Gestión zootécnica del búfalo de agua en el Trópico Húmedo Mexicano

Primera Parte: Detección del Estro, Inseminación Artificial, Eutocia y Distocia.

Aldo Bertoni
Daniel Mota-Rojas
Diego Armando Morales
Marcelo Guezzi
Daniela Rodríguez
Adriana Domínguez
Nancy José
Alex Cuibus
Isabel Guerrero-Legarreta

Introducción

Gestión zootécnica del búfalo de agua en el Trópico Húmedo Mexicano Gestion zootecnica bufalo agua 1Según la FAO (2018), uno de los principales retos globales presentes en la sociedad es la inseguridad alimentaria, la cual se encuentra influenciada por los altos niveles de pobreza y la dificultad para garantizar el abastecimiento y la distribución de alimentos por parte de los sistemas agrícolas (FAO, 2018). Actualmente, este problema alimentario se traduce en deficiencias nutricionales en alrededor de 2,000 millones de personas, y hambruna crónica en casi 800 millones de individuos. Para el año 2050 se ha estimado que la población mundial ascenderá a 9.73 mil millones, lo que implica la necesidad de incrementar la producción alimentaria en un 49%, tendencia que se considera podría continuar en las próximas décadas.

Debido a ello, la atención a los sistemas de producción alimentaria se ha enfocado a aquellos que generen productos de calidad con beneficios económicos y agro sustentables. El búfalo del agua (Bubalus bubalis) es un ejemplo de la utilización sustentable de una especie para aprovechamiento zootécnico, ya que gracias a sus características fisiológicas y de manejo en cuanto a la rusticidad y eficiencia productiva en zonas con bajo potencial agropecuario, permite que puedan ser incorporados en regiones tropicales, de inundaciones constantes, de difícil acceso, o aquellas con pastos de mediana y baja calidad (Álvarez-Macías et al., 2020; Barboza-Jiménez, 2011; Bertoni et al., 2021; FAO, 2018).

En este sentido, el búfalo de agua es catalogado como la sexta especie productiva más abundante en el mundo, por debajo de los inventarios avícolas, de bovinos convencionales del género Bos, porcinos, ovinos y caprinos (Young et al., 2019). En el 2018, la FAO reportó un inventario de 206 millones de búfalos de agua alrededor del mundo, crecimiento que se ha observado desde el año 2008 hasta el 2018, representando un 11%, 6% más que el crecimiento del ganado Bos en el mismo periodo (FAO, 2018; Ghezzi et al., 2020; Napolitano et al., 2021). Dicha población de búfalos se encuentra distribuida en 48 países, principalmente en los de Asia (India, China y Pakistán) con un 97%, de África (Egipto) con un 2%, y de Europa y América con un 0.2% y 0.7%, respectivamente (Ghezzi et al., 2020; Guerrero-Legarreta et al., 2020).

Dentro de los países de América, en México no se cuenta con reportes oficiales en torno al número que búfalos presentes en el país; no obstante, se estima que alrededor de 45 mil búfalos de agua se distribuyen en el territorio nacional, principalmente en la región del trópico húmedo mexicano, en donde se han adaptado a los sistemas de doble propósito para la obtención de productos cárnicos y leche de manera simultánea (Bertoni et al., 2021; Crudeli et al., 2016). Estos sistemas se caracterizan por implementar un manejo complementario que prioriza tanto a hembras como a machos, durante todos los procesos primarios como la crianza, la reproducción y el manejo genético de la especie.

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FIGURA 1. Representación de la relación de las distintas fases involucradas en el sistema de producción de búfalos de doble propósito en el trópico húmedo mexicano sobre los procesos neurofisiológicos del animal. Durante las visitas se detectaron siete fases clave dentro de la unidad.1. Manejo reproductivo – Inseminación artificial; 2. Parto e impronta; 3. Proceso de ordeño; 4. Pastoreo con presencia del bucerro; 5. Confinamiento y separación de la madre y la cría; 6. Arreo con apoyo del caballo; y 7. Embarque y movilización vehicular en donde el animal sale de la finca.

