Antonio Palomo Yagüe.
¿Cuántas madres tienes? Esta es una pregunta recurrente que suele hacer mención al gradiente e importancia de cualquier empresa de porcino, en el caso de que tomemos como variable al individuo. Pero para mí cada madre es “la unidad máxima”, y a buen seguro que todos ustedes estarán de acuerdo en aquello de que “como mi Madre no hay otra en el mundo”. Este dos de mayo hemos celebrado, como cada primer domingo de mayo, el Día de la Madre, honrando a nuestras Madres, y es por su importancia por lo que esta columna va dedicada a Dioni, mi Madre, y a todas sus Madres y a todas las que sois Madres. Este día ya lo celebraban tanto los griegos como los romanos, pasando a institucionalizarse a nivel contemporáneo a finales del siglo XVIII por dos activistas americanas (Julia Ward Howe de Boston y Ann Jarvis de Virginia) y reconociéndose oficialmente en 1914 por el presidente Woodrow Wilson. En España hasta 1965 se celebraba el 8 de diciembre.
Dentro de las 25 empresas del mundo que más madres tienen con unos 9 millones y todas con más de 100.000, diez son americanas, ocho chinas, dos brasileñas (BRF y Aurora), dos españolas (Valls Companys y Costa), una francesa (Cooperl), una chilena (Agrosuper) y una rusa (Miratorg). Dos de ellas tienen más de un millón de madres, Smithfield con 1’241.000 y Wens Group con 1’200.000. Pues, aún y así, no cambio todas estas madres por la mía. Ella representó en mí la fe en el progreso,
fue la luz que me iluminó y sigue iluminando gran parte de mi vida. La comparo al Siglo de las luces (mediados del XVIII hasta principios del XIX) donde tuvo lugar la Ilustración, ese movimiento cultural e intelectual europeo, basado en disipar las tinieblas de la sociedad en esos momentos mediante el conocimiento y la razón, con un componente mucho más científico y humanista que político. Creo que esto se ha invertido y pienso que quizás no estaría mal reiniciar esa época. Los pensadores de la época sostenían que el conocimiento humano podía combatir la ignorancia para construir un mundo mejor. Ya decía Immanuel Kant aquello de “¡Atrévete a pensar! basado en tener el valor de pensar sin ayuda ajena y tomar decisiones por uno mismo. Esto también me lo enseñó mi Madre, y mucho antes de que yo, por mi cuenta, descubriera a Kant.
Markus Gabriel, el filósofo alemán más mediático después de la física y cancillera Ángela Dorothea Merkel, apunta que el siglo XXI será la era de la pandemia de la nueva Ilustración a consecuencia de la globalización, necesitando un co-inmunismo. El orden mundial anterior al coronavirus no era normal, sino letal, no siendo el problema el progreso científico y tecnológico, sino su utilización inmoral por parte del humano, por lo que debemos pararnos a pensar seriamente sobre esta ceguera moral que nos arrastra. Esta es otra enseñanza de mi Madre. “si haces lo que hace todo el mundo te va como a todo el mundo, y no hagas lo que no te gusta que te hagan”. No es infrecuente encontrarnos en nuestro trabajo diario a personas que nos dicen que lo que hacen está bien, y que siempre lo han hecho así, y antes les iba bien así. Me pregunto entonces, ¿por qué ahora se quejan de que no les va bien? Quizás, eso se resuelva también con un poco de pensamiento crítico y recordando la teoría de la evolución de Darwin. No debemos olvidar que los seres humanos somos seres vivos libres y reflexivos. Según Paco Muro en su best-seller internacional titulado “El pez que no quiso evolucionar: relatos de la empresa y la vida” cuya lectura bien recomiendo, cuando las decisiones que llegan son claramente incorrectas habrá que hacerlo saber y ofrecer alternativas. Bien sabemos que no todos somos capaces de ver y sacar provecho de lo que tenemos, especialmente los que no comprenden lo que ven. Y a ello, podemos añadir que, nada es nunca como siempre y que, en este mundo de cambios constantes, evolucionar no es una opción, es una obligación.
El ADN mitocondrial (ADNm) tan solo se hereda exclusivamente de la madre, siendo el material genético presente en las mitocondrias, orgánulos intracelulares responsables de generar la energía para la misma. Esto se me asemeja mucho a la energía que siempre me transmitió mi Madre, y que, a pesar de no estar desde hace 20 años, sigue siendo mi gran combustible. Algunas personas de confianza me han preguntado de dónde saco mi energía vital, a lo que bien respondo en estos términos. Este ADNm nos ha permitido conocer nuestro ancestro común más reciente al que han denominado Eva mitocondrial que tendría unos 190.000 años y que vivió en Tanzania (África), área de mayor diversidad genética mitocondrial en el mundo. El ADNm lo descubrieron Margit y Sylvan Nass en 1963, que tiene tan solo 16.569 pares de bases y 37 genes de los más del 20.000 del ADN cromosómico. Volvemos a redundar en cómo una cosa aparentemente tan pequeña puede ser tan transcendente. Nunca olvidemos que cada madre es una madre, y única. Siempre recordaré mis comienzos como veterinario de porcino en Nieva (Segovia), el pueblo natal de mi Padre, donde el Sr. Tanis, uno de los ganaderos más pequeños en número de madres (10) que he conocido en mi vida, era uno de los más grandes profesionales y personas, destetando hace casi cuarenta años más de 10 lechones por cerda y parto.
“El amor de una Madre es el combustible que hace que el ser humano logre lo imposible”. Marion C. Garretty.
Artículo publicado en Los Porcicultores y su entorno Septiembre- Octubre 2021