Un problema actual que afecta la rentabilidad del establo
Sanfer Salud Animal y Nutek S.A. de C.V.
La micotoxicología moderna comienza con el descubrimiento de las aflatoxinas a principios de los años sesentas, clasificando desde entonces a las micotoxinas como metabolitos fúngicos secundarios, las cuales cuya ingestión, inhalación o absorción cutánea provocan efectos patológicos en seres humanos y animales denominado micotoxicosis (Cast 2003).
Al ser una ciencia analítica en constante crecimiento, actualmente se han identificado más de 200,000 hongos capaces de producir algún tipo de metabolito secundario, llegando a más de 18,000 metabolitos, sin embargo, solo 414 han sido investigados por sus efectos (Pitt, 1996; Antibase 2014). Estos hongos están distribuidos en los suelos agrícolas a lo largo del planeta, incluso la FAO (2014) estima que más del 25% de los suelos están contaminados con hongos capaces de producir micotoxinas, debido principalmente a condiciones como humedad, temperatura y plagas, lo cual es muy difícil evitar su producción y posteriormente la contaminación, por lo que el dato publicado en 2014 se queda corto.
Por ende, cada especie vegetal es susceptible a un tipo de hongo, por lo que es prevalente la producción de micotoxinas. Los niveles encontrados cada año fluctúan en diferentes cantidades dependiendo de las condiciones ambientales, manteniendo ciertas prevalencias como se indica en el cuadro 1.
Los animales más susceptibles a los efectos de las micotoxinas son los conejos, pavos y cerdos, seguidos en menor medida por pollos y rumiantes. Hablando de rumiantes, dentro del universo de las micotoxinas, en este trabajo nos enfocaremos en mencionar su importancia en los impactos económicos de Zearalenona y Aflatoxinas B1.
Hoy en día, muchos productos y subproductos alimenticios que derivan de los bovinos, por su alta demanda hacen que los sistemas cada día sean más intensivos, y por ende los nutrientes se adicionan con ingredientes externos para soportar el metabolismo basal que la genética actual demanda.
Los hongos pertenecientes a los géneros Fusarium, Aspergillus y Penicillium, afectan principalmente al maíz (Zea mays) y en menor grado a otros cereales, estos hongos no solo disminuyen la cantidad del cultivo, también afectan la calidad de los granos, y como consecuencia de sus actividades metabólicas ante diversos factores de estrés dan como resultado las micotoxinas. Las micotoxinas se producen desde la siembra hasta el almacenamiento (pre-cosecha, cosecha y transportación).
Su presencia no puede evitarse, pero existen diversos mecanismos para disminuir sus niveles a fin de minimizar los riesgos de exposición por parte de los consumidores.
Los efectos de las aflatoxinas en los rumiantes dependen de múltiples factores que incluyen: concentración de la toxina, cantidad ingerida, duración de la exposición, tipo de dieta (ingredientes muy diversos), estado del animal (edad, sexo, raza, estado general de salud, estado inmunitario) y los parámetros ambientales (manejo de granjas, higiene y bioseguridad).
La Aflatoxina M1 es un metabolito resultado de la hidroxilación que ocurre en el hígado de los bovinos y que se elimina a través de la orina y de la leche, la concentración de AFM1 en la leche se correlaciona con la cantidad de ingesta de Aflatoxina B1. La bio-transferencia de AFB1 del alimento a la leche como AFM1, oscila desde 1 a 6.2%.
En un trabajo recientemente realizado en NUTEK (Fierro et al., 2019), se demostró que el valor de bio-transferencia fue de 2.0%. La vaca puede ya transformar AFB1 en AFM1 dentro de las 12-24 horas de ingestión del alimento contaminado, incluso a las 6 horas ya pueden aparecer residuos de AFM1 en la leche. La distribución de la AFM1 en algunos alimentos elaborados con leche contaminada, es aproximadamente la siguiente: 40-60% en quesos, 10% en nata y <2% en mantequilla.
De la leche se derivan dos productos: el queso y el suero, donde el queso representa aproximadamente el 10% de la masa inicial de leche, siendo la porción restante suero (Galvano et al., 1996). Los resultados de numerosas investigaciones mostraron una unión preferencial de AFM1 a la caseína (Brackett y Marth, 1982a; Galvano et al., 1996) y, por lo tanto, un enriquecimiento en queso, que varía de 1,7 a 8,0 veces sí se compara con la contaminación original de la leche. Esta variación puede originarse en el proceso de elaboración del queso, las composiciones químicas de los quesos, la cantidad de agua extraída durante el procesamiento, los métodos analíticos empleados en la cuantificación y el grado de contaminación de la leche (Blanco et al., 1988; Oruc et al., 2006).
