Francisco Alejandro Alonso Pesado
Elizabeth Rodríguez De Jesús.
: : RESUMEN ::
La actividad avícola mexicana es una industria dinámica del subsector pecuario, se demuestra por el crecimiento en la producción y el consumo. La actividad presenta un fuerte grado de integración. El sistema de producción de carne de pollo aporta proteína de calidad y elevadas cantidades de vitaminas y minerales. El artículo presenta el comportamiento de la producción, consumo e importaciones de carne de pollo, en el periodo 2010-2022.
Los resultados indican que las tasas medias de crecimiento anual en el periodo de estudio fueron: 2.96 por ciento en producción, 3.5 por ciento en consumo nacional aparente y 4.4 por ciento en importaciones. La mayor tasa fue la de las importaciones, y ésta se explica por la implementación del Pacic para frenar la inflación en el país. Las exportaciones brasileñas de carne de pollo hacia México crecieron notablemente por la eliminación de aranceles.
:: INTRODUCCIÓN ::
DESARROLLO DE LA ACTIVIDAD AVÍCOLA EN EL PAÍS.
En México, la avicultura se afianzó desde los años 50 del siglo XX, impulsada por dos procesos: a) La aplicación del paquete tecnológico agregativo, concebido y diseñado por laboratorios estadounidenses, que la transformó de un sistema de producción familiar a una actividad industrial compleja de gran escala y, b la intención del estado mexicano de promover y desarrollar esta rama, con el propósito de abaratar la oferta de proteína animal a una población cada vez más urbanizada (CEDRSSA, 2018) y contribuir a mantener a la baja los salarios mínimos y darles a los productores rurales la oportunidad de insertarse a la cadena productiva como una alternativa de desarrollo (Hernández, M. y Vázquez, R. 2009). Con estas medidas se alcanzó la autosuficiencia alimentaria de la actividad avícola y el aumento en el consumo. Así mismo, aumentó el poder de compra del salario mínimo respecto del huevo para plato y del pollo de engorda.
Lo que no se logró fue que la industria avícola se constituyera en una alternativa de desarrollo para los productores primarios rurales, ya que las crisis recurrentes de sobreoferta de la actividad impidieron la permanencia en el mercado de un número importante de avicultores y se consolidó la concentración del mercado con los agentes económicos con capacidad para seguir operando, aun cuando los precios de las mercancías avícolas se ubicaron por debajo de los costos de producción (Hernández, M. y Vázquez, R. 2009).
El estado mexicano regulaba los mercados, determinaba los precios a los consumidores finales, impulsaba el consumo de estos satisfactores, controlaba el suministro de alimentos balanceados y otorgaba subsidios a la producción, que incluían incentivos para alimentos balanceados; estas acciones estatales posibilitaron la coexistencia de grandes empresas con un numeroso grupo de pequeñas y medianas empresas avícolas (Trujillo, H. 2015). Una vez que comenzó a reducirse la participación del estado mexicano, se creó un escenario de una fuerte competencia entre los productores avícolas, donde los más afectados fueron las granjas medianas (Trujillo, H. 2015).
La ausencia del estado en el control de precios, en los mercados de granos básicos y la apertura comercial, contribuyeron a que a partir de los años noventa del siglo XX el mercado de bienes avícolas se expandiera de forma importante y se desarrollaron las ventajas competitivas de los productores que presentaron un mejor acceso a los mercados internacionales de grano, lo que se combinó con la liberación de precios y marco los procesos de competencia actuales (Trujillo, H. 2015).
Las políticas de ajuste económico aceleraron la salida de los productores vulnerables y determinaron la reestructuración de la industria avícola. En 1975, la Unión Nacional de Avicultores (UNA) presentaba el registro de 7,530 productores, ya para 2005, el dato fue 373 empresas avícolas. De este número (373) 3 aportaron 53 por ciento de la producción de carne de pollo y 10 ofertaron 44 por ciento de la de huevo para plato (Hernández, M. y Vázquez, R. 2009).
LA INDUSTRIA AVÍCOLA EN MÉXICO.
En la actualidad la actividad avícola del país está estructurada en una cadena de producción, transformación, distribución y comercialización de origen aviar.
El primer eslabón de la cadena presenta material genético ultra especializado, es decir, huevo fértil para incubar mediante granjas de progenitoras y de reproductoras.