A pesar del creciente interés a nivel mundial y nacional en el búfalo de agua, la literatura sobre los sistemas de doble propósito y su caracterización es limitada. Por ello, el objetivo de este artículo es describir las características del sistema de producción de doble propósito del búfalo de agua en el trópico húmedo mexicano, analizando los principales rasgos fisiológicos y conductuales de esta especie animal, en aras de optimizar la gestión de estos sistemas y fomentar su nivel de sustentabilidad a largo plazo. En esta primera parte se enfatizará sobre los aspectos fisiológicos y reproductivos enfocados a la gestión eficiente de estos sistemas (Figura 1). Para mayores detalles consulta: Napolitano, F.; Mota-Rojas, D.; Guerrero-Legarreta, I.; Orihuela, A. The Latin American River Buffalo, Recent Findings. 3rd ed.; BM Editores: Mexico City, 2020; 1- 1545. https://www.lifescienceglobal.com/journals/journal-of-buffalo-science/97-abstract/jbs/4550-el-bufalo-de-agua-en-latinoamerica-hallazgos-recientes

Análisis, localización y organización de los procesos

De manera particular, el análisis, localización y organización de los procesos se realizó mediante visitas periódicas a las unidades de producción para identificar los movimientos intrafinca y mapear la región empleando herramientas tecnológicas como los drones (Figura 2). Posterior a la obtención de dicha información, lo registrado se discutió empleando la bibliografía disponible de otros sistemas de búfalo de agua, con el objetivo de ponderar los hallazgos más relevantes y, en esa medida, contribuir a una mejor comprensión del desempeño de esta especie animal en el trópico mexicano, y su rol como modelo de producción eficiente y sustentable.

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FIGURA 2. Obtención de datos y descripción de procesos dinámicos en un sistema de producción de doble propósito con la inclusión de comparaciones con otros sistemas de búfalos mediante investigación científica y mapeo aéreo electrónico utilizando un dron.

Manejo Reproductivo de la búfala

Selección genética

Los sistemas de doble propósito del trópico mexicano emplean la selección genética de los búfalos de agua de acuerdo con criterios cualitativos y cuantitativos como las características morfológicas, el nivel de producción láctea, y el temperamento de los ejemplares (e.g., docilidad). En primera instancia, la raza que más se emplea en los sistemas de producción de búfalos doble propósito es la Buffalypso; sin embargo, paulatinamente se han introducido razas con potencial lechero como la Mediterránea Italiana y Murrah. La selección de estas hembras implica rasgos asociados a una alta productividad como la prolificidad, una larga vida productiva, y una estructura corporal adecuada en la cual se considera relevante la forma y posición de las patas y pezuñas (ANASB, 2021), ya que éstas permiten el desplazamiento por las áreas de pastoreo y aseguran el acceso a los forrajes. Por otra parte, una alta tasa de conversión alimenticia y un adecuado desarrollo y tamaño de la glándula mamaria para sintetizar grandes cantidades de leche, así como la colocación y tamaño de los pezones (para facilitar los procesos de ordeño, especialmente cuando son mecanizados), son otros elementos que se consideran en la especie (Figura 3).

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FIGURA 3. Manejo reproductivo del búfalo de agua en el sistema de producción doble propósito mejorado en trópico húmedo mexicano.

En cuanto a los machos, la selección se realiza a partir de catálogos de sementales cuyo material genético se suele emplear a través de inseminación artificial a celo detectado y, más frecuentemente, a tiempo fijo, técnicas que implican la incorporación de tecnologías de reproducción asistida (Bertoni et al., 2019; Crudeli et al., 2016), como las descritas a continuación.

