Importancia económica de la porcicultura

Dr. Alejandro Córdova Izquierdo
Departamento de Producción Agrícola y Animal. Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco, CDMX.  [email protected]

Adrian E. Iglesias Reyes
Departamento de Producción Agrícola y Animal. Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco, CDMX

Gustavo Ruiz Lang
Departamento de Producción Agrícola y Animal. Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco, CDMX

Rubén Huerta Crispín
Facultad de Medicina Veterinaria. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Maximino Méndez Mendoza
Facultad de Medicina Veterinaria. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Abel E. Villa Mancera
Facultad de Medicina Veterinaria. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Armando Gómez Vázquez
División Académica de Ciencias Agropecuarias. Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.

Juan Eulogio Guerra Liera
Facultad de Agronomía. Universidad Autónoma de Sinaloa.

Ma. De Lourdes Juárez Mosqueda
Departamento de Morfología. FMVZ-UNAM.

Raúl Sánchez Sánchez
Departamento de Reproducción. INIA. Madrid, España

RESUMEN

La porcicultura es una actividad pecuaria de gran importancia en todo el mundo, es el sustento de muchas familias tanto a nivel de traspatio como de pequeños, medianos y grandes productores. Provee de proteína de origen animal para la alimentación de la humanidad. Su importancia económica para el hombre es de importancia fundamental. En este trabajo se hace una breve descripción de su importancia, indicando los principales países productores de cerdo en el mundo, principales estados porcicultores en México y situación actual de la porcicultura en México.

INTRODUCCIÓN

La industria porcina en el mundo tiene una importante participación en la economía, es una de las principales actividades económicas del subsector pecuario y en las últimas dos décadas, la porcicultura mexicana enfrentó cambios significativos en el entorno económico en el cual se desenvolvió, motivando variaciones en ritmos de crecimiento de la producción. Actualmente el consumo de carne de cerdo ocupa el tercer lugar en importancia en la producción de carnes en México y representa la actividad productiva con mayor captación de la producción de granos forrajeros. La población mexicana consume anualmente 22 millones de cerdos, de los cuales, ocho se adquieren en el extranjero, principalmente en el mercado estadounidense (36.4%) (Zavala, 2014).

La porcicultura en México, después de 1999 generaba alrededor de 56,000 empleos directos y 280,000 indirectos; diez años después (2009), generó alrededor de 350,000 empleos directos y 1.7 millones de empleos indirectos; y durante 2001 a 2010, el ingreso real de la producción pecuaria en México, creció 23.66%, del cual, la carne de porcino tuvo un crecimiento de 10.79%, debido a los aumentos en la producción durante esta etapa y mejores precios de la misma (Rebollar et al., 2016).

En el año 2005, la producción de carne y productos porcinos en México fue de 1’427,886 toneladas, ubicando la participación del sector porcino como la tercera actividad en importan- cia en la producción de carnes; esta cifra representó un ligero crecimiento del 3.6% respecto al 2004, pero un retroceso en términos de la participación de la carne nacional en el consumo, en el que la importancia de la carne importada es cada vez mayor.

En 2006, México se ubicó como el 15o productor porcícola a nivel mundial; mientras que en el 2009 ocupó uno de los primeros 10 lugares, aportando prácticamente el 21% de la producción nacional de carnes (un 3% menor al nivel nacional que a principios de la década), es decir, los niveles de producción disminuyeron de 2006 a 2008. Para finales de 2010, el consumo nacional aparente de carne de cerdo rebasó las 1.9 millones de toneladas; este nivel de consumo significó un incremento de 8.3% con respecto a 2008 y comparado con el periodo de 2000 a 2009, el consumo se incrementó a una tasa anual promedio de 3.4%. Durante 2011-2012, el precio promedio ponderado de la carne de porcino en canal se comportó de manera diferente entre las regiones, mientras que en el Noroeste y Noreste de México no registraron cambios significativos, en la Península de Yucatán el precio del producto se incrementó en 1.9%, en las regiones del Norte un 5.9% y Centro-Este 3.5%; teniendo un aumento del 37.5% en el 2012. En el 2016 los precios promedios al productor crecieron 0.8% con respecto al 2015 y en febrero del 2017 el precio del ganado vivo pagado al productor alcanzó su nivel máximo con 26.95 pesos/kilogramo, lo que significó una subida anual de 14.4% (FIRA, 2017).

