Importancia de la edad a primer servicio en la productividad de las cerdas

Omar Olvera de la Cruz
Roberto G. Martínez Gamba
Gerardo Ramírez Hernández.
Departamento de Medicina y Zootecnia de Cerdos. FMVZ – UNAM.
[email protected]

RESUMEN

El desempeño de las primerizas y la decisión de servirlas por primera vez impactan en su productividad posterior y en el rendimiento general de la granja, por lo que entender los efectos que tiene ese primer servicio puede ayudar a mejorar su presentación. La productividad de una cerda comprende su prolificidad, fertilidad, longevidad y eficiencia de por vida, características que se integran para visualizar de forma clara su verdadero nivel productivo. Se ha demostrado el efecto de la edad a primer servicio sobre cada uno de estos componentes, y se reconoce que un primer servicio temprano repercute positivamente sobre ellos; sin embargo, estos efectos pueden diferir de acuerdo con la región, las prácticas zootécnicas o condiciones individuales de cada granja.

INTRODUCCIÓN

La productividad de la cerda a lo largo de su vida contribuye de manera importante al desempeño global de una granja porcina al reducir la ineficiencia y, por tanto, el retorno económico, ya que el incremento de dicha productividad en las cerdas reduce los costos asociados a su reposición y promueve la rentabilidad (Koketsu e Iida, 2020; Roongsitthichai et al., 2013). Existen relaciones estrechas entre algunos parámetros o medidas de rendimiento temprano de las primerizas y su productividad como cerdas a lo largo de su vida, características que, incluso, pueden ser usadas para predecir dicha productividad (Koketsu e Iida, 2020; Tummaruk et al., 2001).

De manera fisiológica, la fertilidad de una cerda comienza con la presentación de la pubertad, la cual está determinada por la edad, el peso, la raza y distintas prácticas zootécnicas (Li et al., 2018). Tanto la edad a primer servicio (EPS) como la edad a primer parto están fuertemente influenciadas por la edad a la pubertad, ya que demuestran una elevada asociación lineal y positiva; sin embargo, esta última no se registra de forma rutinaria en las granjas comerciales, mientras que la EPS sí es una característica registrada comúnmente, además de ser considerada como un factor valioso en el análisis de datos de granja para predecir el desempeño posterior de una cerda (Koketsu e Iida, 2020; Li et al., 2018; Roongsitthichai et al., 2013; Tummaruk et al., 2001). Debido a que la inseminación de una primeriza depende también de políticas de gestión en las granjas, la comprensión de los efectos de la EPS en la productividad de por vida de las cerdas es fundamental para los programas de reproducción y selección, y para optimizar los parámetros de producción relacionados a dicho evento (Li et al., 2018).

La productividad de por vida de una cerda se ha caracterizado en los componentes de prolificidad, fertilidad, longevidad y eficiencia, las cuales reflejan características altamente deseables de forma individual y que impactan de manera importante en los parámetros poblacionales de una granja (Koketsu e Iida, 2020). Por ello, el objetivo de este escrito es hacer una revisión de los efectos que tiene la EPS sobre los componentes de la productividad de por vida de las cerdas.

Importancia de la edad a primer servicio en la productividad de las cerdas primer servicio productividad cerdas 1

PROLIFICIDAD

El número de lechones que produce una cerda al parto es una característica importante de su potencial genético, aunque también depende de distintos factores ambientales y zootécnicos (Koketsu et al., 2017). Este tamaño de la camada tiende a ser más bajo al primer parto, crece gradualmente hacia al quinto, y a partir de ahí disminuye lentamente (Li et al., 2018; Patterson y Foxcroft, 2019). La EPS puede influir en el tamaño de las camadas, ya que se ha informado que las cerdas con un primer servicio tardío, por encima de los 235 días, pueden exhibir un mayor número de lechones nacidos totales (LNT) o lechones nacidos vivos (LNV) hacia sus primeros dos partos, especialmente en el segundo (Cozler et al., 1998; Tummaruk et al., 2001).

