La etología aplicada en el bienestar y productividad del cerdo en granja

Dra. María Alonso Spilsbury
Área de Investigación: Ecodesarrollo de la Producción Animal.
laboratorio de Etología, Producción Porcina y Fauna silvestre
DPAA. Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco.
[email protected]

Introducción

Aunque la productividad y el bienestar animal parezcan dos metas incompatibles, podemos hacer que sí lo sean si empleamos a favor del animal, el conocimiento de su biología y comportamiento. Desde hace ya varias décadas, la producción intensiva es resultado de la presión económica que pretende producir más con menos recursos, para lograrlo, se ha tenido que sacrificar el bienestar animal restringiendo en el caso de los cerdos, el espacio por individuo y los días de lactancia, entre otros, lo que conlleva al animal al extremo de comprometer su fisiología y conducta, con una carga alostática que tiene repercusiones en su desempeño.

En materia de bienestar animal, no se debe desdeñar la presión del público; así por ejemplo, en EEUU el uso de jaulas de gestación está prohibido en tres estados: Florida, Arizona y California (Videras, 2006). Aunado a ello, recordemos que hay directrices internacionales orientadas a procurar el bienestar animal como las que marca el organismo cúpula en términos de sanidad animal, la Organización Mundial de Salud (OIE, 2004), que ha establecido este tema como plan estratégico para lograr una sola salud en el orbe.

Sin embargo, existe controversia de cómo evaluar ese bienestar animal; para dar respuesta a la inquietud de los productores y del público en general, los científicos han propuesto varias formas de evaluación que incluyen el uso de instrumentos empleando diferentes indicadores e índices en el animal, en los recursos (ambiente) y en los procedimientos de manejo (FAO, 2009; Alonso, 2011). Más aún, se está tratando de identificar marcadores biológicos y conductuales del bienestar animal bajo el concepto de carga alostática.

En este manuscrito se describen algunos hallazgos en el área de etología aplicada que nos permiten mejorar la calidad de vida de los cerdos en aquéllos procedimientos de crianza y manejo en granja que comprometen el bienestar, sin poner en riesgo los parámetros productivos. El registro de la conducta es crucial para entender los procesos neurobiológicos de la conducta normal y anormal de las especies domésticas; tradicionalmente se miden: estados y eventos (en frecuencias), posturas (en presupuestos de tiempo), vocalizaciones (en intensidad, duración, número total), siempre acompañadas de otro tipo de mediciones fisiológicas y productivas para tener un panorama general de la respuesta del animal a su entorno.

Experiencias Aversivas Potenciales en la Crianza del Cerdo 

MIEDO Y ANSIEDAD

Los cerdos tienen la capacidad de aprender y recordar eventos aversivos como los procedimientos dolorosos, o bien, de desarrollar expectativas de su ambiente que no hayan sido cubiertas, y sufrir. La emocionalidad en los cerdos es muy rica y semeja a la del hombre en su complejidad. Su conducta social altamente evolucionada, implica la habilidad de desarrollar estrategias para resolver conflictos, basada en experiencias individuales y buenas habilidades de aprendizaje apoyadas por sensaciones emocionales (Vázquez, 1997).

Las experiencias aversivas potenciales en la porcicultura como son: el manejo inapropiado, el estrés e inestabilidad social por reagrupación constante de los animales, los desafíos ambientales como niveles elevados de amonio y el ruido, las condiciones de hacinamiento y el aburrimiento al que son sometidos los cerdos, ocasionan estados emocionales negativos como miedo, ansiedad y depresión, con implicaciones en el bienestar. El miedo exagerado ocasiona estrés crónico afectando una serie de parámetros que comprometen entre otros, el crecimiento, el funcionamiento inmune y la reproducción (Boissy, 1995; Janczak et al., 2003). El miedo se define como la reacción a la percepción inminente de peligro, mientras que la ansie- dad se interpreta como la reacción al peligro potencial que amenaza la integridad del individuo (Boissy, 1995).

Janczak et al. (2003), encontraron una tendencia (P=0.06) entre el miedo en la cerda y el número de mortinatos y el número de lechones vivos que morían en las primeras tres semanas de edad. El estudio fue realizado con 30 cerdas seleccionadas de 89 a las que previamente habían observado en pruebas de objeto novedoso (para medir ansiedad) y de aproximación al hombre (para evaluar miedo); las cerdas comenzaron con 8 semanas de edad y las llevaron hasta el parto para evaluar las habilidades maternas. Los niveles elevados de miedo al hombre estuvieron asociados con partos prolongados, mayor variación en los intervalos entre lechones al nacimiento y un alto número de lechones muertos por inanición.