Detección del estro

Uno de los factores clave para llevar a cabo una selección genética exitosa en cualquier sistema de producción, es la detección del estro de hembras receptivas quienes puedan ser inseminadas para producir bucerros con las características que los productores desean mantener. A diferencia de las vacas lecheras, en quienes se observan signos asociados al estro como el edema vulvar, la micción frecuente y la secreción vaginal, en las búfalas no es común observar dichos signos (más del 60% de hembras tienen estro silencioso) y la detección del mismo requiere de otros métodos para llevarse a cabo. De hecho, de manera endocrina, la búfala presenta menor tamaño folicular, bajas concentraciones de estradiol, y se ha reportado que sólo el 3.4% de las búfalas revelan comportamiento homosexual (Bertoni et al., 2020; Neglia et al., 2020).

Debido a estas razones, la utilización de un macho vasectomizado para identificar a las hembras viables para inseminación es una de las técnicas empleadas en protocolos de reproducción a tiempo fijo, lo cual permite la mejora genética y, de esa manera, responder a las características fisiológicas de la búfala, si es que no se dispone de un animal celador (Figura 3).

Inseminación artificial (IA)

Los métodos de reproducción asistida, como la inseminación artificial, forman parte de los sistemas de búfalos en el trópico mexicano. De manera general, el manejo de la inseminación se realiza bajo dos vías: 1) Donde la hembra receptiva a un macho marcador es identificada y sometida a inseminación artificial a tiempo fijo, y 2) Donde hembras elegibles son sometidas a un protocolo hormonal previo, para posteriormente ser inseminadas (Figura 4). En las dos vías, las hembras que no resulten preñadas son servidas directamente por un semental, con el objetivo de asegurar la preñez. Así, la implementación conjunta de biotecnologías reproductivas permite avanzar genéticamente hacia objetivos de trascendencia productiva y mantener ciclos estrales controlados.

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FIGURA 4. Neuroendocrinología de la detección del estro y sistemas de IA. Durante el estro, las búfalas pueden mostrar algunos signos y conductas representativas de este periodo. Esto es resultado de las concentraciones de hormonas, predominantemente la hormona luteinizante (LH) y foliculoestímulante (FSH), y por gonadotropinas secretadas por la hipófisis anterior por acción del hipotálamo. Cuando los niveles de LH y FSH son lo suficientemente altos, se lleva a cabo la ovulación (que normalmente comprende entre 24 y 48 h en búfalas) con la consecuente secreción de estradiol (E2) que irá disminuyendo al mismo tiempo que la progesterona (P4) aumenta para reiniciar el ciclo estral. Este proceso es clave durante las IA, ya que detectar estos signos y los niveles de hormonas circulantes, permiten implementar estrategias y atenuar los efectos de la estacionalidad u otros factores. PG: Prostaglandina, GnRH: Hormona liberadora de gonadotropina.

Otros métodos como la trasferencia de embriones (TE) y el uso de semen sexado no se han reportado en búfalas, debido a que los embriones todavía están ausentes en la hoja de requisitos sanitarios para la importación y por su elevado costo.

El parto

Cuando una IA es exitosa y se consigue la gestación de la hembra, después de 290 a 295 días, se inicia el proceso de parto, el cual fisiológicamente se considera desde al menos diez días previos al nacimiento.

En los sistemas mexicanos de doble propósito, el manejo que se les da a las hembras gestantes es instalarlas en el área de maternidad para ser valoradas diariamente y detectar de manera oportuna el inicio del periodo de parto. Para ello, el personal a cargo valora el estado de la ubre, la frecuencia de micciones, y los cambios en la postura (e.g. echarse o ponerse de pie).

En el área destinada al proceso del parto e inicio de la maternidad, a las hembras se les ofrecen forrajes nativos como el Camalote (Paspalum fasciculatum) y Azuche (Hymenachne amplexicaulis), que son la base de la alimentación en la región. Adicionalmente, se suele complementar a las madres con 50 gramos/día de minerales. Algunos estudios sugieren que la suplementación con vitamina A y E a búfalas multíparas de la raza Murrah, tiene efectos positivos en el incremento de proteína y sólidos totales del calostro durante los primeros tres y dos días postparto, respectivamente (Mudgal et al., 2020). Un aspecto nodal es que dichas áreas dispongan de especies arbóreas que proporcionen sombra, necesaria para la expresión de mecanismos de termorregulación de las búfalas. Además, en estas áreas se suelen evitar los cuerpos de agua profundos a fin de prevenir eventuales ahogamientos, por lo que el suministro de agua para beber es mediante bebederos.