El segundo eslabón “alberga” la incubación, crianza y desarrollo de gallinas productoras de huevo para plato, pollo y pavo para engorda.
El tercer eslabón, refiere a la producción de pollo y pavo en canal, y la de huevo para plato. El cuarto eslabón incluye al procesamiento de las mercancías y la distribución.
Finalmente, y como quinto eslabón de la cadena, incluye la comercialización de los satisfactores avícolas para los consumidores finales.
En esta cadena participan industrias conexas y de apoyo, como las de alimentos balanceados; las de medicamentos fármaco-biológicos; y los servicios colaterales, que incluyen desde la fabricación de cajas, empaques, infraestructura técnica e instalaciones; hasta las asesorías técnicas y económico-administrativas (Hernández, M. y Vázquez, R. 2009).
LA INDUSTRIA DEL POLLO DE ENGORDA.
En México, la avicultura comercial se contempla como la actividad con mayor dinamismo en el subsector pecuario del país, por el crecimiento continuo en la producción y el consumo y con un grado de integración cada vez mayor en contraste al de otros subsectores pecuarios (Rebollar, R. et al., 2019) al conformarse como actividad fundamental y estratégica en los ámbitos económico y alimentario. Lo anterior, se ajusta a la posición de carne de pollo como mercancía proteica preferida por un amplio universo de consumidores mexicanos al presentar menos grasa entre sus fibras musculares.
Además, el nutriente aporta menor cantidad de ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados, la carne de pollo contiene elevadas cantidades de hierro, zinc, fósforo, potasio, minerales esenciales para el ser humano (Rubí, G. et al., 2018). En 2016 la producción total de carne en el país de las principales especies pecuarias (bovinos, cerdos, aves, ovinos y caprinos) fue 6.4 millones de toneladas; de esta cifra, las aves de carne contribuyeron con 47.6 por ciento (3.07 millones de toneladas) de la oferta total, los bovinos 29.2 por ciento, los porcinos 21.3 por ciento y el resto con 1.9 por ciento.
Los estados importantes productores de carne de pollo, en 2016, fueron: Jalisco, Veracruz, Querétaro, Durango, Aguascalientes y Guanajuato, aportaron en conjunto el 59.6 por ciento de la producción de carne de pollo del país (Rubí, G. et al., 2018). En el periodo comprendido 1996-2016 el consumo de carne de pollo en el país aumentó a una tasa promedio anual de 5.1 por ciento al pasar de 1.4 millones de toneladas en 1996 a colocarse en 3.8 millones de toneladas en 2016. De ese total (3.8 millones de toneladas) 81.1 por ciento fue producción nacional y 18.9 por ciento importaciones, las exportaciones en 2016 fueron marginales (Rubí, G. et al., 2018).
Con respecto al consumo de carne de pollo por persona se reportó para el periodo 1996-2016 una tasa anual de crecimiento de 4.2 por ciento al pasar de 14 kilogramos en 1996 a 32 kilogramos en 2016 (Rubí, G. et al., 2018). La oferta de carne de pollo en el país no solamente está en función o depende del precio de la mercancía, hay otras variables independientes que impactan aumentando o disminuyendo el volumen de producción de la mercancía.
Algunas de estas variables son: A) incorporación de tecnologías de punta en las esferas de genética, alimentación, manejo, bioseguridad, economía y administración; B) costos de producción; C) condiciones climatológicas; D) enfermedades; E) uso de insumos alimenticios para producir energéticos (maíz para elaborar etanol); y E) demanda de insumos por parte de China e India en el mercado internacional para elaborar alimentos balanceados. Hay otras variables que influyen en el volumen de producción de carne de pollo. Las variables que afectan el consumo de carne de pollo en el país son: el precio del satisfactor en este caso del pollo de engorda, el ingreso de los consumidores, las preferencias de los demandantes, el precio de los bienes sustitutos y complementarios de la población y la calidad del producto.
Hay otras variables que impactan directa o indirectamente el consumo de carne de pollo. La composición de la familia por sexo y edad influye cuantitativa y cualitativamente en sus patrones de consumo. Así mismo, el nivel de educación del jefe de familia está relacionado de la manera de cómo se distribuye el gasto de acuerdo con el tipo de alimento de su preferencia nutricional o sensorial (Huerta, S. et al., 2018).
