Bioética en la Industria Avícola

DR. JOSÉ MARÍA QUESADA FOX.
Consultor Avícola
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Quienes nos hemos dedicado a la práctica profesional avícola desde ya hace algunas décadas, hoy nos encontramos con algunos retos nuevos y ciencias que se vienen a agregar a los conocimientos y desafíos que se presentan en dicha industria. Ya no solamente tenemos que hablar de medicina, zootecnia, nutrición y administración avícola.

Actualmente la sociedad ya no únicamente demanda de nosotros productos alimenticios sanos e inocuos, sino también que seamos respetuosos del medio ambiente y del bienestar de los animales que utilizamos en este caso para producir huevo o carne de pollo. También debemos de respetar las leyes y normatividad que regula tanto nuestra actividad económica, como laboral y en materia de salud animal y cuidado ambiental. Tenemos que tener ética profesional.

La palabra bioética es un neologismo que etimológicamente significa ética de la vida, o también ética de la biología. Este término fue utilizado por primera vez en 1970 por el oncólogo Van Rensselaer Potter en un artículo al que tituló como “Bioética: la ciencia de la supervivencia” (Blázquez, 2000). Bajo esta denominación de bioética Potter propuso la creación de una nueva disciplina intelectual cuyo objeto de estudio sería el problema de la supervivencia de la humanidad, sirviéndose de la ética clásica y de las ciencias de la vida, tomado la vida en el sentido más amplio de la palabra. Es decir, cualquier tipo de vida, ya sea por ejemplo la biósfera, la ecología, la vida animal y la propia vida humana, son objeto de estudio de la bioética. Ciertamente esta ciencia tiene mayor campo de utilización en problemas relacionados a la vida del hombre como lo son el inicio de ésta (discusión sobre el aborto) y el término de ésta (discusión sobre la eutanasia); la atención médica respetando el derecho del paciente a ser informado sobre la terapéutica a seguir en un tratamiento, sus beneficios y consecuencias, para que él mismo pueda decidir libre y consciente si opta o no por dicho tratamiento.

La bioética también se encarga de evaluar la condición moral de la experimentación clínica y estudios de medicamentos en humanos y la utilización de animales para dichos experimentos, relacionándose aquí con el bienestar animal, el cual refiere al modo a como “un animal afronta las condiciones en que vive” (OIE, 2016) cuando está bajo el cuidado o responsabilidad del ser humano. La bioética también se encarga de la discreción y consecuencias del uso de la biotecnología, particularmente en lo relacionado a la creación de organismos genéticamente modificados y los beneficios o consecuencias de su inserción en el medio ambiente, así como también la validez moral de utilizar estas técnicas para modificar el genoma humano o en la reproducción ya sea para fines terapéuticos o de experimentación. Vemos pues que aunque la bioética está presente en varias disciplinas de la vida como lo son la medicina, la ecología y la propia biología, en realidad tiene que ver con el comportamiento ético del propio ser humano.

La ética, es la ciencia que estudia el comportamiento moral de las personas, o más bien dicho el “cómo debería de ser el recto comportamiento” de una persona en el momento que toma decisiones, o su forma de pensar, o la forma en que debería ser su comportamiento social (solidario, respetuoso, etc.) o su comportamiento político (Arellano & Hall, 2012). Sin embargo, si nos atenemos estrictamente a la filosofía, la ética es parte del saber práctico, de la forma en que el hombre alcanza su bien o felicidad plena. Es materia deontológica, en el sentido que sigue las reglas del comportamiento del deber ser (Cortina, 2010).

Para efecto de este trabajo propongo que consideremos al comportamiento ético como propio del hombre quien por el simple hecho de ser persona, es sujeto de derecho y deberes a la vez. Los animales no lo son, por lo tanto no tienen que tener un comportamiento ético; pero sí el hombre tiene el deber moral de cuidar de éstos, respetarlos y sobre todo no infringirles dolor y sufrimiento innecesario.Y como ya habíamos dicho, si éstos están bajo su responsabilidad o cuidado, ha de evitar también que sufran hambre, sed o desnutrición, que no sufran incomodidades físicas o térmicas, que no sufran dolor, lesiones o enfermedades, que estén libres de miedos y angustias y que no haya impedimento para que puedan expresar sus propias pautas de comportamiento.

Siendo esto lo que se conoce como las famosas cinco libertades que se publicaron en 1965 para describir el “derecho que tienen los animales que se encuentran bajo el control del ser humano”. A mi forma de ver esta proposición que ustedes pueden ver en la página de bienestar animal de la OIE (OIE, 2016), en la que en principio todos debemos de estar de acuerdo, tiene un problema semántico, pues estrictamente los animales no tienen “derechos” pues no son sujeto de comportamiento moral como ya lo indiqué, pues ellos no tienen la libertad ontológica que tiene el hombre para tomar decisiones en forma racional, consciente y voluntaria.

