Uso racional de antibióticos

Dr. Alejandro Wainstein.
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Entendiendo racionalidad como la capacidad de los seres humanos de poder analizar situaciones en búsqueda de lograr objetivos y obtener beneficios en base a nuestras acciones, es lo que nos diferencia plenamente de los animales que solo buscan su sobrevivencia.

Por ello, la forma en que producimos proteína animal hoy, y pensando en el futuro, se basa en muchas decisiones de alta información disponible, principalmente por parte de los consumidores, los que “exigen” cada vez una mayor calidad en los productos, entendiendo por calidad, conceptos como inocuidad (eco amigable-sustentable y) y bienestar animal, entre otros.

Es por ello, que el uso de la palabra Anti-microbiano, muchas veces genera complicaciones a quien la escucha, dado que se ha hablado mucho del uso irracional o exagerado de anti- microbianos en la producción animal, lo que en cierta medida es correcto. Cuando se habla de resistencia, se dice que los productos usados en medicina animal o producción animal, ya no tendrán efectos positivos en los humanos, se genera un caos, llegando incluso a que personas dejen de consumir proteína animal.

Los antibióticos (productos utilizados por más de medio siglo en la producción), han sido cuestionados debido a la cantidad o al tipo, llevando a pensar que ha habido un abuso en la utilización de los mismos, provocando menores respuestas ante patógenos cuando han sido requeridos (Resistencia), e interfiriendo en la respuesta del uso en medicina humana (Interacción cruzada de especies).

Todo lo mencionado anteriormente no deja de tener un grado de veracidad, si analizamos el cómo se han utilizado estos productos en los últimos años, dosis sub-terapéuticas para lograr un mayor beneficio en el peso (Promotor de crecimiento), mantener el uso de la misma molécula por largos períodos de tiempo provocando que la acción del antibiótico sea más baja, obligando a una acción muy complicada que es ir subiendo las dosis hasta volver a tener los efectos deseados, uso de principios activos puros, que por definición son Materia Prima Activa (API) para ser usada en la formulación y posterior fabricación de un producto comercial.

Los puntos más importantes que estimamos hacen una diferencia en lo anterior son:

Dosificación:

Este tema ha sido muy evaluado en los últimos años, con el propósito de poder unificar criterios, sumado a lograr una buena eficacia de los productos en el momento que se decida utilizar, y para qué al final se decidan utilizar. La forma más utilizada de dosificación de un antibiótico en producción animal era usando el concepto de volumetría (Partes por millón, PPM), es decir, incluir una cantidad de producto comercial en una tonelada de alimento, basándose en el consumo promedio o estándar de alimento, lo que claramente no es correcto, si pensamos que un animal enfermo, disminuye su consumo de alimento en la mayoría de los casos, por ende estaría incorporando menor cantidad de principio activo que uno que esté sano y que consume niveles adecuados, llevando a que en algún momento se produzca resistencia microbiana al fármaco.

Es por ello, que Sanphar, trabajaba sin excepción todas sus moléculas pensando en cuánto peso vivo, o masa animal se quiere tratar, lo que correlacionado con el consumo de alimento, es una dosificación mucho más precisa y eficiente (mg/kg/pv). El pensar y actuar de esta forma, nos ha llevado a tener mayores éxitos en el campo, mejores respuesta por parte de los animales, y utilizaciones más precisas de los productos en los momentos en que se describe un real aporte de los mismos.

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Dinámica Poblacional:

Este simple concepto de entender cómo se mueven las bacterias y dolencias dentro de una caseta ayuda mucho a poder definir las estrategias a utilizar para combatir problemas, haciendo entender por qué no siempre tendremos el éxito esperado, o más aún, por qué a veces no tenemos respuesta alguna.

Entonces, considerar, el tipo de animales (etapa productiva), que dará la correspondiente masa animal a tratar, más el entendimiento de la dinámica poblacional de las casetas, y por ultimo adicionar a esta fórmula el conocimiento de los patógenos o agentes a los que queremos combatir, son claves para poder tener una expectativa de éxito mayor en nuestra decisión.

Como último factor de éxito en esta etapa, vamos a agregar el conocimiento farmacológico de terreno, ya que lo que vemos en el campo, es que la mayoría de las veces la decisión de uso de un producto, es por costumbre, antibiograma, o influenciadores, sin embargo, no tenemos o aplicamos información acerca de la farmacología del producto, cuál es su farmacocinética y cuál es su farmacodinamia, es decir cómo se mueve y cómo actúa dentro del organismo animal, ¿tenemos posibilidades de llegar al órgano afectado con este fármaco?, ¿en qué condiciones tiene que ser aplicado?, ¿cuántas veces por día?, etc., que son preguntas que no siempre nos hacemos y pueden definir el éxito o el fracaso de una terapia.

Resumiendo, tenemos claro que una terapia puede funcionar o fracasar dependiendo básicamente de:

  • Entender la dinámica poblacional en la granja.
  • Conocer el histórico de la granja.
  • Lograr identificar el agente causal de la problemática.
  • Conocer las opciones terapéuticas disponibles para lograr estos propósitos.
  • Aplicar la dosificación correcta por el tiempo correcto y dar el retiro correspondiente a la molécula utilizada.

Artículo publicado Los Porcicultores y su Entorno Mayo-Junio 2019

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