Control de la bioseguridad interna en granjas en tiempo real

Pig Champ

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FIGURA 1. Decálogo de bioseguridad en explotaciones porcinas de Interporc.

Actualmente, uno de los grandes problemas en la producción de ganado a nivel mundial son las enfermedades infecciosas (víricas, bacterianas y micoplasmas). Este problema aumenta en zonas de alta densidad ganadera donde los productores comparten medios de transporte de animales, centros de inseminación, y medios técnicos de producción o personal sanitario.

Por ello, resulta de una importancia estratégica clave predecir, controlar o incluso erra- dicar este tipo de patologías, con el objetivo de mejorar la sanidad general de las explotaciones ganaderas, disminuyendo así los costos económicos debidos a pérdidas productivas, programas de vacunaciones y uso de antibióticos.

Dentro de los patógenos, los virus resultan de particular importancia, para cuyo control, una de las medidas más utilizadas es la vacunación, pero existen virus con gran capacidad de mutación (Kim et al. 2013), y por ello, la protección que ofrecen las vacunas en algunos casos es insuficiente. En ocasiones los animales de la explotación pueden reinfectarse continuamente aun estando vacunados.

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FIGURA 2. Overoles contaminados de uso rutinario en una granja.

Otra medida que ofrece un tratamiento más integral del problema es la bioseguridad, es decir, el conjunto de prácticas que, combinadas entre ellas, van encaminadas a reducirla entrada y transmisión de agentes patógenos y sus vectores en las granjas (por ejemplo, mejorar la higiene, ventilación, evitar mezclas innecesarias, controlar los flujos de animales, etc.). Así, el objetivo de la bioseguridad es la prevención de transmisión de enfermedades y el control de los vectores de transmisión que ayudan a la diseminación de enfermedades en especies ganaderas, tanto entre granjas como dentro de ellas.

Un problema añadido para el control de enfermedades es que, existen múltiples vías de diseminación y contagio. Por un lado, de manera directa mediante intercambio de fluidos corporales entre animales (Munoz-Zanzi et al. 2005), ya que muchas de estas enfermedades se excretan por las heces, orina, semen y/o saliva, siendo las vías oro-nasal y feco-oral las vías de transmisión más habituales y más eficientes. Por otro lado, a través de vectores externos que actúan como medio de transporte para el virus, facilitando la diseminación a través de toda la granja o incluso entre granjas. Así, los operarios de las explotaciones porcinas se comportan en muchos casos, como un vehículo de transmisión del virus, a través de los distintos fluidos que se quedan adheridos a las botas, las manos, el instrumental, la ropa, etc., diseminando la enfermedad por toda la granja y dificultando su control. Por ello, la limitación de los movimientos de los operarios de la granja es una pieza clave en el control de enfermedades.

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FIGURA 3. Fases del sistema Biorisk®.

Dentro del extenso campo de investigación sobre los virus y las bacterias que afectan a la ganadería, sus consecuencias, patologías y vías de transmisión, existen investigaciones que revelan una alta supervivencia de algunos virus en overoles y fómites (botas, ropa de trabajo, equipamientos sanitaros, etc.) que han entrado en contacto con el mismo y que mantiene su capacidad infectiva. La importancia del control de los vectores internos transmisores de la enfermedad, se ha puesto de manifiesto en diversas publicaciones científicas en los últimos años (Otake et al, 2002 a, b; Pitkin et al, 2011). Estos estudios sientan un precedente fundamental sobre el papel del personal interno (operarios) en la transmisión de enfermedades dentro de las granjas (Chantziaras 2018), por lo que cobra un interés esencial, no sólo el establecimiento de normas, monitorización y protocolos de movimientos, uso correcto de la indumentaria y profilaxis, sino también la formación de dichos operarios ya que es primordial que conozcan las vías de transmisión que utilizan los diferentes microorganismos y las medidas de prevención (medidas de bioseguridad interna y externa) que deben adoptar para impedir la transmisión y diseminación de enfermedades.

La existencia de este tipo de enfermedades, provocan grandes pérdidas económicas, ocasionadas tanto por el tratamiento de las propias patologías (Thanawongnuwech et al. 2014), como por el dispendio que supone el uso de vacunas (Rushton et al. 2013; Johnson et al. 2016), y por los programas de control regional que comienzan a ponerse en marcha incorporando estrategias de control o erradicación en las granjas (Poljak et al. 2015; Jarvis et al. 2016).

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FIGURA 4. Mapa de instalación con la situación de los dispositivos de detección.

La bioseguridad nuevamente juega un papel destacado al permitir la disminución del uso de antibióticos en la producción animal.

Así queda mostrado por Laanen y cols. (2013) quienes determinaron que a medida que aumentaban las puntuaciones en bioseguridad, tanto externa como interna, se reducía la cantidad de antibióticos utilizados, siendo su menor consumo en las explotaciones más modernas, más grandes y con los ganaderos más jóvenes.

