Fisiología del dolor y el bienestar en animales de granja.

M.C. Luis Alberto de la Cruz Cruz.
[email protected]
Dr. Cristian Larrondo-cornejo.
Dra. Patricia Roldan-santiago.
Dra. Ariadna Yáñez-pizaña.
M. en C. José Armando Sánchez-salcedo.

INTRODUCCIÓN

Durante los últimos años, la atención prestada hacia la posibilidad de que los animales de producción puedan percibir dolor ha aumentado mundialmente, principalmente por el incremento gradual en la sensibilidad de los consumidores hacia el bienestar de los animales[1]. El bienestar animal es una ciencia que considera el estado de un individuo en relación a los cambios en su ambiente[2], es un término científico muy amplio que abarca tanto el bienestar físico como, el bienestar mental de los animales[3]. El dolor, por lo tanto, es considerado una fuente de estrés de origen físico que puede alterar el bienestar de los animales[4,5].

Las definiciones de dolor en los animales, han planteado que existen dos criterios clave que los animales deben cumplir para ser considerados capaces de experimentar dolor; el primero es que los animales deben contar con un sistema neural que les permita percibir estímulos dañinos (receptores que detectan estímulos nocivos internos o externos y diversas conexiones a nivel cerebro) con respuestas que incluyen comportamientos protectores y evitación; el segundo criterio es, que la experiencia del dolor tiene como respuesta que el animal relacione las futuras decisiones de comportamiento sobre este evento negativo, de tal manera que el conjunto de factores internos que modifican la respuesta del animal a los estímulos externos (motivación) resulte en un cambio conductual a largo plazo[6]. Por lo tanto, el dolor ha sido definido como “una experiencia sensorial negativa causada por una lesión tisular real o potencial que provoca acciones motoras protectoras y vegetativas que resultan en un comportamiento aprendido de evasión, lo cual puede llegar a modificar comportamientos específicos de la especie, incluyendo las conductas de mantenimiento”[7].

Un animal experimentará dolor solo si la información que recibe desde los nociceptores se procesa a nivel cerebral y si esta información se asocia con una emoción negativa[8,9]. Por lo anterior, es importante tener en cuenta que de manera rutinaria en las unidades de producción, los animales domésticos son sometidos a diversos procedimientos que pueden generar dolor tanto de manera aguda como crónica, por ejemplo: castración, descorne, marcaje, corte de colmillos, corte de cola, vacunación, identificación, tratamientos inadecuados de lesiones o enfermedades, traumatismos post transporte y errores en el aturdimiento previo a la muerte[9–11]. Así, en respuesta a los diversos estímulos dolorosos los animales pueden presentar desajustes o alteraciones bioquímicas, fisiológicas y conductuales, conllevando a un proceso de aprendizaje que derivará en la evitación de tales estímulos en un futuro[1].

De esta manera, el grado y severidad de los diferentes desajustes en respuesta a cualquier estímulo relacionado con la percepción de dolor podrían estar relacionados con diferentes problemas de bienestar a corto y largo plazo en los animales de granja. Por lo tanto, el objetivo del presente artículo fue revisar los principales mecanismos fisiológicos involucrados en la percepción del dolor, así como, discutir las diferentes prácticas que se desarrollan de manera rutinaria en las unidades de producción, describiendo algunas posibles alternativas para sustituir o atenúar el dolor asociado a estos manejos rutinarios, haciendo énfasis en diferentes indicadores que podrían implementarse para evaluar el dolor en los animales domésticos.

FISIOPATOLOGÍA DEL DOLOR

Para comprender la importancia del dolor en el bienestar animal es necesario describir el proceso fisiopatológico de transmisión del dolor, para ello, debemos saber que el dolor comprende los procesos de transducción, conducción, transmisión, modulación, percepción y modulación[12–16] (Figura 1).