Las respuestas asociadas con emociones negativas involucran la activación del sistema nervioso simpático (eje hipotálamo-pituitaria-adrenal, H-P-A) y rutas neurales de neurotransmisores (Gray, 1987). En la corteza prefrontal se valora el peligro; la amígdala y el hipocampo inducen al hipotálamo a dirigir la liberación de hormonas que ponen en marcha la síntesis de cortisol. El cortisol sintetizado por la glándula suprarrenal tiene un papel fundamental en situaciones de amenaza ya que asegura que los músculos tengan la energía necesaria para la lucha, la huida y a su vez modula las funciones neuronales en el hipotálamo.

Es bien conocido el papel que los glucocorticoides juegan en el mantenimiento de la homeostasis: movilizan la energía y el nitrógeno tisular, incrementan el tono cardiovascular y están involucrados en la regulación del sistema inmune. Más aún, tienen efectos deletéreos inhibiendo procesos anabólicos como la digestión, el crecimiento y la reproducción (Sapolsky, 2002). Por si fuera poco, también el cerebro es vulnerable al cortisol, se sabe que en el caso del hipocampo, una hipercortisolemia puede causar atrofia de neuronas e incluso daño permanente afectando la memoria.

Recientemente ha sido planteado un nuevo concepto clave en el bienestar, el concepto de alostasis, estabilidad a través del cambio (Sterling y Eyer, 1988), que implica la acti- vación no sólo del sistema neuroendocrino, sino también del sistema nervioso autónomo, el sistema cardiovascular, el metabolismo y el sistema inmunitario. De hecho, el cerebro es el órgano primario en mediar la respuesta alostática del organismo. La alostasis se refiere al proceso de adaptación de la homeostasis y la carga alostática se refiere al precio que pagan el cerebro y el cuerpo por ser forzados a la adaptación de situaciones psicológicas o fisiológicas que se acumulan a través del tiempo (McEwen, 2006). Entender los conceptos de alostasis y carga alostá- tica nos permite una mirada más integradora y compleja sobre temas clásicos y a veces simplificados como son el estrés y la homeostasis.

EL DESTETE

En lechones se ha determinado que las conductas explorativas y de juego, son buenos indicadores de bienestar (Nakamura et al., 2011). De hecho hay quienes consideran que el juego está inversamente relacionado con el estrés. Al comparar sistemas intensivos vs. extensivos se ha observado que los lechones mantenidos en los primeros, tienen más heridas tegumentarias, y descansan y pelean más que aquéllos bajo sistemas extensivos.

El destete precoz segregado, empleado originalmente para optimizar la productividad y salud de los cerdos, causa conductas aberrantes indicativas de estrés; los lechones destetados precozmente presentan problemas de conducta anómala, niveles elevados de agresión y déficits cognitivos (Jarvis et al., 2008). Los lechones destetados emiten vocalizaciones de distrés y muestran intentos de escape los primeros días post-destete (Widowski et al., 2008).

El estrés psicosocial en la vida temprana del lechón como ocurre al destete, activa al eje hipotálamo-pituitaria-adrenal, aumentando la liberación de glucocorticoides (Hay et al., 2001).

Un aumento en la hormona corticotrópica ocasiona aversión al alimento sólido. Como el alimento no le es familiar, la laten- cia a primera ingestión en el lechón llega a ser de hasta 76 horas (Bruinix et al., 2002) con sus consecuencias digestivas en los primeros días post-destete.

De acuerdo con hallazgos de Hohenshell et al. (2000), al comparar lechones destetados precozmente (a 10 días) con lechones destetados a 30 días, encontraron que los cerdos destetados tempranamente invirtieron más tiempo jugando y peleando durante los 4 días post-destete (P<0.005), manipularon más seguido a sus compañeros de corral (P<0.02), tuvieron mayor ganancia diaria de peso (GDP) el día 42 de edad (P<0.03) y mayor receptor hipotalámico de la hormona de crecimiento al rastro (P<0.06). En cambio, los lechones destetados tardíamente, tuvieron mayor GDP entre los días 137 y 165 de edad (P<0.03) y mayor concentración de opiomelanocortina al rastro (P<0.04). Los autores concluyeron que las diferencias entre los dos periodos de destete son evidentes poco tiempo después del destete, pero dichas diferencias desaparecen antes del sacrificio.

