Dr. Alejandro Córdova Izquierdo
Sandra Daniela Ramírez González
Gabriela Jocelyn Alvarado Durán
Carlos Bedolla Cedeño
Ma. De Lourdes Juárez Mosqueda
Abel E. Villa Mancera
Armando Gómez Vázquez
Pedro Sánchez Aparicio
Jaime Olivares Pérez
Raúl Sánchez Sánchez.
LA METRITIS EN VACAS
Las vacas son susceptibles a numerosas enfermedades infecciosas y metabólicas durante el periodo posparto temprano, éstas están asociadas con el cambio brusco en las demandas nutricionales y los procesos fisiológicos que ocurren durante este tiempo. La metritis es una enfermedad uterina posparto que afecta del 10 al 30% de las vacas a nivel mundial ocasionando importantes pérdidas económicas debido a tasas más bajas de concepción, sacrificio prematuro, mayor uso de antibióticos, reducción de la producción de leche y costos de tratamiento (Wittrock et al., 2011). La incidencia de metritis en vacas lecheras es del 20 al 40% en China, y la pérdida económica causada por la metritis en EE. UU. es de 650 millones de dólares al año, mientras que en la Unión Europea es de 1.411 millones de euros al año (Chen et al., 2020).
Esta es una inflamación del útero, normalmente debido a una infección microbiana que se produce durante los 21 días (normalmente 10) posteriores al parto. Sheldon en 2019 la definió como un útero anormalmente agrandado y una secreción uterina fétida, acuosa, de color marrón rojizo (Figura 1), con signos de enfermedad sistémica (disminución de la producción de leche, embotamiento y otros signos de toxemia), depresión y temperatura rectal superior a 39,5°C. La fiebre es el primer síntoma que aparece de 24 a 36 horas antes que otros signos como la depresión o la baja en consumo de alimento aparezcan (Peña, 2009). La mayoría de las veces, la metritis se presenta posterior a partos distócicos o con retención de membrana placentaria (RMF) (Haimerl et al., 2017).
La incidencia de la metritis postparto en vacas con RMF puede ser tan alta como 90%. Las probabilidades de que una vaca con RMF desarrolle metritis son 6 veces mayores que las de vacas sin RMF, lo cual es mucho más alto que cualquier otro factor de riesgo. La ocurrencia de gestación doble es la mayor causa natural de RMF en bovinos (Palmer, 2007). La gravedad de la enfermedad se clasifica según los signos de salud:
• Metritis de grado 1: animales con un útero anormalmente agrandado y una secreción uterina purulenta, pero sin signos sistémicos de mala salud.
• Metritis de grado 2: animales con un útero anormalmente agrandado y una secreción uterina purulenta, con signos adicionales de enfermedad sistémica, como disminución de la producción de leche, embotamiento y fiebre.
• Metritis de grado 3: a veces denominada metritis puerperal o metritis tóxica; animales con un útero anormalmente agrandado y una secreción uterina purulenta, con signos de toxemia como inapetencia, extremidades frías, depresión y/o colapso. Los animales afectados muestran síntomas tanto locales como generales.
El útero contiene un gran volumen de pus; Mientras que el material mucopurulento blanquecino es a menudo un signo alentador, el exudado seroso rojizo, acuoso, fétido, rojizo que contiene fragmentos de membranas fetales en degeneración y otros detritos justifica un pronóstico más reservado (Figura 2) (Sheldon, 2019). Se ha observado que las vacas con metritis severa habían reducido el consumo de materia seca preparto, más notablemente en la última semana de gestación, en comparación con las vacas sin metritis.
Además, cada disminución de 1 kg en el consumo de materia seca en la última semana de gestación aumentó las probabilidades de metritis severa en 2.9 veces (Pérez et al., 2019). Los antimicrobianos son la terapia de elección para la metritis en vacas lecheras, y varios compuestos activos han demostrado eficacia para mejorar la cura. Un problema con la mayoría de los antimicrobianos es la necesidad de trasladar a las vacas a un grupo hospitalario debido a la retención de leche; sin embargo, algunos antimicrobianos utilizados para la terapia de la metritis no requieren retención de leche y, por lo tanto, tienen la ventaja de minimizar las pérdidas de leche porque la leche producida durante la terapia sigue siendo vendible.
