste para producir bienes y servicios; 9) los precios se disparan con el aumento de masa monetaria y el déficit fiscal; 10) en el corto plazo, el pleno empleo y la inflación moderada son decisiones opuestas.

([2]) Los indicadores productivos son herramientas aplicadas en la gestión productiva, con el fin de evaluar el rendimiento y la eficiencia de los procesos en las empresas; sirven para medir la cantidad de recursos que utilizan las unidades de producción para obtener un producto o servicio en particular (Oliveira, W., 2017).

([3]) Una UA es una vaca adulta de 450 kg con su cría, la cual consume al día aproximadamente el 3% de su peso en materia seca (MS) (Beltrán, S. y Loredo, C., 2005).

([4]) El Mérito Neto (NM$) es un índice que predice la ganancia esperada durante toda la vida productiva de una hembra, determinando directamente el ingreso que un animal puede generar durante su vida; este índice incluye caracteres económicamente relevantes relacionados con los aspectos de producción, salud, longevidad y facilidad de parto (Especialistas en novillas, 2019).

([5]) Por ejemplo, clasificar y valorar los riesgos en una matriz de probabilidad; árboles de decisiones, donde se visualizan los riegos y se toma la decisión de “sí” o “no”; análisis FODA, identificar fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas; registro de riegos, a través de la información generada en el proceso productivo (ISO 9001, 2108).

La OIE (hoy Organización Munidad de Sanidad Animal, OMSA) (2021), estimó que alrededor del 20% de las pérdidas de la producción mundial pueden atribuirse a las enfermedades animales; además, afirmó que “a escala mundial, la propagación de las enfermedades animales supone una amenaza para la salud pública, la seguridad alimentaria y el desarrollo económico y rural”.

La FAO (2012), afirmó que “la presencia de enfermedades infecciosas de los animales reduce la estabilidad y la capacidad de resiliencia del suministro de alimentos de origen pecuario, lo que afecta a todos los eslabones de las cadenas de producción y comercialización. Pueden tener cuatro consecuencias diferentes, a saber: i) reducción de la población ganadera por muerte o sacrificio; ii) disminución de la productividad del ganado; iii) generación de crisis en los mercados cuando la demanda cae y en respuesta la oferta se contrae; y iv) perturbaciones del comercio internacional de productos pecuarios”.

La OIE (hoy OMSA) (2016), destacó el impacto económico de las enfermedades animales en la producción ganadera; particularmente, la fiebre aftosa, la influenza aviar de alta patogenicidad y la peste porcina clásica son algunas enfermedades que han demostrado tener consecuencias económicas perjudiciales tanto para la productividad como para el comercio internacional. Recomienda obtener información “[…] sobre las pérdidas de producción y los costos que acarrean la prevención y el control de las enfermedades animales…”; para ello propone “… optimizar la eficacia de los Servicios Veterinarios en la gestión de amenazas sanitarias y priorizar de manera eficaz la asignación de recursos para mejorar la sanidad y el bienestar animal […]”.

Los autores Rushton y Will (2016), manifestaron que en la 84a. Sesión General de la OIE (hoy OMSA) en mayo de 2015, se analizó el tema “Economía de la sanidad animal: costos directos e indirectos de los brotes de enfermedades animales”. Afirmaron que gran parte del análisis económico de la sanidad animal se utilizó el análisis de costo-beneficio para justificar los programas de control de enfermedades y para examinar el rendimiento económico de las inversiones en sanidad animal. Sin embargo, estas actividades carecieron de un enfoque normalizado y no se publicaron con una regularidad que conduciría a mejorar las metodologías, la disponibilidad o la calidad de los datos. Existe también una deficiencia en la gestión económica de la sanidad animal que pudiera encontrar un equilibro entre las pérdidas de producción causadas por las enfermedades y los costos de control contraídos para la gestión de las enfermedades. Se necesitan enfoques más sistemáticos de los costos directos e indirectos de los brotes de enfermedades animales y una parte de este proceso consiste en comprender qué datos e informaciones están disponibles actualmente. Para lo cual, se diseñó un cuestionario que abarcara diferentes aspectos de los costos generados por las enfermedades. Fue aplicado a los 180 Países miembros de la OIE (hoy OMSA), entre mediados de diciembre de 2015 y mediados de febrero de 2016 (Rushton y Will-OIE, 2016).