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FIGURA 1. Mecanismos implicados en la nocicepción y percepción del dolor. PEGE2=Prostaglandina, BK= Bradicinina, ATP= Adenosin trifosfato, H+ = Iones de Hidrógeno, 5-HT= Serotonina, NFG= Factor de Crecimiento Nervioso, TNFa= Factor de Necrosis tumoral, IL6= Interleucina 6.

Cada uno de estos procesos involucran diferentes características, en el caso de la transducción se incluye la conversión de los estímulos mecánicos (golpes, incisiones, pinchazos), térmicos (quemaduras, congelación) o químicos (inyecciones de productos, secreciones de ácido en el tracto gastrointestinal) en actividad eléctrica, gracias a un proceso denominado codificación neuronal[14,17]. Los receptores responsables de la recepción de los estímulos externos también juegan un papel importante en la conducción del estímulo hacia la médula espinal, estos receptores pueden clasificarse en: receptores Aδ (A delta) los cuáles son de diámetro medio, están mielinizados (envoltura encontrada en los nervios que mejora la conducción del estímulo nervioso) y participan de forma inicial en el dolor “primario” caracterizado por ser agudo, rápido y bien localizado. Mientras que la segunda clase de nociceptores incluyen a las fibras C, las cuales carecen de mielina, son de diámetro pequeño y son responsables del dolor “secundario” o lento[13,18].

Las terminaciones nerviosas nociceptivas están presentes en casi todos los tejidos y órganos del cuerpo, tienen la capacidad de recibir estímulos nociceptivos y transformarlos en mensajes nerviosos[9]. Dichas terminaciones nerviosas se encuentran más extensamente en el periostio, pared arterial, dientes, superficie articular y bóveda craneana[15], con excepción del cerebro, el parénquima pulmonar, el hígado y el cartílago[19]. El proceso de nocicepción, se refiere a la capacidad de responder a estímulo potencialmente dañinos, por lo que se convierte en una habilidad sensorial básica y fundamental en la supervivencia que alerta a un animal o humano sobre posibles daños internos y externos[17]. Sin embargo, es importante mencionar que la nocicepción solo refiere al procesamiento básico de un estímulo nocivo, el cuál es necesario para la percepción de dolor, pero su única estimulación, no necesariamente conducirá a una experiencia dolorosa[20].

La transmisión por su parte, hace referencia a la transferencia de los estímulos eléctricos hacia el asta dorsal de la médula espinal[21]. Con base en la cito-arquitectura de la médula espinal se sabe que se divide en 10 secciones: láminas I-X. En general las fibras Aδ se unen en las láminas I-II y IV, mientras que las fibras C en las láminas I-II y las fibras Aβ en las láminas III-V[22].

En este proceso, los nociceptores trasmiten la señal desde la periferia a través de la liberación de neurotransmisores específicos que están asociados con el dolor, por ejemplo, el glutamato y la sustancia P [22]. El glutamato es el neurotransmisor más importante el cual interactúa en cuatro diferentes clases de receptores: kainato, AMPA (ácido propiónico α-amino-3-hidroxi-5-metil-4-isoxalona), NMDA (N-metil-D-aspartato) y mGluRs (metabotrópicos al glutamato). Los mecanismos espinales mediados por receptores glutamatérgicos no-MDA (no N-metil-D-aspartato) participan en la transmisión de mensajes nociceptivos agudos, evocados por actividad de fibras Aδ y C. Mientras que estados de dolor crónico, las fibras de umbral bajo Aβ (axones altamente mielinizados) que normalmente transmiten estímulos inocuos de tipo táctil, también adquieren la capacidad de incrementar la excitabilidad neural. Esto se debe, en parte, al cambio fenotípico en una subpoblación de estas fibras con lo que, al igual que las fibras C pueden expresar el neuropéptido sustancia P (SP).

