Madres II

MVZ César Alejandro Cornejo Castillo
Egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México
por la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán.
Artículo enviado para su publicación por Laboratorios Tornel

Los comensales de la luz pagaron sus caldos y ya se han ido, por ahí se detiene un auto con tres integrantes de una familia, la demanda disminuye y así el apremio, con Sinesia a cargo, entramos a la casa de esta señora que me dice llamarse Faustina, una morada modesta, pero muy digna, sólo una recámara donde veo un sillón al que se le ha dado aire extra con remiendos incontables ocultos tras varios cojines y muñecos de peluche, no hay puerta que separe la cocinita, el baño está en otro cuarto afuera de la casa. Dos niñitas muy simpáticas una de ellas chimuela cortésmente se levantan y dan la mano diciendo sus nombres, signo inequívoco de que aquí hay educación, el contraste, al fondo de la recámara en la parte más obscura, alcanzo a ver otra mujer que nos observa, pero no desea ser vista. Seis pasos adelante la puerta que da al patio donde hay algunos árboles de fruta, membrillos, dos duraznos y uno muy grande de limón, una higuera y tres peras de agua, una barda perimetral hecha en partes, ésta es de blocks de tepojal, otro tramo de malla ciclónica cubierta de hiedra y retazos de otro u otros materiales para completar a cerrar unos trescientos metros cuadrados, en el extremo más alejado un gran corral donde andan sueltas más de 100 gallinas de pelea y un sólo gallo entre ellas.

Por otro extremo Faustina abre una puerta de herrería gariboleada que fue puerta de otro lado en sus tiempos de gloria, aquí se hizo caber en el hueco a fuerza, seguramente adquirida en un depósito de fierro viejo -con cuidado Doctor- nos advierte Faustina y es que al salir de aquí es una barranca como de 50 metros de profundidad, daba vértigo ver para abajo -¿para qué salimos? Pregunté incomodo- acá suelto los pollos y pollas- dijo-Caminamos por un sendero muy angosto quizás de unos 80 centímetros, la barranca era todo un microclima de enormes pinos y arbustos, Faustina comenzó a hacer ruidos con la cubeta y a arrojar unos cuantos granos de maíz y de la espesura fueron subiendo pollos, pollas y uno que otro guajolote joven -así los meto- dijo, -los arreo con la comida y los encierro en otro corral, el problema es que si se me pasan de edad muchos ya se quedan en el bosque y no regresan.

Los salgo a buscar pero luego veo montoncitos de plumas de donde se los come el tlacuache, el tejón, la onza, el zorrillo, o el gato o el coyote pero sé que sí se logran porque he visto gallinas con pollos en las ramas de los árboles ya muy alejados de aquí.-Yo la escuchaba extasiado, era hermoso lo que decía, porque a decir verdad, estas aves facultan ecosistemas, es decir, en los lugares donde se logran Asilvestrar generan todo un ecosistema interdependiente y auto sustentable, generan vida alrededor suyo sobre todo por estar casi al final de la cadena alimenticia, por ser prolíficos y ser prácticamente omnívoros. Muy pocos animales pueden ostentar este noble título de facultar ecosistemas, realmente muy pocos, y una de las varias razones de mi lucha para que no se extingan estas aves.

La otra parte de la barda estaba ocupada con jaulas improvisadas es decir, hechizas, de doble piso de unos 70 por 70 centímetros cada una, eran 30 ó 40 espacios ocupados con pollos de más de seis meses, por lo tanto ya peleaban, tomé un par y los solté a corta distancia entre sí, de inmediato se acometieron en vuelo, pero en unos segundos, uno de ellos salió huyendo, -es lo que ha estado pasando con algunos de estos Gallos, y luego los clientes enojados me los regresan, ando preocupada, porque es a lo que más se le saca, al pollo que va para pelear, luego las gallinas que hago en caldo y por último al huevo- me explicó francamente mortificada. Así pues los lunes se iba para el mercado de animales que se instala en el puente de San Bernabé, en Ixtlahuaca, Estado de México, a vender los pollos por separado para el combate, se lleva de 10 a 15 de ellos de ocho a diez meses de edad y los da de seiscientos a ochocientos pesos cada uno, con suerte llega a vender hasta tres o cuatro de ellos; otras veces había la oportunidad de cambiar pollos o pollas por lechones, cabras o borregos. De martes a viernes la venta de caldos de gallina o guajolote afuera de su casa y los sábados a repartir huevo “para bebés” en tiendas y misceláneas en la ciudad de Toluca.