Una forma de paliar el estrés al que son sometidos los lechones destetados es mediante el uso de enriquecimiento ambiental (van der Weed y Day, 2009). Estudios de Oostindjer et al. (2010), indican que el enriquecimiento previo al destete estimula el desarrollo de la conducta alimenticia y consecuentemente incrementa el consumo de alimento inmediatamente después del destete. En su estudio utilizaron 320 lechones; unos fueron alojados en maternidad en un medio enriquecido con paja, viruta y ramas, con la cerda confinada, y otros fueron alojados en un ambiente aburrido con la cerda suelta. El crecimiento del día 15 en adelante fue mayor para los lechones con el ambiente enriquecido (4.38±0.29 vs. 4.71±0.21 kg/cerdo, P<0.05) y el consumo de alimento no estuvo afectado (P>0.25). Por otro lado, el enriquecimiento post-destete, también afectó positivamente el crecimiento en la 2da semana post-destete (5.5±0.2 vs.6.2±0.2kg/cerdo,P<0.0001),la eficiencia alimenticia (0.81±0.03 vs.0.85±0.02,P<0.05) y la prevalencia de diarreas (2.4±0.4 vs. 1.0±0.3, P<0.0001). Los autores no saben si los efectos se debieron a una disminución del estrés o a un mejoramiento de la salud intestinal de los lechones bajo el tratamiento de enriquecimiento.

Reagrupación Constante: La Agresión
LA AGRESIÓN PERJUDICA LA PRODUCTIVIDAD Y EL BIENESTAR ANIMAL

Al agrupar cerdos en cualquiera de sus etapas fisiológico-productivas, los animales presentan problemas de agresión. Cada vez que se mezclan animales desconocidos, se establecen luchas para determinar el orden de jerarquía (D’ Eath y Turner,2009) y después los cerdos se valen de esa agresión para obtener recursos como el alimento (Marchant-Forde, 2002). Desafortunadamente esta conducta se presenta continuamente ya que es costumbre en la mayoría de las granjas lotificar reagrupando a los cerdos de acuerdo con su peso corporal. La agresión persistente conlleva a daño
físico (lesiones en piel) y desde luego a estrés crónico, con efectos en el crecimiento (Li y Johnston, 2009), salud y bienestar del animal (Turner et al., 2008).

Se sabe que el neurotransmisor serotonina (5HT), derivado del triptófano, está implicado en la inhibición de la agresión. También regula el sueño, el apetito, el humor y la conducta activa. Actualmente se está investigando el efecto del triptófano en la dieta de los cerdos para disminuir la agresión (Martínez-Trejo et al., 2009; Poletto et al., 2010a).

La investigación reciente de Li et al. (2011), muestra que la suplementación con 2.3 veces más triptófano por un periodo breve (0.35% y 0.48%, 3 días antes y después de juntarlas) no redujo la agresión asociada con el mezclado de las cerdas al destete, sí disminuyó el número de cabezazos (P<0.05), pero no lo hizo con otras conductas agresivas. Tampoco hubo diferencias en las calificaciones de lesiones corporales ni en las concentraciones de cortisol en saliva al compararlas con cerdas bajo una dieta control (0.15% en gestación y 0.35% en lactancia).

DESAFÍOS AMBIENTALES

Mullan et al. (2011), han identificado seis factores de manejo que tienen efectos en el bienestar de los cerdos en engorda: enriquecimiento ambiental, forrajeo, confort térmico y físico, descolado y cantidad de espacio por animal, encontrando que el enriquecimiento ambiental y el confort físico están relacionados con el buen humor de los cerdos, determinado éste por una evaluación cualitativa de comportamiento (Wemelsfelder et al., 2000), mientras que están negativamente correlacionados con la mordida de cola y bursitis.

El efecto que tienen los estresores ambientales como amoniaco ( Por otra parte, cuando se comparó la intensidad de luz (40; el nivel mínimo permitido en algunos países, vs. 80 lux) en cerdos de 75 kg, se observó que los que estaban con baja iluminación peleaban más, en tanto que los cerdos bajo el régimen de mayor luminosidad, tuvieron una proporción mayor de interacciones sociales táctiles (P<0.01) (Martelli et al., 2010).