Esta etapa, de ser finalizada correctamente, se considerada como un logro reproductivo, por lo que las hembras gestantes y próximas a parto se mantienen en constante supervisión, con el fin de evitar complicaciones durante el parto o distocias, las cuales representan afectaciones fisiológicas para la madre y el recién nacido, pero también pérdidas económicas para los productores, principalmente para los que destinan importantes recursos económicos a la implementación de protocolos reproductivos como inseminación artificial.

A continuación, se expone el proceso de parto desde un punto de vista fisiológico, incluyendo un parto normal (eutócico) así como ciertas desviaciones que se podrían llegar a presentar para clasificarlo como un parto distócico y, por ende, con la necesidad de asistencia veterinaria.

Parto eutócico

De acuerdo con la literatura, el trabajo de parto comienza con la aparición de contracciones uterinas regulares acompañadas de la dilatación progresiva del cuello uterino y se divide en tres etapas: 1) Dilatación del cérvix, 2) Expulsión del feto, y 3) La expulsión de las membranas fetales (Jainudeen and Hafez, 2016a).

La primera etapa tiene una duración promedio de una a dos horas, siendo más larga en búfalas primíparas (Jainudeen and Hafez, 2016b). En esta etapa, la búfala muestra un cambio estructural en el cuello uterino para su dilatación, posteriormente da lugar al inicio de las contracciones del miometrio y, finalmente, el feto se posiciona para la expulsión (Taverne and Noakes, 2019). Durante el inicio del mismo, es importante asegurar sombra natural en los potreros destinados a maternidad para disminuir el riesgo de estrés térmico de la madre (Mota-Rojas et al., 2020a) y, con ello, reducir la probabilidad de consecuencias hormonales placentarias que, a su vez, podrían incidir de manera negativa en el peso del becerro al nacimiento, además de interferir sobre la inmunidad pasiva de este último durante el calostrado (Mota-Rojas et al., 2020b; Tao et al., 2019).

En el inicio de la primera etapa se realiza un monitoreo constante de la búfala para detectar signos de aproximación al parto como colocarse de pie, movimientos constantes de la cola, la emisión de vocalizaciones, inquietud, así como el incremento en la frecuencia respiratoria y del pulso (Jainudeen and Hafez, 2016a; Taverne and Noakes, 2019). Asimismo, se ha documentado que es posible observar otros signos de aproximación al parto como el hundimiento de los ligamentos sacrociáticos (12 a 24 horas preparto) y sacroilíaco (2 a 3 días preparto). La relajación de estos ligamentos pélvicos provoca la elevación en la base de la cola. De la misma manera, la edematización de la vulva con presencia de moco cristalino proveniente de la vulva se puede observar alrededor de 3 a 4 días preparto; de 24 a 36 horas antes del parto, la vulva se muestra extremadamente flácida y los pezones están distendidos 1.8 días antes del parto, donde las venas mamarias se encuentran tensas (Das et al., 2013).

Otros signos pueden aparecer como consecuencia del dolor, entre ellos el nerviosismo, la reducción del apetito, cambios de postura de pie a echado y viceversa, miradas dirigidas a los flancos, mantener la cabeza levantada, escarbar el suelo, elevar la cola durante la percepción de una contracción, movimientos laterales de la cola, el arqueo del dorso, y la flexión de los corvejones (Das et al., 2013) (Figura 4). La aparición de diarreas acuosas (autolimitantes a las 24 horas postparto) se ha reportado como otro signo de la proximidad del parto (Das et al., 2013).