Las cerdas cuyo primer servicio se ve retrasado pueden tener mayores pesos corporales y espesores de su grasa dorsal, y también un incremento en su número de celos hacia su primera inseminación; estos factores pueden incrementar la tasa de ovulación y mejorar el tamaño de la camada en el primer parto. Bajo estas mismas condiciones, estas cerdas pueden evidenciar una menor pérdida de condición corporal durante su primera lactancia, lo cual puede favorecer su tamaño de camada en el segundo parto (Cottney et al., 2012; Cozler et al., 1998; Roongsitthichai et al., 2013; Tummaruk et al., 2001). Sin embargo, se ha observado que este efecto no continúa hacia los siguientes partos, e incluso, estas cerdas ven disminuido su tamaño de camada después del cuarto parto, en comparación con aquellas cerdas cuya actividad reproductiva inició antes (Roongsitthichai et al., 2013; Tummaruk et al., 2001).

Importancia de la edad a primer servicio en la productividad de las cerdas primer servicio productividad cerdas 2
Figura 1. Efectos de la grasa dorsal sobre las medidas de prolificidad en cerdas Yorkshire y Landrace (adaptado de Hu et al., 2016).

Por otra parte, las cerdas cuya EPS se da de forma temprana están asociadas a altos consumos de alimento y mayores tasas de crecimiento, lo cual las encamina a presentar parámetros adecuados para su primera inseminación en términos de peso, edad y número de celos; esto puede generar un mejor estado nutricional y de salud en general, lo que apoyaría su rendimiento en cada parto (Tummaruk et al., 2001). Estas características han sido respaldadas por diversas investigaciones que demuestran las ventajas de una edad temprana al primer servicio sobre la cantidad de lechones que produce una cerda a lo largo de su vida productiva (Ek-Mex et al., 2015; Hu et al., 2016; Cozler et al., 1998; Li et al., 2018; Olvera y Martínez, 2023a; Roongsitthichai et al., 2013).

En China, Hu et al. (2016) demostraron correlaciones negativas, genéticas y fenotípicas, entre la EPS y la producción de LNT y LNV de por vida, y cómo las cerdas de las razas Yorkshire y Landrace servidas por primera vez antes de los 230 días tenían valores significativamente mayores en dichos parámetros; por su parte, Iida et al. (2015), en granjas del sur de Europa, observaron los mismos resultados en el mismo rango de edad, aunque determinaron que la ventaja de una edad temprana al primer servicio disminuía cuando las cerdas tenían camadas numerosas al primer parto (más de 15 LNV). En granjas comerciales de México, se ha informado de una producción superior de entre dos y seis LNT, LNV y lechones destetados (LD) de por vida, en cerdas cuyo primer servicio fue menor a los 235 días, en comparación con las que lo recibieron después (Ek-Mex et al., 2015; Olvera y Martínez, 2023a).

Pese a los hallazgos anteriores, es importante mencionar que existen algunos factores relacionados con el inicio reproductivo de las cerdas que pueden tener un efecto significativo en el tamaño de la camada, sobre todo en el primer parto. El número de celos y la tasa de ovulación tienen una asociación positiva, y ambas medidas pueden aumentar conforme se incrementa la edad a primer servicio; se ha observado que cuando las cerdas reciben su primer servicio en su primer celo presentan una mortalidad embrionaria superior a aquellas que son servidas por primera vez durante su tercer celo (Cozler et al., 1998). Una edad demasiado temprana al primer servicio, por ejemplo, por debajo de los 195 días, puede significar un menor peso corporal y espesor de la grasa dorsal, así como una baja tasa de ovulación, lo cual tiene implicaciones en el número de LNV durante los primeros partos, reduciendo la prolificidad de la cerda (Figura 1) (Cozler et al., 1998; Olvera y Martínez, 2023b).

FERTILIDAD

La fertilidad de una cerda reproductora se trata de un rasgo altamente relevante para ella y para la unidad de producción, ya que puede alterar otros parámetros de desempeño (Małopolska et al., 2021). Existen diferentes parámetros que pueden emplearse para medir la fertilidad de una cerda, todos ellos dependen de la presentación y acumulación de días no productivos (DNP), cuando las cerdas no participan en los eventos de gestación o lactancia (Iida y Koketsu, 2015; Koketsu e Iida, 2020; Lucia et al., 2000).

