El doctor José Abel Ciprián Carrasco es uno de los investigadores más reconocidos a nivel nacional por su arduo trabajo y aportes a la Medicina Veterinaria, enfocados principalmente al sistema respiratorio del cerdo. A la par, ha formado aproximadamente a 50 generaciones de MVZ (Médicos Veterinarios Zootecnistas).
Por todo esto, en noviembre del 2023, el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) galardonó su ejemplar labor, otorgándole el “Reconocimiento al Mérito Pecuario para Personal Investigador de Reconocida Trayectoria en el Subsector”.
Para obtener este premio, el académico compitió con investigadores pertenecientes al propio INIFAP, así como expertos en el área a nivel nacional y extranjeros que han desarrollado sus proyectos en beneficio del país, alcanzando la victoria de manera indiscutible.
El primer egresado del Doctorado en Microbiología, de ENEP a FES
El doctor Abel Ciprián es originario de la Ciudad de México, y su interés por la Medicina Veterinaria se vio influenciado por su padre, quien fue fabricante y comercializador de un ectoparasiticida para ganado, el cual se convirtió en un producto de importante uso en el sector pecuario.
En 1965 ingresó a la Escuela Nacional de Medicina Veterinaria y Zootecnia, donde recibió una formación híbrida entre profesores de carrera y profesionales del campo. Por estas características, las principales preocupaciones de su generación estuvieron centradas en promover la salud animal, a fin de alcanzar una óptima producción de alimentos inocuos para la población.
En esta institución conoció al que denomina su padre académico, el Doctor Carlos Pijoan Aguadé, quien lo invitó a estudiar el Posgrado en Microbiología en la Escuela Nacional de Estudios Profesionales (ENEP) Cuautitlán.
“Cuando llegué aquí en 1974, no había absolutamente nada. Para llegar teníamos que caminar por una veredita de terracería desde la “Ford”, estaba todo planito, apenas se alcanzaban a ver las torres de alta tensión. En el plantel, sólo estaban estos saloncitos, donde hoy es la Unidad de Posgrado”, relató en entrevista el docente.
Al mismo tiempo que impartía clases en la licenciatura de MVZ, estudió la Maestría en Microbiología Veterinaria y el Doctorado en Microbiología al lado del doctor Pijoan, convirtiéndose en el primer egresado (en la Maestría y Doctorado en esta área), lo cual le valió la Medalla al Mérito Universitario “Gabino Barreda” en ambas ocasiones, por ser el único reconocimiento que existía en aquel momento.
Sin embargo, este hecho trascendió al éxito personal, pues fue punta de lanza para la ENEP, que por este acontecimiento se transformó en Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán, abriendo un porvenir para las generaciones entrantes.
Con la memoria casi hipermnésica que lo caracteriza, el docente relató que este logro no fue fácil, pues sobresalió a base de mucho esfuerzo y horas de trabajo, sacrificando tiempo con su familia y momentos importantes con sus hijas. Aunque, admitió que en lo profesional le trajo grandes satisfacciones. “Ser reconocido es grato, al principio te sientes en las nubes y el ego te hace creer que nadie es mejor que tú. Aunque, la experiencia me hizo entender que esas emociones son pasajeras”, puntualizó.
Una trayectoria de impacto
El trabajo de investigación del doctor Abel Ciprián Carrasco ha contribuido de manera relevante en la MVZ, especialmente en la salud de los cerdos, ya que ésta tiene repercusiones directas en la producción pecuaria del país y, por ende, en la salud de sus consumidores, ya que México es uno de los principales productores y consumidores de carne de cerdo.
Sus líneas de investigación han sido mayormente enfocadas en virus y micoplasmas, así como sus interacciones en las enfermedades respiratorias de los cerdos.
Su legado
Con casi 50 años de carrera, el doctor Ciprián ha formado aproximadamente a 1,600 estudiantes de licenciatura, 100 de maestría y 20 de posgrado, entre los que destacan la doctora Susana Mendoza Elvira, actual responsable del Laboratorio de Virología y Microbiología y secretaria de Posgrado e Investigación de la FES Cuautitlán, a quien considera su hija académica, ya que han colaborado juntos a lo largo de varias décadas, y le ha dejado gran parte de su conocimiento.
Otros tantos de sus estudiantes se han incorporado fácilmente al sector privado, como la industria farmacéutica, quienes incluso han colaborado en importantes innovaciones médicas. Éste es el caso de la doctora María Alejandra Ayanegui Alcérreca, quien actualmente trabaja en una compañía de Estados Unidos, donde es la encargada de recolectar, diseccionar y preparar válvulas de cerdo que son destinadas al uso humano por su alta biocompatibilidad.
Fue un hecho del azar o quizá el fruto de su invaluable labor, que una de estas válvulas cardiacas, provenientes de esta empresa, le fue insertada durante una reciente cirugía. “Aquí está mi trabajo materializado: el animal al que le he dedicado casi toda mi vida y la formación de recursos humanos”, resaltó el microbiólogo.
Visiblemente contento por todo el camino recorrido, el académico asegura que actualmente se encuentra satisfecho con todo lo logrado, pues pese a que aún hay ideas que hubiera deseado realizar sabe que su legado queda en buenas manos. “A la Facultad le dejo un equipo multidisciplinario, todos ellos y los que me han precedido son y serán muy importantes para que la Universidad siga creciendo”, comentó.
De igual forma, expresó sentirse contento porque este premio es de la FES Cuautitlán, ya que si consolidó grandes metas fue debido al apoyo y talento de su equipo de trabajo, el cual está conformado por las doctoras Susana Mendoza Elvira, Sofía González Gallardo y Virginia Lara Sagahon, egresadas de la extinta licenciatura en Química Farmacéutico Biológica, a quienes agradeció por ser elementos fundamentales en su profesión y vida.
También, reconoció el trabajo de sus compañeros investigadores, los doctores Eliseo Hernández Baumgarten (QDEP) y Jorge Tortora Pérez, quienes fueron sus colegas y piezas clave durante su desarrollo profesional. Al final, con palabras breves pero rotundas, declaró “gracias a la vida, porque fui un hombre con mucha suerte, llegué al lugar indicado para hacer grandes cosas”.