En el ámbito del control interno de las granjas, se han realizado estudios sobre el grado de diseminación de las enfermedades en esos entornos, y basado en ello se han enunciado normas genéricas sobre las cuestiones relativas a los medios de profilaxis y movimientos que deben tenerse en cuenta a la hora de intentar evitar la diseminación de organismos patógenos en las instalaciones. No obstante, estas instrucciones genéricas no suelen ser objeto de un cumplimiento estricto, de manera que se generan descuidos o actuaciones no recomendadas que acaban permitiendo la expansión de enfermedades.

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FIGURA 5. IZQ.: instalación de los dispositivos en la pared. Centro: dispositivo receptor de detección anclado en la pared. Der.: Dispositivos emisores, personales e intransferibles.

Los pasos técnicos que se han dado hasta el momento para realizar implantaciones de bioseguridad en las granjas y evitar la propagación de enfermedades por fómites, comprenden normas de actuación genéricas relativas a desinfección, limpieza y tareas a desarrollar en las granjas, soportadas sobre diversos estudios científicos, que no han sido nunca objeto de sistematización, ni se han sometido a métodos de verificación del cumplimiento ni de valoración del grado de éxito que se obtiene por su cumplimiento. En este sentido, la incorporación de sistemas tecnológicos que contribuyan a la obtención de datos objetivos y al control del cumplimiento de las normas, supone un área de desarrollo completamente novedoso en el ámbito de las explotaciones ganaderas.

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FIGURA 6. Analíticas y técnicas recomendadas para el seguimiento del estado sanitario.

Uno de estos sistemas es el sistema Biorisk® de control de bioseguridad interna desarrollado por la empresa PigCHAMP Pro Europa. En estudios previos al desarrollo del sistema se comprobó que existe una relación entre rutas de movimientos incorrectos (con origen “infectado” y destino “libre de infección”) dentro de la granja y el nivel de enfermedad presente en la misma. Teniendo esto en cuenta se desarrolló un sistema TIC para el control automático de registro y análisis del movimiento del personal de las granjas. De esta forma, en cada granja se elabora un protocolo de movimientos adecuados para reducir la transmisión del virus a través del operario, que servirá de base para formar al personal de cada explotación porcina.

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FIGURA 7. Mapa con la categorización sanitaria de las diferentes zonas de la granja.

En primer lugar, sobre un mapa de la granja se estudian los accesos a las diferentes áreas de la misma, distancias entre los mismos y se realiza un análisis de las rutas y los flujos de movimientos que realiza el personal en su jornada (si hay puertas tapiadas que no se usan o quizás algún acceso que no viene indicado sobre plano). Como resultado de dicho estudio se propone un mapa de instalación con los diferentes puntos donde se deben situar los dispositivos receptores.

Una vez finalizados estos procesos se fijan en las paredes de la granja los dispositivos receptores que van incluidos en unas cajas estancas para protegerlos del polvo y humedad propios de este entorno, y se entregan los dispositivos emisores a los diferentes trabajadores de la granja, dentro de unas bolsas de tipo riñonera, monedero o colgados del cuello, de manera que no les interrumpan en su actividad diaria, ya que deben portarlos durante toda la jornada laboral.

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FIGURA 8. Patrón de los diferentes tipos de movimientos diariamente.

Además de esto, se hace una categorización de las zonas en base al plano de la granja obtenido anteriormente, una identificación de las instalaciones en función de los usos a los que van a ser destinadas. Como paso esencial es necesario realizar un mapeo sanitario de la totalidad de la granja. Dependiendo de la especie animal de la que se trate y del tipo de explotación, se recomienda una pauta u otra para la toma de muestras y mediante la técnica más adecuada que se adapte a la situación y condiciones sanitarias (suero, fluidos orales o, por ejemplo, calzas en avicultura, etc.), así como por ejemplo tomar muestras de animales de edades o estados fisiológicos diferentes. En definitiva, se trata de hacer un mapeo de la situación sanitaria de la granja para la enfermedad o enfermedades que se quieran controlar y/o erradicar.

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FIGURA 9. Rutas de riesgo más frecuentes que podrían dar lugar a la infección en zonas libres de la misma.

Una vez analizado por personal con conocimiento veterinario, se decide categorizar cada una de las zonas según dicho análisis (peligrosa, vulnerable, sanitaria o neutral). De esta manera, al categorizar las zonas, se clasifican los movimientos en movimientos de riesgo o movimientos seguros dependiendo del origen y destino de la persona que se mueve (por ejemplo, un movimiento de zona infectada a zona libre de infección es un movimiento de riesgo, siendo un movimiento seguro el que tiene por origen una zona libre de infección y destino una zona infectada).

El sistema genera de esta forma una monitorización continua, procesando toda la información que se va captando en el sistema y generando de forma automática informes y recomendaciones que, apoyadas por un equipo veterinario, ayudarán al control de la bioseguridad interna de forma objetiva ya que se basa en el análisis de los datos recogidos.

En los números siguientes explicaremos cómo funciona el sistema y mostraremos algunos de los resultados obtenidos en las granjas que cuentan con ello, en más de 14 países en 3 continentes.

Artículo publicado en Los Porcicultores y su Entorno Septiembre-Octubre 2019

Fernando Puga
Fernando Pugahttps://bmeditores.mx/
Editor en BM Editores, empresa editorial líder en información especializada para la Porcicultura, Avicultura y Ganadería.
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