De forma general, los DNP que una cerda acumula a lo largo de su vida productiva se derivan de las repeticiones, de los intervalos entre el destete y el primer servicio, y del intervalo de retiro; de éstos, los dos primeros representan la mayor parte de los DNP, y se encuentran estrechamente relacionados con el funcionamiento hormonal de la cerda, impactando su capacidad para la reproducción, es decir, su fertilidad (Koketsu, 2005; Koketsu e Iida, 2020). Por esto, se han realizado algunas investigaciones en diferentes latitudes para tratar de determinar el efecto que tiene el momento del comienzo reproductivo de las cerdas, como su edad a la pubertad, al primer servicio o al primer parto, sobre algunas medidas de fertilidad, como la tasa de partos, el intervalo de destete a primer servicio o la repetición de un celo posterior a una inseminación o monta (Iida y Koketsu, 2015; Koketsu et al., 2020; Cozler et al., 1998; Olvera y Martínez, 2023a, 2023b; Roongsitthichai et al., 2013; Segura-Correa et al., 2011; Sterning et al., 1998; Tani et al., 2016; Tummaruk et al., 2001; Yatabe et al., 2019).

Se ha reconocido que las cerdas, desde su etapa como primerizas, con bajo potencial fértil de forma innata llegan a quedar gestantes a una edad más avanzada, derivado de una pubertad tardía y de un primer servicio retardado; este hecho se ve reflejado en sus parámetros futuros (Cozler et al., 1998). Tummaruk et al. (2001), observaron un incremento en el intervalo de destete a primer servicio y la tasa de repetición en cerdas con una EPS tardía, además de una disminución en la tasa de partos en este tipo de cerdas; sin embargo, encontraron que el retraso del primer servicio disminuía la tasa de repetición en primerizas. Sterning et al. (1998) encontraron que un mayor porcentaje de cerdas con un inicio temprano de su actividad reproductiva retornaban al celo durante los primeros 10 días postdestete y tenían un intervalo de destete a primer servicio más corto; de la misma forma, Saito et al. (2011) demostraron que las cerdas servidas por primera vez entre los 209 y 250 días tuvieron un intervalo de destete a primer servicio significativamente menor en todas las paridades, en comparación con aquellas que lo recibieron entre los 272 y 365 días.

También, Yatabe et al. (2019) observaron que una menor EPS estaba asociada con una mayor probabilidad de que las cerdas de primer parto tuvieran un intervalo de destete a primer servicio de cuatro días, un valor idóneo para dicho parámetro. Estos hallazgos pueden respaldarse por la existencia de una correlación genética positiva entre la edad a la pubertad y el intervalo de destete a primer servicio; sin embargo, la correlación fenotípica entre estas variables, aunque positiva, es considerada baja, lo cual sugiere un impacto ambiental importante (Sterning et al., 1998).

Esta situación plantea que la selección de cerdas con pubertad y EPS tempranas puede mostrar efectos benéficos al disminuir el intervalo de destete a primer servicio y, por tanto, reducir los DNP de una cerda. Por otra parte, se ha reportado que las cerdas que presentan la pubertad entre los 181 y 210 días, y por tanto reducen su EPS, tienen una tasa de partos superior durante sus primeras paridades, debido a una menor ocurrencia de problemas reproductivos (Roongsitthichai et al., 2013; Saito et al., 2011).

En granjas japonesas, se informó de mejores tasas de parición durante todos los partos en cerdas con EPS menor a los 250 días, con mayor efecto en las paridades bajas, lo que resultó en una mejor eficiencia productiva; sin embargo, en este estudio no se encontró un efecto de la EPS sobre el número total de DNP que una cerda acumulaba a lo largo de su vida productiva (Saito et al., 2011). También, se ha demostrado una influencia de la EPS sobre la recurrencia de repeticiones. Tani et al. (2016) encontraron que un servicio temprano se asociaba con la presentación de repeticiones regulares, debido a un fracaso en la concepción por inmadurez del sistema endocrino; no obstante, observaron que un servicio tardío incrementaba las probabilidades de presentar una repetición tardía, no necesariamente irregular (Figura 2).

Importancia de la edad a primer servicio en la productividad de las cerdas primer servicio productividad cerdas 3
Figura 2. Riesgo (%) predicho de repetición regular, irregular y tardía en cerdas con diferentes edades al primer servicio (adaptado de Tani et al., 2016).