La segunda etapa, referente a la expulsión del feto, se caracteriza por contracciones uterinas y abdominales severas, acompañadas de una dilatación cervical completa (Jainudeen and Hafez, 2016a), y de la ruptura del alantocorion con el consecuente escape de líquido de la vulva, la aparición del amnios en la vulva, la rotura del mismo y la expulsión del feto (Jainudeen and Hafez, 2016a). Esta etapa generalmente dura entre 30 y 60 minutos (Jainudeen and Hafez, 2016b).

La tercera fase, relacionada con la expulsión de las membranas fetales, se puede prolongar entre 4 y 5 horas después de la expulsión del feto (Jainudeen and Hafez, 2016b). Durante esta etapa, se experimenta la disminución en amplitud de las contracciones uterinas, donde se da fin al esfuerzo materno, para dar paso al desprendimiento de las vellosidades coriónicas de las criptas maternas (Jainudeen and Hafez, 2016a; Taverne and Noakes, 2019).

Deka et al. (2021) evaluaron el comportamiento de búfalos del agua durante las tres etapas del parto. Sus observaciones arrojaron que, durante la primera y segunda etapa, el 100% de las búfalas mostró nerviosismo, menor consumo de agua y alimentos, cambios de postura, levantamiento de cola, esfuerzo abdominal, arqueamiento de la espalda, secreción vaginal, y micción frecuente, mientras que en la etapa tres, el comportamiento más frecuente consistió en el lamido del recién nacido, interés por la comida y agua, y la revelación de esfuerzo abdominal de forma ocasional.

Parto distócico

La importancia de comprender las tres etapas de parto de las búfalas (incluyendo sus tiempos, conductas y signos asociados), radica en reconocer si el trabajo de parto se ha prolongado, si el feto ha salido en una posición normal por la vulva, o si existe alguna conducta fuera de lo esperado que podría indicar una anomalía en el transcurso del parto, conocido como distocia (González-Lozano et al., 2020). La distocia, proveniente del vocablo griego “dys” (dificultad, dolor, desorden o anormal) y “tokos” (nacimiento), se define como una dificultad o una prolongación excesiva del parto que significan consecuencias orgánicas para la madre y el feto o recién nacido, como infecciones uterinas, retención placentaria, intervalos de parto más largos, baja producción de leche, y, en casos extremos, el aumento de la mortalidad y morbilidad del bucerro y la hembra (Kebede et al., 2017; Mota-Rojas et al., 2020c).

De manera rutinaria, en los sistemas de doble propósito de búfalos de agua no es común la presentación de distocias, y en los casos aislados donde esto llega a ocurrir, los cuidadores de los animales se limitan a auxiliar a la hembra mediante manejos manuales de tracción para expulsar al feto. El empleo de técnicas quirúrgicas o terapias farmacológicas no constituye una práctica obstétrica rutinaria debido a la baja incidencia de distocias. En contraste, en estudios retrospectivos de la India, el principal país para la producción con búfalos de agua en el mundo, la incidencia de distocias en búfalos (80.3%) se reporta como muy similar e incluso ligeramente mayor a la observada en vacas (78.89%) (Jeengar et al., 2015). No obstante, de manera general, los reportes internacionales marcan una baja predisposición a distocias en búfalas, en comparación con vacas de los géneros Bos taurus y Bos indicus, debido a diferencias anatómicas como la estructura pelviana y genital.

En este sentido, el área ilíaca de las búfalas es más grande, y la quinta vértebra sacra se encuentra separada, lo cual le permite una mayor libertad de movimiento y un canal pélvico más amplio que facilita la salida del feto (Ahuja et al., 2017; Purohit et al., 2011). Asimismo, la morfología del aparato reproductor de las búfalas como labios vulvares más largos y menos estrechos, y un canal vaginal pequeño que se dilata con facilidad, contribuye a completar el trabajo de parto en un tiempo más reducido respecto al de las vacas (Purohit et al., 2011). Por ejemplo, se ha documentado que el 4.4% de las distocias atendidas en vacas se atribuyen a un canal pélvico estrecho, a diferencia de un porcentaje reducido en búfalos (1.6%) (Jeengar et al., 2015) (Figura 5).