Me percaté que en realidad de gallos no sabía gran cosa, pero sí de la crianza utilizando los recursos del microclima que el bosque le ofrecía, el Gallo de pelea es prácticamente un animal silvestre que se alimenta en estado libre de todo cuanto encuentra, insectos, larvas, pequeños animales como ratoncillos o incluso pajarillos que caen de los nidos, todos los frutos, hongos, semillas y germinados de ellas, por eso rascan tanto, pastos, hojas suculentas, trocitos de carbón, y hasta piedras para la molienda en la molleja, Faustina sólo complementaba con algo de maíz aventado y de vez en cuando “crecimiento para pollo” como ella le decía al alimento balanceado que cuando alcanzaba se traía unos bultos de la forrajearía o el comedero de tolva o el sobre de vitaminas solubles o el polvo de antibiótico para la gripa. Esto parece ser económicamente inviable a los ojos de la industria, pero este sector representa tal vez el 50% de los criadores del país y Sudamérica, la crianza de subsistencia y trueque que llegan a ser algunos cientos de miles de personas haciendo un interesante volumen.

En temporada, Faustina juntaba los Gallos a aparear hasta con diez gallinas cada uno, el huevo lo separaba por semana para irlo colocando a las gallinas que se iban enculecando. ¿Qué Gallos seleccionaba para padrear?, el que fuera, y así lo había venido haciendo desde hacía varios años de tal suerte que había una endogamia pero ”sin ton ni son”, ella sólo sabía que tenía que cosechar los pollos que se iban logrando a los cinco o seis meses antes de que se escaparan para el bosque y no regresaran, también era consciente que se arrimaban pollos de gallos y gallinas que criaban ya libres en el bosque y las polladas provenientes de ahí se juntaban con los procedentes de sus corrales sobre todo al atraerlos con el maíz o el alimento. Al no haber una presión de selección en cuanto a el gen combativo ella obtenía aves peleadoras y no peleadoras, en la naturaleza las líneas alfa son las que aportan ese gen combativo, pero también se dan los apareamientos entre los machos y hembras no alfas de donde provendrán las aves que servirán de señuelos y darán abasto a los depredadores manteniendo a salvo a los alfas y su prole, que al heredar la facultad combativa señorearán sin duda las próximas generaciones. El gallero desde sus orígenes mil o dos mil años antes de Cristo en el sudoeste Asiático se encargó de decantar este tipo de aves y continuar el papel de la naturaleza de procurarlas a través de la prueba infalible del combate hasta la muerte y así ha ocurrido en generaciones y generaciones posteriores en todas las culturas donde se ha practicado el Gallerismo: Chinos, Persas, Griegos, Romanos, Ingleses, Hindúes, etc., etc.

Eran días cortos del mes de diciembre, nos alcanzó la noche y el frío, no rechazamos la invitación de pasar a la casa por un café de olla con piloncillo, en la pequeña mesa próxima a la estufa estaba sentada una mujer muy joven, bella pero demacrada y de mirada triste, supongo que la misma que vi al fondo del cuarto semi oculta, porque en cuanto entramos se levantó dándonos un buenas noches apresurado y se volvió a refugiar en la habitación corriendo la cortinilla que a falta de puerta otorgaba una precaria intimidad, le siguieron silenciosas sus dos hermanas que llevaban sus cuadernos y mochilas; involuntariamente mi mirada se fue a una fotografía colgada en la pequeña salita donde estaba un hombre de sombrero y bigote poblado sosteniendo orgulloso un Gallo fino y a sus costados dos alegres niñitas abrazándole las piernas. -Mi hija mayor, Rosaura- dijo a la vez que se le escapaba un leve suspiro, luego, dirigiendo su mirada hacia la fotografía me explicó que era su marido meses antes de irse a buscar trabajo para Estados Unidos, fue una decisión muy difícil porque sus hijas eran su adoración, no había de otra, con la invasión de productos chinos al país la fábrica donde trabajaba tuvo que cerrar, le iba muy bien, pero le intentó durante dos años en una y otra cosa, desde recontratarse sin éxito, hasta chofer de taxi, vendedor de puerta en puerta, velador, en fin nada por lo que no hayan pasado millones de Mexicanos. -El plan, el sueño, era hacerse de algo de dinero para comprar una camionetita, tal vez un tractor viejo para regresarse acá al pueblo de donde somos, poner tal vez una huerta con un criadero de gallos ya profesional, o una granja de puercos que a él también le gustaban-, me dijo entusiasmada, -¿le gustaban?- torpemente pregunté… hubo un largo silencio en lo que ella juntó fuerzas, tal vez para no mostrarse débil, pero inevitablemente sus ojos se nublaron, como seguramente se habrán nublado los de cientos de miles de seres a lo largo de décadas de este lado de la frontera y hasta la Patagonia.

