M. C. Imelda Ramos Guevara.
Dr. Andrés Quezada Casasola
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La coccidiosis es una enfermedad parasitaria en todo el mundo causada por protozoarios del género Eimeria que puede causar problemas de salud y económicos (Adkins, 2022), afectando principalmente al ganado bovino y que puede ser un factor limitante para la productividad, ocasionando pérdidas económicas expresadas en mortalidad, costos de tratamiento y disminución del potencial productivo. Los casos clínicos de esta enfermedad se asocian con las altas tasas de contaminación fecal en la alimentación, así como con situaciones de estrés en animales de diferentes edades y en hacinamiento; por ello los animales de engorde y el ganado lechero son los más susceptibles (Díaz de Ramírez et al., 1998; Adkins, 2022; Quijada et al., 2002).
Se sabe que existen al menos 13 especies distintas de coccidia que infectan al ganado bovino, aunque no todas ellas son patógenas. Las dos especies más patógenas son la Eimeria bovis y Eimeria zuernii (Adkins, 2022; Mitchell et al., 2012). El periodo de incubación de estos dos protozoarios generalmente es de 15 a 20 días. La inmunidad contra la coccidiosis persiste durante 3 a 4 meses, por lo que en ausencia de un desafío continuo es posible que ocurra una reinfección (Adkins, 2022).
Las Eimerias son parásitos intracelulares que se encuentran en una amplia gama de animales, sin embargo, cada especie tiene su propio anfitrión sin existir infección cruzada entre ellos. El ganado es infectado con Eimeria spp después de la ingestión de ooquistes (esporulados) a partir de un ambiente contaminado. Una vez ingerido, el parásito invade las células intestinales y se somete a varias generaciones de reproducción asexual antes de reproducirse sexualmente. El nivel de daño celular resultante de esta invasión depende de la especie de Eimeria, la dosis infecciosa y factores del huésped (Mitchell et al., 2012).
La prevalencia de la infección depende mucho de la edad, aunque lo más probable es que el ganado que se tiene en condiciones convencionales sea inevitable la infección con coccidia (Díaz de Ramírez et al., 1998).
Los signos de la enfermedad son anorexia, pérdida de peso y diarrea mucoide y hemorrágica. En los casos más severos, las heces son líquidas, sanguinolentas y pueden contener estrías de mucosa intestinal, los animales pueden presentar emaciación, deshidratación y estupor, los esfuerzos improductivos pueden generar un prolapso rectal (Adkins, 2022). La tasa de mortalidad puede llegar hasta el 24% en brotes severos y la muerte ocurre principalmente por la diarrea, que causa pérdida de electrolitos y deshidratación, sin embargo, la hemorragia y las complicaciones secundarias con gérmenes oportunistas pueden contribuir también a la mortalidad.
Algunos autores describen una presentación con sintomatología nerviosa en la que hay epilepsia, aprehensión, rigidez en el paso, temblores en los músculos de la cara y cuello, contracciones musculares en todo el cuerpo. Esta sintomatología encontrada en algunos animales se debe al trastorno en el balance de Mg y Ca++ ocasionados por las lesiones intestinales y factores estresantes. Los grupos más propensos a sufrir esta enfermedad son los terneros alimentados artificialmente, debido a la gran diversidad de factores predisponentes a los que están expuestos como: el destete en las primeras horas después del nacimiento, fallas en la toma de calostro, dificultad para adaptarse a la dieta artificial y el confinamiento en espacios muy reducidos.
Tratamiento y Control.
Es importante aplicar buenas medidas sanitarias y zootécnicas para la prevención de la coccidiosis. Es necesario construir y ubicar los comederos y bebederos de tal manera que se logre impedir la contaminación. Las becerras recién nacidas se deben colocar en instalaciones limpias y secas cuando se separen de su madre (Adkins, 2022). Para el control de la coccidiosis es evitar encharcamientos, mantener la limpieza de comederos y bebederos, control y remover excretas, evitar dar el alimento en el suelo y evitar la sobrepoblación de los corrales.
La mayoría de los compuestos anticoccidiales solo son efectivos durante las primeras etapas del ciclo de vida del parasito. La dificultad del tratamiento es que para el momento en que aparecen los signos clínicos, los parásitos ya atravesaron por la etapa de su vida en donde el tratamiento es más efectivo, los animales afectados con frecuencia se recuperan sin tratamiento gracias a que han adquirido resistencia contra la enfermedad (Adkins, 2022).
