Vacunar a los conejos de ahora en adelante, ¿y por qué?

Miguel Ángel Martínez Castillo
Luis Vicente Jiménez Castillo.
Depto. de Medicina y Zootecnia de Abejas, Conejos y Organismos Acuáticos. FMVZ – UNAM.
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Por más de 40 años la crianza de conejos en México se practicó esencialmente en pequeña escala, aplicando medidas básicas de bioseguridad, con alimentos balanceados de calidad regular, con las fronteras cerradas a la importación de productos cunícolas y esperando pacientemente que esta actividad pecuaria creciera milagrosamente, casi por inercia;  durante todo este tiempo se creyó que se tenía una cunicultura sana porque no habían grandes problemas sanitarios, ni se aplicaban vacunas, porque la productividad era baja, pero constante, porque se cubría la demanda de un mercado poco exigente.

Si bien hubo apoyos gubernamentales para hacer crecer la cunicultura, especialmente en parte de la década de los años 70 y casi toda la de los 80 del siglo pasado, nunca se dio el salto a la industrialización y posteriormente los estímulos disminuyeron haciendo que la actividad se fuera diluyendo y entonces se fue perdiendo la orientación originalmente pretendida por el gobierno federal al crear en 1973 el Centro Nacional de Cunicultura y al impulsar los llamados “Paquetes Familiares”, tan bien concebidos y bien ponderados incluso a nivel internacional (FAO, 1986). Si bien la cunicultura mexicana estuvo latente por mucho tiempo y se mantuvo así con una actividad discreta, pero constante, gracias a la Asociación Nacional de Cunicultores, a las asociaciones locales y a los apoyos gubernamentales, recientemente de manera súbita ha experimentado un vuelco: a partir de 2018 la Mixomatosis ha sido declarada endémica y en abril de 2020 se reconoció oficialmente la introducción en territorio nacional de la Enfermedad Hemorrágica Viral, en su variante 2 (EHV-2 o RHDV-2).

La presencia de ambas enfermedades amerita la vacunación como medida profiláctica, independientemente del incremento de las medidas de bioseguridad y del mejoramiento en el manejo sanitario para estar en posibilidad de alcanzar una productividad suficiente y aspirar legítimamente a la rentabilidad. Se ha comprobado en muchos países que una medida importante para proteger a los conejos de varias de sus enfermedades es a través de la vacunación oportuna; sin embargo, ¿qué son las vacunas?, ¿cómo protegen a los animales?, ¿qué tipos de vacunas existen?, ¿por qué a pesar de estar disponibles en muchos países, las enfermedades siguen causando estragos?, ¿por qué con el paso del tiempo pierden eficacia?, ¿por qué es necesario seguir perfeccionando las vacunas?, etc. Estas y muchas otras preguntas son pertinentes y más ahora que en nuestro país habrá necesidad de aplicarlas.

Las vacunas son preparados antigénicos constituidos por microorganismos completos (atenuados o inactivados), o por alguna de sus proteínas o toxinas, que son capaces de inducir una respuesta inmune protectora y duradera, frente al mismo microorganismo virulento, sin producir efectos secundarios. Potencialmente y según el agente etiológico utilizado, las vacunas pueden ser bacterianas, víricas, parasitarias o fúngicas.

Vacunar a los conejos de ahora en adelante, ¿y por qué? Edward JennerLa primera vacuna científicamente reportada la preparó Edward Jenner en 1796: observó que las personas que habían padecido la viruela vacuna (mucho más benigna que la humana) se hacían refractarias a la viruela humana por lo que hizo un preparado con vesículas de vacas infectadas, que, inoculado a personas sanas, las protegía de la enfermedad; por haber sido obtenido este producto a partir de la vaca se le llamó vacuna y al virus que se empleó, vaccinia. Después de Jenner, muchos microbiólogos siguieron investigando sobre este principio profiláctico. Casi cien años más tarde, Louis Pasteur demostró que se podía inducir inmunidad utilizando microorganismos homólogos (el mismo que causa la enfermedad), pero modificado o inactivado. Pasteur utilizó vacunas inactivadas para el carbunco y vacunas atenuadas para la rabia en 1885. A partir de estos y muchos otros estudios se inició la generación de vacunas exitosas contra muchas enfermedades bajo el principio del aislamiento de agentes infecciosos, su atenuación o inactivación y la obtención de cepas no virulentas.