Un beneficio adicional potencial de tales antimicrobianos es que mantener a la vaca alejada del grupo del hospital podría minimizar el riesgo de otras enfermedades que podrían estar presentes entre las vacas bajo terapia en el corral del hospital (Lima et al., 2019). El coste anual de la reducción de la fertilidad, la pérdida de producción de leche y el tratamiento de la metritis se estimó en 1.400 millones de euros en la Unión Europea y 650 millones de dólares en Estados Unidos (Sheldon et al., 2019).
Factores internos predeterminantes
Metritis es causada por la infección polimicrobiana con Gram-negativos (Bacteroides, Porphyromonas y Fusobacterium) y Gram-positivas bacterias (Trueperella, Peptostreptococcus y Helcococcus). Debido a la naturaleza polimicrobiana de la metritis, se recomiendan antibióticos de amplio espectro para el tratamiento (Jin et al., 2018). Es importante destacar que Escherichia coli se describe repetidamente como el principal patógeno responsable de iniciar la infección o inflamación uterina posparto, alterando el equilibrio natural de la microbiota uterina para favorecer la aparición de estas bacterias anaerobias oportunistas (Ling et al., 2018).
Recientemente se informó que los dos filos principales que dominan el microbrioma de las vacas con metritis son Bacteriodetes y Fusobacteria (Figura 3), por lo tanto, la eficacia de los antibióticos contra estos dos filos puede ser fundamental para la cura de la metritis. Bicalho et al., 2019, refiere que las concentraciones elevadas de marcadores de desequilibrio metabólico, como los ácidos grasos no esterificados (NEFA) y BHB, se han asociado con un mayor riesgo de metritis. Chen et al., 2020 reportaron que la diversidad bacteriana en el útero primero aumenta y luego disminuye en vacas sanas; la diversidad bacteriana en el útero de las vacas con metritis es menor.
Los cambios característicos en la abundancia relativa de bacterias uterinas en vacas con metritis incluyeron aumento de Bacteroidetes y Fusobacteria, disminución de Firmicutes y Proteobacteria, aumento de Porphyromonas, Bacteroides y Fusobacterium, y disminución de Clostridium. Estudios anteriores han sugerido que los factores de riesgo de metritis incluyen distocia, gemelos, muerte fetal, aborto y útero prolapsado, y sobre todo la placenta retenida (PR) (Dubuc et al., 2010). La incidencia de las inflamaciones intrauterinas postpartales en las vacas con retención de placenta, oscila entre el 37 y el 90%.
En las retenciones de placenta el cérvix permanece abierto durante un período prolongado aumentando así las probabilidades de ocurrencias de invasión bacteriana y posterior infección, además puede constituir una vía de comunicación con el exterior que facilite la contaminación bacteriana. Cuanto mayor es el tiempo de retención de las membranas fetales, mayor es la incidencia de las metritis postpartales. La falta de eliminación de la placenta parece ser una consecuencia de la actividad leucocitaria disminuida, ya que la actividad quimiotáctica de los neutrófilos de vacas con retención placentaria estaría comprometida con respecto a las hembras con eliminación normal de membranas.
De igual manera se ha demostrado que el balance energético negativo también está relacionado con la aparición de metritis en las vacas, mediante un análisis sanguíneo hecho al día 14 preparto midiendo los niveles de NEFAs (ácidos grasos no esterificados) e IGF-1 (factor de crecimiento de insulina tipo 1) parámetros indicadores del balance energético negativa. De esta manera fue observado que los animales que tienen mayores y menores niveles de NEFAs e IGF-1, respectivamente, en el periodo preparto, tienen más probabilidades de padecer metritis (Krueger et al., 2013). Las condiciones fisiológicas asociadas con un suministro de energía insuficiente predisponen a las vacas lecheras a enfermedades metabólicas y microbianas como fiebre de la leche, cetosis, abomaso desplazado y placenta retenida (Esposito et al., 2014).
Factores externos predeterminantes
Es una constante que 90 a 95 por ciento de las hembras, sufren contaminación del tracto reproductivo después del parto, por patógenos presentes en el ambiente y en sus genitales externos (Pérez, 2012). Las vacas primíparas tienen mayor riesgo que las multíparas de sufrir metritis. Una posible explicación es que las vacas primíparas suelen tener partos con mayor asistencia, en ocasiones distócicos, lo que requiere una mayor manipulación del animal, aumentando así la probabilidad de lesiones y contaminación bacteriana.