Así, las fibras Aδ, C y Aβ contribuyen a la hiperexcitabilidad que se observa en los estados de dolor crónico al aumentar la transmisión sináptica de las vías sensoriales[22]. Asimismo, en los estados de dolor crónico las fibras Aβ pueden causar la activación de receptores NMDA (N-metil-D-aspartato) que a su vez facilitan la activación de neuronas de segundo orden[22]. Por lo tanto, la función de los receptores NMDA es crucial, ya que su activación prolongada posterior a la exposición ante estímulos repetitivos conduce a una mayor sensibilización hacia el cerebro incrementando la percepción al dolor[23].

Se ha demostrado que existen diversos mecanismos relacionados con la modulación al dolor modificando la probabilidad de que la señal nociceptiva llegue a nivel cerebral, por ejemplo, las interneuronas locales en el asta dorsal de la médula espinal cumplen con esta función. La modulación de la señal se produce a través de cambios en el neurotransmisor GABA (ácido gamma aminobutírico), serotonina, noradrenalina, péptido relacionado con el gen de calcitonina, sustancia P y endorfinas[21]. En este nivel, la señal se envía a diferentes tractos espinotalámicos que ascienden al tálamo al inhibir o facilitar la transmisión de señales en el cerebro y la médula espinal[13,21] (Figura 1).

Por lo anterior, la percepción del dolor requiere especificamente que los estímulos eléctricos sean transmitidos desde la médula espinal a través de diferentes tractos (la vía espino-talámica, espino-retículo-talámica y ponto-mesencefálica) hasta el mesencéfalo y el tálamo[20]. Esta información debe alcanzar diferentes estructuras, como las cortezas sensoriales somáticas y las cortezas límbicas (cinguladas e insulares). Las cortezas sensoriales somáticas permiten la interpretación de la señal en términos de tipo, ubicación e intensidad de la estimulación. Mientras que, las cortezas límbicas están implicadas en procesos más complejos, que implican interpretaciones afectivas y cognitivas del mensaje nociceptivo. El término dolor se usa solo si las dos dimensiones, senso-discriminativa (corteza sensorial) y afectiva (corteza límbica), están presentes. La sensación del dolor es, por lo tanto, una percepción nociceptiva combinada con un procesamiento emocional negativo, consecuentemente el dolor se considera una fuente potencial de estrés que puede causar a su vez alteraciones en diversos indicadores fisiológicos y conductuales[5,9].

En la modulación del dolor se incluye la materia gris periacueductal y el acueducto cerebral del sistema ventricular, la estimulación de estas áreas producen analgesia al activar las vías descendentes que inhiben directa e indirectamente los nociceptores en las láminas de la médula espinal[12]. La función central de la materia gris periacueductal es integrar la información recibida de los centros superiores del cerebro, incluidos el hipotálamo, la amígdala y el lóbulo frontal, así como recibir la entrada nociceptiva ascendente del asta dorsal de la médula espinal[16] (Figura 1).

Los neurotransmisores involucrados en la modulación del dolor son principalmente noradrenalina y serotonina. La noradrenalina actúa sobre receptores alpha 2 post sinápticos, en cambio la serotonina es menos específica. Asimismo, los opioides endógenos como endorfinas, dinorfina y encefalinas también participan en la inhibición descendente en la columna vertebral y nivel supraespinal[24]. Se sabe que estos péptidos opioides actúan de tres formas; a) inhibición post sináptica que ocurre por la acción directa de los péptidos opioides como neurotransmisores inhibitorios por incremento en la conductancia de iones K+; b) inhibición presináptica por opioides, que disminuye la liberación de neurotransmisores de tipo excitatorio, probablemente mediante la reducción de la entrada de Ca2+ y finalmente c) la modulación inhibitoria que ocurre mediante la activación de un autorreceptor de opioides, el cual inhibe la liberación de un neurotransmisor localizado[25].

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FIGURA 2. Equino con cambios en su comportamiento debido a una fractura del miembro anterior.