Biotransformación del Rumen. Se entiende por el término que son procesos de modificación estructural de una micotoxina una vez que se ha introducido en el organismo, sin embargo, los efectos que tiene cada micotoxina ante la microbiota y los fluidos ruminales de inactivar o transformar las micotoxinas para así reducir los efectos patológicos en el ganado varían debido a las diferentes capacidades que tiene cada una de las micotoxinas a nivel molecular. En general hay una detoxificación de las micotoxinas por los microorganismos ruminales.
A menudo este proceso altera la hidrosolubilidad y la polaridad de las micotoxinas los cuales van a influir sobre la depuración intestinal. Este metabolismo ruminal puede potencialmente aumentar o disminuir la toxicidad para el hospedador (Perusia y Rodriguez 2001). Por ejemplo, sabemos que las bacterias y los protozoarios ruminales son capaces de degradar varias micotoxinas como la Ocratoxina A y la Fumonisina B1, (McCormik 2013). Otras micotoxinas del grupo de tricotecenos como el Deoxinivalenol (DON) o la Toxina T-2 producidas por Fusarium graminearum y F. culmorum, presentes en ensilados, el rumen consigue la detoxificación con una marcada disminución de las actividades metabólicas de la microbiota ruminal, al disminuir la digestibilidad de la fibra detergente neutra FDN (hildebran et al., 2012).
Sin embargo, otras micotoxinas como Aflatoxina B1 producida por hongo Aspergillus flavus y A. parasiticus, así como la Zearalenona producida por hongos del genero Fusarium graminearum, el rumen a pesar de tener una reducción significativa en su contenido original, este es capaz de biotransformar estos metabolitos, inclusive en más tóxicos que la toxina original como el α-zearalenol o presentar una elevada biotransferencia en la leche en forma de su principal derivado como Aflatoxina M1. Adicionado a ello, las micotoxinas pueden afectar funciones ruminales como el metabolismo de los carbohidratos (Santos y Fink-Gremmels 2014) y el sistema inmunológico se ve comprometido generando mayor susceptibilidad del bovino a que se ha expuesto a otras enfermedades (Othemen et al., 2008; Balwin et al., 2011).
En el cuadro 3 se presenta un resumen de los efectos del consumo de alimentos contaminados con aflatoxinas en rumiantes.
Reducción de los efectos de las micotoxinas en ganado lechero
Está plenamente demostrado que el uso de agentes antimicotoxinas, con base en aluminosilicatos de calcio y sodio hidratados reducen la adsorción de la aflatoxina B1 presentes en el alimento del ganado lechero. La eficiencia de los productos es variable, porque la composición de los aluminosilicatos no es similar. La literatura reporta eficiencias desde el 36% hasta el 65%.
Fierro et al., demostraron la eficiencia de un producto nacional con 61% de eficiencia. Respecto al efecto protector de las paredes celulares de levaduras se han reportado resultados contradictorios. En el caso de agentes antimicotoxinas específicos hacia micotoxinas diferentes a las aflatoxinas, se tiene demostrada la eficiencia de los organoaluminosilicatos, como adsorbentes altamente eficientes contra zearalenona (Mallmann, 2005 y Fierro et al., 2006), así como desactivadores de tricotecenos tipo A y fumonisina B1, que se han aplicado con cierta efectividad en otras especies animales. Aunque se ha desarrollado mucha investigación todavía no se tiene resuelto el problema de reducir los efectos de todas las micotoxinas presentes en la dieta de bovinos y de todas las especies sometidas a explotación pecuaria. Actualmente se continúa demostrando que el uso de productos específicos y altamente eficientes en su adsorción muestran sus ventajas en los parámetros reproductivos.
Dentro de los parámetros que representaron la prueba y que mejoraron además de la reducción de abortos, fueron los días abiertos de un año anterior donde no se tenía un organoaluminosilicato (Sanfer Salud Animal, Nutek 2020).
De lo anterior se desprende que, dependiendo de los mercados, la contaminación de granos y productos de maíz con micotoxinas puede implicar una disminución del valor comercial y nutritivo. Esto se puede ver reflejado tanto en menores precios en la comercialización como en un mayor nivel de exposición por parte de la población, problema que se ve agravado por que las partidas de mayor calidad podrían destinarse a los mercados más exigentes quedando el resto más contaminado, para el resto del mercado. Dejando un riesgo latente de contaminación potencial que sin el uso preventivo de productos especializados como atrapantes de micotoxinas, que son de muy baja inclusión vaca / día pueden dar como resultado impactos económicos en la rentabilidad del hato (disminución de abortos y días abiertos), así como, los subproductos puedan derivar en un severo daño en la salud pública y ser castigados en precio o incluso rechazados, por presencia de Aflatoxina M1, representando un impacto económico muy grave.
Artículo publicado en Entorno Ganadero Febrero- Marzo 2022