Se afirma que al estrato social al que pertenece una familia determina el consumo de alimentos. Las características socioeconómicas impactan en cómo se canalizan los gastos hacia la adquisición de satisfactores de acuerdo con el ciclo de vida, diferencia en la accesibilidad de los productos, gustos, preferencias y cultura e infraestructura de la familia (Huerta, S. et al., 2018). Ante este panorama el objetivo del trabajo se centró en determinar el comportamiento de la producción, el consumo y las importaciones de carne de pollo en México, en el periodo comprendido de 2010-2022.
: : MATERIAL Y MÉTODOS : :
Para elaborar el artículo “Comportamiento de la producción, el consumo y las importaciones de carne de pollo de 2010-2022 en México” se recurrió a fuentes secundarias, donde se obtuvo información de artículos en revistas y en organismos oficiales. Algunos datos obtenidos de la revisión de las fuentes secundarias se incluyeron en las siguientes fórmulas:
i) TMCA=(VF/VI)1/N -1X100.
ii)
Donde:
TMCA = Tasa Media de Crecimiento Anual.
VF = Valor Futuro del periodo de estudio.
VI = Valor Inicial del periodo de estudio.
n = Periodo de estudio (años).
1 = Constante.
100 = Valor expresado, porcentaje.
iii) CNA = Inv. I. + PN. + M. – (Inv. F.+X.)
Siendo:
CNA = Consumo Nacional Aparente.
Inv. I = Inventario Inicial.
PN = Producción Nacional.
M = Importaciones.
Inv. F = Inventario Final.
X = Exportaciones.
Desarrollo del tema.
PRODUCCIÓN DE CARNE DE POLLO EN MÉXICO.
La producción de carne de pollo en México está en función o depende de las siguientes variables independientes: a) Precio de la mercancía; b) costos de producción del producto; c) desarrollo de las innovaciones tecnológicas; d) condiciones climáticas; y e) enfermedades. Hay otras variables que influyen en la oferta del producto. La pandemia y el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania han sido factores que han impactado al sistema, desacelerando el crecimiento en el volumen de producción de carne de pollo. Sin embargo, la recuperación de hoteles, restaurantes y cafeterías (Horecas) estimularon una mayor demanda de carne de pollo como alimento asequible y saludable de proteína animal, esto viene impulsando el crecimiento del volumen de producción del cárnico en México (CoMeCarne, 2022), y en el mundo.
A pesar del aumento de costos de los insumos alimenticios para animales, de los energéticos, del transporte, y de otros factores productivos, y que se han reflejado en el proceso inflacionario, la producción del satisfactor viene creciendo, y se ha beneficiado de la dinámica del mercado interno mexicano (CoMeCarne, 2022). Hay una enérgica demanda en el país de carne de pollo, de carne mecánicamente deshuesada y de piernas y muslos de las aves, situación que ha estimulado la producción de la mercancía. En el país, la oferta de carne de pollo en canal en 2022 participó con el 15.2 por ciento del total del subsector pecuario. De 2012 a 2022, la actividad avícola de carne de pollo fue la segunda con mayor aumento en producción en el subsector pecuario, registrando una tasa media de crecimiento anual (TMCA) de 3.1 por ciento.
En 2021, la producción se colocó en 3 millones 669 mil toneladas, volumen de producción 2.5 por ciento mayor al del año anterior. Una variable que impulsó el aumento en la producción de la mercancía fue el incremento del 2.0 por ciento del inventario avícola. Al 31 de octubre de 2022, se logró una producción de 3 millones 115 mil toneladas, lo que representó un 82 por ciento de avance, comparado con la producción esperada para 2022 (3’806,000 toneladas). México ocupa el sexto lugar al interior del ranking mundial en la producción del satisfactor (SADER, 2022). De 2012 a 2022, el país produjo en promedio anual 3 millones 173 mil toneladas de carne de ave en canal.
Las principales entidades productoras de carne de pollo son: Veracruz, Jalisco, Aguascalientes, Querétaro, Durango, Guanajuato, Chiapas, Puebla, Yucatán, Sinaloa y San Luis Potosí, las cuales contribuyeron con 82 por ciento del total nacional, es decir, 3’115,091 toneladas y un valor de la producción de 820,567 millones de pesos (SADER, 2022). En el periodo comprendido de 2010 a 2022 la TMCA en la producción de carne de pollo en México fue de 2.96 por ciento, y un crecimiento acumulado de 41.96 por ciento. En 2010, el volumen de producción de carne de pollo se ubicó en 2’681,000 toneladas, en 2022 la cifra estimada fue igual a 3’806,000 toneladas (véase cuadro 1).