Por otro lado, si la activación de los nociceptores va acompañada de daño en algún tejido se liberarán numerosos agentes químicos (prostaglandinas, bradicinina, óxido nítrico, ATP, iones de hidrógeno, histamina, serotonina, factor de crecimiento nervioso, interleucinas, entre otros). Con estos cambios, las terminaciones nerviosas comienzan a secretar sustancias vasoactivas y proinflamatorias, como el péptido relacionado con el gen de la calcitonina (CGRP), la sustancia P entre otras, retroalimentando positivamente el proceso inflamatorio[8,9,15,24]. Lo anterior, es importante en el desarrollo de dolor continuo después de una lesión aguda, ya que se facilitan y amplifican las señales dolorosas ocasionando el establecimiento de hiperalgesia periférica[15,22].

Una lesión acompañada de una reacción inflamatoria se caracteriza por los signos cardinales clásicos: dolor, rubor, tumefaccción (edema) y calor[17]. En este estado, la sensibilidad aumenta de tal manera que los estímulos a la zona afectada que normalmente no causarían dolor ahora lo hacen. Como resultado, existen cambios en la conducta del animal al disminuir voluntariamente el contacto o el movimiento de la parte lesionada hasta que se complete la reparación (Figura 2). Posteriormente, el dolor inflamatorio generalmente disminuye a medida que el daño y la respuesta inflamatoria se resuelven[14].

PRÁCTICAS DOLOROSAS EN LOS ANIMALES DOMÉSTICOS

Castración

La castración es un proceso aplicado de forma rutinaria en las unidades de producción a nivel mundial[26]. En el caso de la producción porcina, la razón principal para castrar a los machos (Figura 3A) es inhibir conductas no deseadas como la monta y las agresiones entre individuos[27], así como la aparición de olores indeseables a causa de la androstenona (hormona producida en las células de Leydig a nivel testicular) en la carne, los cuales pueden ser percibidos durante la cocción de carne de cerdos enteros[28,29].

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FIGURA 3. Prácticas dolo-rosas en animales domésti-cos. A) Castración de lechón; B) Castración de bovino; C) Vocalizaciones en cordero después del corte de cola; D) Inflamación después del corte de cola en un cordero; E) Corte de cola en lechones; E) Corte de pico en aves para la producción de huevo.

En el caso del ganado vacuno la castración (Figura 3B) se realiza principalmente para reducir la agresividad y evitar lesiones producto de peleas por establecimiento de dominancia, asimismo, para facilitar el manejo de los animales y para mejorar la calidad de carne[30]. No obstante, está bien documentado que la castración sin anestesia causa dolor agudo y crónico en los animales, así como alteraciones fisiológicas y conductuales que repercuten en el bienestar de los animales[31]. En este sentido, Prunier[11] observaron un aumento de 40 veces en la hormona adrenocorticotrópica (ACTH), que alcanzó su punto máximo 5 minutos después de la castración, seguido por un aumento de 3 veces en el cortisol plasmático, el cuál alcanzó su punto máximo 15-30 minutos posteriores a la castración. Asimismo, diversos autores señalan que las vocalizaciones de alta frecuencia (> 1000 Hz) son atribuibles a la castración en cerdos, dichas vocalizaciones son más frecuentes, de mayor intensidad y de mayor duración[32–34]. Además, los cerdos castrados permanecen menos tiempo amamantandose, más tiempo inactivos mientras están despiertos y expresan más comportamientos relacionados con el dolor (por ejemplo, postración, rigidez, tremor y movimiento de la cola)[35,36].

No obstante, existen diferentes alternativas para favorecer el bienestar animal en relación a la castración, por ejemplo en cerdos se puede sustituir esta práctica mediante la utilización de semen sexado, sacrificio de los animales antes de que alcancen la pubertad o realizando inmunocastración[37–40], mientras que en todas las especies la implementación del uso de anestesia y analgesia para atenuar las consecuencias generadas por el dolor podrían ser de gran utilidad.