Los resultados de la encuesta revelaron un interés por la economía de la sanidad animal. Se reconoció que no se utiliza el análisis económico del impacto de las enfermedades de los animales (James, A., s/a).

La presencia de las enfermedades en las unidades de producción es una causa de la baja productividad ganadera, por lo cual es necesario incorporar el concepto de gestión del proceso de salud-enfermedad en las fincas ganaderas, considerando que las causas de las enfermedades son de índole socioeconómica y de factores biológicos. La gestión en salud animal se relaciona con el establecimiento de programas de bioseguridad([1]), que forman parte en la planeación de las actividades pecuarias y sobre todo en los controles de la producción y la generación de información para la toma de decisiones.

Los objetivos de la incorporación de programas de bioseguridad disminuirán la morbilidad y mortalidad de los animales y los costos de producción por concepto de tratamientos médicos. Con el logro de estos objetivos la productividad de la finca ganadera mejorará significativamente y se obtendrán productos inocuos.

Por lo anterior, la planeación, dirección y control de la producción animal se integrará con los programas de nutrición, planeación y sanidad pecuaria y de los productos obtenidos (carne, leche y huevo, principalmente); bajo los principios económicos (decisiones de los productores, costos de oportunidad y disponibilidad de los productos de origen animal).

En forma esquemática el modelo económico administrativo que se propone, quedaría de la siguiente manera:

Gestión económica administrativa de las unidades de producción pecuarias Gestion economica administrativa unidades produccion pecuarias 1

Conclusiones

Primera: ante las escasas acciones de planeación de las unidades de producción animal y la baja productividad sustentable, se propone un modelo de gestión económico administrativo, que en forma sintética incluya elementos como generación de información interna y externa, planeación, dirección y control, y como ejes transversales a estos elementos se debe considerar al menos, tres principios económicos (toma de decisiones, costo de oportunidad y mejoramiento del nivel de vida).

Segunda: con la información económica y técnica obtenida del proceso productivo, se pueden construir dos tipos de indicados o parámetros (económicos y productivos), para medir el nivel de productividad y tomar la decisiones pertinentes que mejoren el proceso productivo; en cuyo proceso se debe establecer las acciones del mejoramiento del proceso salud-animal (prevenir, diagnosticar y tratar afecciones específicas, programas de bioseguridad), a fin de contrarrestar el daño económico y de salud pública que ocasiona la presencia de enfermedades de los animales.

Tercera: preparar las condiciones económicas y sanitarias de la producción de alimentos para hacer frente al reto futuro que planteó la FAO, cuando afirmó que para el año 2030 la población urbana llegará a 4,900 millones y la población rural del mundo disminuirá en unos 28 millones. Para ello, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, establece que es obligación del Estado fomentar las actividades económicas en el medio rural, entre las cuales se encuentra la ganadería, con el objetivo de lograr un desarrollo equilibrado del país y mejorar las condiciones de vida de la población; es decir, diseñar las políticas públicas adecuadas para mejorar la vida de millones de personas que viven en el campo mexicano, con la incorporación de técnicas e información de la economía, la administración, la sanidad animal y la salud pública (inocuidad alimentaria); así como, para lograr la seguridad alimentaria.

Referencias bibliográficas

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  37. ([1]) El objetivo principal de los programas de bioseguridad en la producción animal es evitar la posibilidad del contagio y la propagación de enfermedades infecciosas, causadas por bacterias u otros agentes patológicos, y que éstas proliferen dentro de una unidad de producción (Certified Humane. Bienestar Animal, 2020).
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