Se proyecta para 2023 una producción de carne de pollo, en el país, de 3’945,000 toneladas, una mayor producción de 139,000 toneladas con respecto a 2022. El crecimiento notable de la producción de carne de pollo en México “obedece” a varios factores, uno de ellos es la mejora en el proceso productivo. La producción de carne de ave ha cambiado notablemente durante los últimos años. Los cambios productivos son el resultado del desarrollo de la genética, de una eficiente bioseguridad, de un manejo moderno de crianza, de un procesamiento altamente tecnológico, de una mercadotecnia científica y de la incorporación de mayores conocimientos económico- administrativos (OCDE, 2018).
Un aspecto significativo es el crecimiento en el tamaño de las aves. En el caso del pollo de engorda, en 1925 se requería de 112 días (16 semanas) de crianza para obtener pollos que pesaban en promedio alrededor de 1 kilogramo. Datos de 2018 indican que se requieren alrededor de 7 semanas para obtener animales de 2.8 kilogramos en pie. La proporción de carne blanca, básicamente pechuga, ha pasado de 15 a 23 por ciento con respecto del cuerpo del pollo. Lo mismo ha ocurrido con la proporción de carne, que pasó de 69 por ciento a 77 por ciento, entre 1997 y 2013 (OCDE, 2018).
Además, se ha logrado un índice de conversión eficiente. En 1925, se requerían 4.7 kilogramos de alimento para producir 1 kilogramo de carne de pollo, en 2010 se requerían 1.92 kilogramos de alimento pare producir ese kilogramo de carne de pollo. La mortalidad se ha reducido casi 80 por ciento de 1925 a 2010 (OCDE, 2018). Otra variable de suma importancia que impacta el volumen de producción de carne de pollo son los costos de producción.
De acuerdo con la Unión Nacional de Avicultores (UNA), en la estructura de costos de producción el alimento es el costo más relevante que representa el 66 por ciento del costo total; este porcentaje, “exige” llevar a cabo en las empresas productoras de carne de pollo un estricto uso racional de este insumo. El pollito impacta el 14 por ciento del costo total; los dos costos suman 80 por ciento del costo total. Los costos directos (alimento, pollito, mano de obra, energía eléctrica, agua, gas y medicamentos) significan el 90 por ciento de costo total (OCDE, 2018).
A lo largo del siglo XXI se han presentado periodos de aumento o disminución de precios de los granos y oleaginosas, debido a diversas causas como: i) una mayor demanda de estos insumos por parte de China a India; ii) un uso del maíz amarillo para producir etanol; iii) condiciones climáticas benignas o adversas; iv) incremento o disminución de los precios del petróleo (producción de fertilizantes más caros) y, v) la pandemia y el conflicto ruso – ucraniano (disrupción en las cadenas de suministros).
Cuando se elevan los precios de los insumos alimenticios, se incrementa el costo de los alimentos balanceados para las aves, por lo tanto, los costos de producción de 1 kilogramo de carne de pollo aumentan, estancando la producción del cárnico. La productividad de la actividad neutraliza, hasta cierto punto, el estancamiento del progreso en la producción de carne de pollo. Hay otras variables que influyen en el comportamiento de la producción de carne de pollo, siendo algunas: a) enfermedades; b) inventario de aves; c) precios de los energéticos (gas, gasolina y diesel) y, d) los movimientos cambiarios (devaluación o revaluación del peso frente al dólar).
CONSUMO DE CARNE DE POLLO EN MÉXICO.
En el país, el consumo de carne de pollo viene creciendo en virtud de ser un satisfactor de alta calidad y accesible para un numeroso grupo de consumidores mexicanos. Además, el producto goza de una percepción favorable como alimento sano y seguro, es versátil en su preparación y hace un gran aporte al menú familiar (Téllez, D., et al., 2016). En un estudio llevado a cabo en la zona Metropolitana de la Ciudad de México, los compradores fueron principalmente las mujeres amas de casa, quienes determinaron lo que se compra en alimentos y carne; demandaron sobre todo pechuga, pierna y muslo y, en menor cantidad, piezas más baratas como retazo, alas y huacal.