Un mayor riesgo de perder la gestación y tener una repetición tardía puede explicarse en cerdas cuya madurez endocrina es retardada, la cual provoca un desarrollo folicular deficiente y una concentración baja de progesterona debido a cuerpos lúteos disfuncionales (Koketsu e Iida, 2020; Tani et al., 2016). Además, cualquier tipo de repetición puede presentarse con mayor frecuencia en cerdas cuyo intervalo de destete a primer servicio se prolonga más allá de siete días en cualquier parto, el cual, como se mencionó anteriormente, llega a presentarse en cerdas con EPS tardía; tomando en cuenta que el 33% de las cerdas que repiten pueden tener una segunda repetición en el mismo ciclo, la cantidad de DNP acumulados en este tipo de cerdas pueden afectar notablemente su fertilidad y vida productiva (Tani et al., 2016).

Lo anterior, demuestra cómo un primer servicio tardío en las cerdas puede incrementar los DNP, lo que se relaciona con una ineficiencia productiva a nivel individual y a nivel de granja, debido a una fuerte asociación negativa entre los DNP y el número de destetados por hembra por año. Sin embargo, este efecto puede variar de acuerdo con el tamaño de la unidad de producción, ya que se ha reportado cómo en granjas con un inventario superior a mil cerdas, una EPS temprana disminuye significativamente la acumulación de DNP en las cerdas; esto, posiblemente a una mayor preocupación por el comienzo temprano de la actividad reproductiva de las primerizas y mejorar la eficiencia en granjas de este tipo (Koketsu et al., 2020; Cozler et al., 1998).

LONGEVIDAD

El tiempo de vida de una cerda, o su permanencia dentro de una unidad de producción como reproductora activa, es una característica altamente deseable, ya que, al mantenerse por mayor tiempo debido a su buen rendimiento, puede asegurar su viabilidad económica y la de una granja porcina (Gruhot, 2016; Koketsu e Iida, 2020; Segura-Correa et al., 2011). Sin embargo, también es un rasgo que debe evaluarse en conjunto con otros componentes, de forma que no se retengan cerdas con bajo potencial productivo. El efecto de la EPS sobre la longevidad de las cerdas ha sido ampliamente documentado, y se ha reconocido cómo el retraso de este evento tiene consecuencias sobre dicha característica (Hu et al., 2016; Iida et al., 2015; Koketsu et al., 2020; Cozler et al., 1998; Li et al., 2018; Roongsitthichai et al., 2013; Saito et al., 2011; Segura-Correa et al., 2011).

En Europa, se ha reportado una mayor cantidad de días de vida en cerdas con un primer servicio más allá de los 255 días de edad, pero con un menor número de partos producidos hasta la remoción (Koketsu et al., 2020; Cozler et al., 1998); en Asia, también se ha informado que las cerdas con una edad tardía a la pubertad o al primer servicio (>200 días o >250 días, respectivamente) producen menos partos a lo largo de su vida productiva y, aunque tengan más días de vida, permanecen menos tiempo en la granja de forma activa (Hu et al., 2016; Iida y Koketsu, 2015; Li et al., 2018); y en México, se ha señalado una mayor longevidad, medida por los días en granja y el número de partos a la remoción, en cerdas con una edad menor a los 233 días al momento de su primer servicio (Olvera y Martínez, 2023a; Segura-Correa et al., 2011).

Aunque se ha determinado que las cerdas con mayor EPS acumulan más días desde el nacimiento hasta su retiro, éstas no permanecen el mismo tiempo dentro de la granja, ya sea desde su primer servicio o parto hasta la remoción, y tampoco producen el mismo número de camadas que aquellas cerdas servidas de forma temprana (Hu et al., 2016; Koketsu et al., 2020; Li et al., 2018; Olvera y Martínez, 2023a; Segura-Correa et al., 2011).

También, se ha observado que estos efectos sobre la longevidad interaccionan con otros factores, tales como la temporada al primer servicio, el tamaño de camada en la primera paridad o el tamaño de la granja, cuyas diferentes formas de presentación pueden cambiar la respuesta en las cerdas (Iida et al., 2015; Koketsu et al., 2020). Iida et al. (2015) encontraron que las cerdas con más de 15 LNV en el primer parto producían un mayor número de camadas, independientemente de la edad a la que recibieran su primer servicio; pero, este efecto no se observaba si las cerdas tenían menos de 14 LNV, ya que, bajo esta condición, las cerdas servidas por primera vez antes de los 277 días sí presentaban más partos al momento de la remoción.