Los ionóforos (monensina y lasalocid) actúan durante la primera fase del ciclo sobre los trofozoitos y merozoitos de primera generación. Las sulfas actúan durante el pasaje de la segunda generación de merozoitos a gametas. El toltrazuril actúa contra todos los estadios del parasito. El uso de coccidiostatos como la sulfametazona como tratamiento se usa a una dosis de 140 mg/kg de peso vivo durante tres días y como preventivo en el alimento a una dosis de 35 mg/kg de peso vivo durante 15 días (Aricada et al., 2004).
El decoquinato ayuda a controlar la coccidiosis causada por E. bovis y E. zuernii en becerros y en bovinos de mayor edad, cuando se administra a una dosis de 0.5 mg/kg de peso corporal durante 28 días mezclado con el alimento concentrado y durante los periodos de exposición a los ooquistes esporulados, ayuda a controlar la enfermedad. A partir de la quinta semana de vida hasta los seis meses de edad produce mayor peso corporal y mayor desarrollo esquelético (Adkins, 2022).
La monensina, administrada a dosis de 1 mg/kg de peso corporal/día durante el periodo de incubación de una infección experimental con E. bovis fue capaz de prevenir el desarrollo de los signos clínicos de la coccidiosis, no obstante, el medicamento no tuvo un efecto coccidiostático total. Cuando se mezcló con el alimento a razón de 16.5 o 33 g/tonelada de alimento durante 31 días, logró prevenir el desarrollo de los signos clínicos (Adkins, 2022). La monensina como preventivo se usa a dosis de 50-200 mg/cabeza/día a partir de 180 kg de peso corporal hasta el primer parto y no se debe de administrar a vacas lactantes. Lasalocid para el control se usa a 0.1 mg/kg de peso corporal en forma continua. El uso de un coccidiostato ayuda a reducir la severidad de otras enfermedades (Aricada et al., 2004).
Adkins (2022) dice que el nivel recomendado de lasalocid para controlar la coccidiosis es de 1 mg/kg de peso corporal y reduce la diseminación de ooquistes en las heces de los becerros con exposición natural a coccidiosis. Rossanigo (1997) demostró que el toltrazuril reduce la cantidad de ooquistes por gramo de heces, mejora el estado de ánimo y el cese de los signos clínicos de animales enfermos. Además de ser efectivo en el tratamiento de la coccidiosis bovina y no producir efectos adversos después de la administración. El toltrazuril como curativo se usa a una dosis de 15 mg/kg de peso vivo por única vez.
REFERENCIAS
- Adkins, PRF. 2022. Cryptosporidiosis. Veterinary Clinics of North America: Food Animal Practice. 38: 121-131.
- Aricada, H.J., Bedoya, R., García, A del P., Heredia, C., Maldonado, A.M., Peláez, C., Ceballos, A.2004. Competencia inmunológica en la primera semana de vida en terneros mantenidos bajo dos sistemas de producción de leche. Revista Colombiana de Ciencias Pecuarias. 17(2): 167-174.
- Díaz de Ramírez, A., Justo, A.J., Gonzales, M., Pina, F.E., Ramírez-Iglesia, L.1996. Prevalencia de coccidiosis en bovinos de los llanos de Monay, estado de Trujillo, Venezuela. Revista Científica, FCV-LUZ. 8: 346-353.
- Mitchell, E.S.E., Smith, R.P., Ellis-Iversen, J. 2012. Husbandry risk factors associated with subclinical coccidiosis in young cattle. The Veterinary Journal. 193:119-123.
- Quijada, T., López, G., Marchan, V., Jiménez, M. 2002. Coccidiosis en becerros en la Parroquia Moroturo, municipio de Urdaneta del estado de Lara. Revista Científica, FCV-LUZ. 12: 599-600.
- Rossanigo C. 1997. Coccidiosis clínica bovina post destete en establecimientos cría extensiva de San Luis. Revista de Medicina Veterinaria (Buenos Aires). 78(6): 377-379.
Artículo publicado en Entorno Ganadero Abril- Mayo 2022