Compraban el satisfactor en mercados públicos y pollerías de colonias y en menor proporción en tiendas de autoservicio. Solicitaron carne sin refrigerar, por su frescura, color, textura y olor y, por lo tanto, demandaron una mercancía con bajo valor agregado (Téllez, D. et al., 2016). Sin embargo, cada vez hay más nichos de mercado, donde los consumidores demandan de productos cárnicos aviares con mayor valor agregado. De acuerdo con la FAO la tasa de crecimiento constante de la población y el aumento del ingreso han determinado una mayor demanda de carne de pollo.
Dichas variables proponen ser determinantes en el incremento del consumo de carnes, incluyendo las de pollo (Huerta, S. et al., 2018). En el país el ingreso de la población ha sido afectado por la precarización del salario (durante la gestión del presidente Andrés Manuel López Obrador, el salario mínimo se ha revisado hacia el alza) y la escasez de empleos bien remunerados. En el periodo de 1980-2016 el salario mínimo presentó una baja real del 65 por ciento.
Esta situación adquirió más relevancia al ver que 60 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) ganaba menos de 3 salarios mínimos. Como resultado, en 2016 existían 53.4 millones de personas (43.6 por ciento de la población total) en pobreza y 9.3 millones de habitantes en pobreza extrema. Asimismo, cerca de 62 millones de mexicanos tenían un ingreso inferior a la línea de bienestar y 24.6 millones presentaban carencia por acceso a la alimentación (Martínez, L. et al., 2020).
El escenario descrito en líneas anteriores se ha modificado, de acuerdo con datos aportados por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el organismo informó que en el periodo 2020-2022 en México “el número de personas en situación de pobreza se redujo 8.4 millones de personas, es decir, casi la población de habitantes de la Ciudad de México.
Al comienzo de la década de este siglo XXI había 55.7 millones de personas en condición de pobreza; en 2022 el porcentaje de pobres se redujo a 46.8 millones y en ese mismo año (2022) el porcentaje de población mexicana con carencias sociales pasó de 43.9 a 36.3 por ciento (La Jornada, 2023).
El mismo organismo informó de los resultados de la medición multidimensional de la pobreza 2022, mencionó que entre 2020 y 2022 la pobreza extrema descendió: de 8.5 a 7.1 por ciento, lo que significó que 1.7 millones de mexicanos dejaron de estar en esa clasificación. El número de mexicanos en extrema pobreza disminuyó de 10.8 a 9.1 millones (La Jornada, 2033).
Este nuevo escenario, podría robustecer el mercado interno mexicano, lo que provocaría una mayor demanda de carne de pollo, incrementando las ventas de la mercancía, y así los productores del satisfactor verían aumentado sus ingresos, posibilitando la realización de inversiones productivas en el sector y continuando sucesivos ciclos productivos, en otras palabras, el dinamismo del mercado interno estimula el aumento del volumen de producción.
El cuadro 2 presenta el Consumo Nacional Aparente (CNA) en México, en el periodo 2010-2022. La TMCA del CNA es superior (3.5 por ciento) a la TMCA del volumen de producción (2.96 por ciento), esto se explica en razón, a que la TMCA de las importaciones de carne de pollo creció por encima (4.4 por ciento) de la TMCA de la producción (2.96 por ciento). En México, en el 2010, el CNA de carne de pollo se colocó en 3’206,200 toneladas, en 2022 la cifra fue 4’850,000 toneladas (véase cuadro 2).
El CNA acumulado en el periodo (2010-2023) fue 51.27 por ciento, porcentaje superior al porcentaje acumulado en la producción de carne, el cual fue 46.96 por ciento. Para 2023 se proyecta un CNA de 5’053,000 toneladas, cifra superior a la de 2022 en 203,000 toneladas; la cifra resume no solamente el aumento de la producción además el aumento de las importaciones de carne de pollo.
En el país, en 2016, el consumo por persona de carne de pollo se situó en 26.5 kilogramos, en 2019 fue 31.5 kilogramos de carne de pollo, en 2022 la cifra se colocó en 35.3 kilogramos por persona. De 2016 a 2022 el consumo por personas en México aumentó 33.20 por ciento, cifra relevante. Es importante indicar que el consumo per cápita mide un promedio, y no mide las asimetrías de consumo entre los diferentes estratos sociales de la población (entre los diferentes deciles). De acuerdo con datos de la OCDE y la FAO, el consumo por personas de carne de pollo en el país; es dos veces mayor al consumo de carne de cerdo y tres veces mayor al consumo de carne de res. Así, el consumo de carne de pollo en México representa 56 por ciento del consumo total de carnes (FIRA, 2019). Una variable importante para considerar el consumo de carne de pollo son las remesas mismas que se ubicaron en 2022, en aproximadamente 60,000 millones de dólares.