Corte de cola

El corte de cola independientemente de la edad y la forma en la que se lleve a cabo (anillo de goma, emasculador, quirúrgicamente, etc.) produce dolor y distrés significativo en los animales[42,46,47]. Se ha demostrado que en corderos de 45 días de edad, el corte de cola puede provocar dolor agudo y neuropático a largo plazo, debido a la inflamación y formación de neuromas, los cuales pueden inducir cambios en la excitabilidad, sensibilización central y/o periférica mediadas principalmente por las fibras C[48] (Figura 3C y D). Por otra parte, como consecuencia del corte de cola se describe un aumento en la incidencia de prolapsos rectales en corderos, debido a la reducción de la musculatura recto-coccígea y la alteración de su tonicidad[49,50].

Igualmente, en los cerdos el corte de cola (Figura 3E) es una práctica de manejo que se realiza en diversas granjas comerciales a nivel mundial para reducir los problemas de mordida de cola (caudofagia). El incremento de dicho comportamiento, causa un impacto económico negativo en la industria porcina y tiene un efecto perjudicial en el bienestar animal[27,51,52].

Los cerdos receptores de caudofagia presentan dolor agudo, además, tienen un mayor riesgo de infecciones y una disminución en su peso corporal[52,53]. Sin embargo, se ha demostrado que existen diferentes factores asociados con el desarrollo de este comportamiento, como el estado de salud, la composición del alimento, la temperatura ambiente, la ausencia de material de enriquecimiento ambiental, alta densidad de población y las características del corral[54]. Por lo tanto, la disminución y/o mejora de estos factores estresantes, así como, una optimización de las condiciones de alojamiento podrían ayudar a disminuir este problema[55] y no necesariamente el corte de cola como se realiza habitualmente. Una de las alternativas para mejorar este procedimiento, es el uso de una combinación de meloxicam, bupernorfina, sumado a un anestésico local, los cuales pueden ser una alternativa efectiva para controlar el dolor asociado al corte de cola en los lechones[56]. Asimismo, la provisión de enriquecimiento ambiental puede reducir el riesgo de caudofagia[57]. En este contexto, se ha observado una menor incidencia de cerdos con lesiones de mordida de cola cuando se proporciona material como paja, cuerdas suspendidas y papel[58–62].

Descolmillado

El descolmillado se realiza de manera rutinaria en los lechones como una herramienta para reducir la incidencia de lesiones cutáneas por agresión cuando se establecen las jerarquías. Es importante señalar, que la estructura social de los cerdos domésticos (Sus scrofa) se basa en una jerarquía de dominancia, la cual se establece después de una lucha vigorosa cuando se agrupan cerdos no conocidos entre sí[63]. Existen dos tipos de organización social: el orden de pezones y el orden de dominancia después del destete o cada vez que los lechones se reagrupan[64]. Asimismo, se cree que el descolmillado podría reducir el número de lesiones en los pezones de las madres[65]. Sin embargo, dicha práctica podrían causar sangrado e inflamación crónica como pulpitis y gingivitis, especialmente cuando se realiza de forma incorrecta[66]. Por lo tanto, el descolmillado tiene un impacto perjudicial sobre el bienestar animal, existiendo alternativas más favorables como el limado de dientes, o bien, dejarlos intactos y considerar algunas condiciones de manejo[67]. En este contexto, se ha observado que el suministro de objetos como pezones de goma, juguetes, cuerdas suspendidas, entre otros, son eficaces en la prevención de comportamientos agresivos[68–70], asimismo, la jerarquía social se establece con mayor rapidez en corrales donde existe enriquecimiento ambiental[71].