PRINCIPALES PAÍSES PRODUCTORES DE CERDO EN EL MUNDO

El censo mundial de ganado porcino es de aproximadamente 960 millones de cabezas, ubicándose alrededor del 60% en Asia; 20% en Europa, y el 16% en América. La distribución de la producción porcina es heterogénea y mientras China concentra alrededor de 50% del porcino mundial, otros países como los musulmanes no poseen producción porcícola. Durante 2016, el 83.3% del consumo mundial de carne de cerdo se concentró en cinco regiones: China (50.1% del total mundial), Unión Europea (19.0%), Estados Unidos (8.7%), Rusia (2.8%) y Brasil (2.7%). En el caso de México, el consumo de carne de cerdo representa el 2.1% del total mundial, con lo cual el país se ubica en el octavo sitio (Gasa y López, 2015; FIRA, 2016).

Dentro de los mayores exportadores de carne de cerdo están la Unión Europea, seguida por Estados Unidos, Canadá y Brasil, que en conjunto concentran el 92.6% de las exportaciones mundiales. En el 2016, la Unión Europea tuvo una concentración del 34.1% de las exportaciones mundiales, es decir, 2.6 millones de toneladas, lo que representó un crecimiento anual de 8.9% y en el 2017 participó con el 38.2% de las exportaciones mundiales, con un volumen de 3.3 millones de toneladas (FIRA, 2017).

Especialmente, la producción de carne en España ha conseguido posicionarse entre las más eficaces del mundo a pesar del déficit de cereales y oleaginosas para la alimentación animal. El inicio del despegue de la economía española fue después de la posguerra (a principios de los 60 ́s); fue en aquel momento donde factores como la mejora de la renta económica española, que permitió el consumo de la carne en la dieta; cambios en la política de cereales y oleaginosas con desarrollo de nuevos cultivos como el maíz, girasol, soja y la apertura de las importaciones para producir carne con métodos intensivos y apoyos a la ganadería intensiva; incorporación de nuevas tecnologías, utilización de razas especializadas en la producción de carne, desarrollo de alimentación científica y la transferencia de nuevas técnicas de manejo; y el desarrollo de los sistemas de integración vertical en la cadena de producción, establecidos inicialmente entre ganaderos y fabricantes de pienso, vinculados después a las grandes operadoras de cereales o firma cárnicas, ayudaron a que su economía creciera rápidamente.

Que comparando con la tasa de crecimiento anual de México (2.3%), en la cual, como veremos a partir de 1984 se dejan de dar apoyos a los porcicultores, merma esta producción; España registra un crecimiento medio anual de 4.9%. Un poco debajo de Estados Unidos, que ocupa el segundo lugar como país exportador, que para 2016 concentró el 31.0% del total de las exportaciones mundiales, exportando 2.4 millones de toneladas (23% de sus exportaciones destinadas al mercado mexicano), en comparación con el 2017, donde se concentró el 28.4% del total de las exportaciones mundiales, con 2.5 millones de toneladas, lo que significó un incremento de 2.9% con respeto al volumen exportado en el 2016 (FIRA, 2016; FIRA, 2017).

PRINCIPALES ESTADOS PORCICULTORES EN MÉXICO

La competencia de la porcicultura nacional con los mercados externos, tanto con importaciones como con exportaciones de carne, ha enfrentado a los porcicultores mexicanos a los precios internacionales, lo que ha exigido que las empresas sean tecnológicamente eficientes y con mayores niveles de escala de operación para ser rentables y competir con porcicultores de todo el mundo.