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FIGURA 5. Etapas del parto eutócico y causas maternas y fetales de distocia en búfalos.

La etiología de las distocias se clasifica en causas maternas y en causas fetales, las cuales serán discutidas a continuación.

Maternas

En diversos trabajos se ha reportado que aproximadamente el 53.6% de las distocias en búfalas se atribuye a factores maternos (Purohit et al., 2012, 2011). Entre éstos, la torsión uterina, el estrechamiento del canal de parto, y una dilatación cervical incompleta se consideran las principales causas de complicaciones durante el parto en el género Bubalus (Kamalakar et al., 2016). Al respecto, en un trabajo con 142 búfalos de la raza Murrah, el 59.2% de las distocias fue por causas maternas y, dentro de este porcentaje, la principal etiología fue torsión uterina (83.3%) (Srinivas et al., 2007), hallazgos que coinciden con los porcentajes reportados por Jeengar et al. (2015) (el 55.7% de 51).

Por torsión uterina se comprende al giro del útero (de 90 a 120°) sobre su eje longitudinal. El punto de torsión se clasifica como post o pre-cervical, siendo más frecuente el primero (98.4%) (Ali et al., 2011). La mayoría de las hembras que lo presentan es durante la última etapa de la gestación (entre el quinto u octavo mes) (Purohit and Gaur, 2014), y es un rasgo que se presenta más frecuentemente en hembras multíparas que en primíparas (81.7 vs 18.3%, respectivamente) (Ali et al., 2011). Algunos de los signos asociados a dicha patología son hiporexia, constipación, cólicos y esfuerzo excesivo (Mahmoud et al., 2020).

Una de las razones por las que la torsión es la principal etiología de distocias maternas en búfalas, se atribuye a la anatomía de las hembras Bubalus bubalis. Éstas poseen un ligamento ancho débil con pocas fibras musculares subdesarrolladas (Satish et al., 2018), sin una fijación a la pared dorsal, y a que, del lado derecho, dicho ligamento ancho carece de pliegues musculares que lo predisponen a girar hacia ese lado (Purohit and Gaur, 2014). Referente a este evento, en un estudio con 20 búfalos realizado por Ali et al. (2011), se estimó que 96% de las torsiones fueron hacia la derecha, debido a las características del ligamento ancho y que del lado izquierdo se encuentra el rumen (Purohit and Gaur, 2014). Otros elementos que se asocian con la torsión del útero son una baja cantidad de líquidos fetales, y un tono y tamaño uterino disminuido al final de la gestación, lo cual genera que el feto se mueva más y, el útero, al no tener una apropiada sujeción, rota sobre su propio eje. Asimismo, un abdomen pendulante e inclusive los hábitos de sumergirse en lodo se han asociado a la prevalencia de este evento (Purohit and Gaur, 2014). Por otra parte, aunque la anatomía de la búfala se caracteriza por un canal de parto más amplio, Kamalakar et al. (2016) ha reportado el manejo quirúrgico de un caso de distocia durante el último cuarto de gestación, debido a un estrechamiento pelviano como consecuencia de una fractura en el ala del ilion que resultó en complicaciones en el trabajo de parto y desencadenó las consecuencias tanto para la madre como para el feto.