Además, en este mismo estudio, agregaron que las cerdas servidas durante los meses de octubre y diciembre presentaban un mayor número de LNV hacia su primer parto, con lo cual no se veía afectada su longevidad debido a su EPS (Iida et al., 2015). Por otra parte, Koketsu et al. (2020) observaron que conforme se incrementaba la EPS se reducían los días en granja y los partos a la remoción, pero esta disminución era significativamente más pronunciada en granjas con más de mil reproductoras, mientras que, en granjas con un inventario pequeño o medio, la reducción de la longevidad era mínima. Por el contrario, encontraron que un aumento de la EPS producía un incremento en los días de vida de las cerdas, pero dicho aumento era significativamente superior en granjas con menos de mil hembras (Koketsu et al., 2020).

Una de las razones que pueden determinar el efecto negativo de una EPS tardía sobre la longevidad de las cerdas es el potencial genético de las mismas y su interacción con un entorno favorable. Hu et al. (2016) determinaron que la EPS tiene correlaciones genéticas y fenotípicas positivas con la duración de la vida de las cerdas, pero son negativas con respecto a la duración de la vida productiva y el número de camadas producidas a lo largo de la misma; a su vez, también demostraron que estas dos últimas medidas de longevidad estaban altamente asociadas a otras medidas de prolificidad y eficiencia de por vida. Por otra parte, Roongsitthichai et al. (2013) informaron que una proporción alta de cerdas con una edad a la pubertad superior eran removidas debido a fallas reproductivas (Figura 3); también, que las cerdas retiradas más allá de su quinto parto tenían una edad a la pubertad menor a los 200 días, mientras que las retiradas en su parto 0 o 1 habían presentado su pubertad más tarde.

Las cerdas con una pubertad o EPS tardías llegan a presentar hipoplasia ovárica, poca estimulación frente al verraco o bajos consumos de alimento, lo cual las puede llevar a presentar algún tipo de problema reproductivo durante sus primeros ciclos e incrementar sus posibilidades de retiro prematuro; por ello, una conformación corporal adecuada en las primerizas, dada por una alta tasa de crecimiento y buen espesor de la grasa dorsal, puede resultar en una menor EPS, con un efecto positivo en su desempeño posterior (Hu et al., 2016; Li et al., 2018; Saito et al., 2011; Tummaruk et al., 2001).

EFICIENCIA

La capacidad individual de una cerda para producir lechones de calidad mediante el máximo aprovechamiento de los recursos disponibles para ella, principalmente en función de su permanencia en la granja, está definida por la integración de los componentes anteriormente descritos, además de tomar en cuenta el impacto de las instalaciones y las practicas zootécnicas dentro de la unidad de producción (Koketsu e Iida, 2020). Para ello, se han descrito algunas medidas que demuestran dicha competencia por parte de la cerda, como son los LNT/LNV de por vida anualizados, los LD de por vida anualizados y los LNV por día de vida de la cerda (Hu et al., 2016; Koketsu e Iida, 2020). Al tratarse de una característica de integración, la eficiencia de por vida de una cerda puede verse afectada, en menor o mayor medida, por factores que influyan en cualquiera de sus componentes.Importancia de la edad a primer servicio en la productividad de las cerdas primer servicio productividad cerdas 5

Como se ha revisado, la edad a la que una primeriza se convierte en reproductora activa puede incidir en su comportamiento reproductivo, ya sea en el número de cerdos que produce, en su acumulación de DNP o en el tiempo que permanece dentro de la granja; por esto, se ha informado del impacto de la EPS sobre la eficiencia de por vida de las cerdas (Ek-Mex et al., 2015; Iida et al., 2015; Li et al., 2018; Olvera y Martínez, 2023a; Saito et al., 2011). Iida et al. (2015), en granjas del sur de Europa, demostraron que las cerdas con EPS mayor a los 278 días tenían valores significativamente menores de LNV de por vida anualizados, en comparación con las que fueron servidas antes (24.3 vs 24.8); sin embargo, determinaron que dicho efecto no se apreciaba cuando las cerdas tenían 15 o más LNV en su primer parto.