Corte de pico o despique

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FIGURA 4. Hematomas en la canal de un bovino. A) Descorne en cabra; B) Desbotone en ternero; C) Marcaje con muescas en los lechones; D) Marcaje con hierro caliente en los terneros; E) Aturdimiento aplicado a los bovinos previo a la muerte; F) Hematomas en las canales de bovinos causados por malas prácticas ante mortem.

el caso de las aves, el corte de pico para evitar el picoteo de plumas y el canibalismo se realiza ampliamente en la producción intensiva de huevo[72–74] (Figura 3F). Sin embargo, el picoteo de plumas y canibalismo son considerados de origen multifactorial, en donde los factores de mayor riesgo son alteraciones a nivel de la iluminación, alimentación, condiciones de alojamiento y manejo de la parvada[75]. Estos comportamientos además de provocar dolor en las aves, también generan pérdidas económicas para el productor, ya que se ha observado un aumento de la mortalidad, disminución en la producción de huevo y la ingesta de alimento[76]. Enriquecer las condiciones de alojamiento, a través de la introducción de materiales manipulables, camas de alta calidad, baja densidad de población y perchas, puede tener consecuencias positivas en la reducción del picoteo de plumas en las aves[77–79].

Desbotone/descorne

El desbotone es un procedimiento común que implica la prevención del crecimiento del cuerno mediante la cauterización (mediante el hierro caliente) (Figura 4B) o la quemadura química (uso de pasta cáustica), mientras que el descorne es el retiro del cuerno[80] (Figura 4A). Estas prácticas se realizan principalmente en rumiantes para mejorar la seguridad del personal de la granja y para evitar que el ganado use los cuernos para lastimarse unos a otros[80]. Aunque, recientemente se señaló que las vacas con cuernos no presentan un mayor comportamiento agonista en comparación con las vacas sin cuernos[81]. Previamente se ha demostrado que los terneros sometidos a estos procedimientos en ausencia de algún tratamiento para aliviar el dolor presentan alteraciones conductuales, fisiológicas y emocionales durante y después del desbotone[82]. No obstante, también se ha demostrado que el desbotone genera menos dolor que el descorne, por lo que podría ser más adecuado siempre y cuando se use en combinación con anestesia y analgesia[83]. Algunas de las alternativas para estos procedimiento que también pueden ayudar a eliminar la necesidad de su uso, sería la cría selectiva de ganado sin cuernos[84]. Además, la utilización de anestésicos locales y antiinflamatorios no esteroideos puede ayudar a eliminar la respuesta conductual y fisiológica asociada al dolor[85].

Marcaje

marcaje con hierro caliente se usa ampliamente como medio de identificación tanto en equinos como en ganado vacuno[86,87] (Figura 4D). En este sentido, existe suficiente evidencia científica que indica que el marcaje afecta negativamente el bienestar animal [87–90]. Asimismo, otros autores han referido que la sujeción de los animales podría ser más estresante que el marcaje en sí mismo, especialmente en animales poco habituados al contacto con los humanos[91]. No obstante, en ganado de carne se ha demostrado que el marcaje en frío parece causar menos dolor que el marcaje con hierro caliente[89,90]. En el caso de los lechones y corderos también se usa la identificación con muescas en las orejas (regiones cortadas en las orejas para determinar un número específico y propiedad) (Figura 4C), lo cual indudablemente está asociado con la presencia el dolor agudo en los animales sometidos a dicho protocolo[43,91,92].

Una alternativa útil para suplir este tipo de identificación podría ser el uso de microchips como se ha demostrado previamente en caballos[86], lo cual podría suponer una desventaja a nivel económico al incrementar los costos por este tipo de marcaje.

Manejo ante-mortem

Un aspecto importante que también ha demostrado generar dolor en animales es el manejo inapropiado durante la etapa previa a su muerte, lo anterior es evidente mediante el registro de hematomas en las canales (Figura 4F). Un hematoma es una lesión tisular con rotura del suministro vascular con acumulación de sangre y suero causado por un objeto traumático[93–96]. Los hematomas pueden ocurrir en cualquier etapa de la cadena cárnica, aunque, solo son visibles una vez que la piel de los animales es retirada.