Cabe mencionar que el proceso vacunal aplicado por Pasteur ha sido la base para la generación de las vacunas ahora llamadas convencionales. A pesar del avance en su conocimiento, durante mucho tiempo se desconoció el mecanismo de acción de las vacunas, mismo que fue aclarado por Frank Burnet en 1957 con la teoría de la selección clonal: el antígeno apropiado induce como respuesta primaria una estimulación clonal de linfocitos T y B y la formación de células de memoria capaces de desencadenar la misma respuesta ante una exposición posterior frente al mismo antígeno. Durante muchos años, las vacunas atenuadas (o vivas) y/o las inactivadas (o muertas) han sido la base para la erradicación y/o control de las principales enfermedades infecciosas animales hasta nuestros días.

Actualmente y según la metodología utilizada para su elaboración, las vacunas se subdividen en convencionales y de nueva generación. Las vacunas convencionales son aquellas en las que se siguen aplicando los principios metodológicos clásicos originalmente utilizados por los microbiólogos cuando elaboraron los primeros productos de este tipo.  Las vacunas de nueva generación son producto de la ingeniería genética y de la biología molecular. Se ha avanzado mucho en el conocimiento y en el diseño de nuevas vacunas, sin embargo, a pesar de los grandes avances científicos actuales, la mayoría de las vacunas en el mercado siguen siendo de carácter convencional.

Las vacunas clásicas o convencionales pueden ser de dos tipos: atenuadas o inactivadas. Las vacunas atenuadas son aquellas que utilizan un agente infeccioso vivo homólogo al que provoca la enfermedad, pero cuya virulencia ha sido disminuida o atenuada, pero induce protección al desencadenar una respuesta inmune duradera. Si es preparada con un solo agente infeccioso, es de carácter monovalente; si utiliza más de uno, es polivalente.

Algunos de los métodos utilizados para atenuar la virulencia de los agentes patógenos son: a) adaptación del agente infeccioso a un hospedador distinto o alternativo por pases subsecuentes; b): disminución de la patogenicidad por adaptación a la replicación o multiplicación bajo condiciones de laboratorio adversas; c) atenuación por métodos químicos mutagénicos; d) atenuación por recombinación, en donde se combina la información genética de dos virus, uno de los cuales es apatógeno. El método de atenuación más utilizado en la actualidad se basa en realizar un gran número de replicaciones virales en líneas celulares o de cultivos bacterianos subsecuentes en medios apropiados, teniendo como resultado la disminución de la virulencia, pero conservando el microorganismo su antigenicidad.

Un riesgo latente, dentro de cualquier método de atenuación, es que la virulencia puede ser reversible. Otro aspecto crítico de este tipo de vacunas es que deben mantenerse en una cadena de frío (temperatura de 4-6°C) permanente para evitar que el agente infeccioso se inactive parcial o totalmente. Sin embargo, es importante reconocer que las vacunas vivas atenuadas inducen una respuesta inmune superior a las inactivadas o muertas, pues estimulan tanto inmunidad humoral, como celular en el hospedador.

Las vacunas inactivadas son elaboradas con agentes infecciosos inactivados o muertos por algún método físico o químico. Suelen inducir una protección menor si se compara con las atenuadas, pues solo estimulan la inmunidad humoral, lo que implica la necesidad de aplicar dosis subsecuentes para mantener la protección y a concentraciones vacunales más altas; sin embargo, tienen la ventaja de que son más estables y seguras que las atenuadas.

Pueden producirse a partir de agentes infecciosos muertos completos o a partir de alguna de sus fracciones o productos de secreción, tales como las exotoxinas bacterianas; a este tipo de vacunas también se les denomina toxoides. Las vacunas inactivadas generalmente no requieren refrigeración o la cadena de frío y son más resistentes a las variaciones ambientales. No pueden experimentar reversión a la forma virulenta. Para mejorar su respuesta inmunológica generalmente se les añaden adyuvantes que las potencializan. Los adyuvantes son sustancias que incrementan la producción de anticuerpos y fortalecen la memoria de la respuesta inmune en los animales vacunados; los más comunes son compuestos a base de aluminio, pero también los hay tensioactivos y derivados de sustancias medicinales naturales.