Esta mayor contaminación puede hacer que a lo largo de los 21 días posteriores pueda desarrollarse una metritis posparto (Jeon et al., 2018). La contaminación, durante las manipulaciones intrauterinas es otra de las causas de metritis, siguiendo invariablemente a la retención de membranas fetales. Durante el parto, las barreras físicas normales a la contaminación (vagina, vestíbulo vaginal y cervix) están severamente comprometidas y luego del parto hay una gran cantidad de tejido necrótico y fluidos creando un ambiente ideal para la proliferación bacteriana (Palmer, 2007).
Las vacas con partos no normales tienen más riesgo de tener metritis que las vacas con partos normales, ya que se ha demostrado que la presencia de patologías previas como la distocia o la retención placentaria predispone el desarrollo de metritis. Una alimentación inadecuada puede interferir con la involución uterina que se produce tras el parto. Una involución rápida es fundamental para expulsar de forma natural el líquido amniótico, las membranas fetales y las bacterias presentes en el tracto reproductor.
Es importante aplicar las siguientes prácticas en la gestión de la explotación para reducir la incidencia de la metritis:
• Buena alimentación.
• Salas de parto limpias y secas.
• Higiene adecuada en la asistencia a los partos difíciles.
Un factor de riesgo es el número de parto. Las vacas primíparas tienen mayor riesgo que las multíparas de sufrir metritis. La explicación es que las vacas primíparas suelen tener partos con mayor asistencia, en ocasiones distócicos, lo que requiere una mayor manipulación del animal, aumentando así la probabilidad de lesiones y contaminación bacteriana. Esta mayor contaminación puede hacer que a lo largo de los 21 días posteriores pueda desarrollarse una metritis posparto. Los animales que presentan partos anormales (distocias, partos gemelares, manipulación excesiva), retención de membranas fetales o predisposición a enfermedades metabólicas; presentan altas probabilidades de sufrir metritis durante el puerperio y probablemente su rendimiento reproductivo se verá afectado en mayor o menor grado.
Las vacas diagnosticadas con cetosis después del parto permanecieron más tiempo antes y durante el parto y cambiaron de estar de pie a recostarse con menos frecuencia el día del parto. Un pequeño estudio de los comportamientos preparto de vacas cruzadas alojadas en potreros no encontró diferencias en el tiempo de reposo o los episodios de reposo entre vacas sanas y vacas metríticas después del parto, pero las vacas metríticas pasaron más tiempo inactivas, los tiempos de reposo más prolongados y una tendencia a periodos de reposo más prolongados en vacas lecheras primíparas en pastoreo fueron diagnosticadas con más de un trastorno clínico de salud (Neave et al., 2018).
Prevención y control
La etiología multifactorial de la metritis presenta un gran desafío para la prevención y el control. Comprender la dinámica de la microbiota uterina en el parto es esencial para desarrollar estrategias de tratamiento efectivas que apunten no solo a la curación clínica, sino también a facilitar el proceso de restauración de un estado de microbiota uterina saludable (Bicalho et al., 2019). La haptoglobina es una proteína de fase aguda que se ha asociado sistemáticamente con la incidencia de metritis en vacas lecheras. Las concentraciones circulantes de Hp como herramienta para el diagnóstico y la predicción de la metritis han sido evaluadas previamente.
Además, la concentración de Hp se asoció con la gravedad de la metritis (según el aspecto de la secreción vaginal y la temperatura rectal), y las vacas diagnosticadas con casos graves de metritis tenían una mayor concentración de Hp circulante que las vacas diagnosticadas con metritis leve. Se ha observado que la alta concentración plasmática de Hp (> 0,78 mg / ml) evaluada en el momento del diagnóstico de metritis se asoció con el fracaso del tratamiento, y que la baja concentración circulante de Hp (≤ 0,54 mg / ml) tendió a asociarse con la curación espontánea (Machado et al., 2020).
El tratamiento de la endometritis se basa, normalmente, en tres regímenes diferentes: las infusiones intrauterinas de sustancias antimicrobianas, la aplicación parenteral de antibióticos y la inyección intramuscular de prostaglandina F2α (PGF2α) (Duhalde et al., 2016). Ortega y cols. en el 2012, obtuvieron resultados positivos de reducción de casos de incidencia de metritis por retención placentaria, mediante la inyección de dos dosis de PGF2α en 445 vacas Holstein de diferente número de parto, la primera dosis fue administrada dentro de las primeras 12 h posparto, y una segunda inyección 48 h después.