En este sentido, las causas maternas de una distocia, en particular la torsión uterina, generan un gran número de consecuencias. Unas de ellas son los altos porcentajes de mortalidad de los recién nacidos (del 70%) (Mahmoud et al., 2020), y los desbalances y alteraciones orgánicas en la hembra (González-Lozano et al., 2020). Dentro de éstas, un estudio con 28 búfalas detectó desbalances bioquímicos y minerales con aumentos significativos en las concentraciones plasmáticas de hierro, cobre, zinc, calcio, aspartato transaminasa (AST), alanina aminotransferasa (ALT), y fosfatasa alcalina (AKP) (P<0.05) (Singh et al., 2009). De la misma manera, parámetros hematológicos como una elevación en los niveles de urea, nitrógeno, fósforo, y una disminución en la concentración media de hemoglobina corpuscular derivan de la irrigación insuficiente y compromiso a la función renal y hepática (Ali et al., 2011). Las concentraciones de creatinina, progesterona, cortisol, factor de necrosis tumoral (TNF-α), interleucina (IL-6), y glucosa, también aumentan como respuesta al estrés debido al parto prolongado y al dolor (Mahmoud et al., 2020). En búfalas distócicas se ha identificado que las concentraciones de cortisol plasmático se elevan casi el doble, en comparación con animales de partos eutócicos (64.3+/-10.1 ng/ml y 39.3+/-2.0 ng/ml, respectivamente) (Singh et al., 2017), lo que conlleva consecuencias mortales para madres y crías.

Otras consecuencias son la adherencia a tejidos abdominales, edema, las fuertes contracciones uterinas y aumentos en CK (creatina fosfocinasa), y la retención de placentaria (Purohit and Gaur, 2014). En este caso, cuando han pasado más de 12 horas y no se han expulsado las membranas fetales (regularmente dentro de 0.5 a 8 horas post parto), existe el riesgo de padecer metritis, endometritis y piometra (González-Lozano et al., 2020).

Fetales

En cuanto a las causas que involucran a la cría, la más común se debe a las desproporciones materno-fetales (Ahuja et al., 2017). Según Srinivas et al. (2007), el 40.8% de las distocias en búfalas Murrah son por causas fetales, entre las cuales se encuentra un feto de gran tamaño y anormalidades del mismo, ya sean deformidades, enfermedades congénitas y adquiridas (p.e. hidrocéfalo, ascitis, anasarca, hidrotórax), o un mal posicionamiento en el canal de parto.

En primera instancia, respecto al tamaño del feto, Kumat et al. (2011) encontraron que el 22.4% del total de 40.8% casos fetales de distocia se deben a productos demasiado grandes, los cuales requieren manejos de fetotomía (si el producto ya está muerto) o de cesárea. En algunas ocasiones las desproporciones de tamaño pueden derivar de patologías o deformidades en los mismos fetos. Por ejemplo, aunque es raro, la ascitis fetal (consecuencia de un insuficiente drenaje del líquido peritoneal o por una excreción reducida de orina) (Ahuja et al., 2017), y enfermedades congénitas como la hidrocefalia (presente en la India en 1.5 partos de cada 1000), aumentan el tamaño del cuerpo o la cabeza, y no permite el paso del feto por el canal de parto (Tejpal et al., 2017). Algo similar se ha detectado con las deformidades en los fetos, aunque su presentación no es común, existen diversos casos al respecto, como el reportado por Gahlod et al. (2017) con un producto que era la unión de dos fetos con una sola cabeza y ocho miembros, o por el Instituto de Educación e Investigación Veterinaria (2018) con fetos con malformación en extremidades, los cuales requieren procedimientos de cesáreas para retirar el producto.

Por otra parte, la posición en la que se encuentra colocado el bucerro al nacer influye en gran medida si será un parto eutócico o distócico. Entre las posiciones asociadas a distocias, la posición anterior representa un 86.7% de los casos, la posición posterior un 13.3%, las desviaciones de extremidades un 57.8%, y las desviaciones de la cabeza un 42.2% (Srinivas et al., 2007). Las desviaciones laterales severas de la cabeza y el cuello significan un alto riesgo de mortalidad para los fetos (Das et al., 2009). Las posiciones anormales y la dificultad de expulsión del producto es algo que afecta tanto al recién nacido como a la madre, sobre todo en aquellos sistemas en los que el manejo del parto de las búfalas lo realizan los ganaderos o las personas a cargo de los animales. En estos casos, la intervención durante una distocia implica jalar manualmente al feto para sacarlo del canal de parto; no obstante, si este movimiento no se realiza con cuidado o con la técnica precisa, puede ocasionar lesiones perineales graves que se infectan y necrotizan y, por tanto, se requieren intervenciones quirúrgicas adicionales para corregirlo (Abdullah et al., 2014).