Dentro de los factores que pueden estar asociados a la presencia de hematomas se encuentran; largas distancias de transporte, mal estado de las carreteras y de los vehículos, presencia de puertas tipo guillotina, manejo inapropiado, uso frecuente de picana eléctrica, presencia de animales con cuernos, procedencia de los animales de mercados ganaderos y factores propios de los animales (edad, raza, sexo, condición corporal, temperamento) [95,97–101]. El número de hematomas en las canales indica claramente fallas en el manejo del ganado, no obstante, la mayoría de los problemas se pueden resolver realizando evaluaciones y auditorías permanentes en todas las etapas dentro del manejo de la cadena, desde la descarga de vehículos hasta el sacrificio de los animales en conjunto con la implementación de medidas para disminuir este problema[93].

En la actualidad existe una especial atención encaminada hacia minimizar el dolor de los animales durante la matanza por lo que diversos métodos de aturdimiento previo al desangrado se han propuesto para evitar este problema en la última etapa de la vida de los animales[102] (Figura 4E). Aun así, en algunos mercados, especialmente los religiosos el aturdimiento previo no está permitido, a menos que el animal pueda recuperarse por completo si el sacrificio no ocurre[103]. El sacrificio sin aturdimiento puede provocar dolor y estrés asociados con el intervalo entre el corte hasta la pérdida de la conciencia de los animales, así como, el dolor experimentado por el corte en los músculos ventrales del cuelo y el posible dolor relacionado con la aspiración de sangre dentro del tracto respiratorio[104]. Si bien, el método es permitido se deberían emplear estrategias para minimizar el dolor, por ejemplo el uso de algún aturdimiento reversible (mecánico o eléctrico) para generar la pérdida de sensibilidad antes del desangrado de los animales como ocurre en el sacrificio Halal[105].

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CUADRO 1. Posibles indicadores que se pueden implementar para medir dolor en los animales domésticos.

PRINCIPALES INDICADORES DE DOLOR EN ANIMALES DOMÉSTICOS

Debido a que los animales no pueden comunicar directamente sus emociones, es necesario considerar algunos indicadores que puedan usarse para detectar y evaluar la intensidad de dolor de forma objetiva[17,106]. Los sistemas de puntuación actuales para reconocer y evaluar el dolor en animales generalmente contemplan una combinación de la respuesta fisiológica y del funcionamiento general del organismo, así como la observación de los cambios en el comportamiento[13]. Sin embargo, podría resultar difícil separar las respuestas propias del estrés durante la sujeción de los animales y las respuestas asociadas al dolor [107]. Por lo tanto, es necesario considerar más de un indicador para evaluar el dolor de forma eficiente. No obstante, es de gran importancia mencionar que cualquier indicador utilizado para la evaluación del dolor debe cumplir con las siguientes características, deben ser válidos, fiables y factibles[13]. En el cuadro 1 se pueden observar diversos indicadores que pueden ser evaluados en los animales domésticos.

Las respuestas al estrés inducidas por el dolor pueden activar la rama simpática del sistema nervioso autónomo y producir diversas respuestas como; hipotensión, taquicardia, disminución de la motilidad, diaforesis, alteración de la respiración, nerviosismo, dilatación de pupilas, etc.[12]. Asimismo, existe activación del sistema endocrino culminando en la liberación de glucoicorticoides (cortisol o corticoesterona, dependiendo de la especie)[18]. Si bien, existen muchos estudios en los que se evalua el cortisol como indicador de dolor, se debe prestar atención en diversos factores que podrían alterarlo de forma intrínseca, como la sujeción o el ciclo circadiano. Además, el incremento de este indicador no necesariamente indica dolor ya que recientemente en caballos que viven en condiciones comprometidas de salud se demostró que presentan bajos niveles de cortisol plasmático vespertino y bajos niveles de metabolitos de cortisol en heces[108].