De manera experimental se ha probado que algunos compuestos herbales de remedios chinos tradicionales pueden mejorar la respuesta inmune de la vacuna comparada con vacunas donde se utilizaron adyuvantes de aluminio y solución salina fisiológica.  Los métodos físicos y químicos para atenuar a los agentes infecciosos no deben modificar sus proteínas estructurales para mantener la capacidad inmunógena. El método físico inactivante más utilizado es el calor; dentro de los productos químicos resalta el formol y los agentes quelantes como el óxido de etileno y la propiolactona. Las ventajas y desventajas principales de las vacunas se resumen en el Cuadro 2.

Cuadro 2. Ventajas y desventajas de las vacunas atenuadas y de las vacunas inactivadas.

 

 

 

Vacunas Atenuadas
Ventajas Desventajas
Induce infección similar a la natural

Inmunidad duradera y efectiva

Promueve tanto inmunidad humoral como inmunidad celular

Repetibilidad de aplicación con menos frecuencia

Requiere dosis en menor concentración

Generalmente no necesita adyuvantes

Bajo costo de producción

Virulencia potencialmente reversible.

Menos seguras.

Requiere mantenimiento en cadena fría

Problemas para su almacenamiento

Potencial diseminación del agente en la población

Puede llegar a provocar la misma enfermedad

Presencia potencial de microorganismos contaminantes

Vacunas Inactivadas
Ventajas Desventajas
Más seguras

No hay reversión de la virulencia

No requiere cadena fría.

Más estables en almacenamiento.

Bajo costo de producción

Menos efectos secundarios

Menor inmunidad

Solo estimula la inmunidad humoral

Requiere mayor frecuencia de repetibilidad

Requiere aplicación a dosis más concentradas Demanda la inclusión de adyuvantes

Puede desencadenar reacciones de hipersensibilidad

 

Las vacunas contra bacterias denominadas bacterinas han resultado efectivas solo parcialmente pues las cepas bacterianas mutan con mucha mayor frecuencia que los virus. A nivel internacional se han producido bacterinas contra salmonelosis, estafilococia, pasteurelosis, colibacilosis, pseudomonosis, micoplasmosis, clamidiosis, etc., mismas que han tenido solo éxito parcial porque pierden eficacia de un año para otro, razón por la cual los laboratorios que las elaboran comercialmente pierden dinero e interés en seguirlas produciendo.

En México no existe ninguna bacterina disponible. También existen las llamadas autovacunas que son productos vacunales elaborados a partir del aislamiento de agentes infecciosos provenientes de uno o más individuos enfermos de una granja y que son aplicados al resto de los animales de la misma explotación y áreas circunvecinas. Son especialmente útiles cuando se carece de una vacuna específica comercial o cuando la disponible posee diferencias antigénicas (serotipos diferentes) que la hacen inservible.

Las más comunes son de carácter bacteriano, pero también pueden ser virales. En las autobacterinas, la bacteria es aislada a partir de muestras animales apropiadas, se identifica y se cultiva de manera pura para después promover su crecimiento en grandes cantidades auxiliándose de fermentadores; después se efectúa un control de titulación y se le añaden adyuvantes para finalmente inactivarla con formol o con aziridinas, concluyendo el proceso con un tratamiento térmico apropiado. Generalmente las autovacunas demandan revacunación frecuente. En México solo se han llegado a utilizar las autobacterinas contra pasteurelosis en las granjas grandes.

Las enfermedades virales más importantes que afectan a los conejos fueron exóticas en México durante mucho tiempo. Sin embargo, después de años de presentación aislada, pero persistente de brotes de Mixomatosis en varios puntos del territorio nacional, finalmente esta enfermedad fue declarada endémica en 2018 de manera discreta y sin la presentación de casos de dispersión masiva. No se ha generado la vacuna específica correspondiente, por lo que a pesar de ser una enfermedad que amerita la vacunación, es una medida hasta ahora inaplicable.