Condiciones de Alojamiento:

JAULAS DE GESTACIÓN

Existe controversia en cuanto al uso de jaulas para cerdas gestantes. Están prohibidas en varios estados miembros de la Unión Europea desde el primero de enero de 2006, en el Reino Unido desde 1999 (DEFRA, 2003), y en toda la Unión Europea, lo será a partir de 2013. En los EEUU, la prohibición es más reciente, siendo tres los estados que votaron contra su uso (Videras, 2006). Desde el punto de vista del bienestar animal, se considera que las jaulas en gestación son el peor estresor crónico en la crianza de las cerdas.

El uso de yugo en cerdas enjauladas en gestación representa un estresor crónico (Wiepkema y Schouten, 1992), induce cambios en el volumen hipocampal lateralizado, fenómeno observado en estrés post-traumático en el hombre (van der Beek et al., 2004).

Un trabajo australiano reciente, muestra que las jaulas de 0.6 m x 2.2 m, podrían minimizar los efectos del estrés en cerdas gestantes (Barnett et al., 2011). Al comparar dos mediciones de anchura (0.6 m vs. 0.75 m) y tres de longitud (2.0 vs. 2.2 vs. 2.4 m), en 56 cerdas multíparas, observaron que las cerdas en jaulas más anchas y también en las más cortas, pasan más tiempo de pie (P<0.05). Las interacciones sociales no estuvieron afectadas por las dimensiones de la jaula; las cerdas en jaulas de 0.6 m tuvieron menos concentraciones de cortisol total (P<0.01) y libre (P<0.001), una respuesta rápida al desafío con ACTH (P<0.05) y un incremento en la respuesta inmune (P<0.05). La longitud no tuvo efecto en las concentraciones totales de cortisol, aunque la concentración del cortisol libre fue mayor en las cerdas alojadas en jaulas de 2.4 m (P<0.05). No hubo interacciones entre la anchura y la longitud. Los resultados mostraron que hubo menores respuestas al estrés en jaulas de 0.6 m de anchura y hasta cierto grado en las de 2.2 m de longitud.

De acuerdo con von Borell (2001), aparentemente las cerdas se adaptan a la jaula de gestación y la respuesta de su sistema neuroendocrino declina a niveles que son indistinguibles de aquéllos de los individuos no estresados. Sin embargo, van der Staay et al. (2010), observaron que las cerdas maduras (mayores de 5 años) enjauladas presentan un estrés recurrente con efectos neuroendocrinos duraderos, observándose mayor expresión de β-globina mRNA en el hipocampo de estas cerdas.

ESPACIO Y HACINAMIENTO

Al comparar grupos pequeños (18 cerdos) vs. grupos grandes (108 cerdos), y hacinamiento (0.52 m2/animal) vs. no hacinamiento (0.78 m2/cerdo), Street y Gonyou (2008), etólogos canadienses expertos en la conducta espacial del cerdo, observaron que los grupos grandes son menos eficientes en la conversión alimenticia que los grupos chicos (P<0.005) y también obtienen peores calificaciones de cojera (P<0.012) y de problemas en patas (P<0.02) durante las 8 sem de estudio. Por otro lado, en los hacinados hubo una GDP menor (1.032 vs. 1.077 kg/día, P<0.018), menor conversión alimenticia (P<0.002), menor tiempo comiendo (P<0.003) y un consumo diario de alimento similar al de los no hacinados. La interacción de tamaño de grupo y espacio disponible con cojeras, indicó que los cerdos alojados en grupos grandes y con espacio restringido, fueron más susceptibles de presentar cojeras (P<0.04), en tanto que las variables de salud indicaron que bajo las condiciones de hacinamiento impuestas en dicho estudio, los cerdos de grupos grandes y pequeños fueron afectados de forma similar.

Por otra parte, estudios de Turner et al. (2001), muestran que en lugar de discriminar entre compañeros de corral y desconocidos, los cerdos de grupos numerosos son menos agresivos al mezclarse que los cerdos de grupos pequeños. Los cerdos de los grupos grandes son más tolerantes a los cerdos desconocidos y adoptan estrategias sociales eficientes; se hacen menos agresivos debido al gran número de competidores potenciales que un grupo numeroso representa.