¿Y qué decir de tantos otros países? ¿De tantos otros continentes? La migración es ahora un fenómeno de proporciones incalculables y siempre como polo magnético aquellas naciones ricas que de un modo u otro en el transcurso de la historia han colonizado, explotado y diezmado entornos y vidas de otros países llevándose o robándose sus riquezas y ahora no pueden contener el flujo de millones de personas. ¿Y de qué otra manera habría de ser? Si todos estos conquistadores han dejado tras de sí el campo yermo, los montes horadados, la cultura y creencias pisoteadas y al pueblo inculto, corrompido, dolido; así que muchos van allá por lo que les toca, por la parte del oro que por justicia nos corresponde.

-La última noticia que tuve de él fue hace seis años- continuó Faustina, cuando se comunicó al teléfono de una comadre, nosotros no teníamos, ella vivía a unas calles de nuestra casa allá en el bordo Xochiaca, su marido también trabaja allá del otro lado desde hace varios años; me habló para decirme que ya estaba del otro lado en Arizona y que me iba a enviar dinero desde el primer momento que recibiera algo, pero pasaron meses y nada, ya no supimos de él, por eso lo considero muerto, porque no es el tipo de hombre que dejaría a su familia por nada, el compadre lo fue a buscar al lugar donde llegó, pero nadie le dio razón de él, -un silencio- me las vi muy difícil, la vecina de al lado empezó a molestar al ver que estábamos solas, ella se sentía muy influyente porque tenía dinero, también tenía varios perros muy bravos y uno de ellos mordió a Lucía, quería que quitáramos los Gallos porque le molestaba que la despertaran, nos echó a la protectora porque ella era miembro de ahí, pero… ¿Cómo iba a deshacerme de ellos? Si de ahí comíamos, desde entonces ahí llegaban las señoras a comprarme el huevo, además mi marido me dijo que no vendiera sus sementales, que algún día podrían sacarnos de un apuro; por eso tomé la decisión de venirme al pueblo, por lo menos está uno entre la familia y la casa de allá la dejé cerrada, la comadre le da sus vueltas y no hay semana en que yo no le hable para preguntarle si de casualidad ha llamado, aunque sé que me va a decir que no. -Terminamos nuestro café, y nos despedimos. Todavía hice algunas visitas posteriormente, al menos por lo que respecta a mi profesión tenía que resolver lo concerniente, llevé algunos Gallos reproductores que conseguí donados de CRIADORES Mexicanos y tal vez uno de un prestigioso Norteamericano, las ventajas de ser el médico de esas granjas, y eso que un reproductor de éstos se puede cotizar mínimo en quince mil pesos; la finalidad era encastar y garantizar la principal fuente de ingreso de esa familia, los pollos para el combate; y en otra ocasión para llevar hasta allá a un especialista que se sumó a la causa y atender a Rosaura, que con el tiempo estaba cada vez peor, en sus depresiones y el miedo, el terrible miedo a volver a salir de su casa, ahí en esa primera consulta del especialista fue donde tal vez indebidamente me enteré de todo.

Desde hacía ya poco más de un año, las visitas de Bryan se iban haciendo más y más frecuentes, Faustina nunca le dejó pasar y por último le prohibió a Rosaura volverlo a ver, por lo que el tipo iba por ella a la escuela y la dejaba a cierta distancia de la casa, pero cuando Faustina se iba a Ixtlahuaca o a Toluca a vender el huevo, Rosaura lo dejaba entrar y se iba brincándose la barda en cuanto Faustina llegaba, una tarde, al regresar de vender sus pollos le extrañó no ver a la muchacha, ahí estaba su mochila, su uniforme, pero entonces se dio cuenta que faltaba el bote encima del ropero donde guardaba el dinero, las niñas entonces le dijeron que tal vez había ido con Bryan, que a veces venía a ver a su hermana cuando no estaba ella. Faustina abrió el ropero, y en efecto, no estaba la ropa de Rosaura y además olía muy raro, a thiner, ¿Qué hacía esa botella de refresco con un pedazo de estopa dentro de una bolsa de plástico? Sin duda, el muchacho la había olvidado, entonces ya no dudó, fue por Sinesia y la dejó con las niñas. -¿pero qué va a hacer ahorita comadre?, si ya es de noche y hasta está lloviendo- le decía la pobre mujer. Cuando Faustina llegó a aquella colonia la más perdida entre otras colonias perdidas, ya era de madrugada, a su paso los pies se le hundían en el lodo hediondo y a cada metro le salían ladrando perros famélicos y así preguntando entre los teporochos y los adictos llegó con los mechones de cabello escurriendo a la que le parecía la entrada al infierno.