De la misma forma, Saito et al. (2011) observaron, en granjas japonesas, una mayor producción anualizada de LNV en las cerdas que recibieron su primer servicio entre los 188 y 229 días de edad, en contraste con las que lo recibieron a edades superiores (18.4 vs 16.5). En México, se han reportado valores entre 20.2 y 23.1 LNV de por vida anualizados en cerdas con edades al primer servicio mayores a los 232 días, mientras que las cerdas servidas a edades menores presentan entre 21.6 y 25.5, lo cual demuestra una mayor eficiencia en estas últimas (Ek-Mex et al., 2015; Olvera y Martínez, 2023a).

Importancia de la edad a primer servicio en la productividad de las cerdas primer servicio productividad cerdas 4
Figura 3. Causas de retiro en primerizas con diferentes edades a primer servicio (modificado de Roongsitthichai et al. 2013).

La eficiencia de por vida de las cerdas se ve favorecida por la reducción de los periodos improductivos en aquellas cerdas con un primer servicio temprano, reflejo de ciertas características innatas potenciadas por prácticas zootécnicas adecuadas, las cuales permiten a la cerda permanecer en una dinámica cíclica favorable para la granja al producir camadas por un tiempo más extenso (Cozler et al., 1998). Las cerdas con un retraso en su EPS están asociadas a disfunciones ováricas, cuerpos lúteos subdesarrollados y concentraciones bajas de progesterona, lo cual las hace susceptibles a presentar algún tipo de problema reproductivo y, por tanto, a una remoción prematura; estas condiciones incrementan sus DNP, disminuyen sus días en la granja y reducen la cantidad de lechones producidos a lo largo de su vida (Koketsu e Iida, 2020).

Entre las prácticas zootécnicas con mayor impacto para reducir la EPS y mejorar el desempeño de las cerdas están la exposición temprana y directa con el verraco (a partir de los 168 días) y la disminución del tiempo que transcurre entre la detección del celo y la inseminación de la primeriza; sin embargo, hay que considerar que algunos indicadores como tasas de crecimiento inferiores a los 550 g/día o el hacinamiento pueden resultar en pesos corporales y uterinos bajos, un desarrollo folicular deficiente y un retraso en la edad a la pubertad, con las consecuencias antes mencionadas (Kaneko y Koketsu, 2012; PIC, 2017; Roongsitthichai et al., 2013; Tummaruk et al., 2001).

CONCLUSIONES

De acuerdo con lo revisado en este escrito, se ha sugerido a la EPS como un parámetro determinante en la productividad de por vida de las cerdas y, por tanto, en el rendimiento de las granjas; un primer servicio tardío se ha asociado con un tamaño de camada alto al primer parto, pero con una tasa de parición baja y un intervalo de destete a primer servicio prolongado durante las primeras paridades. Además, un retraso significativo en la primera concepción de las cerdas puede tener un efecto negativo sobre su longevidad, prolificidad y fertilidad, por lo cual se incrementa el riesgo de remoción.

En contraparte, un inicio temprano de la actividad reproductiva de las cerdas se ha ligado a una mayor estancia y participación en la productividad dentro de las granjas, debido a características innatas y a una gestión zootécnica adecuada que permitan a las cerdas expresar su potencial genético de mejor forma. La EPS debe consensuar diferentes criterios que dependen de la evaluación continua de su rendimiento como primerizas, tales como su edad a la pubertad, tasa de crecimiento, espesor de grasa dorsal, peso y condición corporal; pero también de factores como el alojamiento, la temporada del año, el tamaño de la granja o la exposición al verraco. Por ello, el establecimiento de una EPS óptima deberá basarse en el análisis productivo de las cerdas, la interacción entre las distintas causas que la afectan y en los recursos disponibles que permitan corregir las desviaciones

REFERENCIAS

En versión Impresa se puede consultar

Artículo publicado en “Los Porcicultores y su Entorno Marzo Abril 2024

×
BM Editores We would like to show you notifications for the latest news and updates.
Descartar
Permitir Las Notificaciones