Los principales estados productores de carne de cerdo en canal son Jalisco, Sonora, Puebla, Guanajuato, Yucatán y Veracruz, quienes conjuntamente generaron alrededor de 76.5% de la producción de carne de cerdo nacional en el 2016. La concentración en la producción es cada día más evidente y, de hecho, dos entidades (Sonora y Jalisco), concentran alrededor del 40% de la producción nacional, mientras que el resto del 57.3% de la producción nacional se concentra en cinco entidades. Es importante señalar la división que se determina en las dos principales entidades productoras, ya que mientras Sonora muestra una clara orientación en los procesos de exportación, Jalisco se enfoca al abasto nacional. Durante 2015, en Jalisco se produjo 19.5% del total nacional; en Sonora, el 17.3%; 12.2% en Puebla; 9.3% en Yucatán; y en Veracruz, el 9% de la producción nacional del cárnico; para 2016, hubo un crecimiento en estas principales siete entidades productoras de carne, destacando el crecimiento del 10% anual en la producción de Yucatán. Por otro lado, la producción agregada de Oaxaca, Chiapas y Guerrero, aumentó en 0.2 por ciento anual; pudiéndose observar que los estados con mayor presencia de productores tecnificados es donde la producción no sólo se mantiene, sino que inclusive muestra expansión, en tanto que en aquellas entidades en las que la base productiva se sustenta en pequeños y medianos productores, es en las que se observan deficiencias en sus volúmenes de producción (FIRA, 2016; FIRA, 2017).

SITUACIÓN ACTUAL DE LA PORCICULTURA EN MÉXICO

La porcicultura en México ha pasado por diversos periodos. En 1983 alcanzó su punto más alto en inventario y producción; sin embargo, debido a las políticas macroeconómicas y sectoriales adoptadas por México, en las últimas dos décadas, causaron una modificación en la estructura productiva de la porcicultura nacional y a partir de 1984 comenzó a decaer; se menciona que la porcicultura de México ha pasado por cuatro etapas relacionadas con factores socioeconómicos y políticos que se presentaron en el país (Rebollar et al., 2015).

La primera etapa (desde principios de siglo hasta 1972) comenzó con la entrada de razas mejoradas y una producción de traspatio. De 1940 a 1950 la porcicultura fue la segunda fuente de abastecimiento de carne, aportando cerca de 20% de la producción de carne del país, con 67,000 toneladas. Durante este periodo, el gobierno estableció un programa de mejoramiento genético porcino, pero por falta de asistencia técnica y de infraestructura produjo un cruzamiento no controlado dando origen al “cerdo corriente”. Durante los 60 ́s, el promedio de crecimiento anual fue superior a 4% (Zavala, 2014). En la segunda etapa (de 1972 a 1983), la porcicultura presentó las tasas más elevadas de crecimiento del sector pecuario. En 1970 existía en el país casi 10 millones de cerdos y para 1983 la producción se elevó a 15.3 millones, en tanto que el valor de producción pasó de 573 mil a 1’485,000 toneladas en 1983; es decir, un aumento de 159% en tan solo 13 años, convirtiéndose en el sistema ganadero más importante del país (por volumen de producción), garantizando satisfa- cer la demanda interna. En esta etapa, surgen los sistemas modernos de producción, sobre todo, en el estado de Sonora. El consumo per cápita se elevó de 11.2 a 21 kg. Este crecimiento fue debido al incremento del mercado interno, sobre todo en las zonas urbanas, también gracias a subsidios hasta del 60% del insumo principal (el sorgo) y por una política proteccionista, que fortalecía y aseguraba el mercado de esta producción (Zavala, 2014).

La tercera etapa (de 1984 a 1997), consistió en una decadencia originada por los fenómenos económicos ocurridos en esa época. Después de 1983, la actividad porcina fue disminuyendo al mostrar gran vulnerabilidad ante cambios económicos que tuvieron lugar en el País; el proceso inflacionario ocurrió durante esa década y ocasionó un alza de costos de producción y deterioro del poder adquisitivo; además, el gobierno retiro subsidios e inició la apertura comercial en 1988. La crisis financiera de 1992 llevó a un aumento en la inflación y consigo elevar los costos, ocasionando que los alimentos de origen animal, fueran sustituidos por los de origen vegetal, con un crecimiento en el consumo de carne de pollo, que era más barata que la carne de cerdo (Cruz y García, 2014).

