¿No nos enteramos o no nos queremos enterar?

Carlos Buxadé.

Ante la actual situación de tensión del sector agrario, que no es nueva ni mucho menos, pero que ahora, una vez más, se está manifestando de forma ostensible en las carreteras, en las calles y en las plazas, muchas plumas están vertiendo su tinta haciéndose eco y opinando cada una, quiero suponer, según su leal saber y entender. Pero muy pocas, desde mi punto de vista, abordan esta compleja temática con objetividad y, sobre todo, con pragmatismo; probablemente porque la inmensa mayoría de ellas están tan alejadas de la realidad cotidiana del mencionado sector agrario como lo está no menos del 80 por 100 de nuestra sociedad.

Como lo explicaba este último fin de semana: para podernos situar en las coordenadas correctas en las que se ubica hoy el sector agrario de la Unión Europea (U.E. – 27), porque el problema es general en la Unión, hay que tener en cuenta que actualmente este sector viene a suponer únicamente el 1,4 – 1,5 por 100 del Producto Interior Bruto (PIB) de la U.E. – 27, que es de unos 14,5 billones de euros (hablando siempre de euros corrientes). Es decir, la producción generada por el sector agrario de la Unión Europea es únicamente del orden de los 538.000 millones de euros.

De esta cifra, más de la mitad (del orden de un 53 – 54 por 100) corresponde al sector agrícola y del orden del 38 por 100 al sector pecuario.

Además, alrededor de un 58 – 60 por 100 de la producción agraria de la Unión Europea procede de España, Francia, Alemania e Italia con lo que se genera, en el seno de la U.E. – 27, un manifiesto sesgo de intereses, económicos y políticos, en este ámbito. La situación es solo un poco diferente en España donde nuestro PIB se sitúa alrededor de los 1,4 billones de euros. En este caso nuestra producción de la rama agraria es del orden de los 65.000 millones de euros y de ellos un 55 por 100 (unos 37.000 millones) está generado por la rama agraria y un 43 por 100 (unos 27.600 millones) por la rama pecuaria.

Por lo tanto, en España, el sector agrario genera un 4 por 100 del PIB. Se trata de porcentajes realmente muy pequeños. Además, su participación relativa en la generación de rendimiento económico va disminuyendo año tras año (y lo seguirá haciendo) en razón de la significativa e imparable transformación económica que viene experimentando la Unión Europea a lo largo de los últimos 60 años. Lo que debería tener muy claro la Unión Europea y lamentablemente no lo tiene, es que este sector primario, a pesar de su pequeña importancia económica cuantitativa, sí tiene una IMPORTANCIA CUALITATIVA ENORME, porque tiene un papel estratégico fundamental en la Unión Europea.

En efecto, al ser generador de alimentos (y de materias primas), mantiene en este ámbito una todavía elevada independencia de los Países Terceros. Perder esta independencia sería gravísimo para la U.E. – 27, porque nos haría enormemente vulnerables.

Es hora de que la U.E. – 27 reaccione y cambie sus políticas repletas de burocracia ineficiente e ineficaz (como ejemplo en España tenemos La Ley de la Cadena, que no se cumple); de crecientes restricciones, muchas de ellas con poco sentido técnico, a la producción agraria (agrícola y ganadera). Todo ello lleva a unos importantes incrementos, en parte técnicamente innecesarios, de los costes de producción e incentiva a que agentes económicos, ajenos al sector primario, fomenten las importaciones, perjudicando a nuestros agricultores y ganaderos.

Y también debe cambiar la visión que tiene de la actividad agraria la propia sociedad de la Unión Europea. Ya está bien de criminalizar al sector; de hacerle injustamente culpable del cambio climático (cuando sólo genera el 14 por 100 de los gases efecto invernadero), de pedirnos que dejemos de comer carne para “salvar al planeta», etc. etc. En definitiva, debemos de tener claro que la situación creada, técnica y social, es muy profunda, compleja y nada fácil de superar y de que de seguir por estos derroteros lo que se logrará finalmente es reducir al sector agrario a la nada, perjudicando y empobreciendo a millones de personas, hundiendo la vida en el medio rural y poniendo a la Unión Europea a los pies de Países Terceros productores de alimentos.

Es en este marco y no en otro, donde hay que situar y, sobre todo, entender, lo que está sucediendo con nuestros agricultores y con nuestros ganaderos de la Unión Europea. Lo que está aconteciendo en realidad, que nadie lo dude, es sumamente grave como muy bien expuso el profesor Jaime Lamo de Espinosa en su escrito titulado: El campo europeo en cólera. La pregunta final e inicial aquí es bien sencilla: ¿no nos enteramos o no nos queremos enterar?

Artículo publicado en”Los Poricicultores y su Entorno Marzo Abril 2024

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