La Clausura

MVZ. José Exiquio Jiménez Torres
Asesor IPASA
Correo: [email protected]

Cuentas y más cuentas hace desanimado Olegario y llega a la conclusión que pierde dinero a diario; cuando subieron los puercos le llegó la mortandad y aunque el precio estuvo bien, él nunca pudo ganar. El desaliento lo agobia, no puede vivir tranquilo, para sus adentros piensa ¿Qué pudiera yo hacer para ganar más dinero y poderme mantener?

A la granja le hecha ganas, todo el día es ir y venir y a los peones trae en ristra para que no pierdan tiempo y, al que sorprende de flojo lo maltrata y amenaza con que lo va a despedir. No vive mal Olegario, pues seguido se pasea, tiene su carro del año, casa nueva; pero como es normal en todos, mucho dinero desea.

Ya en la noche muy cansado y de camino a su casa pasa a la carnicería para cobrarle a don Juan, a él los puercos le fía; don Juan es hombre muy próspero y de siempre carnicero es propietario de casas, de locales y tiene varios terrenos… Buenas noches Olegario, siéntate pa platicar, gracias Juan no tengo ganas, ya me voy a descansar ¿quieres llevar unas tripas pa que te hagan de cenar? ¿Te revoloteo las fichas pa un juego de domino? Gracias don Juan muy amable, pero eso no juego yo, cuando Olegario se aleja, Juan suelta la carcajada pues es vulgar y alburero ¡le gusta vacilar!

Olegario cae rendido y un sueño le ha dado vueltas y, no lo deja estar en paz ¡poner carnicería! Y sus puercos realizar.

La vitrina ya compró, le falta báscula y sierra, cuchillos es lo de menos, tener el local quisiera.

Poco a poquito empezó, primero mataba un puerco, luego ya mataba dos; pero le sobraba el cuero ¡tengo que hacer longaniza, carnitas y chicharrón! Quiero el negocio mejor.

Los problemas no faltaron, le llegaron inspectores, pues don Juan lo reportó ¡no quería competidores! Lo hicieron firmar una acta, le llegaron citatorios con la amenaza constante de el negocio clausurar; Olegario muy sagaz todo venia resolviendo, si llegaba un inspector sacaba la longaniza pa que viera que era buena, un buen tramo le envolvía, pa que con gusto volviera.

Nunca imaginó Olegario que cerraría su negocio por tanta amabilidad.

Nicolasa, prima hermana de su vieja muy temprano fue a comprar, mujer bonita y coqueta, chaparrita y de buen ver…hay Olegario, le dijo, quiero que me haga usted un favor y coqueta le sonrío, de que me aparte una pierna y un kilo de chicharrón; Olegario muy amable, sin malicia contestó ¡mejor le aparto las dos! Nicolasa se salió, malentendiendo las cosas, y a la vieja de Olegario a su modo platicó… hay, debías de tener cuidado con tu viejo, es un caborón, le dije que me apartara una pierna y en seguida me dijo que me apartaba las dos y toda me revisó.

No bien se fue Nicolasa y la vieja de Olegario como una fiera llegó, con la tranca de la puerta la vitrina le estrelló; el cazo de chicharrones por el suelo fue a rodar y, ladre y ladre decía, además de pendejadas ¡todo esto se acabó! Te regresas a la granja, de burla no sirvo yo. Olegario, que ni para atrás volteaba, a la granja regresó.

Que cosas tiene la vida, pues la vieja de Olegario pa clausurarle el negocio, ni acta ni citatorio necesitó. Olegario, en la granja desterrado ahora duerme en la bodega en un montón de costales, el sueño se le acabó.

Sólo lo consuela un dicho y se los hago saber.

“Vale más malo por conocido, que bueno por conocer”.

Artículo publicado en Los Porcicultores y su Entorno 113

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