En 1995, el gobierno retiró el subsidio al sorgo, lo que elevo aún más los costos de producción y redujo el inventario, la producción y el consumo de cerdo. Un aspecto determinante para este periodo, fue la ruptura de la política proteccionista en 1982 y el ingreso en el General Agreement on Tariffs and Trade (GATT), y en 1993 México firmó el Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN), en el que se negoció el libre comercio del sector ganadero, lo que impactó en el desarrollo del sector agropecuario, en especial en el sector porcícola y dejó en desventaja a los productores mexicanos, debido a que surgió la porcicultura tecnificada e integrada que mantenía cerdos libres de fiebre porcina clásica y al no tener las tecnificaciones en las producciones porcícolas, los productores internos no podían competir con las importaciones crecientes, dando lugar a un aumento en las importaciones pecuarias y reduciendo la planta productiva, generando un alto índice de desempleo, disminución en la producción y consumo. Sin embargo, para el Estado de Sonora brindó oportunidades para comenzar la exportación de carne de cerdo a Japón. Para 1996 la producción porcina fue de 910,290 toneladas (Rebollar et al., 2015).

Durante la cuarta etapa (a partir de 1998), las importaciones de carne de cerdo en 1998 fueron de 31,044 toneladas; para el 2000 la producción nacional de carne de porcino en canal fue de 1030.30 miles de toneladas, de las cuales se exportaron 46,300 toneladas y se importaron 274,900 toneladas, principalmente de EE. UU. y para el 2004 se importaron 612,548 toneladas, pudiendo observar que con el ingreso al TLCAN las importaciones fueron creciendo, mientras que la producción nacional disminuyó. Cabe destacar que el cerdo importado es de inferior calidad en comparación al generado en el territorio nacional, ya que por lo general el importado llega congelado y registra notable pérdida de agua, además de que su periodo de descomposición es mayor; y a su vez, la carne que se produce en México atraviesa por varios procesos de Tipo Inspección Federal (TIF) que aseguran una mayor calidad (Rebollar et al., 2015).

En 2005, la producción y las exportaciones presentaron una tasa media de crecimiento anual (TCMA) de 1.37 y 0.08%; mientras que las importaciones y el consumo nacional aparente tuvieron TCMA de 6.38 y 2.89% respecto al 2000 (Rebollar et al., 2015). Para finales del 2006, la producción se ajustó a la baja, manifestando un ligero crecimiento de 0.5%, para ubicarse en 1’102,941 toneladas. En el 2007, la producción fue de 1’142,000 toneladas, este volumen resultó 3.9% superior al del 2006. En el 2008, se obtuvo una producción de 1’148,869 toneladas.

En 2011, la balanza comercial mexicana de carne de porcino fue deficitaria en una relación aproximada de 10:1, por 1 tonelada de carne porcina exportada se importaron 10 toneladas; las importaciones fueron 726,500 toneladas, mientras que las exportaciones fueron de 67,500 toneladas. Este déficit comercial se explicó como consecuencia de la combinación de dos factores: incremento sostenido del consumo nacional y per cápita, y estancamiento de la producción doméstica (Rebollar et al., 2015). En 2015, la producción alcanzó un nivel de 1.32 millones de toneladas de carne en canal; obteniendo durante la década de 2006 al 2015 un crecimiento promedio anual de 2.0%; mientras que en la actualidad dicho sector mantiene una tasa media anual de desarrollo de 3.8% en los últimos años; por lo que, ha sido necesario importar más del 30% del consumo nacional, aunque una parte de la producción nacional es exportada (FIRA, 2016).

En tanto que las exportaciones, principalmente de Sonora a Japón fueron 35,907 toneladas de productos porcinos en el 2002, generando una ganancia para el estado de más de 12 millones de dólares americanos y para el año 2006 ya se exportaban hasta 50,200 toneladas. (Zavala, 2014). Con el aumento de precios de las materias primas, y el desplome del cerdo, debido a una sobreoferta mundial de carne de cerdo en 2007, se provocó una crisis en la producción mexicana, ocasionando que los productores demandaran al Gobierno Federal la aplicación de aranceles a las importaciones de carne de estas especies, para evitar el cierre masivo de granjas porcinas y para el 2008, el Consumo Nacional Aparente (CNA) fue de 1.6 millones de toneladas y la disponibilidad per cápita 151.1 kg.