¿Habrá respuestas verdaderas a la razón por la cual muchas mujeres sobre todo jóvenes aciertan a la peor opción de sus vidas? Sin más aspavientos, es cosa de voltear para todos lados y ver a casi niñas con criaturas en los brazos. ¿Es un reto?, ¿una rebeldía?, lo peor del caso es que es un circulo vicioso que parece no tener fin. El asunto es, ¿en qué momento se dan por vencidos los padres? ¿qué desilusión puede ser tan grande para aventar el arpa? Porque no hay duda que ahí nace el destino cuando te rindes y los dejas al libre albedrio y hace la diferencia entre los buenos y malos padres.

Faustina empujó el pedazo de lámina a modo de puerta y que no era otra cosa ni tecnología que un tambo abierto y aplastado con bisagras de alambre recocido, se tuvo que agachar para no degollarse con otra lamina que hacía de techo junto con tablas y pedazos de lonas con la cara y propaganda de partidos políticos, en cuanto se acostumbró a la oscuridad pudo ver muchas llantas con todo y sus rines, defensas o fascias, salpicaderas de automóviles y muchas otras partes seguramente robadas y metros más adelante, sentado estaba Bryan, con una cadena en una mano y una botella de aguardiente en la otra, sin camisa, la mirada vidriosa, una gota de agua gruesa y oxidada cayó directo en un ojo de Faustina, entonces escuchó los sollozos y gemidos más adelante, Rosaura estaba muy golpeada, intentó levantarse aun sin saber que era su madre y Faustina corrió hacia ella pero un cadenazo en la espalda la dejó sin aire y se fue al suelo.

-Esta es la vida que ahora voy a darle a tu reinita de oro a puros madrazos- gritaba fuera de sí tambaleándose el tipo, y en cuanto levantó la mano para asestar otro golpe, Faustina descargó toda su rabia en un empujón, la cadena le alcanzó en el oído que de inmediato lo sintió caliente y punzante, el tipo fue a dar de espaldas golpeándose la cabeza en un motor a medio desvalijar, todavía se levantó pero esta vez para caer inerte con la cara al suelo, por cierto de tierra; Faustina fue a donde estaba su hija -vístete y vámonos- a la vez que arrojaba la ropa con determinación pero sin violencia a los pies de la muchacha.

-Rosaura ya va mucho mejorme comenta el especialista cuando vamos en camino rumbo al pueblo de Faustina, he de confesar que hemos ido muy poco, sobre todo estas últimas veces, él a lo suyo yo a lo mío, pero ninguno de los dos somos ricos y tenemos que ganarnos el sustento y aquí es pura solidaridad, pero la mera verdad con mucho gusto, esta señora es una campeona, una heroína como estoy seguro hay miles de madres así en todo el mundo, pero sobre todo en nuestra vapuleada Latinoamérica. El especialista trabaja en un DIF ubicado en un dispensario de una iglesia, de ahí me lo traje, y no le va muy bien que digamos, pero es ese tipo de gente que ama lo que hace. Así que siempre venimos en mi auto y procuramos llegar el día y a la hora que esta señora está en el puesto, adoramos esos caldos de gallina y ella nos invita con mucho gusto. El tiempo es sabio y pone las cosas en su lugar, un buen día se supo que la mala vecina de Faustina, ya a punto de morirse le comentó al cura que la confesaba que ella había recogido una carta que le había llegado del consulado Mexicano en Estados Unidos, ¡Y que la había leído! Y aún así no tuvo compasión y se guardó la información. En cuanto llegamos a la casa de Faustina quedamos confundidos al no ver instalado el puesto de comida pero sí varios autos, a la entrada había una pick up nueva y atrás de ésta, un tractor, ¡ambos con un enorme moño de regalo! Y dentro de la barda se escuchaban los mariachis, ¿no que mucha austeridad?, nos abre la puerta un tipo de mostacho con sombrero y ridículamente con un sólo diente de enfrente, que festivo abriendo los brazos y a todo pulmón nos dice -pásenle a lo barridoooo-.

Artículo publicado en
Los Avicultores y su Entorno Diciembre 2016-Enero 2017

Fernando Puga
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Editor en BM Editores, empresa editorial líder en información especializada para la Porcicultura, Avicultura y Ganadería.
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