Los cambios de comportamiento pueden ser utilizados como indicador de dolor en los animales[109], dentro de ellos las vocalizaciones generalmente se usan para identificar el dolor en cerdos, ovejas y ganado[106]. Asimismo, la modificación de las diferentes pautas conductuales podrían medirse, por lo que los acelerómetros podrían ayudar a cuantificar el dolor, mapeando los patrones de actividad diaria[110]. Debido a que la sensación de dolor debe ser lo suficientemente fuerte como para exigir atención inmediata[14], la falta de atención a diversas tareas cotidianas de los animales podría ser una herramienta válida para detectar animales que potencialmente presenten dolor crónico[111].

Por otro lado, el reconocimiento de respuestas al dolor puede ser de gran valor para el bienestar animal, ya que permite un manejo rápido del dolor[112]. Las expresiones faciales son una herramienta evolutiva afectiva para la externalización de las emociones en una amplia variedad de especies animales[88]. La posibilidad de evaluar objetivamente las emociones a través de las expresiones faciales ha generado un nuevo campo dentro de la investigación de la medición del dolor, especialmente para su uso en animales de granja, que a menudo se someten a procedimientos dolorosos[13,113]. En este contexto, se sabe que el dolor agudo aumenta el comportamiento de sacudir la cabeza[114] y la actividad general en el ganado[115]. Müller[88] observaron que durante el marcaje con hierro caliente en el ganado vacuno provocó la activación de unidades específicas de acción facial: orejas hacia atrás, fosas nasales dilatadas, boca abierta y testuz elevado. Las orejas hacia atrás y las fosas nasales dilatadas también han sido estudiadas en otras especies animales y demostraron ser indicadores confiables del dolor en ratones sometidos a una prueba de constricción abdominal con ácido acético al 0.9%[116], en conejos sometidos a tatuajes en las orejas[117] y en caballos posterior a la castración quirúrgica[118]. No obstante, es importante mencionar que expresiones faciales similares pueden expresar emociones distintas según la especie, raza, estímulos dolorosos, temperamento y sistema de producción, por lo tanto, se debe tener precaución al momento de interpretarlas[18,119].

CONCLUSIONES

La comprensión de los principales mecanismos involucrados en el inicio y modulación del dolor, así como la implementación de diferentes herramientas para evaluarlo e identificarlo inequívocamente es indispensable para su abordaje terapéutico, o bien, cuestionar científicamente las diferentes prácticas que actualmente se realizan de manera rutinaria a nivel productivo. Al respecto, es conveniente mencionar que es imperativo analizar de forma particular las prácticas de manejo que actualmente se realizan en las unidades de producción y tratar de eliminar algunas que no justifican su uso, ya que existen otros factores que se pueden modificar. No obstante, en aquellas prácticas que son inevitables de realizar, se deberían emplear diversas estrategias para manejar el dolor como el uso de anestésicos locales y medicamentos antiinflamatorios con el objetivo de favorecer el bienestar de los animales en las unidades productivas.

*Referencias disponibles con los autores.

  • M. en C. Luis Alberto de la Cruz-Cruz. Escuela de Ciencias de la Salud. Medicina Veterinaria y Zootecnia, Universidad del Valle de México-Coyoacán, CDMX, México. Correo: [email protected]
  • Dr. Cristian Larrondo-cornejo. Facultad de Medicina Veterinaria y Agronomía, Universidad de las Américas, Chile.
  • Dra. Patricia Roldan-santiago. Departamento de Reproducción, Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, Universidad Nacional Autónoma de México (FMVZ-UNAM), CDMX, México.
  • Dra. Ariadna Yáñez- Pizaña. Escuela de Ciencias de la Salud. Medicina Veterinaria y Zootecnia, Universidad del Valle de México-Coyoacán, CDMX, México.
  • M. en C. José Armando Sánchez- Salcedo. Escuela de Ciencias de la Salud. Medicina Veterinaria y Zootecnia, Universidad del Valle de México-Coyoacán, CDMX, México.

Artículo publicado en “Entorno ganadero

Fernando Puga
Fernando Pugahttps://bmeditores.mx/
Editor en BM Editores, empresa editorial líder en información especializada para la Porcicultura, Avicultura y Ganadería.
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