Su comportamiento está regido por la naturaleza de su especie y de su interacción con el medio ambiente pudiendo esto incluir la presencia del hombre ante ellos. Por lo tanto, los animales tampoco tiene deberes, pues si los tuvieran, ellos podrían “decidir” por ejemplo si no deben atacarse y causarse daño unos a otros, como lo sería por ejemplo en las aves domésticas el picotearse tal y como sucede en lo que conocemos como el fenómeno que llamamos “canibalismo”. Este fenómeno que se presenta principalmente en las gallinas, guajolotes, faisanes, perdices, codornices, papagayos, gallos de pelea y otras especies, no es una enfermedad ni tampoco un “vicio” como lo propone mi muy respetado maestro José Antonio Quintana López en su libro Avitecnia (1999, pág. 118).

Puesto que el vicio es el opuesto a la virtud y tanto la virtud como el vicio son el resultado del ejercicio de la voluntad del hombre, teniendo que ver con una elección consciente(Aristóteles, Ética, n1113b). Siguiendo la descripción que hace el mismo Dr. Quintana en su texto referido, podemos ver que más bien el canibalismo en estas aves se deriva ya sea por la presencia de aves heridas dentro de la parvada, o por deficiencias nutricionales o problemas tóxicos que generen desprendimiento y caída de las plumas.

También puede derivarse de la presencia de prolapso de la cloaca, intensidad de la luz de la caseta, disposición del equipo, hacinamiento de las aves, etc., lo cual provoca que las aves se comiencen a picar y se extienda rápidamente en la parvada (Quintana López, págs. 118-119). Siendo pues que esto es una reacción de las aves ante una causa de desbalance o estrés, que ellas no pueden evitar ni controlar. Es un comportamiento desviado o condición patológica. Tomo este ejemplo para demostrar que el comportamiento animal es condicionado a su especie y al medio ambiente a diferencia del comportamiento humano que sí es voluntario, es decir, una persona puede decidir por ejemplo si come o no a pesar de que tenga hambre.

Con este argumento no pretendo justificar la irresponsabilidad que pudiéramos tener ante el trato a los animales y mucho menos justificar su maltrato en forma indiscriminada. Solamente pretendo la fijación de términos en una discusión que ha causado y está causando problemas a la producción animal. Todos sabemos que no solamente hay grupos ambientalistas o movimientos en pro de la defensa de los “derechos” de los animales, sino que también otros aspectos culturales de la sociedad actual están generando un conflicto entre la productividad en la producción animal e inocuidad de los alimentos, lo cual puede poner en riesgo a la industria avícola de tener restricciones para poder mantener sanas y seguras a las aves y aumentar considerablemente sus costos de producción. Tal es el caso por ejemplo de la restricción de producir huevo en jaula ya sea por disposiciones legales como la ley que obliga a incrementar el espacio de jaula de las aves de postura que entró en vigor en California en enero del 2015. O por demanda de los consumidores, lo cual motiva a las cadenas de establecimientos que venden alimentos como lo son McDonald ́s o Starbucks en Esta- dos Unidos a exigir a sus proveedores de huevo que éste provenga de gallinas que no sean mantenidas en jaula (“cage free”).

Ciertamente las aves que se mantienen en instalaciones de piso pueden tener un comportamiento más natural al poder aletear, correr e inclusive volar en un corto espacio, lo cual aparenta que“son felices” (Brown, 2016), sin embargo corren mayor riesgo a ciertos peligros tales como ser atacadas por aves silvestres u otros animales y a contraer enfermedades tales como infecciones por Escherichia coli, Salmonella o Coccidiosis por estar en contacto con el piso y excremento. La calidad del huevo puesto por aves en jaula y aves en piso no es muy diferente, pero se incrementa el riesgo a contaminación bacteriana en los huevos puestos en nidos, lo que a su vez, también pone en riesgo la inocuidad de los mismos.

Para aquellos que están a favor del bienestar de los animales, valdría la pena comentar que por ejemplo el picoteo y canibalismo también se llega a observar en aves libres de jaula (“cage-free”) en aquellas estirpes que son propensas al mismo y al estar en contacto con mayor número de aves, este fenómeno puede ser de mayor magnitud que el que se observa en las aves en jaula. La concentración de amoniaco puede llegar a ser peor en casetas cerradas de piso, que en las de sistemas de jaula. Por otra parte si se deja a las aves la posibilidad de salir de las casetas, ciertamente estarán más cómodas por no estar amontonadas, pero también serán más vulnerables a los depredadores naturales y adquirir enfermedades como la Influenza Aviar. Adicionalmente estas aves son más propensas a romperse los huesos de las alas, por el intenso aleteo.

Aparentemente no hay certeza del mejoramiento de la calidad de vida de las aves cuando los sistemas de postura en jaula son substituidos por sistemas de piso o “libres de jaula”. Inclusive la mortalidad llega a ser mayor en estos últimos debida a enfermedades entéricas, se tiene que usar coccidiostatos y existe un riesgo mayor al contagio de la Influenza Aviar por el eventual contacto con las aves acuáticas silvestres migratorias, que son reconocidas como el principal factor de riesgo de introducción de esta enfermedad (Brougere-Picoux, Vaillancourt, Shivaprasad, Venne, & Bouzouaia, 2015). Desde el punto de vista económico los costos de producción aumentan ya que el consumo de alimento es mayor en las aves que están libres y requieren de mayor espacio de tierra para ser mantenidas. Algunos estudios señalan que este costo puede incrementarse hasta el 36%, mismo que repercutirá en los precios del consumidor final. ¿Hasta qué punto pues, la industria puede responder a esta demanda?