IMPORTACIONES DE CARNE DE POLLO EN MÉXICO.
El volumen de producción de carne de pollo en el país no ha sido suficiente para cubrir la demanda doméstica desde el 2010 hasta 2022, situación por la cual el nivel de compras al exterior ha presentado un constante aumento. En el periodo 2010-2022 la balanza comercial de la carne de pollo en el país presentó un déficit comercial. Los principales países que vendieron a México carne de ave y despojos de aves de corral fueron Estados Unidos de América, Brasil y Chile (SADER, 2022).
Las importaciones de carne de pollo en la nación han representado en promedio 18 por ciento del CNA, la mitad de esas importaciones son piernas y muslos, mercancías de bajo valor en EUA, por la estructura de demanda estadounidense. Otra parte de las importaciones llevadas a cabo por México son pastas de ave, las cuales se utilizan en la elaboración de embutidos y carnes frías. Estas importaciones provienen principalmente de EUA y Chile (Téllez, D. et al., 2016).
Con la eliminación de aranceles en países no miembros del Tratado-México-Estado Unidos-Canadá (T-MEC), las importaciones de carne de pollo provenientes de Brasil se han incrementado notablemente. En el marco del Programa Contra la Inflación y la Carestía (Pacic) que incluye la eliminación de aranceles a la importación de productos avícolas como la carne de pollo proveniente de Brasil, México en los primeros 7 meses, elevó en 120 por ciento las importaciones desde Brasil, con respecto a igual periodo de 2021 (González, L. 2022).
Con la gripe aviar en EUA, México redujo sus importaciones de ese país y optó por adquirir parte del cárnico de Brasil. Esto generó un salto de dos sitios para México en el ranking de compradores a Brasil de ser el onceavo cliente pasó al noveno sitio en la participación del mercado mundial (González, L. 2022).
En mayo de 2022, México suspendió por un año el arancel de 75 por ciento a la importación brasileña de carne de pollo, como parte de las acciones del Pacic, lo que ha permitido sustituir parte de producto de EUA, con un menor costo, como una estrategia para frenar la inflación (González, L. 2022).
Las compras foráneas llevadas a cabo por México desde Brasil de pechuga de pollo pasaron de 71,223 toneladas a 95,878 toneladas, lo que significó un aumento de 34.6 por ciento durante el periodo de enero a julio de 2022, comparado con igual periodo del año 2021 (González, L. 2022). Los principales países proveedores de carne de pollo y despojos de aves de corral son EUA, Brasil y Chile.
La TMCA de las importaciones llevadas a cabo por México de carne de pollo y despojos de aves de corral fue 4.4 por ciento, y un acumulado de 68.72 por ciento cifras relevantes. En el 2010 las importaciones se ubicaron en 528,100 toneladas, para 2022 la cifra se colocó en 874,000 toneladas (véase cuadro 3). Es importante indicar que en la medida que disminuyan las compras foráneas de carne de pollo y despojos de aves de corral, se presenta una mejor posición de país para lograr la autosuficiencia alimentaria. Además, se tiene la capacidad productiva de realizarla.
::Conclusiones ::
A) La actividad productora de carne de pollo en México neutralizó los efectos negativos de la pandemia y del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, ya que su alta productividad y competitividad, así como su rentabilidad son una realidad en la industria.
B) El fortalecimiento del mercado interno, mediante empleos formales y revisiones salariales continúan siguiendo las tasas inflacionarias, estimula la producción del sistema, y, por lo tanto, el crecimiento económico avícola productor de carne de pollo.
C) Las importaciones de carne de pollo y despojos de aves de corral se han incrementado notablemente en el país. Sin embargo, se tiene el potencial productivo interno para ir disminuyendo las compras foráneas, buscando la autosuficiencia en carne de ave.
D) Con la implementación del Pacic, programa estratégico para frenar la inflación en México se eliminaron aranceles a varios productos alimenticios incluyendo la carne de pollo, lo que provocó un aumento de las importaciones de carne de pollo en México, provenientes de Brasil.
Bibliografía en
Artículo publicado en “Los Avicultores y su Entorno Octubre Noviembre 2023“