El fundamento del tratamiento con PGF2α, o de algún análogo como el cloprostenol, es el de estimular los mecanismos de defensa uterinos causando la lisis del cuerpo lúteo (CL) y la eliminación de la mayor fuente de progesterona (26,12). Otro beneficio de la terapia con PGF2α es la estimulación de la contractilidad uterina que permite la expulsión de fluidos y bacterias (Duhalde et al., 2016). Rojas (2010), reportó que dentro los controles inmediatos a la presentación general de una metritis post-parto, acompañada de retención placentaria, se debe realizar un lavado vaginal y uterino con aceite acético (vinagre casero o comercial al 1:5), para que actúe en forma inmediata como antiséptico, siendo este producto suave para este tipo de tejidos.
Se puede seguir con un tratamiento sistémico con la aplicación de un antibiótico por vía parenteral general a base de penicilina y tiroxina o a base de espiromicina, tilosina u oxitetraciclina en niveles terapéuticos altos en los tejidos uterinos, de 3 a 4 días seguidos como mínimo. En Estados Unidos el fármaco antimicrobiano más utilizado es el Ceftiofur. Sin embargo, las nuevas regulaciones de países de Europa han limitado su uso en la ganadería. El Ceftiofur es un fármaco eficaz para tratar la metritis, ya que aumenta la curación clínica de la metritis en aproximadamente un 20%. Además, las vacas tratadas con Ceftiofur habían aumentado la producción de leche durante los primeros 2 meses de lactancia y habían mejorado la fertilidad en comparación con los animales no tratados. Sin embargo, es importante destacar que más de la mitad de las vacas diagnosticadas con metritis se curan espontáneamente.
Dado que el Ceftiofur pertenece a una clase de antibióticos (cefalosporinas de tercera generación) que se consideran de importancia crítica en la medicina humana y que la resistencia a los antimicrobianos se ha convertido en un importante problema de salud pública y animal, su uso en vacas lecheras debería ser más racional. La identificación de los factores asociados con la cura de la metritis que puedan predecir la probabilidad de que las vacas se beneficien de la terapia antimicrobiana será importante para el desarrollo de una terapia selectiva para la metritis que reduzca el uso de antibióticos en las granjas lecheras mientras se mantiene la salud animal (Machado et al., 2019).
El Ceftiofur en suspensión administrado diariamente durante cinco días por vía subcutánea es uno de los tratamientos indicados para metritis puerperal más usados por carecer de tiempo de retirada, pero principalmente por haber demostrado su eficacia. Se han probado otros enfoques terapéuticos más sencillos, como la administración única por vía subcutánea de 6,6 mg/kg de Ceftiofur como ácido libre cristalino (Krueger et al., 2013). La aplicación de agentes antinflamatorios y antipiréticos como el coliveto (Laboratorios PROVET S.A.), puede ser de gran ayuda, siempre y cuando se evalué la función renal y hepática del animal enfermo. Debe reforzarse la acción antimicrobiana en forma local, con la aplicación de antibióticos directamente en el útero.
Esta aplicación puede ser en forma acuosa, con el inconveniente de que los líquidos deben ser extraídos por sifonaje para evitar la sobrecarga del útero inflamado. Los antibióticos de elección, tanto para las metritis agudas como para las crónicas son las oxitetraciclinas ya sea por vía sistémica o local debido a su amplio espectro de acción y a su eficiente acción bacteriostática. Como en cualquier enfermedad la detección temprana ayuda a una recuperación pronta, tomar la temperatura durante los primeros 20 días después del parto para tratar a las vacas con fiebre con un antibiótico que de preferencia no se excrete en leche, es una manera para prevenir las futuras complicaciones.
Las pérdidas económicas causadas por cada caso de metritis se han calculado recientemente en US $267 a 410 debido al tratamiento con antibióticos y los efectos perjudiciales de la metritis sobre el rendimiento reproductivo, la producción de leche y el sacrificio (Machado et al., 2020). La limpieza y el cuidado durante la asistencia de partos; un buen manejo del consumo de alimento; evitar el hacinamiento de animales; separar las becerras de las vacas adultas son medidas que ayudarán a reducir el estrés de producción y puede ayudar a reducir las incidencias de metritis en el hato.