En conclusión esta moda cultural, lejos de mejorar el bienestar de las aves, pone en riesgo la salud de los propios consumidores y aumentará el costo del huevo, por lo que cabe preguntarse cuál es el principal compromiso del médico veterinario. ¿Hacer “felices a las aves y proteger sus derechos”? o mejor cuidar de ellas con responsabilidad para que no enfermen y se mantengan en condiciones nutricionales y de confort, de tal forma que no les produzca estrés e incomodidad y puedan desarrollar su potencial genético y comportamiento propio de especie y de estirpe. A la vez también, existe el compromiso ante los clientes y consumidores de ofrecerles un producto no solamente nutritivo, sino también inocuo que disminuya el riesgo a que éstos adquieran una enfermedad trasmitida por alimentos (ETA).

Pareciera pues que la bioética tiene que ver no solamente con el bienestar animal, sino también con el bien y salud de los humanos que consumen los productos que genera la industria avícola. Que hay una responsabilidad ética, es decir un comportamiento moral adecuado de quién produce y trabaja en la producción animal no solamente en el cuidado y buen trato de los animales —en este caso aves— bajo su cargo, sino también con la empresa en la que se trabaja, con sus clientes y consumidores y la sociedad en general. Así mismo somos responsables del cuidado del ambiente y de evitar la contaminación del mismo debida a la eliminación de mortalidad, emisiones de humo y desechos tanto orgánicos como biológicos y de materiales de otro tipo que se generan en las operaciones avícolas. Hay también responsabilidad en el cuidado de la salud y condiciones de trabajo de los caseteros, empleados y demás obreros que trabajan en la empresa.

Ciertamente ya hay una legislación propia del bienestar animal en varios países del mundo y en México está en agenda la discusión de una ley de bienestar animal. Hemos de cuidar que ésta se dé con el fin de fomentar el buen trato de los animales y evitar el maltrato y abuso de éstos, pero a la vez, hemos de evitar caer en exageraciones y relativismos que además de que pongan mayores obstáculos y encarezcan los costos de producción, caigan en el absurdo del relativismo y escepticismo hacia la actividad productiva creándose mitos que hacen ver a la industria como cruel y explotadora. Ha de hacerse pues, campañas que ilustren y eduquen a la sociedad para que ésta no pierda la confianza en que de una industria seria y certificada, puede esperar recibir alimentos sanos y económicos. Hay un mercado propio para los productos orgánicos que es selectivo y cuyo poder adquisitivo es mayor, pero éste en el caso de México no es la mayoría. Así que un reto que tiene la industria avícola es seguir produciendo huevo y carne de pollo en forma masiva para alimentar al general de la población, económica para que esté a su alcance e inocua para que no le cause daño. Dicha producción se consigue con animales sanos, bien alimentados y mantenidos en un ambiente de confort. Esto es lo ético o más bien dicho, lo moralmente deseable. La bioética nos da elementos conceptuales para normar dicho comportamiento.

REFERENCIAS

  • Arellano, J. S., & Hall, R. (2012). Bioética de la Biotecnología. Mexico D.F.: Fontamara.
  • Aristóteles. (1985). Ética Nicomáquea. En Aristóteles, Ética Nicomáquea. Ética Eudema. Madrid: Biblioteca Clásica Gredos.
  • Brougere-Picoux, J., Vaillancourt, J. P., Shivaprasad, H. L., Venne, D., & Bouzouaia, M. (2015). Manual de Patología Aviar. Toppan: AFAS.
  • br>Brown, J. (May de 2016). Cage-free hen housing; How far will the pendulum swing? Recuperado el 14 de 05 de 2016, de Pultry Heath Today: http://poultryhealthtoday.com/cage-free-hen-housing-far-will-pendulum-swing/?utm_source=Poultry+Health+Today+Newsletter&utm_campaign=2646b64b12-Brown_cage_free_layers_PHT_5_13_2016&utm_medium=email&utm_term=0_5ac605299a-2646b64b12-284561629
  • Cortina, A. (2010). Etica Mínima. Introducción a la filosofía práctica. Madrid: Tecnos.
  • OIE. (2016). Organización Mundial de Sanidad Aniimal. Recu- perado el 14 de 05 de 2016, de OIE.INT: http://www.oie.int/es/ bienestar-animal/el-bienestar-animal-de-un-vistazo/
  • Quintana López, J. A. (1999). Avitecnia. Manejo de las aves domésticas más comunes. México: Trillas.

Artículo publicado en Los Avicultores y su Entorno Agosto-Septiembre 2016

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