En abril de 2020 tuvo lugar la confirmación de la Enfermedad Hemorrágica Viral, en su variante 2 (RHDV-2) en conejos domésticos del Estado de Chihuahua y por sus características de dispersión no pudo ser contenida difundiéndose rápidamente a casi todo el país. Después de analizar objetivamente la situación, las autoridades sanitarias federales decidieron enfrentar esta enfermedad de los lepóridos mediante la aplicación de una vacuna específica elaborada a partir de conejos infectados y muertos en varias granjas del país. La generación de la vacuna se realizó en un tiempo relativamente corto y en marzo de 2021 comenzó a aplicarse únicamente a los reproductores de las granjas, pero aún deben esperarse los resultados, para analizarlos y saber la eficacia de la medida. La vacuna elaborada por la empresa paraestatal Productora Nacional de Biológicos Veterinarios (PRONABIVE) denominada: “VEHC – 2 – BIVE” es de carácter monovalente, específica contra el virus de la Enfermedad Hemorrágica de los conejos Tipo 2; es una vacuna inactivada en suspensión, elaborada a partir de macerados virales en hígado de conejos como vector, adsorbida en hidróxido de aluminio. Se recomienda aplicar por vía intramuscular a partir de las 8 semanas de edad de los conejos y se considera que genera inmunidad a partir de los 7 días posteriores.

La recomendación de parte de las autoridades sanitarias es que se aplique anualmente, pero cabe señalar que por ser una vacuna inactivada se espera que proteja solo entre 6 y 8 meses, y que deberá revacunarse después. Este periodo de protección se debe a que este tipo de vacunas solo estimula la inmunidad humoral y no la inmunidad celular. Ante esta situación, lo pertinente será evaluar objetivamente los resultados y solo así establecer la periodicidad apropiada de revacunación. También será necesaria la investigación de laboratorio y campo por parte de las universidades y centros de investigación locales para obtener resultados fehacientes y útiles que permitan establecer programas de vacunación apropiados.

Vacunar a los conejos de ahora en adelante, ¿y por qué? conejos vacunas 1A partir de este año el cunicultor deberá acostumbrarse a vacunar a sus animales para protegerlos contra la enfermedad hemorrágica viral, ciertamente a un costo accesible, pero que repercutirá directamente en su bolsillo; además, deberá aplicar programas de bioseguridad puntualmente y tendrá que llevar a cabo un control estricto de gastos para estar en posibilidad de trabajar con rentabilidad. Es importante hacer notar que las autoridades también recomendaron la aplicación de esta vacuna a los conejos de compañía, pero debe reconocerse que fue creada para la protección de animales de granja; los conejos para consumo son sacrificados habitualmente a los 2.5 meses de edad y la protección a largo plazo solo es necesaria para los reproductores. La recomendación sería generar una vacuna específica para conejos de compañía, tal como ya existe en Europa; a partir de 2020 se dispone de una vacuna recombinante que protege contra: Mixomatosis, EHV-tipo 1 y EHV-tipo 2.

Finalmente, no debe perderse de vista que la variante EHV-tipo 2 también afecta a conejos silvestres y a liebres, por lo que deberá hacerse algo en este sentido para evitar la dispersión de la enfermedad entre los animales silvestres, lo que necesariamente causará consecuencias indeseables en las cadenas tróficas y en la ecología nacional. En Europa se han generado vacunas recombinantes contra Mixomatosis y hemorrágica-2, utilizando la proteína de la cápside VP-60, para procurar la vacunación de lepóridos silvestres por transmisión horizontal, ya sea por contacto físico o a través de las pulgas, pero aún no se ha aplicado masivamente en campo. Otras alternativas son las llamadas “vacunas comestibles” generadas en plantas capaces de producir el antígeno vacunal y que deben ser ingeridas por los animales en campo. En este sentido, se han obtenido plantas de patata capaces de producir la proteína VP-60, componente mayoritario de la cápside del virus de la EHV.

Definitivamente, las enfermedades Mixomatosis y Enfermedad Hemorrágica llegaron a México para quedarse y se deberán hacer esfuerzos a nivel federal y a nivel de centros de investigación para controlarlas de la mejor manera posible.

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