Las consecuencias que se pueden desarrollar en el recién nacido dependen del tiempo transcurrido desde un parto normal a una condición de distocia. Por ejemplo, se ha documentado que la segunda etapa del parto eutócico dura alrededor de 20 a 70 minutos. Cuando este tiempo es sobrepasado, en el bucerro aumenta el riesgo de acidosis fetal (derivada de la hipoxia o anoxia), lo cual desencadena una falla orgánica e incluso la muerte del recién nacido (Nasr, 2016). Otros problemas que también se han identificado son la hipercapnia, hipotermia, hipoglicemia, el síndrome de aspiración por meconio y la ruptura del cordón umbilical, los cuales son factores predisponentes a otras patologías o a una baja vitalidad durante las primeras horas de vida (Mota-Rojas et al., 2018; Martínez-Burnes et al., 2019; González-Lozano et al., 2020).

De manera general, una distocia, sea cual sea su causa, se acompaña de alteraciones bioquímicas, fisiológicas y conductuales (intranquilidad, golpes en el piso o arquear la espalda del dolor) (Derar and Abdel-Rahman, 2012). Estas reacciones pueden ser evaluadas para detectar de manera temprana anormalidades durante el trabajo de parto e instaurar estrategias inmediatas con el fin de prevenir las consecuencias en ambos, la búfala y el recién nacido, o de pérdida de individuos que afecten las unidades de producción. Para mayor información, consulte la Tesis de Posgrado del primer autor.

Conclusiones

Los sistemas doble propósito de búfalos de agua en el trópico húmedo mexicano constituyen una alternativa sustentable en dichas regiones donde las condiciones ambientales obstaculizan el desarrollo de unidades convencionales con especies del género Bos taurus o Bos indicus. No obstante, el manejo que se les ofrece a los búfalos del agua es muy similar al empleado en vacas lecheras e incluye diversos procesos en los cuales no sólo se incluye el manejo zootécnico, sino que también se evalúan las respuestas fisiológicas que los mismos procedimientos intrafinca pueden generar en los animales.

En primera instancia, en los búfalos se emplea de manera primaria la selección genética mediante un flujo de procesos cuyo fin es obtener animales con una alta aptitud productiva, reproductiva, y conductual. Los programas de inseminación artificial forman parte de este manejo, e involucran la elección de hembras anatómica, morfológica y temperamentalmente adecuadas para la reproducción, así como la selección de machos o semen de machos con las características deseadas.

Debido a que las técnicas de inseminación artificial son un reto de manejo y económico, el control y monitorización de la gestación y el parto son de vital importancia para asegurar el éxito de la inseminación, así como un parto eutócico o prevenir la aparición de distocias y sus subsecuentes consecuencias para el recién nacido y la madre. En este sentido, el reconocimiento de los signos observables en las tres etapas del parto contribuye a monitorizar de manera no invasiva la normalidad de este proceso y la posibilidad de intervenir, en caso de que se presenten complicaciones, aunque las distocias no son un evento común en las búfalas debido a sus características anatómicas.

En resumen, en esta primera parte de la caracterización de las unidades de producción bubalina del trópico mexicano, la selección genética, las técnicas de manejo reproductivo, la monitorización y cuidado de las hembras, las crías durante la gestación y el parto constituyen los elementos básicos a partir de los cuales se llevan a cabo las funciones de doble propósito con esta especie. Su objetivo es promover animales aptos para el sistema, al mismo tiempo que el personal se adapta y maneja a los animales de acuerdo a procedimientos previamente mencionados.

Referencias en BM Editores.

Artículo publicado en Entorno Ganadero Diciembre Enero 2022

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