PROCEDIMIENTOS RUTINARIOS EN LA CAMADA

Existen procedimientos rutinarios de manejo que evocan respuestas relacionadas con el miedo, como por ejemplo: el descole, la castración, la vacunación y el transporte.

Un trabajo exhaustivo de Marchant-Forde et al. (2009), realizado con 8 a 10 camadas de lechones de 2, 3 y 8 días de edad, indica que limar los colmillos lleva más tiempo que descolmillar, elevándose los niveles de concentración de cortisol y empeorando la tasa de crecimiento, aunado a ello, los lechones despliegan vocalizaciones más prolongadas (P<0.05), comparadas con los controles. En cuanto al descole, cuando se realiza con calor, los lechones crecen más lento que cuando se realiza con frío (P<0.01) y cuando se compara con los controles (P<0.01). El muesqueo toma más tiempo que el aretado; los lechones además tienen la peor calificación en cicatrización (P<0.05) y los niveles más elevados de cortisol a las 4 horas (P<0.010); las vocalizaciones de los lechones bajo este proceso, son de frecuencia más alta. La administración oral de hierro consume más tiempo, pero no afecta las demás variables al compararla con la inyección. Para la castración, jalar los testículos lleva más tiempo que cortar los cordones (P<0.05); sin embargo, la concentración de endorfinas 45 min después del procedimiento, fue mayor para los lechones a los que se les realizó el corte.

De acuerdo con Marchant-Forde et al. (2009), los procedimientos de resección dental, descolado e identificación, alteran la conducta, fisiología y productividad del lechón; sin embargo, en las formas de administración de hierro y castración, no hubo diferencias. Parece ser que el tiempo que lleva cada uno de estos procedimientos, está relacionado con la fuerza de la respuesta al estrés.

Presencia de Enfermedades

Uno de los principales índices de evaluación del bienestar en los animales es la ausencia de enfermedad (Dawkins, 2006), lo que suena utópico en el mundo real. Son precisamente las enfermedades infecciosas, las principales causas de dolor y sufrimiento (Algers, 2004). Durante una infección se desarrollan cambios fisiológicos y conductuales coordinados que hacen que el animal se sienta enfermo (Dantzer, 2004). Estudios recientes empleando un modelo de infección en cerdos con Sarcocystosis, indican que las desviaciones en la actividad estándar del cerdo como comer, beber, hozar, caminar e interacciones sociales, se pueden predecir midiendo la fosfatasa alcalina. Esta enzima resultó ser un buen predictor de sufrimiento y enfermedad; los cerdos enfermos disminuyeron su actividad hasta en un 33% (Reiner et al., 2009).

Las proteínas de fase aguda están presentes cuando el animal padece de una enfermedad, trauma o inflamación; actualmente se emplean como biomarcadores de bienestar y del estado de salud en los cerdos (Chen et al., 2003). Así por ejemplo, la proteína C-reactiva (CRP) y la haptoglobina son los mejores marcadores de lesiones inflamatorias en esta especie (Eckersall et al., 1996); ambas están elevadas en las cerdas una semana post-parto (Ková et al., 2008). La CRP refleja además, inflamación del tracto reproductivo y las glándulas mamarias en cerdas con MMA (Kostro et al., 2003).

Recientemente Koopmans et al. (2012), al emplear un modelo de endotoxemia sistémica en cerdos en crecimiento (15 kg de PV), observaron que una dieta con triptófano (1.9 g/kg), limita los efectos del estrés: los lechones tuvieron menos concentración de cortisol en saliva (1.1 vs. 1.4 ng/ mL, P=0.07), proteína C-reactiva disminuida (0.9 vs. 5.0 mg/L), en tanto que las haptoglobinas, IL-6, TNF y fiebre, fueron similares en el grupo tratado con triptófano y los controles. Desde el punto de vista conductual, el tratamiento con triptófano ocasionó una latencia a aproximación del operario mayor (101 vs. 60 seg, P=0.08), y tiempos de pie, acostado o sentado, similares. Tampoco observaron diferencias en la GDP (340 vs. 309 g, P=0.11), la retención corporal de nitrógeno (11.6 vs. 11.0, P=0.18) y la conversión alimenticia (0.55 vs. 0.49, P=0.17).

REFERENCIAS

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  17. Más biografia en Los Porcicultores y su Entorno  88

Artículo publicado en Los Porcicultores y su Entorno Vol.No.88

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