Consecuencias en la reproducción de la vaca
Los procesos inflamatorios del útero reducen la eficacia reproductiva de las explotaciones bovinas. Reduciendo la fertilidad a primer celo; incrementando los días abiertos y por ende el intervalo entre partos; haciendo gastar al ganadero más dinero en trabajo, tratamiento veterinario y alimento (Peña, 2009). Se han obtenido resultados sobre la significancia del efecto negativo de la metritis postparto, sobre el intervalo parto-primera inseminación, intervalo parto-inseminación fecundante y sobre el número de IA/gestación, incrementándose en 18.3 días, 46.1 días y 0.6 inseminaciones, respectivamente, estudio en el que tomó de muestra a 729 vacas de leche pertenecientes a 106 explotaciones.
En un estudio posterior realizado por Krueger et al (2013), observaron un mayor intervalo parto-inseminación fecundante en los animales con metritis puerperal en comparación con las vacas con metritis clínica, y en éstas a su vez un intervalo mayor que en las vacas sanas (141, 120 y 104 días de media, respectivamente). La endometritis aumenta el número medio de días abiertos en 15 días y reduce la tasa de embarazo en un 16% (Esposito et al., 2014). La involución uterina alterada tiene un efecto adverso significativo sobre el rendimiento reproductivo en las vacas lecheras. En comparación con las vacas sanas, los días abiertos se incrementaron en 36 días en las vacas con metritis, y el doble de vacas afectadas fueron sacrificadas debido a la baja fertilidad.
El efecto de la metritis sobre la actividad lútea es evidente en el primer ciclo estral posparto. Por tanto, una metritis puede alterar la actividad lútea de forma transitoria, pero no tiene un efecto a largo plazo sobre la función lútea. Se sabe que los problemas de inflamación / infección uterina que provoca la metritis conduce a una actividad lútea prolongada después del parto, así como a disfunciones foliculares, como folículos más pequeños y secreciones de estradiol reducidas.
Consecuencias productivas
Entre los trastornos de salud comunes relacionados con la producción se incluye la metritis con incidencia promedio de 69% a nivel mundial (Soest et al., 2019). Las vacas con metritis producen una menor cantidad de leche al día 90 de lactación en comparación con vacas sanas. La infección uterina afecta a la ingestión de materia seca del animal y, por lo tanto, a la producción, sino que también afecta al ambiente uterino y el retorno a la ciclicidad, aumentado así los días abiertos del animal.
Las pérdidas de ingresos asociadas a la producción láctea por efecto de la reducción en el consumo de materia seca que es fundamental para satisfacer las demandas de la lactación, ya que las vacas enfermas se mantienen letárgicas y dejan de comer con lo que desciende su producción (Zoetis, 2020). Las vacas con metritis consumen 4.5 kg de materia seca menos que vacas sanas. Así mismo, disminuyen su consumo de agua en alrededor 10 L/vaca/día por lo que la producción de leche se ve afectada con 15 kg/vaca/día comparado con vacas sanas; está pérdida en producción no se recupera aun después de que los animales han sido tratados.
El efecto de la metritis sobre la productividad es sorprendente. Las vacas que experimentan metritis tienen una producción de leche reducida, y es más probable que sean sacrificadas (Machado, 2020). Lima et al. (2019), hicieron la comparación de dos tratamientos antimicrobianos utilizando un presupuesto de la manada que incluyó los costos asociados con la incidencia de enfermedades concurrentes y pérdidas de producción de leche, utilizaron 259 vacas para ampicilina y 269 vacas para Ceftiofur, sus resultados arrojaron que la producción de leche fue ligeramente mayor para las vacas tratadas con Ampicilina que con Ceftiofur (32,5 kg / d; 31,2 kg).
CONCLUSIÓN
Las infecciones uterinas como la metritis, comúnmente están asociadas con contaminaciones ubicuas al momento del parto, ya sea por un parto anormal o una retención placentaria, provocadas por bacterias oportunistas. Por lo que esta prevalencia de infecciones tiene relación con el manejo, por lo cual es necesario implementar medidas sanitarias en el momento del parto y postparto, con el fin de evitar efectos negativos sobre la reproducción y fertilidad de las vacas.
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Artículo publicado en “Entorno Ganadero Agosto Septiembre 2024“