La apertura comercial ha propiciado una depuración de la actividad, se calcula el retiro y cierre de granjas en aproximadamente 40%, por no poder enfrentar las condiciones de los mercados externos de carne porcinos, lo que ha producido cambios en los estratos de producción, siendo los más afectados aquellos del estrato semitecnificado que se redujo del 20% hasta el 50%, aumentando el tecnificado de 20% a 57%, mientras que los productores de traspatio se han mantenido prácticamente estable en 30% (Zavala, 2014). Para el 2013, México exportó a Japón 66,575.66 toneladas de carne de cerdo, informando que, para el cierre de este año, las exportaciones de carne de cerdo superan las 86,294 toneladas, lo que implica un aumento de tres por ciento en relación con las 84,090 toneladas que se colocaron en el mercado durante 2012. Y en el 2016 se importaron 754.7 mil toneladas y se exportaron 105 mil toneladas, registrándose un saldo deficitario por 649.7 mil toneladas (FIRA, 2017), pudiendo observar que mientras la producción interna a partir del 2002 crecía lentamente, las importaciones y exportaciones de carne de cerdo aumentaban, dejando el consumo interno desprotegido.

BIBLIOGRAFÍA

  • FIRA. 2016. “Panorama Agroalimentario”, disponible en https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/ file/200634/Panorama_Agroalimentario_Carne_de_ Cerdo_2016.pdf, consultado el 14/6/2017.
  • FIRA. 2017. “Panorama Agroalimentario”, disponible en http://www.ugrpg.org.mx/pdfs/ Panorama%20Agroalimentario% 20Carne%20 de% 20cerdo% 202017.pdf, consultado el 13/12/2017.
  • Gasa Josep y López Vergé Sergi. 2015. Iniciación a la producción y manejo del ganado porcino, Breve manual de inmersión para estudiantes de veterinaria. Iniversitat Autónoma de Barcelona, España.
  • Rebollar Rebollar Alfredo, Gómez Tenorio Germán, Rebollar Rebollar Samuel, Hernández Martínez Juvencio y González Razo E. 2015. Regional dynamics of pork production in México, 1994-2012. Agrociencia 49(4), 455-473.
  • Rebollar Rebollar Alfredo, Rebollar Rebollar Samuel, Gómez Germán Tenorio, Hernández Martínez Juvencio y González Razo Felipe de Jesús. 2016. Crecimiento y especialización regional del sector pecuario en México, 1994 a 2013. Rev Mex Cienc Pecu 7(3), 391-403.
  • Zavala Cortés Aide. 2014. Propuesta de innovación tecnológica para la industria porcina en el estado de Jalisco, Tesis para obtener el grado de Maestro en Ciencias. Instituto Politécnico Nacional. México.

Artículo publicado en Los Porcicultores y su Entorno

Alejandro Córdova Izquierdo
Alejandro Córdova Izquierdo
Médico Veterinario y Zootecnista. Posgrado de Maestría en Biología de la Reproducción y Doctorado en Reproducción Animal en el área de la conservación seminal y fecundación in vitro Por la Universidad Complutense de Madrid, España. Profesor-Investigador de tiempo completo en la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco (UAM-X) de la Ciudad de México desde 1980. Profesor con Perfil deseable en el Programa de Mejoramiento del Profesorado de la Secretaría de Educación Pública de México. Colaborador durante estancia sabática 2012 y 2013 como Profesor-Investigador de Tiempo Completo en la División Académica de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, México en donde imparte las asignaturas de Fisiología de la Lactación; Reproducción Animal Especializada; Comportamiento, manejo y Bienestar Animal; Farmacología y Toxicología Veterinaria y Clínica de Bovinos. Certificado en Clínica Reproductiva de Bovinos y Cerdos por el Consejo Nacional de Educación Veterinaria (CONEVET). Líder del Cuerpo Académico Salud y Bienestar Animal y responsable del Proyecto de Investigación uso de antioxidantes en la conservación del semen de cerdo en la UAM-X, colaborador en diversos proyectos de investigación de Universidades de la República Mexicana y ha participado como ponente en diversos congresos nacionales e internacionales. Ha publicado más de 100 artículos científicos y de divulgación en revistas indexadas y de divulgación; ha participado en eventos nacionales e internacionales. Es integrante del Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) México. Tiene publicado varios libros y varios capítulo relacionados con temas de Ciencias veterinarias.
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